“Si alguien quiere saber qué aspecto tendrá su barrio después del fin del mundo, no tiene más que salir el uno de enero por la tarde”, escribe Gospodínov en ‘Física de la tristeza’. Esa intuición evoca recuerdos de resaca y vacío. Quienes alguna época hemos deambulado por el Paseo de los Melancólicos de Madrid, en los días sin partido en el Vicente Calderón, sabemos qué aspecto tendrá el mundo después del fin del mundo. El final de las fiestas hace de todo el mes una larga e interminable pista de aterrizaje. Seguir leyendo Por qué los jóvenes están tristes y no cabreados