Las relaciones sexuales están sobrevaloradas. La falta de deseos carnales no es un obstáculo para gozar de una vida plenamente satisfactoria. Esta es la opinión un número cada vez más creciente de rusos.
“Empecé por buscar mi identidad entre los transexuales. En un momento dado, pensé que si no soy como el resto de las chicas – no me pinto las uñas, no suspiro por los chicos de la clase de al lado, no sueño con casarme con un príncipe- será que no soy una mujer. Pero luego pensé que el no sentirme femenina tampoco me hace un hombre. Así me convertí en lesbiana. Pero las relaciones sexuales seguían sin interesarme, solamente me sentía más cómoda en compañía de mujeres. Finalmente, entendí que soy una asexual. Espero contar con su apoyo y comprensión”, escribe Anika en un foro de la comunidad de asexuales de Rusia.
Su historia, que efectivamente encontró respaldo entre los miembros de la comunidad, es solo una de otras tantas que a diario publican los integrantes de ese misterioso colectivo que representa la “cuarta orientación sexual”, según algunos especialistas.
Se calcula que en el mundo hay unos 70 millones de personas que llevan una vida exenta del sexo.
El porqué
Aunque cada caso es único, son varias las causas que empujan a los rusos a proclamar su indiferencia al sexo.
“¡Estoy harto, simplemente harto! Gastamos demasiados esfuerzos en esa tontería. Con el trabajo, las tareas de casa y otros quehaceres, encima tenemos que encontrar tiempo para salir a conocer a alguien para que luego comiencen los problemas, los celos, la infidelidad, las peleas… y la causa de todo esto viene de “abajo”, confiesa otro internauta asexual bajo el anonimato.
Entre otras razones que ofrecen los asexuales a la hora de ser preguntados sobre el porqué de su elección figuran una primera experiencia sexual frustrante, abusos sexuales en la infancia y el deseo de no “estropear” con el sexo la relación entre dos personas que tienen infinitas posibilidades para compartir el cariño y la pasión que guardan en su interior.
¿Una patología?
“El término asexualidad no es correcto, porque la sexualidad es algo innato. No hay que olvidar que tiene como objetivo la reproducción de la especie humana y no es solo fuente de placer”, explica el sexólogo ruso Evgueni Kulgavchuk.
El experto señala que existe la llamada “constitución sexual débil”, es decir un moderado temperamento sexual que hace que sus dueños repriman por completo sus deseos carnales, tengan la edad que tengan.
“Es una norma”, tranquiliza. No obstante, hay quienes necesitan ayuda profesional y deben someterse a “un análisis hormonal y, en su caso, a un curso de fisioterapia o psicoterapia”. En todo caso, el tratamiento es muy individual y se aplica después de la consulta con el médico.
Familias asexuales
“Busco una mujer asexual, preferiblemente con hijos, para amistad y lo que surja. Oleg”.
Aunque este anuncio pueda parecer sorprendente a primera vista, es común entre personas que renuncian a uno de los instintos básicos del ser humano.
El deseo de los asexuales de encontrar pareja y formar una familia feliz es una de las razones por las que se atreven a confesar su “rara orientación” y salir en busca de sus iguales.
Los que deciden tener descendencia, como regla, lo hacen a través de fecundación in vitro o madres de alquiler.
Para Kulgavchuk, las personas que se declaran asexuales sí pueden ser felices en matrimonio, “todo depende de su percepción de la vida”. Al mismo tiempo, el médico aconsejó asegurarse que el elegido o la elegida también se adscriben a la “cuarta orientación sexual” para evitar desajustes sexuales y psicológicos en la pareja.
La historia de la asexualidad comenzó hace una década, cuando el estadounidense David Jay fundó el sitio web AVEN (Asexual Visibility and Education Network), que hoy cuenta con decenas de miles de miembros alrededor de todo el mundo.
La amplia aceptación de la nueva tendencia pone de relieve los conflictos en la sociedad actual donde muchas veces las ambiciones personales pisotean los valores morales y las relaciones amorosas alimentan el cuerpo y no el alma.
Por Anush Janbabyan
http://sp.rian.ru/society/20121219/155931111.html