La crisis del coronavirus nos está empujando a cada uno de nosotros hasta nuestro propio límite, dice Jeremy Mohler. Al poner atención compasiva a nuestro miedo y ansiedad, podemos aprender a responder en lugar de reaccionar.
Foto de Vidar Nordli Mathisen.
El brote de Covid-19 no tiene precedentes, pero de casualidad me estuve preparando para esto durante meses.
Desde mediados de enero, estoy viviendo solo en una granja cerca del río Potomac en zona rural del sur de Maryland. Fuera de viajes ocasionales a Washington, D.C., para visitar amigos y dirigir grupos de meditación, he tenido poco contacto humano.
Aclimatarse a la vida rural después de más de una década en la ciudad ha sido tan accidentado como el camino de tierra de una milla de largo que conduce a la granja. He tenido que aprender a sentirme cómodo con la soledad, una valiosa habilidad ahora cuando los expertos en salud pública nos han recomendado que practiquemos el distanciamiento social.