Teología desde el sufrimiento eco-humano
El lenguaje de Knitter es contundente y no permite medias tintas. Incluso llega a hablar de la necesidad de un matrimonio entre las teologías de la liberación y las teologías del diálogo interreligioso.
Un matrimonio no de conveniencia, sino por amor. Y con una tarea común: asumir juntos la responsabilidad global de lucha ante elsufrimiento eco-humano: aquel sufrimiento humano provocado por la pobreza, la discriminación y a violencia, y el desgarro medioambiental que amenaza el equilibrio de los ecosistemas.
Desde esta perspectiva, la re-conciliación, la comunión con lo sagrado, conlleva la comunión con los sufrimientos de nuestro mundo. La experiencia religiosa no es posible sin justicia ecológica global. Por eso llega a afirmar que el criterio universal de verdad en las religiones es el bienestar ecohumano .
Pero esa tarea, este proyecto interreligioso y ecohumano es de gran envergadura. La liberación integral de la humanidad y de la naturaleza es una tarea demasiado grande para que descanse sobre una sola nación, una sola cultura o una sola religión. Se necesita el concurso de todas las religiones y culturas, ya que en todas ellas hay dimensiones liberadoras. En palabras de Knitter, se requiere “una cooperación intercultural e interreligiosa en una praxis liberadora y un compartir la visión teórica de la liberación”.
Paul F. Knitter y el lugar común
Pero, ¿desde dónde fundamentar un proyecto común de las tradiciones religiosas? ¿Por dónde empezar la elaboración de una teología de las religiones? ¿Es que se puede describir un sustrato compartido por todas las religiones que pueda constituir el punto de partida para el diálogo?
Así lo creen algunos autores, como Paul F. Knitter, que se empeñan en buscan una esencia común a todas las religiones para construir sobre seguro y no dar saltos en el vacío.
Sin embargo, esa postura plantea un problema de fondo, según Tamayo. Si se quiere tomar en serio el pluralismo religioso en toda su riqueza y complejidad tanto en el pasado y el presente como en el futuro, hay que renunciar a la búsqueda de una teoría general o una fuente común de la religión.
Lo genuinamente diferente en las religiones no puede reducirse a uniformidad. Incluso el teocentrismo como base del diálogo puede resultar cuestionable por dos razones: la ausencia de dioses en determinadas religiones y la tendencia a imponer las propias concepciones de Dios o del Absoluto a los creyentes de otras religiones.
El dialogo de las religiones en perspectiva liberadora ha de comenzar por reconocer la diversidad cultural y el pluralismo religioso como un hecho y un derecho, como expresión de la riqueza de lo humano y del mundo religioso y como valor a potenciar.
Ha de comenzar por identificar los problemas más urgentes con los que cada religión se encuentra en su contexto y por analizar las causas del sufrimiento eco-humano con el concurso de las ciencias sociales y asumir una actitud globalmente corresponsable en la respuesta a los problemas de la humanidad.
Para que el diálogo interreligioso no sea ocioso y estéril, debe ubicarse en el horizonte de las víctimas, escuchar su voz, reconocer su autoridad e incorporarla al diálogo como voz autorizada e interpelante. Con la teología de la liberación Knitter comparte “el privilegio hermenéutico de los pobres”.
La teología de las religiones opera con una hermenéutica múltiple de la sospecha. La tarea teológica se inicia por una actitud crítica: empieza por sospechar de la facilidad con que la interpretación de las Escrituras sagradas y la formulación de las doctrinas religiosas pueden convertirse en ideología al servicio de los intereses de la cultura, la política, la economía y la religión dominantes.
Se inicia con una sospecha hacia la tendencia inherente a toda reflexión de confundir la voluntad de Dios con los intereses de la religión que dice representarlo, de sus dirigentes y portavoces, así como de la inclinación a minusvalorar otras tradiciones culturales y sensibilidades religiosas. La sospecha se extiende, en fin, a las doctrinas “ortodoxas” que no dan frutos éticos.
Knitter y las teologías cristianas de las religiones
En un afán más didáctico que científico, Paul F. Knitter tipifica las diversas teologías cristianas en cuatro modelos. Estos modelos se definen atendiendo a las diferentes posturas en torno a las relaciones del cristianismo con las otras religiones.
1) El modelo de Sustitución
El primer modelo es el de Sustitución. Este modelo defiende la existencia de una única religión verdadera, el cristianismo, una única revelación verdadera, la Biblia, y un solo y único salvador, Jesucristo.
Tres son las cuestiones fundamentales que plantea a este modelo; la primera cuestión es si la Biblia es la única fuente del cristianismo en su comprensión de las otras religiones o si los cristianos deben tener como fuentes también los libros de estas y entrar en diálogo con creyentes de las otras religiones; la segunda cuestión que plantea este modelo es si se puede seguir defendiendo la afirmación de Jesucristo como el solo y único Hijo de Dios, Palabra de Dios y Salvador para todo el mundo, cuando la experiencia no parece confirmarlo y cuando los creyentes de otras religiones hacen afirmaciones similares sobre sus maestros o fundadores; la tercera cuestión planteada, si los cristianos pueden imponer el modo de experimentar a Dios de la Biblia al resto de los creyentes. Estas tres cuestiones deben ser resueltas razonablemente.
2) El modelo del Cumplimiento
El segundo modelo teológico para Knitter es el de Cumplimiento , representado en la teoría de los “cristianos anónimos” de Rahner y en la teología de la “preparación evangélica” del concilio Vaticano II, que reconoce destellos de la Verdad y “preciados elementos religiosos y humanos” en todas las religiones.
Supone, ciertamente, un avance sobre el modelo anterior, al reconocer valor salvador a las religiones si bien a través de Cristo como constitutivo de salvación para todos los creyentes. Pero Knitter duda de que este modelo acepte realmente el diálogo, al no admitir un campo de juego neutral de doble dirección.
Se pregunta si son realmente necesarias y posibles las verdades absolutas sobre Dios o sobre Jesús de Nazaret para asumir un compromiso religioso, cuando lo divino se encarna en un ser humano particular. Una tercera cuestión que plantea a este modelo es cómo salva Jesús: reparando lo que está roto o revelando lo que ya está presente, pero no es evidente.
3) El modelo de la Reciprocidad
El tercero modelo que propone Knitter es el de Reciprocidad, que reconoce muchas religiones llamadas al diálogo con un triple puente: el filosófico-histórico, el religioso-místico y el ético-práctico. Uno de los principales referentes en el análisis de este modelo es el filósofo y teólogo británico John Hick, que reconoce la unicidad de lo Real expresada a través de una pluralidad cultural, acentúa el horizonte místico y el carácter ético de las religiones, que Knitter resumen en esta frase aforística: “hablar después de actuar es hablar mejor”.
Este modelo cuestiona la pretensión de los dos paradigmas anteriores de que Dios se revela de manera plena en Cristo y de que este es el salvador único y universal. Para justificar dicho cuestionamiento recurre a paradigmas de los orígenes del cristianismo que no tenían ese carácter “absolutista” y cree necesario un esfuerzo de reinterpretación del lenguaje tradicional cristiano.
Propugna una cristología del Espíritu, que reconoce la actuación de este fuera del ámbito cristiano y la apertura a otras mediaciones de la divinidad. El resultado es una cristología de la reciprocidad, expresada en la afirmación de John Cobb Jr.: “Cristo es el Camino que está abierto a otros Caminos”.
Knitter apunta dos peligros importantes que amenazan a este modelo: por una parte, descuidar la diversidad por mor de la reciprocidad e incurrir en un imperialismo solapado al pretender imponer a las otras religiones las ideas de la modernidad o, en palabra de Knitter, “el evangelio cultural de Occidente”; por otra, deslizarse por el camino del relativismo solapado al buscar el consenso en los aspectos comunes sin destacar debidamente las diferencias, donde precisamente se encuentra la riqueza y la creatividad del diálogo.
4) El modelo de la Aceptación
El cuarto modelo descrito por Knitter es el de Aceptación , que reconoce la existencia de las muchas religiones verdaderas, hace las paces con la diferencia y admite la existencia de diferentes salvaciones, que no tienen por qué coincidir o conciliarse.
Es precisamente la actitud ante la diferencia lo que caracteriza a cada modelo y lo distingue de los demás. El modelo de Sustitución respeta las diferencias, ciertamente, pero para transformarlas. Los de Cumplimiento y de Reciprocidad también las reconocen y aceptan, pero con el objetivo de buscar las similitudes entre el cristianismo y las demás religiones como base para el diálogo interreligioso. En otras palabras, respetan las diferencias, pero para superarlas.
Por el contrario, el modelo de Aceptación reconoce las diferencias, acepta la diversidad y la alteridad de las religiones y convive con ellas no de manera ocasional, sino permanentemente. Más aún, considera que es en la alteridad de las otras religiones donde se manifiesta la alteridad de Dios. Da preferencia al diálogo entre las religiones sobre la teología de las religiones.
El proyecto de construcción de una teología de las religiones de Paul F. Knitter, compartida por el teólogo Tamayo Acosta, es: dialogar antes que teologizar, explorar antes que trazar el mapa, observar antes que valorar, avanzar en el diálogo antes que fiar el terreno común del diálogo y hacer amigos que nos guíen en el itinerario. También a este modelo le acechan algunos peligros que Knitter sintetiza en estos tres: el aislamiento, el relativismo y el fideísmo.
En resumen: Knitter se toma muy en serio los tres hechos mayores de nuestro tiempo: la pluralidad religiosa, la pobreza creciente y el deterioro de la tierra, que se convierten en los principales desafíos para la teología de las religiones. Y es a las preguntas que emanan de tales hechos a las que pretende responder teológicamente Knitter. Su metodología es el diálogo. Sólo así pueden descubrirse los elementos comunes de las distintas tradiciones religiosas, pero también sus diferencias, sin caer en fáciles irenismos o forzadas unanimidades.
“Un terreno común nunca puede ser predeterminado antes del diálogo –afirma Knitter. Si puede existir un terreno común entre las diferentes religiones será creado a partir de las diferencias que las separan”.