Les dejamos una interesante visión de la
ocultista Dion Fortune acerca de la posibilidad de
contactos no humanos en el plano astral, y que de hecho estos son capaces de encarnarse insospechadamente en nuestro mundo.
El artículo fue recopilado en el libro maldito: Autodefensa psíquica (Psychic Self Defence), aunque parte de sus razonamientos pueden hallarse en las obras de Eliphas Levi: La ciencia de los espíritus (La Science des Esprits) y deAllan Kardec: El Evangelio según el espiritismo (L’Évangile Selon le Spiritisme).
Contactos no humanos en el plano astral.
Dion Fortune.
Hay otras formas de vida además de la nuestra cuya esfera de evolución incide sobre la tierra. En el dominio del folklore nos encontramos constantemente con la idea de la comunicación entre el reino humano y el de las hadas; del matrimonio de un ser humano con una esposa hada, o el robo de un niño por las hadas, siendo dejado a cambio otro travieso en su lugar.
Seremos atolondrados si asumimos que un extenso cuerpo de la creencia popular está de hecho enteramente sin fundamento. Examinemos por tanto estas viejas y crudas creencias y veamos si podemos encontrar algunos apoyos para ellas, y si es así, cuál puede ser la naturaleza real de los hechos, y si arrojan alguna luz sobre los fenómenos psíquicos modernos de la clase que estamos considerando en estas páginas.
Hay muchos de nosotros que han encontrado a gente que podría muy bien ser descrita como no-humana, sin alma, en cuanto que los motivos humanos ordinarios no operan en ellos, ni los sentimientos humanos ordinarios les impulsan o inhiben.
No podemos sino amarlos, porque tienen gran encanto, pero no podemos sino temerlos también, pues esparcen una infinitud de sufrimiento alrededor suyo. Aunque sean raramente deliberadamente malos, son singularmente detrimentales para todos aquellos con los que entran en contacto. Ellos, por su parte, son infelices y solitarios en medio de nosotros. Se sienten ajenos y sin compañía; la mano de todo hombre está contra ellos, y en consecuencia demasiado a menudo sucede que su mano está contra todo el mundo y desarrollan una traviesa malevolencia, aunque raramente hacen el mal calculadoramente.
Gratitud, compasión, buena fe, moralidad y honestidad común son extremadamente extrañas a sus naturalezas, tan lejos de su concepción como el cálculo diferencial. No son inmorales, sin embargo, sino simplemente no-morales. Por otra parte, poseen las virtudes de la sinceridad absoluta y un gran coraje. En término de éticas humanas son «indeseables», pero tienen una ética propia a la que son leales, y ésa es la belleza que es la verdad, y esto es todo lo que saben, y, hasta donde concierne a su vida, es todo lo que necesitan saber.
De apariencia son usualmente pequeños y leves, poseyendo fortaleza y resistencia física no usuales, pero siendo muy propensos a la exhaustión nerviosa y al arrebato cerebral. En las relaciones sociales toman apetencias y desapetencias violentas; muestran un afecto fácil y demostrativo hacia aquellos que les agradan, pero les olvidan pronto. La gratitud y la piedad son desconocidas para su naturaleza.
Hacia aquellos que les desagradan son mezquinamente maliciosos, y en todas las relaciones de la vida son del todo irresponsables. Uno no puede describirlos mejor que diciendo que no se parecen a nada tanto como a una mezcla de gatito persa y mono doméstico. Tienen la belleza, el alejamiento y el encanto de un gato, y la destructividad divertida y maliciosa de un mono. Muchos seres humanos les odian al verlos; otros son fascinados por ellos porque traen consigo una sensación de belleza no terrenal y una reanimación de las fuerzas de la vida. He podido investigar la historia de dos de tales seres, y es interesante notar que ambos de ellos fueron concebidos mientras sus madres estaban bajo la influencia de la bebida.
Hay una cantidad muy grande de información disponible concerniente al aspecto oculto de la encarnación de las almas, pero nunca se ha impreso demasiado del conocimiento concerniente a los hechos reales de la concepción. Yo he dado un poco en mi libro La Filosofía Esotérica del Amor y del Matrimonio. No puedo entrar en el tema profundamente en estas páginas, pues sería con mucho una digresión. Algunos puntos, sin embargo, es esencial tocarlos para un examen comprehensivo de nuestro tema.
En el momento de la unión sexual se forma un vórtice psíquico que se asemeja a un remolino de agua, un torbellino en forma de embudo que se eleva a otras dimensiones. Conforme cuerpo tras cuerpo se ajustan, el vórtice asciende los planos. En todos los casos están involucrados los cuerpos físico, etérico y astral; el vórtice por lo tanto llega siempre tan lejos como el plano astral; un alma sobre el plano astral puede ser atraída en ese vórtice si está madura para la encarnación, y entrar así a la esfera de los padres. Si el vórtice se extiende más arriba del plano astral, pueden entrar a esta esfera almas de un tipo diferente, pero tal extensión es rara, y se dice por tanto que el hombre nace del deseo, pues pocos nacen de otra cosa.
Pero este vórtice puede no sólo extenderse verticalmente hacia arriba de los planos (hablando metafóricamente), sino que puede también, bajo ciertas condiciones, ser desviado, como si fuera, fuera de la línea humana normal de evolución, de modo que su extremo abierto se extienda adentro de la esfera de evolución de otro tipo de vida. Bajo tales circunstancias es teóricamente posible para un ser de una evolución paralela el ser atraído a la encarnación en un cuerpo humano.
Los ocultistas sostienen que esto ocurre ocasionalmente, y explica ciertos tipos de anormalidad no patológica que se encuentran ocasionalmente. Estos no-humanos son adorados u odiados por sus asociados humanos. Ellos tienen una fascinación peculiar por ciertos tipos de temperamento, los tipos que los psicólogos llaman inestables. En estos tipos el subconsciente llega muy cerca de la superficie, lo profundo llama a lo profundo, y son atraídos instintivamente hacia los reinos elementales.
No hay nada más desastroso que el matrimonio con un no-humano, pues no tienen nada en su naturaleza que pueda satisfacer los anhelos humanos normales de afecto y simpatía. La única característica que salva en una unión así es que las razones para el divorcio son invariablemente rápidamente asequibles, pues las morales del no-humano son las de la era.
El poder de los no-humanos de dañar a sus enemigos es relativamente pequeño, pues son extraños en una tierra extraña cuando encarnan en forma humana, y no pueden procurarse ninguno de los recursos humanos ordinarios para el mal. Son, de hecho, singularmente indefensos y desvalidos, y ellos mismos sufren agudamente de manos de la sociedad.
Ocurre de otro modo, sin embargo, en sus relaciones con sus amigos. Parecen tener una capacidad infinita de infligir daño sobre aquellos que les aman. No deliberada o maliciosamente, sino como un niño haciendo pedazos a las moscas por ociosidad, no realizando lo que está haciendo.
Obedeciendo a las leyes de su propia naturaleza, son destructivos para los seres de la evolución humana. Sin embargo, ¿qué otras leyes pueden obedecer? Para ellos el someterse a nuestras normas es negar sus instintos más profundos.
El efecto que tienen sobre aquellos que les aman constituye un síndrome tan bien señalado entre las patologías psíquicas que debemos considerarlo en detalle. La persona que forma una relación con un no-humano se vuelve profundamente estimulada por las fuerzas elementales que encuentran entrada en nuestra esfera a través del canal de este alma vagabunda y ajena. Se ve, como si fuera, apartada de las cosas humanas normales y se encuentra vagando sobre los confines del reino de las hadas, y sin embargo no puede encontrar ahí descanso para su pie ni sustento para su alma.
El cuento del bello muchacho pescador y la sirena es indicativo de esta condición. Ella le ama, lo atrae hacia sí, y él se ahoga, pues no puede vivir en el elemento del agua. La explicación del curioso poder, tanto de fascinación como de destrucción, que es ejercido por los no-humanos puede residir en el hecho de que pertenecen sólo a un elemento, mientras que en el hombre los cuatro están combinados. Cualquier contacto elemental no es estimulante, porque los seres elementales vierten en abundancia la vitalidad de su propia esfera particular, y esto vitaliza el elemento correspondiente en nosotros mismos. Pero si una criatura de cuatro elementos es atraída a la esfera de un solo elemento, es envenenada por una sobredosis del elemento único en que se encuentra, y pasa hambre de los otros tres.
Es por esta razón que de los mortales en el reino de las hadas se dice siempre que están encantados o dormidos. Nunca están viviendo normalmente en completa posesión de sus facultades.
Un problema igualmente difícil se le plantea al no-humano que es atraído a nuestro medio. Una criatura de un solo elemento se ve forzada a controlar y asimilar tres elementos adicionales para los que no tiene equipamiento o experiencia, y el resultado es desastroso. Pero no es suficiente con que describamos meramente las condiciones y el estado de los problemas en estas páginas. Nuestro objetivo es esencialmente práctico. ¿Qué, pues, puede hacerse cuando ha de encararse y tratarse con un no-humano?
Debe realizarse claramente que cualquier casamiento entre un humano y un no-humano es una proposición sin esperanza. En primer lugar, sólo puede ser el preámbulo para un divorcio, porque los no-humanos son promiscuos en sus hábitos sexuales; y, en segundo lugar, no hay nada en la naturaleza de un no-humano que pueda satisfacer las aspiraciones superiores del humano. No debemos permitir a la forma humana que nos confunda en cuanto a la existencia de un alma humana.
Un no-humano es un animal doméstico, no una criatura compañera. Ese, francamente, es el único terreno posible sobre el que pueden ser aproximados. Si no esperamos más de ellos de lo que lo haríamos de un pajarillo doméstico, si los manejamos como manejaríamos un gatito, nos hemos acercado tanto a la solución del problema como nunca es probable que lo consigamos hasta que el Ángel Negro los restaure misericordiosamente a su propio reino; una misericordia rara vez aplazada largo tiempo, pues los no-humanos no hacen huesos viejos.
Los seres humanos pueden entrar en contacto con los seres elementales por ellos mismos aventurándose en las esferas de la vida elemental. Tales contactos no necesitan ser necesariamente dañinos para ninguno de ambos reinos supuesto que aquellos que entran en ellos saben de qué va la cosa. De hecho los ocultistas entran frecuentemente en tales asociaciones en el curso de su trabajo e investigaciones, pero es un cometido sólo para el iniciado avanzado, no para los neófitos.
Hay casos, sin embargo, en que una asociación así puede conducir al daño. El compañero humano en la asociación puede estar mal equipado o mal adaptado para el cometido. Puede haberse aventurado más allá de sus posibilidades, habiendo cogido una fórmula de algún ocultista más experimentado, y usándola sin la preparación debida. O, de nuevo, no es infrecuente encontrar gente que ha traído de encarnaciones anteriores una aptitud natural para entrar en contacto con los reinos elementales. En tales casos puede ocurrir que un elemental que haya tenido experiencia de relaciones con seres humanos pueda conseguir entrar en contacto con ellos deliberadamente.
Esto es de todo punto indeseable, pues el elemental no ha conseguido el conocimiento necesario de las condiciones humanas para permitirle evitar herir a su nuevo amigo. En cualquier caso, los elementales tienen una inteligencia de una sola vía, y no está bien que sean compañeros en cualquier alianza con los seres humanos. Toda la cuestión de los contactos elementales, una extremadamente fascinante, es demasiado extensa e intrincada para entrar en ella en estas páginas. Ha sido necesario referirse a ella, sin embargo, pues ciertos casos de dificultad psíquica pueden ser debidos a operaciones inexpertas a ambos lados del Velo.
Estos elementales, o espíritus de la naturaleza, son bien diferentes de los controles con los que entran en contacto los círculos espiritistas. El movimiento espiritista está altamente organizado en los Planos Internos, y el control promiscuo no se permite. Los controles tienen, de hecho, que «asentarse» para el desarrollo del mismo modo que los médiums lo hacen, y hay invariablemente alguna entidad experimentada a quien llamar que puede venir a ayudar al círculo si no está yendo bien todo. El Ocultismo Occidental fue cabalmente desorganizado y roto por siglos de persecución; sus condiciones del Plano Interno, en consecuencia, presentan mucha maraña y vacíos incluso en este día. No está tan bien organizado como la esfera espiritista.
Las grandes Ordenes tienen sus contactos definidos y trabajan estrictamente dentro de ellos, manteniendo una mano firme sobre los neófitos; fuera de las Ordenes hay un gran montón de caos y bandolerismo, y no es sabio aventurarse lejos salvo en la compañía de un ocultista experimentado que entienda la técnica de los métodos empleados.
Hay mucha gente para la que el Reino de los Devas, como se llama a veces a la esfera que los elementales comparten con los Espíritus de la Naturaleza, tiene una gran fascinación, y tratan de entrar en contacto con él por meditación y ritual. En mi opinión es decididamente arriesgado para una persona que no sea un iniciado el intentar este trabajo. Predispone en extremo a conducir al desequilibrio mental, si es que no a una verdadera obsesión. No es que la naturaleza de los contactos sea mala, pero son profundamente perturbadores para la conciencia humana porque excitan esas profundidades atávicas que el psicoanalista intenta dejar al descubierto por medio de su técnica.
Cualquiera que esté familiarizado con la literatura de la práctica del psicoanálisis sabe que la abreacción es un factor importante en este sistema; es una crisis, y puede, por el tiempo presente en cualquier caso, trastornar al paciente bien cabalmente y exacerbar todos sus síntomas. Cuando tocamos los contactos elementales conseguimos la misma reacción que es causada por el psicoanálisis cuando el censor es penetrado. Las personas en quienes la mente subconsciente está cerca de la superficie, tal como el artista, el chiflado, el inestable, y, en cuanto a eso, el genio en cualquier dominio de la vida, aman los contactos elementales porque estimulan las fuerzas elementales en su propia naturaleza que son para ellos los manantiales de su poder e inspiración. Pero el ciudadano corriente, cuyo contenido mental está organizado
mayormente sobre una base de represión y compromiso a fin de que pueda ser realmente un ciudadano y tomar su lugar en la sociedad organizada, es trastornado por los contactos elementales de acuerdo con la proporción de represión a compromiso en su constitución.
El compromiso es el lote normal de ¡a humanidad; la represión es la patología del compromiso. La persona que se las ha apañado para hacer un compromiso que funciona entre los diferentes elementos de su naturaleza, puede permitirse una vacación con los Devas sin hacer daño a nadie; pero la persona que está reprimida encontrará que están activamente en desacuerdo con ella, porque están teniendo el mismo efecto sobre ella que el que tendría un drástico psicoanálisis.
Oímos a veces de la tragedia que resulta de tomar la última dosis en una botella de un tónico del que el arsénico es uno de los ingredientes. Esto es debido al hecho de que la botella no ha sido agitada concienzudamente cada vez que ha sido tomada una dosis, de modo que todo el sedimento de arsénico se ha reunido en la última dosis y ha alcanzado una concentración venenosa. Igual ocurre con los contactos elementales, son un tónico potente, pero pueden alcanzar una concentración venenosa bajo circunstancias inadecuadas. Nunca me he cruzado con, o he oído de, un caso de patología debido a la fascinación del Elemento de Tierra; no es un elemento que atraiga usualmente al experimentador aficionado, aunque el iniciado aprecia su valía e importancia. Me he cruzado con casos, sin embargo, de gente sensitiva viviendo en un país montañoso, especialmente en quebradas estrechas donde hay una pobreza de luz solar, que se ha obsesionado con el temor a las montañas. No temen tanto que las montañas caigan sobre ellos como el que se cierren sobre ellos, como la cueva cerrada sobre los niños que siguieron al Flautista de Hamelín.
El psiquiatra, desde luego, reconocerá este síntoma como perteneciente a la bien conocida psiconeurosis de la claustrofobia. Esto, sin embargo, no invalida mi afirmación; pues en mi opinión podemos encontrar que en un conocimiento más íntimo de los reinos elementales nos tropezaremos con la clave tanto para la claustrofobia como la agorafobia.
Los montañeros conocen también este terror peculiar con el que las grandes colinas pueden obsesionar a la humanidad. No es ni vértigo ni mal de la montaña, sino una curiosa opresión de los espíritus por la imponente grandeza de la naturaleza. La misma fuerza, cuando no se halla en una concentración venenosa, inspira el amor apasionado de las colinas o del mar que Rudyard Kipling ha celebrado tan gloriosamente en uno de sus poemas.
Las patologías del Elemento de Agua pueden ser una fascinación tan grande que un hombre caminará dentro del mar hasta ahogarse. Algernon Swinburne tenía esta peculiaridad, y la ha inmortalizado en varios de sus poemas, «Arrojarse como el corazón en nosotros ruega e implora, sediento de espuma». En una ocasión fue recogido en el mar abierto por un cúter de pesca Bretón, nadando incansablemente, a muchas millas de la tierra, conducido en el mar por las corrientes, pero ajeno a su peligro. Al ser rescatado, se sentó sobre la cubierta con su melena de pelo rojo secándose al viento, cantando poemas de mar a sus rescatadores, un espectáculo por el que una habría dado mucho por presenciar.
Otro caso curioso de patología del agua lo conocí personalmente. Una mujer muy juiciosa, una maestra de escuela, estaba obsesionada por un horror a las olas tempestuosas. Ella siempre declaraba que si iba frente al mar a observar una tormenta, las olas hacían un «espectáculo de muerte» ante ella. Vivía en un lugar en la costa, pero era tan grande su desagrado por las olas que procuraba no caminar por el paseo cuando la marea estaba alta. Ella fue curada de su miedo de un modo curioso. Tomó la iniciación en la Co-Masonería, y encontró para su sorpresa que desde ese día estaba libre de su temor al mar. Yo no soy una Co-Masona, y hablo expuesta a corrección, pero creo estar en lo correcto al decir que la Co-Masonería difiere de otras formas de la Masonería en que las Invocaciones Elementales han sido introducidas en ella.
El Elemento de Aire, como saben todos los ocultistas, es un elemento muy trapacero para tratar con él. Más iniciados se desvían del Sendero en el Grado de Aire que en ningún otro, y es raro ver un Ritual de Aire trabajado sin que alguien sea noqueado o hecho caer. Es un elemento pendenciero; cuando se trabaja, los operadores están expuestos a disputar y reñir. Está también asociado íntimamente con el sexo, como es revelado por su simbolismo. Si un ocultista está haciendo un circulo mágico, y por cualquier razón desea sellarlo con los querubines de los Elementos en vez de los Arcángeles, como se hace más comúnmente, y se siente incapaz para la tarea de trazar un águila presentable, la forma simbólica del Kerub de Aire, usará el signo zodiacal de Escorpio.
La conexión evolutiva entre la serpiente y el pájaro es bien conocida a los biólogos; pero largas edades antes de Darwin, los iniciados usaban la Serpiente y el Águila para representar los aspectos no sublimado y sublimado respectivamente de la fuerza de la vida. El Escorpión se conecta con la Serpiente a través delDragón.
Tuve una experiencia muy curiosa yo misma en conexión con el Elemento de Aire. No estoy traicionando ningún secreto si digo que ciertos grados de iniciación se refieren a los elementos, pues el hecho es demasiado conocido en general, y demasiado obvio, para que no sea más misterioso que las piernas de la Reina de España.
Para comenzar, tengo una cabeza excepcionalmente mala para las alturas, y puesto que el Abismo de la Altura corresponde al Elemento de Aire, obviamente no tengo ninguna afinidad natural con él. La ceremonia fue excepcionalmente mal, incluso para un Ritual de Aire. Dos de los oficiales principales, esposo y esposa, ayudaron a mantener su reputación como un elemento contencioso teniendo una desavenencia familiar en medio de los procedimientos, y los vuelos y roturas usuales ocurrieron en una escala generosa.
Durante la siguiente quincena viví en medio de un cataclismo de loza. Machaqué mí camino a través de dos juegos enteros de té y todos los ornamentos de la repisa de la chimenea. Los ornamentos simplemente se cayeron uno por uno de la repisa por su propia cuenta. Realmente les vi a dos de ellos hacerlo. Yo no sabía por aquel tiempo que el Elemento de Aire tenía esta reputación siniestra. Realicé que algo extraño estaba a la vista, sin embargo, y pregunte a mi instructora sobre ello. Ella se encontraba muy divertida, pero yo no, porque era mi loza la que estaba proporcionando el material bruto para los fenómenos. Me aconsejó entrar en contacto simpático con las Sílfides, pues la iniciación evidentemente no había tenido del todo éxito. Trate de hacer esto, pero estaba en Londres todo el tiempo y no tuve éxito alguno, pues los contactos elementales, con la excepción del Fuego, no pueden ser trabajados con éxito en una ciudad.
El destrozo continuó, y fui reducida a un pichel de estaño y a un vaso para los dientes, pues vi que era inútil conseguir más porcelana hasta que las cosas se hubiesen asentado. Entonces salí para mi vacación de verano y me encontré en la cima de una elevada y aislada colina en un día de sol brillante y mucho viento. Yo estaba muy consciente de la proximidad de los reinos elementales. El aire parecía lleno de chispas de plata, lo que es siempre un signo de que el velo es delgado. No había nadie presente salvo algunos amigos que eran simpáticos. Di la cara al viento y elevé mis brazos en invocación. De repente vimos debajo de nosotros a una figura abriéndose paso entre los setos y saltando zanjas, y corriendo salvajemente hacia nosotros. Lo reconocimos al poco como otro de nuestros amigos, y cuando se unió a nosotros nos contó que había sentido el ímpetu repentino del poder mientras estaba en el valle y en un impulso abrumador había arrancado hacia la cima de la colina. Entonces todos nosotros, sin sugestión alguna de jefatura, empezamos la Danza de los Elementos, girando como derviches danzantes sobre la cima de esa colina.
Afortunadamente no había nadie alrededor, pero no sé si eso habría hecho mucha diferencia, pues estábamos asidos fuera de nosotros y el aire parecía lleno de impetuosas llamas doradas, planas en el viento. Durante los días posteriores parecíamos estar cargados con energía elemental por esa extraordinaria danza. Puede ser interesante señalar que danzamos con un movimiento circular, girando cada uno de nosotros sobre nuestro propio eje al mismo tiempo, y que tanto danzamos como giramos deosil, esto es, en la dirección del movimiento del sol.
Todo esto ocurrió espontáneamente, capturándonos la marea de los elementos lejos y arriba. Nunca he conocido una experiencia más gloriosa. Fue sin duda la inebriación divina de los Misterios. Después de esto no hubieron más destrozos de la loza.
Ya he indicado mi cabeza excepcionalmente mala para las alturas. He encontrado que es considerablemente mitigada, temporalmente en cualquier caso, por la Invocación del Aire. Soy de la opinión de que el curioso impulso que arrastra a la gente a cometer suicidio sin razón alguna arrojándose desde las alturas puede ser debido al mismo impulso que hace que gente obsesionada por el Elemento de Agua se ponga a nadar en el mar, como lo he relato de Swinburne.
Estos suicidios aparentemente sin causa de Agua y Aire son, en mi opinión, una forma de unión con el dios que es una de las ideas subyacentes al sacrificio humano. Hay dos tipos de sacrificio humano, el voluntario y el involuntario. El sacrificio involuntario, el prisionero que lucha o es reducido a la pasividad, se usa, no para propiciar al dios, como se piensa usualmente, sino a fin de que sus fuerzas vitales puedan servir como una base de manifestación. El sacrificio voluntario, en el que la víctima será un sacerdote o un devoto del dios, tiene por motivo la idea de unión divina, no del todo desconocida para los místicos cristianos, que buscan su consecución por una muerte en vida, mientras que los adherentes de Juggernaut escapan con un breve dolor.
La creencia europea de un hombre, una vida, nos ha imbuido con la idea de la muerte como el mal supremo. Por lo tanto el europeo muy a menudo no va hacia su muerte cuando se une con los elementos, sino que su yo superior se retira de la encarnación, dejando su cuerpo animado por una curiosa clase de autómata inteligente, que se deteriora rápidamente. Cualquiera que pueda ser el status del alma que se retira, lo que se deja detrás no es hermoso. Siento, por tanto, que debe retrasar y distorsionar seriamente la evolución de la Mónada humana el que se vuelva a la esfera de la evolución Dévica.
Puede muy bien ser que algunas de las criaturas que a primera vista podríamos clasificar como no-humanos sean realmente humanos que han tenido una fase de Deva en su registro Kármico. Hay un área de investigación muy interesante esperando a la persona que investiga sistemáticamente las vidas pasadas de los débiles y trastornados mentales.
Las patologías del Elemento de Fuego son también raras, aunque puede ser que el incendiario sin objetivo y el pirómano pertenezcan a esta clase. Nunca he tenido personalmente oportunidad alguna de investigar este tipo de caso. Algernon Blackwood escribe de uno en su cuento interesantísimo, «La Regeneración de Lord Ernie», que está publicado en su volumen de cuentos cortos titulado Aventuras Increíbles.
En verdad, este autor es extremadamente aficionado a extraer su inspiración del reino de los Devas, y tiene algunos estudios sumamente interesantes sobre el tema esparcidos a través de sus libros. Cualquier unidad geográfica desarrolla algo de un alma global, y cuando la diferenciación es señalada, el alma global puede convertirse en una entidad muy definida. Si hay entre los habitantes del distrito algunos que sean sensitivos al Invisible, pueden formar una afinidad o una repulsión por este alma global. Un gran bosque tiene una personalidad muy marcada, y hay pocos hombres blancos que puedan resistir su influencia, volviéndose señaladamente cambiados y deshumanizados si son expuestos a él por largos períodos sin la compañía de otros de su raza.
Los nativos, por otro lado, parecen entrar en él y ser parte de él. Es bien conocido cuán a menudo los árboles son objeto de adoración en todas las partes del mundo. Tienen personalidades muy marcadas y fuertes campos magnéticos. En la primavera, cuando la savia está subiendo, incluso los no-psíquicos pueden ver a menudo el aura de un árbol. Puede ser vista mejor poniéndose a una distancia de un par de cientos de yardas y mirando al cielo más allá de la copa del árbol.
El aura será percibida entonces como una nube blanquecina, como una mancha en el cielo de color más claro, rodeando la copa del árbol, y usualmente balanceándose suavemente de lado a lado.
Hay un curioso antagonismo entre los olmos y la humanidad, y sobre las orquídeas todas las personas sensitivas coinciden en que hay algo siniestro. La vegetación tropical, en conjunto, es demasiado poderosa para la humanidad. Bajo la tremenda estimulación del fuego solar, las fuerzas elementales son concentradas hasta una fuerza venenosa. No conozco personalmente la Costa Oeste de África, pero por lo que puedo colegir soy de la opinión de que las fuerzas elementales y la atmósfera hechas por los ritos Juju son más responsables que el clima por ganar para esa parte del mundo su siniestra reputación corno la Tumba del Hombre Blanco.
Hay otros puntos donde el clima es igualmente caliente y húmedo, Birmania por ejemplo, pero no hay otro lugar que produzca la misma debilitación de la fibra moral. El único lugar que es comparable en modo alguno es el Mar del Caribe, que produce, no tanto una desmoralización, como una fiereza y una violencia bien ajenas a las características raciales de la gente que va ahí.