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La infancia debe ser una etapa feliz, de eso no cabe dudas. Sin embargo, también es un periodo crítico para la formación de muchas habilidades, capacidades y valores. Por eso, eduquemos al niño de hoy pensando en el adulto que será mañana.
Los cánceres “olvidados” del amianto
Cáncer de laringe
A la hora del reconocimiento de la etiología por asbesto de las patologías realmente asociadas a dicha exposición, algunas lo han tenido más difícil. Tal será el caso, en primer lugar, del cáncer de laringe, asociado a la exposición laboral al amianto. Un juez español, en una sentencia ejemplar, reconoce el derecho a la indemnización compensatoria por dicho concepto, alegando, con contundencia, que si la afectación maligna de las vías respiratorias inferiores, da derecho a tal reconocimiento, igualmente ha de ser admitido, cuando dicha afectación está localizada en las vías respiratorias superiores, por donde obligadamente ha tenido que circular el aire polucionado por el asbesto, tanto en uno como en otro supuesto.
En este caso que comentamos, la indemnización se alcanzó por vía judicial, y pese, entonces, a la exclusión del cáncer de laringe, por exposición laboral al asbesto, de nuestro cuadro oficial de Enfermedades Profesionales: el Real Decreto 1299/2006, de 10 de Noviembre, por el que se aprueba el cuadro de enfermedades profesionales, inserta el cáncer de laringe producido por la inhalación de polvo de amianto (Código C601, Agente 01, Grupo 6), en el Anexo 2. (Lista complementaria de enfermedades cuyo origen profesional se sospecha y cuya inclusión en el cuadro de enfermedades profesionales podría contemplarse en el futuro). Por consiguiente, en esos momentos, tal reconocimiento legal no estaba todavía consolidado, a pesar de que la OMS, en su nota descriptiva Nº 343, incluye al cáncer laringe como una de las enfermedades relacionadas con la exposición al asbesto.
En la actualidad, y según un comunicado insertado en la publicación on line «ACTA SANIRARIA», publicado el 11 de septiembre de 2015 (http://www.actasanitaria.com/incluyen-el-cancer-de-laringe-por-inhalacion-de-amianto-en-la-lista-de-enfermedades-profesionales/ ), el Ministerio de Empleo y Seguridad Social había trasladado a los agentes sociales la actualización del listado de enfermedades profesionales, incorporando el cáncer de laringe por inhalación de polvo de amianto. Es posible que cuando este texto vea la luz pública, dicha actualización esté ya vigente.
Con anterioridad, por nuestro Tribunal Supremo se había reconocido en una sentencia, que el cáncer de laringe que provocó la muerte de un estibador del puerto de Barcelona, se produjo por inhalación de amianto en el lugar de trabajo, concediendo a su viuda la correspondiente pensión: STS 8323/2006, de 13-11-2006, (Recurso nº 2539/2005) y, de la misma Sala Cuarta del Supremo, la STS 4671/2008, de 26-06-2008 y recurso 3406/2006, conforme a lo recogido en Iturri Gárate (2011).
Además de en las sentencias españolas ya mencionadas, en las siguientes también ha sido relacionado el cáncer de laringe con la exposición al asbesto: ( [1] )
Se resalta el hecho de que, hasta en el pasado más reciente, sólo por vía judicial, y, además, agotándola hasta culminarla en la última instancia, es como el trabajador, generalmente a título póstumo, ha logrado alcanzar una mínima justicia compensatoria, sin que, por otra parte, dicho resultado haya tenido necesariamente que ser siempre del mismo signo. Dos “muelas trituradoras” se encargaron de ello: el I.N.S.S., y las Mutuas.
En España, se da la circunstancia de que la primera demanda de incapacidad laboral por asbestosis, intentada sin éxito en 1953 por el doctor López-Areal, correspondió precisamente a un trabajador dedicado a labores de cardado de amianto, después laringuectomizado por neoplasia maligna en 1956, y fallecido en 1960, tras haberse malogrado también una segunda petición de incapacidad por enfermedad profesional, en 1968. Vemos, por consiguiente, cómo el cáncer de laringe en trabajadores del amianto, desde los inicios de la visibilidad social y científica del problema en nuestro país, estuvo presente y manifiesto, aunque la “conspiración de silencio” del establisment, aplastara todo vestigio de reconocimiento, mínimamente compensador.
Para el reconocimiento de la enfermedad profesional, debe bastar el mero diagnóstico de presunción, pues, de no ser así, en el mejor de los supuestos, dicho reconocimiento sólo sobrevendrápost mortem, cuando, agotadas ya las otras vías teóricamente disponibles para alcanzar tal reconocimiento, se constate la presencia de fibras de amianto en el tejido neoplásico o fibrosado (a partir de un nivel de concentración netamente superior al atribuible a la generalidad de la población) y habida cuenta de que en el transcurso de un proceso que ha sido abocado a tener que ser resuelto por la vía judicial, hasta agotarla, entre tanto, ya no quedará otra opción que la antedicha, por haberse producido el fallecimiento del trabajador.
Será el caso, primordialmente, del mesotelioma, que, como es sabido, frecuentemente –no siempre- conduce al fatal desenlace, con mayor celeridad que la que se constata para otras enfermedades atribuibles a la exposición al amianto.
Esta condición, mantenida en ese nivel de exigencia, es una injusticia, una burla, es intolerable, y el denunciarlo no se trata de ninguna perorata ideológica ni de ninguna condena generalizada del sistema capitalista; es, sencillamente, que si transigimos en mantenernos exclusivamente en el terreno de los puros argumentos técnicos, sin cuestionar la premisa marco que implícitamente los precede, cuando se está aceptando que ése sea el nivel de demostración a alcanzar, de antemano se está situando la cuestión, en el terreno en el que el trabajador, ya de entrada, ha perdido la batalla dialéctica.
Lo que, en cualquier caso, es inadmisible, es la argumentación de un juez, como la que se ha tenido ocasión de tener que oír en nuestro país, denegando el reconocimiento de la enfermedad profesional, alegando que el mesotelioma ha podido ser adquirido por el trabajador, en el patio de butacas de un cine, en vez de en el trabajo. La propia proliferación habida en el uso del amianto, es utilizada así, de forma perversa, como boomerang contra la propia víctima de la contaminación laboral, en un acto denegatorio de su derecho a ser indemnizado. Ver también: Ampleford & Ohar (2007), sobre este efecto perverso del propio éxito comercial habido en el pasado, para el uso industrial del asbesto.
Ante sentencias resueltas como la que acabamos de comentar, es inevitable traer a colación la “política de buena vecindad” practicada por diversas empresas de la industria del amianto-cemento, regalando gratis o vendiendo a precio simbólico los desechos de su fabricación, para su reutilización como material de relleno o algún otro uso similar, en el entorno más o menos inmediato de sus instalaciones industriales o en los domicilios y pequeñas propiedades de sus propios trabajadores. Una práctica, recordémoslo, que lo mismo ha sido puesta en marcha en España, que en Australia o en otros países. Ver: Driece et al. (2010).
Tales situaciones son, además, sólo una concreta faceta más, de un problema más amplio, cual es, en general, la presencia de residuos con amianto, diseminados en el medio ambiente, cualquiera que sea su particular historia de generación. Ver, por ejemplo: Kotela et al. (2010).
No hay un nivel de seguridad para la exposición al amianto, en su capacidad de producir mesotelioma maligno. Las regulaciones sobre dosis mínimas permitidas y sobre elementos de protección en el ambiente laboral, resultan siempre insuficientes, y por consiguiente, la única solución viable, es la prohibición de la fabricación, el uso, la comercialización, el transporte y la extracción del amianto. Se utiliza la contaminación no ocupacional, como ejemplo de una exposición a dosis que son mucho menores de las conocidas en el ambiente laboral, evidenciándose, también así, su capacidad de generar mesotelioma.
Ciertamente, esa circunstancia puede ser utilizada, subrepticiamente, para aducir una causalidad no ocupacional, como alternativa al origen laboral; es decir, argumentando que quizás el mesotelioma de un trabajador se habrá debido a que estaba expuesto al amianto, bien sea en su casa, o bien a partir del medio ambiente general, y no necesariamente, de forma específica, en su trabajo.
No obstante, el elemento esencial y básico, aquí sigue siendo la evidencia, o la posibilidad de probar, que una persona trabajó en una ocupación en la que se utilizaba el amianto, o bien que lo hizo en una empresa dedicada a una actividad en la que se lo empleaba, incluso en los casos en los que el asbesto no formara parte del proceso productivo, ni quedara incorporado en el producto final fabricado, pero que sí estuviese presente en el medio fabril, y siendo susceptible, por lo tanto, de ser objeto de reparaciones, reposiciones, retiradas parciales, etc.
Si efectivamente es así, y aunque sólo lo hiciese durante un tiempo corto y también lo fuera en fecha lejana, e incluso habiéndose utilizando los medios supuestamente idóneos de protección, la argumentación previamente expuesta, que pretende exonerar a la etiología por exposición laboral, es irrelevante.
Es evidente que sólo es relevante la exposición ambiental, cuando ya se ha descartado previamente la ocupacional, pues la importancia de esta última, es de tal magnitud, que cuando ella está presente, no tiene sentido buscar supuestas exposiciones ambientales, para dar cumplida cuenta del mesotelioma aflorado: hay varios órdenes de magnitud de diferencia entre ambas modalidades de exposición, siendo la ocupacional la habitualmente muy superior.
Si hay alguna evidencia de exposición ocupacional, aunque fuese muy antigua y de corta duración, la probabilidad de ser el origen del mesotelioma, es tan superior a la atribuible a cualquier eventualidad de una supuesta exposición ambiental, que ha de prevalecer, sin lugar a dudas, la susodicha exposición laboral, como origen indudable de la patología observada.
Por otra parte, y aunque todo ello sea un argumento secundario, en relación al anteriormente expuesto, incluso en la atribución de una causalidad motivada por exposición ambiental, la hipótesis debe ser evaluada muy cuidadosamente, y no ser utilizada de forma general y automática.
La exposición no ocupacional, susceptible de incrementar de forma significativa el riesgo de contraer un mesotelioma, es la de origen doméstico, con una probabilidad o intensidad entre media y alta, o la de origen ambiental, de probabilidad alta, o de intensidad de media a alta. La exposición de origen doméstico, corresponde a la presencia en el domicilio de algún material con amianto friable, esto es, susceptible de desprender fibras, aunque sea a través de una friabilidad sobrevenida, por rotura, obsolescencia, etc., o bien al manejo, por parte del usuario, de materiales con amianto, o a la manipulación activa de la ropa de trabajo de un operario del asbesto.
La exposición ambiental, corresponde a la residencia dentro de un radio de menos de 2 km, respecto de minas o de canteras de amianto, o bien de fábricas o industrias que utilicen el amianto de forma cierta y comprobada, además de serlo en gran cantidad, como es el caso de las plantas de amianto-cemento, las fundiciones, las refinerías, los almacenes de material de construcción que contiene amianto, etc.
Así, por ejemplo, en Dodic-Fikfak & Franko (2006), a propósito del mesotelioma, los autores informan: “De acuerdo con estos datos, se encontró un total de 365 casos, la mayoría en la directa proximidad de las fuentes de la contaminación por amianto. Más de 90% de todos los casos vivían en el diámetro de 2 km de las empresas del amianto”.
Así pues, incluso el argumento del posible origen no ocupacional de un mesotelioma, no puede formularse de forma general, sino que debe de demostrarse fehacientemente que concurrían algunas de las circunstancias mencionadas, y tras haber demostrado también, de una forma incuestionable, que no hubo posibilidad alguna de exposición de origen laboral. Sólo entonces estará justificada una atribución del mesotelioma a una exposición no ocupacional.
Se puede rehusar discutir de opiniones –puesto que cada cual tiene la suya propia- y querer ceñirse, por lo tanto, a discutir sólo de los hechos, donde la objetividad puede alcanzarse a través de la contraposición de argumentos racionales, basados en dichos hechos, pero los PRINCIPIOS MORALES, los VALORES ÉTICOS, no deben ser dejados fuera. Jamás.
Los argumentos técnicos nunca serán neutrales, respecto de la meta que cada adversario dialéctico pretende. Por consiguiente, con coherencia razonada, hay que hacer aflorar, constantemente, esos principios morales, como piedra de toque inexcusable para evaluar la pertinencia e idoneidad de tales argumentos de índole técnica.
Por otra parte, nos permitimos resaltar la extraordinaria dependencia de los razonamientos técnicos, respecto de la disponibilidad real de los más eficientes y concluyentes medios de prueba puestos en juego, las tecnologías más avanzadas para el diagnóstico, disponibles en cada momento –véase, por ejemplo: Staples et al. (1989)-, y, obviamente, de la idoneidad profesional y honestidad deontológica de aquellos expertos que han de hacer uso de tales medios.
Ninguna habilidad argumentativa puede suplir la baja calidad o la ausencia de los adecuados medios de prueba, o su uso inadecuado o torticero.
No es coherente el discurso, desde una instancia sindical o desde cualquier otra, demandando para la defensa del trabajador el atenerse, con argumentos técnicos, a los hechos probados, si al propio tiempo no se le dota a ese trabajador, de los idóneos medios de prueba, que no es realista pretender que corran a cargo de la iniciativa y financiación del propio demandante.
Tampoco es demasiado realista esperar que el sistema sanitario público, en su generalidad, por sí mismo, genere esa evidencia óptima. No, al menos, en la situación española, pasada y actual, pero se trata, en todo caso, de situaciones que no son exclusivas de nuestro país: Kurata et al. (2010).
En Neri et al. (1994), los autores nos muestran cómo una amplia proporción de trabajadores, de entre los componentes de un grupo que, habiendo estado laboralmente expuestos al amianto amosita, se consideraban con radiografías y tests de función pulmonar normales, al ser examinados con tomografía computarizada de alta resolución, evidenciaban, no obstante, alteraciones patológicas, en el parénquima pulmonar y/o la pleura. En Tiwari (2015), este autor nos muestra la baja concordancia entre los resultados obtenidos de las dos mencionadas técnicas de diagnóstico. Dependiendo de con qué se mire, varía también lo que se ve.
Cuando la ya fallecida Nancy Tait, de nuestro personal y entrañable recuerdo desde décadas atrás, fundadora e impulsora de la “Society for the Prevention of Asbestosis & Industrial Diseases (SPAID)”, después transformada en “Occupational & Environmental Diseases Association (OEDA)”, tomó la decisión de que su organización adquiriese un microscopio electrónico, para ponerlo al servicio de las víctimas del amianto, nos estaba marcando a todos el grado de compromiso que requiere la causa de una defensa eficaz, y del cual, desgraciadamente, están a años luz de distancia, los sindicatos españoles, y, presumiblemente, quizás también muchos otros, de las más diversas nacionalidades. Es discutible, evidentemente, que ésa sea la misión de un sindicato, pero no es menos cierto, que el desafío del amianto, no es un reto más, en pie de igualdad, con los demás inherentes a la acción sindical. Desborda, muy ampliamente, ese marco de situación. Eso es algo que no siempre ha sido bien comprendido.
Haciendo referencia a nuestra propia experiencia e intervención personal, plasmada en nuestro asesoramiento a la familia de un trabajador de RENFE, fallecido de mesotelioma, y cuyo reconocimiento de muerte por enfermedad profesional no se le quería reconocer, podemos referir que en esa circunstancia ocurrió lo siguiente: la viuda, para “consternación” y alarma general del entorno médico hospitalario, exigió la realización de la autopsia, con la consiguiente toma de muestras –necropsias- de los tejidos pulmonar y pleural del trabajador fallecido.
Fuertes y reiteradas presiones e intentos de persuasión para que desistiera de su propósito, no lo consiguieron. La autopsia se realizó, pero cuando llegó el momento de conocer sus resultados, se alegó que las muestras habían tenido que ser enviadas desde Málaga (lugar de realización de la autopsia), hasta Sevilla, por no disponerse en la localidad de origen, de los medios adecuados para la realización del análisis histopatológico. A su llegada a Sevilla, se había podido comprobar que las muestras estaban inutilizadas, por su deterioro, a causa del tiempo transcurrido desde la toma, o a deficientes condiciones de conservación, por lo que la necropsia no había podido ser completada, en el punto crucial que se dirimía: la presencia de asbesto, y, sobre todo, la confirmación del diagnóstico de mesotelioma.
Quien piense que en España, actualmente, una evidencia de esa índole, llevada hasta su término –el examen histopatológico-, debería de bastar para que, sin más dilaciones o trabas, se reconociese el fallecimiento por enfermedad ocupacional, se equivoca.
En una información de “El Correo Gallego.es”, firmada por Patricia Hermida, y fechada en 04.02.2009, se relata el caso del trabajador Jesús Rodríguez González, fallecido el 21 de diciembre de 2007, a causa de un cáncer originado por la exposición al amianto, en su trabajo en los astilleros de Ferrol, y en cuya autopsia, realizada en el “Hospital Universitari Vall d’Hebron”, reveló la presencia de cuerpos ferruginosos en el parénquima pulmonar, en concentración netamente superior a los estándares habituales en la población no expuesta profesionalmente. Pese a ello, sobre este asunto el I.N.S.S. se pronuncia, en el sentido de que “la muerte se originó por enfermedad común y no hay antecedentes de exposición”. Se resalta por nuestra parte, que el trabajo en astilleros es uno de los más correlacionados con la exposición al amianto. La muerte se produjo, a los dos meses del diagnóstico inicial.
Situaciones como ésta no son una excepción en nuestro país, sino que, por el contrario, son la regla general.
La defensa de la víctima, el trabajador afectado por la exposición laboral a un contaminante tan tóxico como es el amianto, para poder basarse en argumentos técnicos, requiere de que los mismos estén asentados en las adecuadas pruebas materiales, base de los diagnósticos médicos, y en su adecuada interpretación.
Parece que todo ello es una obviedad, pero quienes tienen conocimiento directo de las condiciones reales en las que los trabajadores, al menos en España, han de tratar de hacer valer sus derechos, saben muy bien a qué nos estamos refiriendo, y por qué hacemos alusión a todo ello.
Lo dicho por nuestra parte, respecto del diagnóstico de presunción, viene corroborado, con insuperable claridad, en los términos de una sentencia del Juzgado de lo Social 2 de Pamplona, en resolución por la que se reconocía a la viuda de un trabajador de Luzuriaga, el derecho a percibir una pensión de viudedad por enfermedad profesional, causada por el uso de guantes de amianto, durante ocho años, indicando que la Ley General de la Seguridad Social establece “una presunción destinada a evitar los problemas insolubles de prueba que se presentarían si se exigiese acreditar una relación causal en materia de enfermedades; normalmente, será imposible trazar con certeza el desarrollo del proceso mórbido hasta su causa, de forma que sólo podrán realizarse conjeturas con mayor o menor índice de verosimilitud”.
El I.N.S.S., en la totalidad de los casos, actúa, de entrada, obviando completamente este imperativo legal. Posteriormente, cuando alguna instancia judicial, como ocurrió en el caso comentado, hace un reconocimiento de ese imperativo legal, restituyendo al demandante en el reconocimiento de su derecho, sistemáticamente lo recurre ante la instancia judicial superior, y sólo si ésta le es desfavorable en su resolución, procede, finalmente, al obligado acatamiento.
Si se considera que, con esa resolución final, se ha restablecido la justicia, no podemos estar de acuerdo.
Estimamos que la justicia se habrá restablecido, cuando haya sido resarcido económicamente también el perjuicio causado con esta actuación sistemática (que es la que está propiciando las impresentables estadísticas españolas de fallecimientos por enfermedad profesional, que son un baldón ante los demás países, tanto europeos como de todo el resto del mundo); si se nos permite ironizar sobre un asunto tan serio, diremos que, según las estadísticas españolas, nuestros escasos enfermos ocupacionales, son, además, enfermos “inmortales”; (véase al respecto, el contenido de las páginas 49 y 50, en la obra: “La fibra asesina. El amianto”, del Col-lectiu Ronda).
La Administración pública española, paradójicamente, se contradice a sí misma: la Seguridad Social, según datos actualizados, paga 16.311 pensiones de viudedad, derivadas de enfermedad profesional. (Fuente: declaraciones públicas de Jesús Alonso e Irene Saavedra, de CC.OO. de Asturias).
Por todo ello, planteamos que tal actuación del INSS sea considerada como un perjuicio que debe ser debidamente indemnizado, y eso es algo que puede ser hecho en el ámbito de la propia sentencia, y, por supuesto, no nos estamos refiriendo a una mera repercusión de costas judiciales.
Aun en el caso de que tal amparo completo no se llegue a producir en su totalidad, estimamos que siempre queda abierta la vía a una posible demanda posterior, ante la Administración.
Si, por ilustrarlo con un ejemplo análogo, la policía nos detiene sin causa justificada, y después un juez decreta nuestra puesta en libertad, con dicho acto no se ha culminado la restitución respecto del perjuicio causado, si se ha podido establecer que no había motivo razonable para efectuar la detención, esto es, si se ha actuado con olvido deliberado de la legalidad vigente. Tendríamos, en ese supuesto, derecho a una indemnización, por los perjuicios causados, y todo ello, preferentemente, con un efecto ejemplarizante, disuasorio.
Es por todo ello, que consideramos que si en algún caso se llega a indemnizar también por el cuestionamiento y demora indebidos en el reconocimiento del derecho a la compensación, ello puede inducir un efecto corrector sobre conductas que manifiestamente conculcan derechos y disposiciones legales, efecto que trasciende el mero caso individual contemplado en cada ocasión, aunque el mismo, para nosotros, obviamente, sea objeto de todo el respeto y de toda la consideración.
El problema está, en que el INSS recibe órdenes, consignas, presumiblemente sólo verbales, o, en todo caso, supuestamente, mediante circulares internas. No actúa de forma autónoma, por voluntad propia, sino en estrecha dependencia del poder político imperante en cada momento. Antes, con la dictadura, y después con la democracia y su alternancia de gobiernos de los dos partidos mayoritarios en nuestro país. Así que la responsabilidad, en nuestra opinión, y desde luego en la de muchos otros, alcanza hasta la más alta instancia del poder político. Las cosas han sucedido así, porque así se ha querido que sucedieran, y esto reza, no sólo para las patologías del amianto, sino para todas las enfermedades del trabajo.
Como ejemplo típico de las actuaciones del INSS, presentamos el argumento, rechazado por el tribunal, que esgrimió en el desarrollo procesal de la sentencia STSJ CAT 13612/2007 en la que, mediante Recurso nº 3/2006, alegaba que “El causante era fumador habitual, siendo ésta una conducta sustancial en un mesotelioma pleural que acabó ocasionándole la muerte”. Como quiera que la evidencia epidemiológica disponible, abrumadoramente, nos pone de manifiesto precisamente todo lo contrario, esto es, que para el mesotelioma, a diferencia de lo que ocurre con el carcinoma de pulmón, no se da sinergismo alguno entre tabaquismo y asbesto, consecuentemente con ello, el tribunal desestimó la pretensión del INSS, una institución oficial que, recordémoslo, por legislación fundacional tiene encomendada la defensa y protección de los trabajadores, lo cual es equivalente a entregarle a Drácula las llaves del banco de sangre, confiar en un bombero pirómano, o poner al zorro al cuidado del gallinero, aunque, sobre el papel, no tendría por qué ser así.
En recurso interpuesto por el INSS, se alegó por parte del mismo, como causa suficiente para denegar la indemnización a un trabajador fallecido de mesotelioma, el hecho de que no se hubiera podido practicar la autopsia al cadáver, por haberse procedido a su incineración: STSJ CAT 13169/2002. El tribunal desestimó el recurso, justificándolo de la siguiente forma: “En definitiva, no estimando esta Sala de lo Social que la realización de la autopsia del fallecido D. Manuel sea una prueba tasada que impida por otros medios de prueba llegar a la afirmación contenida en la sentencia recurrida consistente en que su fallecimiento se debió a la enfermedad profesional por inhalación de polvo de amianto por su trabajo como estibador del puerto de Barcelona, sobre lo que existen pruebas suficientes, procede desestimar el recurso de suplicación interpuesto por el INSS”.
En base a la misma alegación –falta de autopsia-, y con idéntico resultado negativo para su pretensión, al INSS la misma le fue desestimada, en STSJ CAT 14001/2002, en la que, a su vez, se menciona a la Sentencia número 1.375/2001, de 14 de febrero (Rollo nº 4263/2000), en la que igualmente se había ventilado la misma pretensión, que tampoco prosperó, y por idéntica causa de desestimación.
Lo antedicho lo consideramos suficientemente ilustrativo sobre el proceder habitual del mencionado Instituto, como para que no sea necesario abundar sobre los calificativos que nos merece dicha forma de actuar.
No es de extrañar, por consiguiente, que en el caso del cáncer de laringe, al igual que otros en los que la etiología por asbesto ha estado menos reconocida o más cuestionada, las antedichas dificultades de reconocimiento antes aludidas, se vengan a sumar a las propias e intrínsecas de tales neoplasias malignas.
El reconocimiento legal del cáncer de laringe, asociado a la exposición laboral al amianto, tímidamente, empieza ya a ser admitido, por una minoría de países, vanguardia en la cual, cabe suponer razonablemente, que jamás ha estado incluido nuestro propio país, ni para esta circunstancia concreta, ni para ninguna otra similar. Es el peso de la Historia…
Ese comienzo de reconocimiento legal, viene amparado por los múltiples estudios científicos que lo avalan, sobre todo, con argumentos de carácter epidemiológico: ( [2] )
Los últimos trabajos epidemiológicos, refrendados por la IARC (International Agency for Research on Cancer), perteneciente a la OMS, corroboran, tanto para el cáncer de laringe, como para el de ovarios, correlación positiva respecto de la exposición laboral al amianto. Ver, para este último, por ejemplo: Reid et al. (2009).
Una correlación altamente significativa, entre la presencia de placas pleurales originadas por la exposición al amianto, y el carcinoma de laringe, la encontraremos en Wain et al. (1984). Ver también: Karjalainen et al. (1999).
En Hillerdal & Lindholm (1980), los autores, entre las conclusiones de su trabajo, incluyen estas dos: Primera, que todos los pacientes de carcinoma de laringe, deben ser cuestionados sobre una posible exposición al amianto, y Segunda: que en pacientes ocupacionalmente expuestos al amianto, el carcinoma de laringe debe ser considerado enfermedad ocupacional.
En una cohorte de trabajadores de una fábrica de amianto-cemento, y ante la evidencia de un cluster de casos de cáncer de laringe, los autores de un estudio de revisión de la plantilla –Kambic et al. (1989)- hallaron tanto laringitis, como lesiones pre-cancerosas de laringe.
El cáncer de laringe, asociado a la exposición al amianto, en el ámbito europeo, tiene reconocimiento como enfermedad ocupacional, en Noruega, desde 1956, en Dinamarca, desde 1986, en Austria, desde 1990, en Alemania, en 1997, y en Bélgica, desde 2002. Además, aun cuando no estando incluido en un listado de tales padecimientos del trabajo, la indemnización es admitida a través de sistema complementario, en Italia y en Francia: Informe EUROGIP-24/E.
Si hemos de dar por buenas las conclusiones del trabajo de Dietz et al. (2004), y por lo que respecta a la industria del amianto-cemento, además habría que tomar también en consideración otro factor de riesgo ocupacional referido al cáncer de laringe: el cemento, ya que dicho estudio epidemiológico estuvo referido exclusivamente a quienes sólo estuvieron expuestos al polvo de dicha substancia, y sin concurrencia, por lo tanto, del asbesto, evidenciándose una mayor tasa de incidencia, respecto al grupo de control. Por consiguiente, en la industria del amianto-cemento, y por lo que respecta al riesgo ocupacional para el cáncer de laringe, tendríamos los dos factores, que concurrirían aditivamente: el amianto, y el cemento también.
Como es sabido, diversos trabajos vinculan la etiología del cáncer de laringe con el alcoholismo. Sobre dicha cuestión, permítasenos hacer la observación, de que las bebidas alcóholicas frecuentemente han sido filtradas con amianto, constatándose la presencia de numerosas fibras de asbesto en vinos y licores sometidos al indicado procedimiento; con ello, no puede descartarse, en principio, la simultaneidad, si no, incluso, un posible efecto sinérgico, en la concurrencia etiológica de ambos factores.
Cánceres del tracto gastrointestinal
Después de habernos ocupado singularmente del cáncer de laringe, en el que las evidencias de vinculación con la exposición al asbesto son más claras, pasamos a continuación a ocuparnos de los cánceres del tracto gastrointestinal.
Por lo que respecta a éstos, en relación con la exposición al amianto, las evidencias epidemiológicas disponibles, oscilan entre la neta vinculación, con tasas de prevalencia claramente superiores a los valores estándar, hasta los resultados poco concluyentes, o que sólo evidencia un exceso liviano. Esta situación presente, ha llevado a la IARC a cuestionar, con un interrogante provisional, la susodicha relación, que la OMS había descartado en 1995.
En Offermans et al. (2014), los autores de dicho estudio –referido a una cohorte de 58.279 hombres-, alcanzan unas conclusiones, entre las que destacan estas dos: “No se observó ningún aditivo estadísticamente significativo o interacción multiplicativa entre el asbesto y el tabaquismo para cualquiera de los tipos de cáncer estudiados” (de esófago, gástrico o colorectal), y: “Este estudio poblacional prospectivo mostró que una prolongada y alta exposición al asbesto, se asocia con el cáncer gástrico en general, adenocarcinoma de esófago, adenocarcinoma gástrico no cardias, cáncer total y distal de colon, y cáncer rectal”.
Entre los estudios que abogan por un resultado neto, en favor de resolver afirmativamente dicha relación, se encuentra la tesis doctoral del médico de empresa de la fábrica en Sevilla de la firma Uralita, el doctor don Alfonso Cruz Caballero.
En Telischi & Rubenstone (1961), los autores localizan amianto en un carcinoma gástrico.
Un caso de cáncer gástrico, en relación con la exposición al amianto, es abordado en la resolución judicial STSJ CAT 2955/2013. No quedó reconocido el carácter profesional de la afectación, al no haberse considerado probado el nexo causal. No se investigó la posible presencia de fibras de asbesto en los tejidos tumorales.
En Ehrlich et al. (1991), los autores constatan en su cohorte de trabajadores del amianto con cáncer de colon, un 31.8% con fibras de amianto y/o cuerpos asbestósicos presentes en el tejido del colon, en concentraciones de hasta 15.2 millones de fibras por gramo de tejido seco.
Aludiendo a estudios más recientes, tendremos que, por ejemplo, en Clin et al. (2009) & (2011), sus autores concluyen que la evidencia epidemiológica obtenida por ellos, avala la existencia de una correlación positiva entre la exposición al amianto y la mayor incidencia de cánceres, tanto del intestino delgado como del esófago. Véase también: Wang et al. (2013), Lin et al. (2014), Peng et al. (2015), Li et al. (2015), Park et al. (2015).
Al propio tiempo, una correlación ha sido establecida, entre el llamado “esófago de Barrett” –trastorno pre-maligno-, y la exposición al amianto: Qureshi et al. (2013).
Una conclusión similar, referida al cáncer de estómago, la hallaremos en Harding et al. (2009) y en Enterline et al. (1987), por ejemplo. Sobre el cáncer gástrico, resulta especialmente destacable el trabajo experimental de Kogan et al. (1987).
En el ámbito europeo, el cáncer de estómago, asociado a exposición al amianto, es reconocido como enfermedad profesional, a través del sistema de listado, en Noruega, desde 1956, y a través del sistema complementario, también en Francia: Informe EUROGIP-24/E.
Los cánceres asentados en el tracto gastro-intestinal, en su generalidad, y asociados a exposición al asbesto, en el ámbito europeo cuentan con reconocimiento como enfermedad deltrabajo, a través del sistema complementario, según el Informe antes citado, tanto en Francia como en Noruega.
En Lemen et al. (1987), los numerosos autores del trabajo expresan la hipótesis de que la ingestión de fibras inhaladas, puede representar un mayor riesgo de cáncer gastrointestinal, que la ingestión directa de amianto. Una hipótesis, que parece estar bastante en consonancia con los resultados de los estudios epidemiológicos, en los que la asociación del referido tipo de cáncer con los expuestos a través de la inhalación, parece contar con evidencias de más peso, más claras, y más numerosas, que las correspondientes a la otra situación aludida.
En Louw et al. (2007), los autores exponen el posible nexo etiológico entre el hábito de geofagia de terrenos ricos en amianto, y el mesotelioma peritoneal.
En otro trabajo relativamente reciente –Leermakers & Roumen (2011)- los autores presentan el caso de un paciente con prologada exposición laboral al amianto, y con placas pleurales calcificadas, detectadas en el curso de la exploración de diagnóstico de un cáncer colorectal, con metástasis en el riñón.
Otro estudio epidemiológico, más reciente –Wei et al. (2012)-, presenta evidencias relativas a la etiología por asbesto de mesotelioma y cáncer de pulmón, ya antes sólidamente establecida, pero también de cáncer de intestino, cáncer de nasofaringe y laringe.
Ante esta situación de relativa incertidumbre, en este punto concreto, hemos optado por limitarnos a incluir entre nuestras referencias bibliográficas, a todas aquellas que, siendo de nuestro personal conocimiento, y referidas a tal asunto, hemos podido aportar, a fin de que, consultándolas, cada cual pueda formar su propia opinión. Ver, además de los ya citados: ( [3] )
Estrechamente relacionada con el posible nexo causal entre amianto y cáncer gastrointestinal, tendremos la cuestión del riego postulado para el uso de tuberías de amianto-cemento para laconducción de agua.
Sobre dicho asunto, aportamos la siguiente bibliografía: ( [4] )
Los mencionados autores, no muestran unanimidad en sus conclusiones. Destaca la debilidad de la evidencia positiva en bastantes de estos estudios, concordante con la extremada dificultad de los trabajos epidemiológicos posibles en este terreno.
No obstante, consideramos que, en principio, juntar en íntima y prolongada proximidad a la fuente de la vida –el agua- y al heraldo de la muerte –el amianto- no parece, a primera vista, una afortunada opción.
Poner un cancerígeno en prolongado contacto con el más esencial de todos los alimentos, no parece, efectivamente, que eso sea prudente en modo alguno.
El Principio de Precaución tiene su razón de ser, precisamente, ante la incertidumbre en las evidencias científicas disponibles, como es el caso de la cuestión ahora aquí planteada. Dentro de este contexto, resulta de especial relevancia el trabajo experimental de Rita & Reddy (1986), en el que la administración oral de crisotilo, vehiculada a través de la suspensión de las fibras en el agua ingerida, es determinante de efectos tóxicos en espermatocitos y en el propio esperma del ratón.
Si, en el terreno epidemiológico, la vía de la ingestión no resulta evidente para su supuesto carácter patógeno, no obstante, por lo que respecta a la experimentación animal, las evidencias arrojan resultados compatibles con una hipótesis contraria a esa exoneración; por ejemplo, la ingestión de amianto por las ratas, produce tumores en el hígado, en las glándulas mamarias, y en losriñones: Shugar (1979).
Aquí está implícita, posiblemente, otra cuestión, que por nuestra parte no queremos soslayar, y que abordaremos seguidamente.
Razonar por mera analogía, no es un procedimiento completamente fiable. En cuestiones que precisan de respaldo científico, esa estrategia argumentativa es claramente insuficiente, pero, al propio tiempo, a falta de otras alternativas disponibles de momento, puede constituir una valiosa guía heurística, mientras no se disponga de algo mejor a lo que recurrir.
Dicho lo anterior, queremos llamar la atención sobre lo siguiente: es proverbial la contaminación padecida por el conjunto de la bibliografía sobre los efectos nocivos del amianto, en general, y en particular, sobre el uso del mismo en los productos de fricción, esto es, en embragues y frenos.
Dicha contaminación, obedece a la acción de lobby de las empresas concernidas, como, por ejemplo, las automovilísticas.
Razonando por analogía (con las limitaciones que dicho proceder conlleva, según hemos apuntado precedentemente), cabe concluir que una posible acción similar, por parte de las poderosas empresas del amianto-cemento, con tan cuantiosos intereses económicos en juego, quizás podría haber llegado a ejercerse respecto de las publicaciones científicas sobre los presuntos efectos nocivos del uso de tuberías de amianto-cemento, y quizás esa podría ser parte de la explicación sobre la incertidumbre, las dudas, las contradicciones, etc., que se observan en el conjunto de la bibliografía científica sobre esta cuestión. Aquí precisaríamos poder contar con “un Egilman”, que nos clarificara la situación. Alguien, con voluntad, dedicación y medios, para poder hacerlo. Se tiene la sensación, da la impresión, el atisbo, la sospecha, el indicio, de que diversos estudios experimentales parecen diseñados ex profeso para que un resultado negativo esté garantizado; véase el trabajo de revisión: Condie (1983).
En cualquier caso, lo que es indudable es que en el caso concreto en el que un agua bastante contaminada por fibras de asbesto, es utilizada para humectación de la atmósfera –Neuberger et al. (1996)-, como quiera que estaríamos ante un riesgo por inhalación, ese riesgo, difícil de cuantificar, pero cierto, estaría al margen de las anteriores consideraciones relativas a los cánceres del tracto gastrointestinal. En relación con esta cuestión, reseñemos también, que en el trabajo de Webber et al. (1988), y en alusión al eventual riesgo que para el entorno doméstico puede suponer la presencia de asbesto en el agua consumida en el hogar, se propone la hipótesis de que una concentración en el agua, de 100.000 fibras por litro de agua (nada inusual, en ciertas situaciones), determinaría una concentración en la atmósfera del entorno, de 2 fibras por litro de aire; dicha hipótesis, ha sido aceptada como base de estimación de riesgo, por parte de las autoridades italianas.
En este punto nos parece pertinente aludir a la extraña incidencia del mesotelioma en los fareros, que ha sido relacionada con la costumbre de recoger en un aljibe el agua de lluvia, en escorrentía desde una cubierta de amianto-cemento, a causa de los emplazamientos particularmente aislados, lejos de otras fuentes de abastecimiento de agua, que suelen tener muchos faros. Ver: Bianchi et al. (2005), Saarni et al. (2002), Pukkala & Saarni (1996).
Sobre este asunto sólo nos resta añadir, que la erosión, que es el proceso físico por el que se origina el desprendimiento de fibras de amianto, que pasan a contaminar el agua conducida por las tuberías de amianto-cemento (o por la de la lluvia, en el caso de las cubiertas de fibro-cemento), es un fenómeno natural, espontáneo y universal, acorde con el segundo principio termodinámico. Por consiguiente, tarde más, o tarde menos, dependiendo de factores tales como la calidad de fabricación, antigüedad de la instalación, acidez natural del agua conducida, lluvia ácida, etc., siempre nos encontraremos ante la realidad del susodicho desprendimiento, por deterioro del cemento.
Cáncer de ovarios y de otros órganos
La alta mortalidad por cáncer de ovarios, en las trabajadoras del amianto, ha sido reportada por Newhouse et al (1972) & (1985), Wignal & Fox (1982) y Acheson et al (1982). Ver también: Graham & Graham (1967), Edelman (1992), Langseth & Andersen (1999), Langseth et al. (2007), Vasama-Neuvonen et al. (1999), Rai & Flores (2011), Park et al. (2011), Reid et al. (2009), Heller et al. (1999), Clement et al. (1996), Rosenblatt et al. (1992), Wang et al. (2013), Bertolotti et al. (2008). En este último trabajo, un estudio epidemiológico referido a trabajadores del asbesto, de uno u otro sexo, los autores registran, además, una SMR 2569 para el cáncer uterino y SMR 227 para cáncer ovárico. Ese doble vínculo con ambas patologías malignas, es apreciado igualmente en los artículos de Magnani et al. (2008) y de Germani et al. (1999).
El cáncer de ovarios, es reconocido por la OMS, en su nota descriptiva Nº 343, como enfermedad asociada a la exposición al asbesto, habiendo sido causa de muerte en asbestósicas: Keal (1960), Camargo et al. (2011). Al propio tiempo, Francia se disponía ya el pasado año 2014, a reconocerlo como enfermedad profesional: Le Monde.fr (2014). Véase también: Straif et al. (2009), Bounin et al. (2014).
“El cáncer de ovario es el tumor más próximo al mesotelioma peritoneal y la IARC ya consideraba que existen suficientes evidencias científicas disponibles de la asociación entre cáncer de ovario y amianto. El epitelio superficial ovárico, del que derivan la mayor parte de los cánceres de ovario, tiene un origen celómico, al igual que el mesotelio. De hecho, ha sido denominado mesotelio ovárico y aunque su inmunofenotipo es más epitelial que el del mesotelio, está en continuidad con el peritoneo (mesotelio abdominal), por lo que el tumor más emparentado con elmesotelioma, bajo una perspectiva embriológica, sería el carcinoma ovárico.”: comunicación personal del Dr. José Miguel Sanz Anquela (2014).
El cáncer de vejiga, asimismo ha sido relacionado con la exposición al amianto: ver Kannio et al. (1996), Bravo et al. (1988), Smith et al. (1989), Molinini et al. (1992), Schmolz (1989), Monseur et al. (1986), Puntoni et al. (1979), Pavone et al. (2012), Wang et al. (2012), Lauriola et al. (2012). En Manzini et al. (2010), el cáncer de vejiga es asociado, en algún caso, con una situación de polimorbilidad, por presentación concurrente con mesotelioma. En Bellis et al. (2003), los autores presentan el caso de un paciente con cáncer de vejiga, en el que la detección decuerpos asbestósicos mediante microscopía óptica, indujo a efectuar una comprobación mineralógica mediante microscopio electrónico, la cual confirmó la presencia de fibras de asbesto, pese a que al paciente no se le había reconocido exposición laboral alguna. Personalmente, por nuestra parte hemos podido tener conocimiento de al menos un caso de ese tipo de neoplasia, en un trabajador del amianto: un ingeniero que trabajó en la factoría de Sevilla de la empresa Uralita, y que fue nuestro propio jefe, en una de las filiales de dicho grupo industrial.
Sobre la condición de polimorbilidad en las patologías asociadas a la exposición al amianto, véase nuestro trabajo:
Francisco Báez Baquet Polimorbilidad en afectados por patologías asbesto-relacionadas «Rebelión», 20/08/2015 http://www.rebelion.org/noticia.php?id=202278
En proximidad anatómica, y con una similar debilidad en la evidencia, el cáncer de próstata, también ha sido relacionado con la exposición al amianto: Ambrosini et al. (2008), Bianchi et al. (2007), Clemmesen & Hjalgrim-Jensen (1981), Hammond et al. (1979), Koskinen et al. (2003), Monseur et al. (1986), Raffn et al. (1989), Reid et al. (2013), Szeszenia-Dabrowska et al. (1988).
El cáncer renal, ha sido también asociado a la exposición al amianto: ( [5] )
Salvo el último trabajo de entre los citados, que tiene fundamento experimental, los demás son de casos, de revisión o epidemiológicos, y de entre estos últimos, excepcionalmente, también algunos referidos a correlaciones positivas, pero no estadísticamente significativas.
El asbesto ha sido relacionado asimismo con el cáncer de los conductos biliares (incluso con presencia de cuerpos asbestósicos en los mismos): Malker et al. (1986), Szendröi et al. (1981) & (1983).
El amianto ha sido relacionado también con los cánceres de hígado, cerebro y glándulas mamarias. Ver: Reid et al. (2009), Seidman et al. (1982), Cruz Caballero (tesis doctoral), Pan et al. (2005), Kishimoto et al. (1992).
El cáncer de lengua ha sido relacionado con el asbesto, por parte de algunos autores. En Graham et al. (1977), por un mayor riesgo evidenciado, en relación con la minería del amianto. En Manzini et al. (2010), al detectar una relación de polimorbilidad por dicha dolencia, en algunos casos de mesotelioma. En Kaerlev et al. (2005), al detectar una incrementada incidencia, en una cohorte en la que el asbesto era uno de los contaminantes ocupacionales. En J P O’Neill, J P Hughes, K P Manning & J E Fenton: “Controversies in the management of tongue base cancer”, Irish Journal of Medical Science, March 2009; 178(1): 1-5, los autores incluyen al amianto, entre los factores de riesgo del cáncer de base de lengua.
Véase también: Ross et al. (1982), Reid et al. (2004), Becker et al. (2001), Selikoff et al. (1965), Borow et al. (1973), Graham (1981), Musk et al. (2008).
En 9 de septiembre de 2010, el diario ABC publicaba una noticia, según la cual, el juzgado de lo social número 18 de Barcelona, establecía en una sentencia, el derecho a indemnización de un ex trabajador de la empresa Rocalla, argumentando que si bien el cáncer de lengua, en la literatura médica se le suele relacionar con determinados hábitos de consumo o de falta de higiene, se aceptaba lo demandado, dado que en los informes médicos del trabajador, tales comportamientos o hábitos no quedaban acreditados. Pese a todo lo anteriormente indicado, tanto por lo que respecta a los trabajos científicos que aluden al nexo causal entre la exposición al amianto y el cáncer de lengua, como a los citados precedentes judiciales españoles, sin embargo, por sentencia ATS 11773/2012 (Recurso nº 1438/2012), se ratifica que “no consta probado que la causa del fallecimiento fuera por la inhalación de polvo de amianto”.
Excepcionalmente, la exposición al asbesto también ha sido relacionada con el carcinoma pleural –ver: van der Heijden et al. (2002), Franke et al. (2010)-, calificativo de notoriedad que está justificado, toda vez que lo habitual sería, o bien el mesotelioma en pleura, o bien el carcinoma primario, pero ubicado en parénquima y/o bronquios. Las mismas consideraciones cabe aducir, cuando el nexo con la exposición al amianto corresponde a un angiosarcoma pleural, como ocurrió en los pocos casos revisados en: Dainese et al. (2010).
La asociación de la exposición al asbesto con el cáncer de faringe, en un estudio de revisión – Institute of Medicine (US) Committee on Asbestos (2006)- la evidencia alcanzada, es calificada de “sugestiva, pero no suficiente”. Sobre dicha cuestión, ver: Marchand et al. (2000), Curin & Sarić (1995), Berrino et al. (2003), Maier et al. (1994), Polissar et al. (1983). En el estudio epidemiológico de Langevin et al. (2013), los autores concluyen que existe una correlación positiva entre la exposición laboral al amianto, y el cáncer de faringe.
Asociación del amianto con otras neoplasias
Para las restantes neoplasias, con la mencionada asociación, por su coincidencia con lo observado en los pacientes con polimorbilidad, cuyos respectivos casos posteriormente consideraremos, dos localizaciones o tipos de dolencias malignas se constatan: las relacionadas con el sistema inmunológico/ hematopoyético, en general, y con los linfomas, leucemia y mieloma, en particular. Ver, incluyendo trabajos ya citados: Battista et al. (1999), Bianchi et al. (1999), Buchbinder et al. (2008), Fernández González et al. (2001), Kishimoto (1992), Kishimoto et al. (1987) & (1988), Linet et al. (1987 -2 ref.-), Lupu et al. (1997), Matteson et al. (1991), Mellemkjaer et al. (1996), Mester et al. (2006), Peros-Golubicic et al. (2005), Smitten et al. (2008), Thomas et al. (2000), Chintapatla et al. (2012), Hara et al. (2014), Aminian et al. (2012). . Ver, además: ( [6] )
Intrigante resulta ser lo informado en Law et al. (2014), trabajo cuyo título es suficientemente expresivo: “Leucemia mieloide aguda y mesotelioma simultáneos, diagnosticados en un superviviente a largo plazo, de la fuga de gas en Bhopal, en 1984”.
Un caso de comorbilidad, por concurrencia entre mesotelioma pleural maligno y melioma múltiple (otra denominación del mieloma), es el reflejado en la sentencia STS 8654/2012 (Recurso nº 226/2012), relativa a la afectación de un trabajador de la factoría de Sardanyola, de la empresa “Uralita, S.A.”. Es digno de ser resaltado el hecho, de que, pese a que la literatura médica refleja diversos casos de concurrencia entre exposición al amianto y el mieloma múltiple (al igual que también lo hace con respecto a otras neoplasias malignas igualmente relacionadas con el sistema inmunológico), no obstante, en la mencionada sentencia, nada se dice sobre esto otro, ni siquiera como mera posibilidad, limitándose el examen del daño atribuible al asbesto, sólo al mesotelioma, para el que la etiología está bien establecida. Otro tanto cabe decir, respecto de la resolución judicial STSJ CAT 9796/2010, también referida a otro trabajador de la misma empresa, y con idéntica concurrencia, en simultaneidad, de las dos citadas neoplasias malignas.
Frente a esta bibliografía, hallamos algunas voces discrepantes: Treggiari & Weiss (2004), Weisenburger & Chiu (2002), Boffetta et al. (1989), Eriksson & Karlsson (1992) –estos dos últimos, para el linfoma múltiple-. No obstante, progresivamente se va decantando un consenso cada vez más generalizado, respecto de resolver en sentido afirmativo la asociación inespecífica entre amianto y cánceres como el mencionado linfoma y otros.
En Biesterfeld et al. (2014), los autores, en un trabajo dedicado al papel de la citología del derrame pleural, en el diagnóstico de las enfermedades profesionales, relatan lo siguiente: “Los cinco casos de mesotelioma o cáncer de pulmón fueron aceptados como enfermedad profesional asociada al asbesto, mientras que el caso de linfoma No-Hodgkin fue rechazado. En este último caso, el mesotelioma maligno fue diagnosticado más tarde, por la autopsia, y el caso fue retroactivamente aceptado como enfermedad ocupacional”. Vemos, por consiguiente, que pese a los diversos casos ya registrados, de linfoma asociado a exposición al asbesto, sin embargo, esa circunstancia, determinante de la clasificación que da derecho a indemnización –su catalogación como enfermedad profesional-, no quedó admitida, hasta que el diagnóstico de mesotelioma no quedó establecido, post-mortem.
En el ámbito judicial, la indemnización alcanzada, de más de 1’5 millones de dólares, por Ray y Betty Sundberg, se cuantificó en base a que el jurado estimó que el señor Sundberg, que había trabajado con amianto, y que fue diagnosticado, simultáneamente, de asbestosis, cáncer de colon y linfoma No Hodgkin, debía ser indemnizado por las tres enfermedades, por considerar, a la vista del testimonio experto presentado por la parte demandante, que todas ellas respondían a una misma etiología, a una misma causa. En acusado contraste, por lo tanto, con lo asumido en la ya mencionada sentencia española, STS 8654/2012, para otro caso de comorbilidad por concurrencia entre una neoplasia relacionada con el sistema inmunológico, y otra patología asociada a la exposición con el amianto (en este otro caso, el mesotelioma).
Un caso de comorbilidad entre asbestosis y linfoma de Hodgkin, es abordado en la sentencia ATS 4186/2013.
Nuestra modesta contribución, en este punto concreto, consiste en la revisión de los trabajos incluidos en nuestra bibliografía, referentes a los casos de polimorbilidad asociada al mesoteliomay/o a la exposición al amianto.
Del simple enunciado de sus respectivos títulos, se desprende la pertinencia de citar, cuando menos, a los siguientes trabajos: Gudur et al. (2005), Tondini et al. (1994), Efremidis et al. (1985), Perry et al. (1978), Hayashi et al. (1989), Bianchi et al. (2007).
La afectación simultánea, por mesotelioma y leucemia, también ha sido reseñada en animales. Ver: Kobayashi et al. (1994).
Para neoplasias asociadas, distintas a las antedichas o no especificadas, ver: Askling (2007), Askling et al. (2005, 2ª ref.), Chakravarty & Genovese (2003 & 2004), Moritomo et al. (1995), y, específicamente para el sarcoma sinovial cardiaco: Karn et al. (1994), Le Marc’hadour et al. (1994), Langner et al. (1998).
Que el mesotelioma no es la única neoplasia maligna desencadenada por el amianto, aun en ausencia de ningún otro cofactor, se evidencia en el trabajo experimental expuesto en Suzuki & Kohyama (1984), en el que los autores, además de mesoteliomas, identifican también a los siguientes tipos de neoplasia: plasmacitoma, histiocitoma, liposarcoma, osteosarcoma,adenocarcinoma del páncreas y rabdomiosarcoma. Véase también: Wang et al. (2012).
Por lo que respecta al primero de ellos, el plasmacitoma (una neoplasia que afecta a los plasmocitos, células que se encuentran principalmente en el tejido linfoide –bazo, vasos linfáticos-, en varias mucosas y en ciertos estados patológicos, y que son responsables de la secreción de anticuerpos), su vinculación al asbesto, en humanos, ha sido informada en diversos trabajos: Perry et al. (1978), Efremidis et al. (1985), Takabe et al. (1997).
Como puede apreciarse, esta afectación cabe encuadrarla dentro de las alteraciones inmunológicas asociadas al amianto, que son objeto de tratamiento específico por nuestra parte, en:
Francisco Báez Baquet Amianto: los padecimientos “olvidados” (Acción sobre los sistemas inmunitario y endocrino) «Rebelión» 29/08/2015 http://www.rebelion.org/noticia.php?id=202664
En relación con la exposición al asbesto, el histiocitoma, segundo tipo de neoplasia en el censo incluido en el artículo antes citado, de Suzuki & Kohyama, varios estudios no experimentales, también se ocupan de dicha cuestión: Reifsnyder et al. (1990), Kishimoto (1992), Lee et al. (2009).
Respecto del liposarcoma, tendremos similarmente: Rana et al. (1986), Chung et al. (1982), Krishna & Haqqani (1993), Shimazaki et al. (2000).
Del osteosarcoma no nos ocuparemos aquí, toda vez que el mismo ya quedó atendido, dentro del contexto de nuestro trabajo:
Francisco Báez Baquet Las otras cabezas de la Hidra. Presentaciones especiales del mesotelioma «Rebelión», 10-10-2015 http://www.rebelion.org/noticia.php?id=204286
Finalmente, por lo que respecta al rabdomiosarcoma relacionado con exposición al amianto, aparte de la evidencia experimental ya mencionada, estos otros trabajos también recurren al mismo tipo de prueba: Wagner & Berry (1969), Altomare et al. (2009), mientras que los casos reales de afectación no intencionada en humanos, ha sido abordada en Newhouse & Wagner (1969) y en Klebe et al. (2008).
Algunos trabajos relacionan la exposición al amianto con el timoma maligno (también con el benigno), deduciéndose dicho nexo, tanto a través de la experimentación animal, como atendiendo a los casos de polimorbilidad o en los que la exposición al asbesto ha sido constatada: Banks et al. (2009), Farzaneh et al. (2010), Kishimoto et al. (1989), Köksal et al. (2012), Low et al. (2012), Wagner et al. (1974).
En un estudio epidemiológico –Zou et al. (2007)-, relativo a la carga de los principales tipos de cáncer, en función de los años de vida perdidos por la muerte prematura, en el área de Dayao (China), contaminada por crocidolita, los autores concluyen que: “El cáncer de pulmón, el cáncer de hígado, el mesotelioma, la leucemia y el cáncer de mama, son los principales tipos de cáncer con un impacto importante en la salud de las personas y en la mortalidad prematura, en la zona con el medio ambiente contaminado por crocidolita”.
Un exceso, estadísticamente significativo, de cáncer ocular, en una cohorte de ex trabajadores del amianto, con seguimiento hasta el deceso, es registrado en el trabajo de Enterline et al. (1987). Sobre el mismo asunto, véase: Holly et al. (1996), Tucker et al. (1985).
El análisis comparativo entre los estudios epidemiológicos concernientes a una eventual correlación, supuestamente de entidad etiológica, entre la exposición al amianto y el afloramiento de diversas neoplasias malignas, adolece de una dificultad, que trataremos de explicar seguidamente, echando mano del ejemplo suministrado por la exposición a otro tipo de agente cancerígeno.
Cuando se produjo el lanzamiento de dos bombas atómicas en Japón, los supervivientes, dentro del respectivo radio de acción de las mismas, quedaron sometidos a dos tipos de exposición a las radiaciones: una, directa, intensa, sincrónica y breve, y otra, inducida, difusa, más débil, más permanente, remanente y de progresivo debilitamiento, vehiculada por la contaminación del suelo, seres vivos y materiales de fabricación humana, por los elementos radioactivos generados en la explosión o depositados por ella.
Los estudios de seguimiento médico de esos supervivientes, a causa de la distinta intensidad de los dos mencionados tipos de exposición, básicamente lo que registraron fueron los efectos del primer tipo de ellas, y cuyo carácter sincrónico hemos subrayado. Es ese carácter sincrónico el que permitió hacer patente el efecto sobre el que queremos focalizar nuestra atención, y que no es otro, que el hecho de que los tejidos biológicos caracterizados por una actividad mitótica comparativamente más intensa, son los primeros en acusar los daños generados en el ADN, determinando, con mayor probabilidad, la aparición de aquellas neoplasias malignas que se corresponden con los respectivos asentamientos anatómicos.
Fue así como, en mencionado escenario histórico-geográfico, lo primero que se pudo advertir, fue un pico de incidencia de leucemia, cáncer de las prolíficas células sanguíneas dotadas de núcleo –los leucocitos o glóbulos blancos-, y por consiguiente, dotadas de ADN nuclear, que es el que rige el metabolismo y el destino de la célula. La epidemia de leucemia comenzó a decaer al cabo de una década, pero entretanto se incrementaron los casos de cánceres correspondientes a otros asentamientos: de estómago, de ovario, de pulmón, de vejiga, de tiroides y de mama. Esos sucesivos relevos no habrían sido tan manifiestos, de no haber mediado el sincronismo antes apuntado, en lo que había sido una misma causa determinante.
La idea esencial que debemos retener de todo ello, es la de que no es un elemento neutro, sin consecuencias, el intervalo temporal transcurrido entre la época en la que se produjo la exposición, y aquella otra en la que se realiza el estudio epidemiológico. Como quiera que ese intervalo temporal no ha sido uniforme para los distintos estudios epidemiológicos relativos a la exposición alamianto, de todo ello se infiere que sus respectivos resultados no deberían ser comparados sin más entre sí, haciendo abstracción de ese dato temporal. Por ello, no debe sorprendernos el hecho de que en distintos casos de tales estudios, se obtengan resultados divergentes, en lo relativo a la incidencia de determinadas neoplasias malignas, como es el caso, por ejemplo, de la leucemia y otras relacionadas con los sistemas inmunológico y hematopoyético. En el caso del amianto, además, otro factor viene a empañar más la situación: la distinta accesibilidad del contaminante a los tejidos-diana. Tales resultados más o menos divergentes, por consiguiente, no significan incoherencia, ni merman la fiabilidad de su real adecuación a los hechos.
Conclusiones
El asbesto es un cancerígeno multisistémico, y el progresivo reconocimiento como enfermedad profesional, de neoplasias malignas asociadas al mismo, que no son las “clásicas”, responde a esa realidad, si bien la parsimonia en la extensión de tal reconocimiento, está dejando, entretanto, en desamparo normativo y legal, a quienes tienen la doble de desgracia de ser víctimas del amianto, y de que no se les reconozca como tales.
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=205549
Stevia, el edulcorante verde
La Madre Teresa de Calcuta: el mayor falso ídolo de la historia
En el imaginario mediático de la caridad, la Madre Teresa destaca junto con el Buen Samaritano de los evangelios, San Francisco de Asís y el padre Damián de Molokai. Considerada entre los verdaderos altruistas de la historia, dedicó su vida a los pobres, inauguró su primer albergue en Calcuta en 1952, y luego muchos más en todo el mundo. Al correrse la voz de su misión, capturó la imaginación pública y millones de dólares empezaron a entrar, todos los cuales sirvieron para ayudar a quienes más lo necesitaban. Al menos, esa es la versión oficial. La realidad, sin embargo, es bastante diferente.
Escribe: Iván Antezana Q., Director de la SSH
Hace 18 años, Agnes Gonxha Bojaxhiu, más conocida como la Madre Teresa, murió rodeada de comodidades y el mejor cuidado médico del mundo. Obviamente, su aura de santidad ha tenido como principal consecuencia la casi completa falta de interés en contrastar sus acciones y declaraciones con la realidad. Afortunadamente, para llevar a cabo esa tarea existen fuentes de información (que han sido debidamente indicadas). En el siguiente texto, se verá cómo, al contrario de su imagen pública, tenía altos estándares de vida, sus servicios a los desamparados eran más problema que solución y sus manejos financieros daban lugar a muchas dudas. La impresión final es que se involucraba mucho más con el dinero y la política de lo que se esperaría de parte de quien se dedica a la caridad. Podemos conceder que, en sus inicios, la Madre Teresa fue movida por un auténtico ideal social. Pero también se debe conceder que terminó construyendo un tinglado de influencia política, una industria devoradora de dinero conseguido con el sufrimiento de los más desamparados, una máquina de propaganda fundamentalista maquillada con compasión. La polémica, en nuestra opinión, no estaría en negar una u otra etapa, sino en establecer en qué momento dio el paso de una a otra.
En este punto, las afirmaciones que se acaban de hacer podrían motivar al lector a abandonar la lectura, ya sea por estar de acuerdo y no necesitar un refrendo, o por estar en desacuerdo y preferir evitar un desafío a sus creencias. Ello sería dejarse llevar por la ley del mínimo esfuerzo, o tomar una decisión dogmática. La otra opción es seguir leyendo. Lo que sigue es un texto largo (muy largo), cuya lectura, al margen de la opinión que se tenga de Madre Teresa, podría resultar fascinante y reveladora.
Nace una estrella
A fines de los años 60, el periodista y autor británico Malcolm Muggeridge (1903-1990) tenía muchos contactos en medios de comunicación escritos y audiovisuales, tanto del Reino Unido como de los EUA. Muggeridge era un anglicano conservador, anticomunista y antijudío para mayores señas, que en su juventud había viajado a muchos lugares, uno de los cuales fue la India. Estuvo en Calcuta en los años 30, y guardaba malos recuerdos de su estancia en esa ciudad. Ya sexagenario, su obsesión por los temas religiosos y el combate contra el control de la natalidad empezaban a teñir sus actividades de cada vez más fanatismo e intolerancia. Un día, en marzo de 1968, uno de sus contactos le preguntó si quería entrevistar a una «monja india de Calcuta» que estaba de visita en Londres, y aceptó encantado.
Sin embargo, Muggeridge encontró mucho más de lo que esperaba. Su activismo religioso lo había llevado a buscar incesantemente ejemplos de «santos simplones» que permitieran poner de relieve la agenda católica más ortodoxa y extrema. Descubrió, alborozado, que esa monja no era india, sino albanesa, lo que conectó con sus propias actividades como promotor del cristianismo tras la Cortina de Hierro. En esa entrevista, Madre Teresa simplemente habló de su trabajo con los desposeídos en la India, y de cómo buscaba darles alivio espiritual y material. En una época en que británicos y otros occidentales acudían a la India en busca de «riqueza espiritual», alguna fibra especial tocó esa entrevista en los espectadores que la vieron en mayo de 1968 y su subsiguiente repetición, porque las donaciones espontáneas alcanzaron las 20 000 libras esterlinas. Muggeridge, sin embargo, había quedado disconforme porque Madre Teresa no mostraba interés en promover activamente la fe católica.
Muggeridge fue conociendo más virtudes de su recién descubierta heroína, y supo que la única manera de hacerla conocida era mediante una película para la televisión. Convenció a la BBC de filmar en locación en Calcuta, pero Madre Teresa no estaba entusiasmada por la idea. Muggeridge empleó sus influencias para presionarla, y finalmente la monja le escribió «hagamos ahora algo hermoso para dios».
En marzo de 1969, el equipo de la BBC trabajó en Calcuta por cinco días, en medio de una tensa atmósfera de enfrentamientos políticos en las calles. Muggeridge subtituló el especial, según las palabras de su estrella, como «Something Beautiful for God» («Algo hermoso para dios»), pero reservó su mayor jugada maestra para el título: «Madre Teresa de Calcuta». Era la primera vez, a pesar de todas las notas de prensa y los reportes escritos sobre la monja albanesa, que se asociaba su nombre a la ciudad donde trabajaba. Esa construcción capturó la atención de la opinión pública, tocó más fuertemente las profundas fibras que la entrevista del año anterior había revelado, y puso a Madre Teresa en el imaginario de esa caridad usada como expiación de cargos de conciencia.
Probablemente, los malos recuerdos que Muggeridge tenía de Calcuta y su ambiente de ciudad progresista y efervescente lo llevaron a darle un tratamiento en la película que ha resultado estigmatizante hasta el día de hoy: el retrato de la ciudad como un deprimente amontonamiento de basurales, pobreza y delincuencia. Tal atmósfera, sin duda, exaltaba el supuesto trabajo de caridad de su monja heroína, pero contribuyó también a granjearle el resentimiento de muchos de sus compatriotas.
El estreno televisivo fue el viernes 5 de diciembre de 1969, pero Muggeridge sabía que se trataba de una simple película de propaganda, como las producidas por el régimen soviético. Entonces, durante los meses previos se dedicó a promover a su pop-star en sus viajes entre el Reino Unido y los EUA, con especial mención al «primer auténtico milagro fotográfico». ¿A qué se refería esto? Básicamente, una de las escenas en el interior del albergue de Madre Teresa fue filmada con tan poca luz que nadie esperaba que pudiera servir. Pero luego del revelado, ocurrió que la escena se veía muy bien, con todo detalle. Y ese hecho fue explotado hasta el hartazgo por Muggeridge. Entrevistado en 1994 para el documental «Hell’s Angel», el camarógrafo de esa ocasión, Ken Macmillan, reveló que antes de viajar a Calcuta, había llegado una nueva película Kodak que aún no habían probado, y la pusieron en el equipaje. Fue con esa nueva película con la cual se filmó la escena, dado que el stock de los otros rollos se había terminado. Cuando proyectaron el resultado en la sala de pruebas, Macmillan iba a decir «tres hurras por Kodak», cuando Muggeridge se levantó exaltado a explicarle a los presentes que esa era la luz de una santa. Al día siguiente, el camarógrafo recibió llamadas de periódicos de Londres que deseaban una explicación sobre el «milagro» en Calcuta.
La película fue bien recibida en Inglaterra, pero en los EUA casi causó histeria. Había nacido una estrella, y Muggeridge había sido el padrino y artífice del mito de Madre Teresa. Sin embargo, no se detuvo allí, pues al año siguiente publicó un libro con el mismo título de la película, el cual fue el inicio de todas las siguientes hagiografías y piezas de propaganda literaria publicadas sobre Madre Teresa. Más aún, el propio Muggeridge coordinó la muy profesional campaña (con pesos pesados de la política estadounidense incluidos) que llevó a su heroína a recibir en 1979 el premio Nobel de la Paz, luego de sus fallidas nominaciones de 1975 y 1977.
Voces disidentes
Los cuestionamientos a Madre Teresa y su trabajo en el país donde está localizado el centro de su imperio de la caridad vienen desde hace varios años. No se refieren únicamente al ya mencionado hecho de la pésima imagen de Calcuta que va amarrada a la exaltación de Teresa y sus Misioneras de la Caridad (MDC). Se enfocan también en lo sectario de esa labor, y su evidente sobredimensionamiento en el contexto del trabajo social, sea en Calcuta o en cualquier otra parte. En Occidente, sin embargo, la versión que los medios suelen rebotar es la de la propaganda católica. Y tal como ocurre con las imágenes labradas por la propaganda, esta no sólo se esmera en resaltar algunas facetas, sino también en ocultar otras.
Desde su salto al estrellato en 1969, Teresa gozó de complacientes hagiografías, hasta que a inicios de los años 90 algunos empezaron a investigar. Primero fue Mary Loudon, exvoluntaria de la casa de los muertos de Teresa en Calcuta, quien publicó el 3 de mayo de 1992 una fuerte crítica a sus métodos y políticas. El reporte, sin embargo, no generó mayor respuesta, quizás porque sus críticas no eran ideológicas, sino factuales y por lo tanto irrebatibles. Poco después, el Dr. Robin Fox, editor de la revista médica británica The Lancet, quien había visitado el mismo albergue donde había trabajado Loudon, describió el cuidado de los pacientes como «caótico» («Calcutta Perspective: Mother Theresa’s care for the dying», The Lancet, Vol. 344, Núm. 8925, 17 de setiembre de 1994, pp. 807-808). La prensa conservadora buscó desacreditar sus observaciones, pero el velo había empezado a descorrerse.
En ese mismo 1994, las indagaciones del médico Aroup Chatterjee, nacido en Calcuta, llegaron a oídos del periodista británico de origen pakistaní Tariq Ali, quien a nombre de Bandung Productions convocó a Christopher Hitchens para ser el presentador de un documental titulado «Hell’s Angel» («Ángel del infierno: Madre Teresa de Calcuta»), que finalmente fue difundido en la televisión británica el 8 de noviembre por la señal de Channel Four. En 1995, sobre la base del mencionado documental, Hitchens publicó «The Missionary Position: Mother Teresa in Theory and Practice» («La pose del misionero: Madre Teresa en la teoría y en la práctica»). Este título fue reeditado el 2012, pero hasta la fecha ninguna editorial se ha atrevido a publicarlo en castellano.
En setiembre de 1997, Walter Wüllenweber, periodista de la revista alemana Stern, viajó para asistir al funeral de Madre Teresa, y quedó impactado al ver de cerca el trabajo en sus albergues. Se obsesionó con contar la verdad, pero sus editores buscaron continuamente desanimarlo por implicancias de mala imagen o juicios. Finalmente, al año siguiente, la revista publicó el reportaje con el irónico título «Nehmen ist seliger denn geben» («Tomar es más dichoso que dar»), que incluía el testimonio de Chatterjee y de la desengañada excolaboradora norteamericanaSusan Shields. Shields menciona, entre otras cosas, el alto ritmo de recepción de cheques enviados por donantes, muchos de ellos de US$ 50 000 como mínimo, en los locales de Nueva York, Roma y San Francisco donde ella prestó servicios durante más de nueve años. En el artículo, se estimaba que en 1991, sólo el 7% de las donaciones recibidas fue usado en caridad. Si el reportaje de Wüllenweber parece poderoso así como fue publicado, cabe preguntarse cómo habría sido su versión original, antes de las múltiples objeciones que recibió de sus editores.
Pero la mayor cantidad de información está sin duda en el libro que finalmente el propio Aroup Chatterjee publicó en 2003, con más de 400 páginas que relatan el nacimiento del mito de Teresa, los ingentes esfuerzos propagandísticos para mantenerlo vivo y el descarado doble discurso de su principal protagonista. Debido a su carácter de publicación independiente, esta obra no ha tenido la repercusión que debería, mucho menos traducciones a otros idiomas, y son pocas sus reseñas en la red.
Tremendamente decepcionado de su experiencia de dos meses como voluntario en 2008, Hemley González creó el año siguiente la página STOP The Missionaries of Charity, cuya versión en Facebook cuenta ya con más de 20 000 fans. En agosto de 2010, un crítico reportaje con información proporcionada por él y otros activistas apareció en el portal de Forbes India, con tal repercusión que las MDC tuvieron que cerrar la casa de la muerte de Nirmal Hriday para renovaciones, y no la reabrieron hasta el 2012. Pero González no se quedó en las denuncias, pues en 2010 también fundó su propia organización benéfica, Responsible Charity.
Más recientemente, el tema fue agitado por los académicos Serge Larivée, Geneviève Chénard (Univ. de Montréal) y Carole Sénéchal (Univ. de Ottawa), quienes en marzo de 2013 publicaron en la revista Studies in Religion / Sciences Religieuses el artículo «Les côtés ténébreux de Mère Teresa» («El lado oscuro de Madre Teresa»). Para ello, los investigadores canadienses recopilaron 502 documentos publicados sobre la religiosa, y descartaron 195 por duplicidad de información. De los restantes, concluyeron que la santificada imagen de la beata de Calcuta «no resiste el análisis de los hechos, fue fabricada, y su beatificación orquestada por una efectiva campaña mediática». Indicaron también que en más de su mitad, los libros y artículos sobre ella son complacientes hagiografías.
Albergues del sadismo
Cuando se ve un poco más allá de las fotos de propaganda, el cuidado brindado a los pacientes en los albergues de Madre Teresa no sólo no les proveía de alivio en sus horas postreras, sino promovía su dolor y alimentaba su sufrimiento. Varios voluntarios renunciaron a seguir apoyando debido a las malas prácticas, y algunos hicieron declaraciones muy enfáticas al respecto, incluso lo han publicado.
El ya mencionado Dr. Robin Fox observó que, debido a la falta de médicos en el hospicio, las monjas y los voluntarios, algunos sin conocimientos médicos, debían tomar decisiones sobre el cuidado de los pacientes. Fox responsabilizó a Madre Teresa de las condiciones en ese albergue, y resaltó que no se distinguía entre pacientes curables e incurables, de modo que gente que podía sobrevivir quedaba en riesgo de morir por infecciones y falta de tratamiento. A pesar de la limpieza, el tratamiento de las heridas y la amabilidad, Fox notó que el manejo del dolor por parte de las monjas era «perturbadoramente insuficiente». El listado de medicinas del local visitado carecía de analgésicos fuertes, lo que en opinión de Fox separaba claramente el servicio de Madre Teresa de la idea de un hospicio. Fox también anotó que las agujas eran lavadas en simple agua tibia, lo que las dejaba inadecuadamente esterilizadas, y en el local no se aislaba a los pacientes con tuberculosis.
Otros reportes han documentado la desatención al cuidado médico en los locales de la orden. El 15 de octubre de 1994, David Jeffrey, Joseph O’Neill y Gilly Burn publicaron en la misma revista The Lancet (vol. 344, núm. 8929) un artículo crítico sobre los cuidados brindados en los albergues de Madre Teresa. Puntos de vista similares también han sido expresados por algunos exvoluntarios que trabajaron en la orden de Madre Teresa, y vieron cómo voluntarios sin la debida capacitación atendían a pacientes con enfermedades altamente contagiosas. O cómo los niños díscolos eran zarandeados o golpeados. O cómo quienes operaban los albergues rehusaban donaciones de equipos y accesorios que podrían haber automatizado de modo seguro esos procesos y salvar vidas. El librepensador indio Sanal Edamarukulo sintetiza muy bien: «En sus sobrepoblados y primitivos albergues, muchos pacientes deben compartir cama con otros. Aunque muchos sufren de tuberculosis, sida y otras enfermedades altamente infectantes, la higiene no es una preocupación. Los pacientes son tratados con buenas palabras e insuficientes medicinas (a veces vencidas). Algunos gritan por las punzadas de gusanos en sus heridas abiertas, sin recibir paliativo alguno para el dolor. En principio, los analgésicos no se administran, ni siquiera en casos extremos».
La propia Madre Teresa admitía repetidamente que no era una trabajadora social, y que sus albergues no eran hospitales, sino «casas de los moribundos». Dado que sus seguidores continúan afirmando lo mismo hasta el día de hoy, cabe preguntarse cuáles son sus motivaciones para atender a los pobres y desamparados. Y entonces, se descubre que el mantra de la organización se basa únicamente en la creencia de que la pobreza y el sufrimiento son maneras de amar a dios. Porque según la grotesca filosofía de Madre Teresa, «el más hermoso regalo para una persona es poder participar del sufrimiento de Cristo». En una ocasión, trató de confortar a un paciente que gritaba de dolor: «¡Estás sufriendo, eso significa que Jesús te está besando!». Furioso, el hombre respondió: «Entonces dígale a su Jesús que deje de besarme». Con su rechazo público a la planificación familiar, a la modernización de sus instalaciones y a cientos de iniciativas basadas en soluciones prácticas, la Madre Teresa se revelaba no como una amiga de los pobres, sino como una promotora de la pobreza. Sin embargo, el inmenso aparato propagandístico católico ha hecho que esta política de desprecio hacia el dolor de los más necesitados sea vista como la más pura compasión.
Dime con quién andas
Madre Teresa es vista como una peregrina de la caridad, una emisaria del amor hacia los más necesitados en sus viajes por el mundo. Se podría pensar que en esos viajes entraba en contacto con líderes políticos y de opinión adscritos a esas ideas, y comprometidos a darle todas las facilidades para cumplir con sus objetivos caritativos. Pero en contra de eso, el registro fotográfico de muchos de esos viajes nos muestra a Madre Teresa en grandes migas con personas de dudoso perfil, por decir lo menos, y con fines no precisamente de gran altura moral.
En enero de 1981, viajó al pauperizado y atrasado Haití para recibir la «Légion d’Honneur», junto con su respectivo sustancioso cheque, de manos de uno de los regímenes más corruptos y subdesarrollados del planeta: la dinastía fundada por Jean-François «Papa Doc» Duvalier, presidente de 1957 a 1971, y a cuya muerte le sucedió su hijo de 19 años Jean-Claude «Baby Doc». A su llegada a Haití, Madre Teresa fue recibida por Michèle, la elegante esposa del presidente y líder de la élite blanca y creole haitiana. Ante su anfitriona, la albanesa se prodigó en elogios como «La señora presidenta es alguien que siente, que sabe, que desea demostrar su amor no sólo en palabras, sino en acciones concretas y tangibles». Más aún, existe metraje de esa visita (mostrado en el programa «Sesenta Minutos» de la CBS), en el cual Madre Teresa sonríe ante la cámara mientras dice de Michèle Duvalier que «nunca había visto entre los pobres y sus jefes de Estado una familiaridad como la que vi con ella. Fue una hermosa lección para mí». Obviamente, tales declaraciones fueron repetidas una y otra vez durante una semana en la televisión estatal, y Madre Teresa jamás protestó por la difusión de esas grabaciones. Ni siquiera cinco años después, cuando ese hermoso pueblo se sintió tan familiarizado con sus gobernantes que los expulsó del país. Los Duvalier, claro está, se llevaron algunos cientos de millones de dólares del erario nacional para su sufrido exilio en la Riviera francesa. Por su parte, el Vaticano hacía mucho que tenía una postura favorable a la oligarquía Duvalier. Al empezar su campaña contra el régimen, que culminó con su elección como presidente del país, el padre Jean-Bertrand Aristide encontró la hostilidad de la iglesia, que terminó por suspenderlo de su orden. Cuando Aristide fue derrocado por un golpe militar y luego repuesto por intervención internacional, el Vaticano fue el único gobierno del mundo que todavía mantenía relaciones diplomáticas con la dictadura usurpadora. El activismo de Madre Teresa era, por lo tanto, consecuente con el ala más dura del catolicismo organizado. Y hay más ejemplos.
En mayo de 1985, el presidente norteamericano Ronald Reagan le otorgó a la monja la Medalla Presidencial de la Libertad. El mismo mandatario cuya política en Centroamérica había llevado unos años antes al asesinato de cuatro monjas estadounidenses y el arzobispo de San Salvador, monseñor Óscar Romero (olímpicamente basureado por Juan Pablo II, dicho sea de paso). Reagan había tratado de maquillar los hechos diciendo que el propio papa le había mandado un mensaje personal de apoyo a su política, pero luego tuvo que retractarse. Eso, más los entripados de Oliver North en la organización de los «contras» nicaragüenses, le habían causado mucha impopularidad al régimen. En ese contexto, las palabras de Madre Teresa en la Casa Blanca no podían ser más oportunas, al declararse no merecedora de la distinción: «Pero la acepto para mayor gloria de dios y en el nombre de millones de pobres, en cuyos corazones entrará este regalo de espíritu y de amor». Este apoyo a Reagan no era casual, pues Teresa y Juan Pablo II asumieron como una de sus causas la de combatir el socialismo con catolicismo en Latinoamérica. Ambos estaban particularmente preocupados por la «Teología de la liberación», promovida por el sacerdote peruano Gustavo Gutiérrez, que sirvió para nuclear el trabajo social de muchos curitas de izquierda a la luz del innombrable Concilio Vaticano II y de la Conferencia de Medellín en 1968. Y en ello ambos coincidían con Reagan, cuyo comité de campaña había elaborado en mayo de 1980 el Documento de Santa Fe I, donde decía que «la política exterior de los EUA debe comenzar a enfrentar (y no simplemente a reaccionar con posterioridad) a la teología de la liberación tal como es utilizada en América Latina». Por su parte, Madre Teresa no veía con buenos ojos a los curitas comprometidos: «Le digo a todos los sacerdotes: ustedes no se han convertido en sacerdotes para ser trabajadores sociales».
Pero eso no fue todo. En el mismo discurso de aceptación, la religiosa agregó: «Nunca me di cuenta de que usted amaba tan tiernamente a la gente. Tuve la experiencia, la última vez que estuve aquí, en que una hermana de Etiopía me buscó para decirme «Nuestra gente está muriendo. Nuestros niños están muriendo. Madre, haga algo». Y la única persona que me vino a la mente mientras ella me hablaba, era el señor presidente. Inmediatamente le escribí y le dije, «No sé, pero esto me ha pasado». Y al día siguiente, él hizo los arreglos para llevarle comida a nuestra gente. […] Juntos, estamos haciendo algo hermoso para dios». Aparte de elevar a Reagan a la categoría de filántropo, esas palabras eran un respaldo a su política en Etiopía, que consistía básicamente en respaldar a una junta militar que como arma contra los insurgentes de Eritrea (y cualquier otro opositor) usaba precisamente el hambre.
En el mismo período, Madre Teresa había visitado Nicaragua, donde amonestó al gobierno sandinista (que en 1979 había depuesto al dictador pronorteamericano Anastasio Somoza), pero no hizo mención de la guerra civil en curso promovida por los EUA a través de los «contras» y respaldada por el cardenal de Managua, Miguel Obando, aunque los objetivos de ese grupo armado solían ser hospitales, escuelas y lecherías. Menos aún le importaba a Teresa que las vidas que tomó la guerra «contrasubversiva» en Nicaragua fueran muchas más que las salvadas en sus albergues de Calcuta. No contenta con ello, también se dio el tiempo de visitar Guatemala, donde el asesinato de los indígenas en campos de exterminio era parte de la política oficial de la oligarquía y los terratenientes. Sin embargo, se limitó a decir que «Todo estaba pacífico en las partes del país que visitamos. Yo no me involucro en esa clase de política».
Una extraña conexión era el carismático psicólogo y profesor de inglés Roger Hinkins, quien en 1971, autorrebautizado como John-Roger, había fundado la iglesia new-age MSIA (Movement of Spiritual Inner Awareness, Movimiento de Conciencia Espiritual Interna). Proponía particulares recetas místicas tomadas de técnicas orientales de meditación y organizaba los lucrativos seminarios «Insight», al tiempo que afirmaba tener mayor «conciencia espiritual» que Jesús. El crecimiento de su organización fue exponencial cuando logró atraer a algunas celebridades, como la actriz Sally Kirkland. Desde 1983, consolidó su presencia mediática en ceremonias conocidas como «International Integrity Awards»(«Premios Internacionales a la Integridad»), donde seleccionaba a algunas celebridades mundiales para obsequiarles una especie de pirámide de cristal y un cheque de US$ 10 000. Estas ceremonias contaban con la presencia de tantas celebridades que eran cubiertas por el programa televisivo «Entertainment Tonight». Ello no libró a John-Roger de denuncias por oscuros manejos financieros o por haber creado una secta de culto a la personalidad, ni de acusaciones de haber «espiritualmente seducido» a algunos seguidores para tener sexo con él. No parecía una personalidad compatible ni con las acciones ni con las ideas de Madre Teresa, pero al parecer, un cheque de US$ 10 000 hacía ver lo demás como nimiedades. En 1988, John-Roger aparecía posando junto con la monja viajera en una foto tomada con un fondo en blanco, al que luego se le añadió una toma de pobres en las calles de Calcuta, como si fuera una foto en locación.
En las grandes ligas financieras
Dictadores brutales como Duvalier o místicos estafadores como John-Roger no eran los únicos que se lavaban la cara haciendo donaciones a Madre Teresa. Había otros ejemplares raros, como Robert Hanssen, el famoso espía traidor del FBI, quien vendió secretos a los soviéticos (luego rusos) entre 1979 y 2001. Hanssen era además un devoto católico, iba a misa diariamente, colgaba crucifijos en todas sus paredes y estaba obsesionado con el sexo exhibicionista. Mientras urgía a sus amigos a estar más cerca de dios, traicionaba a su esposa y a su país. Parte del dinero obtenido por sus infidencias lo donó a Madre Teresa, y otra parte la gastó en strippers. Para ser justos, Madre Teresa no tenía nada que ver con la vida ni la obra de Hanssen, ni se involucró con él ni lo avaló públicamente. Eso lo hizo con otra persona.
En 1992, la Madre Teresa envió una carta al juez Lance Ito, quien en el estado de California veía la causa abierta contra el financista Charles Keating. Escudándose en típicas excusas como «no nos mezclamos en negocios, política o juicios», o «no sé del trabajo del Sr. Keating», la misionera aseguraba que siempre había sido «amable y generoso con los pobres de dios», por lo cual escribía para interceder por él ante el juez, a quien instaba a «rezar, ver en su corazón y hacer lo que Jesús haría en esas circunstancias». Lo que resaltaba en la carta era el encabezado, que junto al membrete de la orden presentaba la frase evangélica «Lo que hicieron con algunos de mis hermanos pequeños me lo hicieron a mí». La Madre Teresa le repite esa frase al magistrado enfatizado que es el lema de su orden, pero escribe «ME LO HICIERON A MÍ» en mayúsculas, en un evidente intento de referirse a sí misma. Es decir, usaba su prestigio de estrella mediática de la caridad para influir sobre un juez en favor de un acusado.
¿Pero quién era Charles Keating? Era un banquero y financista que a inicios de los 80 transformó la casi en quiebra American Continental Corp. en la mayor constructora de viviendas unifamiliares en el valle de California. La compañía creció hasta los seis mil millones de dólares en activos y más de 2500 empleados. Luego, en 1984, Keating compró la inmobiliaria Lincoln Savings de Arizona en US$ 50 millones, y la llevó a superar los cinco mil millones de dólares en activos. Pero cuando el mercado inmobiliario entró en crisis a fines de la década, todos esos activos resultaron ser simples papeles, respaldados por ventas y reventas meramente especulativas, sin dinero real. Cuando Lincoln Savings se hundió, lo hizo con muchos millones de dólares de los bolsillos de los jubilados, quienes vieron sus ahorros convertidos en bonos sin valor. Keating, por supuesto, se creía un ángel del libre mercado, y no dudó en sobornar a cinco senadores, que lo ayudaron a mitigar los intentos de las entidades reguladoras de limitar las enormes inversiones directas de Lincoln Savings. El escándalo explotó en 1989, año en que fue llevado a juicio. En 1992 fue condenado a diez años de cárcel, pero en 1996 un juez anuló los cargos y lo liberó. Keating murió pacíficamente en casa el 31 de marzo de 2014, a los 90 años, sin jamás disculparse ni aceptar su responsabilidad, y más bien creyendo que si lo hubieran dejado seguir adelante, todos sus inversionistas se habrían vuelto ricos.
Pues bien, resulta que Keating también era católico, y había sido funcionario del gobierno de Nixon, donde formó una comisión para investigar los perjudiciales efectos de la pornografía. Ya en la cima de su carrera en las grandes finanzas fraudulentas, se labró la imagen de filántropo efectuando diversas donaciones. Una de ellas, por un millón y cuarto de dólares, fue a los bolsillos de la Madre Teresa, a quien en algunas ocasiones le facilitó el uso de su jet personal. En agradecimiento, la religiosa le permitió usar su prestigio en algunas ocasiones importantes, y le regaló un crucifijo personalizado que Keating llevaba a todas partes. Ahora debe quedar más claro por qué la albanesa se tomó la molestia de interceder por él en el juicio que se le seguía.
Pero la historia no quedó allí. Paul Turley era abogado delegado distrital de Los Angeles, y uno de los fiscales que llevaban la acusación contra Keating. De su propia iniciativa como ciudadano, envió una carta de respuesta a la Madre Teresa, en la cual le contaba que Keating había estafado a unas 17 000 personas por unos 252 millones de dólares. Personas de todo tipo, incluyendo gente modesta que no entendía de altas finanzas, y un carpintero pobre que perdió todos los ahorros de su vida. También le recordó que, si bien ella tenía experiencia con los pobres, él tenía experiencia con los criminales y bribones, quienes suelen donar parte de su dinero mal habido a la caridad para comprar reconocimiento, respeto y perdón. Y dado el énfasis de la religiosa en citar las palabras de Cristo y lo que él haría en la misma situación, la invitó a preguntarse qué haría Jesús si estuviera en posesión de dinero robado a los humildes. Por supuesto, Turley concluyó que Jesús inmediatamente devolvería ese dinero a sus legítimos dueños, e instó a Madre Teresa a hacer lo mismo, a no permitir que Keating obtuviera la indulgencia que deseaba, y le dio todas las facilidades para contactarse con las víctimas del fraude. Como es de imaginarse, Madre Teresa jamás respondió a esa carta, mucho menos devolvió un centavo.
Ahora bien, al margen de los casos expuestos, notorios por tan diversas razones, el hecho es que la gran mayoría de donantes de Madre Teresa estaba convencida del buen uso del dinero enviado. El mundo rico tiene una pobre conciencia, de modo que no es extraño que tantas personas pudientes se sintieran bien consigo mismas apoyando a quien creían una activista de los «pobres entre los pobres». Cabe preguntarse en este punto qué clase de fibra en particular logró tocar Madre Teresa para conseguir tan lucrativo negocio. Quizás la respuesta esté en lahipótesis Singer-Unger, que responde afirmativamente a la pregunta de si es esencial, para llevar una vida decente y moral, donar lujos y placeres innecesarios para ayudar a los hambrientos y desposeídos del mundo. Para sus proponentes, Peter Singer y Peter Unger, la decencia moral requiere que los pudientes donen sus excedentes para aliviar la pobreza y sus consecuencias. Singer propone el famoso ejemplo de si se está obligado moralmente a salvar a un niño que se está ahogando en un río, aunque uno se moje y embarre la ropa. El que casi todos respondan afirmativamente refleja cuán afirmada y reverenciada está la ideología de ayudar a los pobres, especialmente niños. Pero, sobre todo, refleja que, como toda ideología, esa afirmación y reverencia se hace sin bases críticas, apelando directamente al lado emocional. La justificación de esa postura ha generadopolémica y debate, pero al margen de las consideraciones teóricas, da la impresión de que se trata en realidad de una receta viejísima, aplicada por el cristianismo desde sus orígenes. No es que el cristianismo la haya descubierto (la solidaridad y la vida social están preestablecidas biológicamente en nuestra especie), pero sí es cierto que el invento posterior, autonombrado catolicismo, supo instrumentalizarlo políticamente. Unos 1600 años después, el tándem Muggeridge-Teresa sólo adecuó la vieja receta católica a la sociedad de los medios globalizados. Gracias a esos medios, en palabras de Sanal Edamaruku, «Madre Teresa no servía a los pobres en Calcuta, sino a los ricos en Occidente. Los ayudaba a limpiar su mala conciencia recibiendo de ellos millones de dólares. … Muchos de quienes la apoyaban, sin embargo, eran personas honestas con buenas intenciones y un cálido corazón, que compraron la ilusión de que la «santa de las alcantarillas» estaba allí para secar todas las lágrimas, acabar con toda la miseria y reparar toda la injusticia del mundo. Aquellos enamorados de una ilusión a menudo rehúsan ver la realidad».
Pero una cosa es entender el mecanismo moral o individual del altruismo, y otra entender que del otro lado de los aportantes está quien recibe, y en ese caso las consideraciones filosóficas no son las mismas, en particular si quien recibe no es el destinatario real, sino un autonombrado intermediario. Hitchens concluye que las amistades que cultivaba (políticos conservadores, dictadores brutales, estafadores descarados) muestran a Madre Teresa como lo que era en verdad: una fundamentalista religiosa, una operadora política, una sermoneadora primitiva y una cómplice de poderes mundanos. Sus viajes por el mundo no eran el peregrinaje de una predicadora, sino una campaña acorde con los requerimientos de los poderes de turno.
Muy lejos de la transparencia
En realidad, el episodio de Keating es simplemente una gota en el mar de turbiedad de las finanzas de la organización de la Madre Teresa. De hecho, su sucesora Nirmala Joshi (fallecida hace unos tres meses) dijo una vez que «sólo dios sabe cuánto tenemos en donaciones». En sus más de sesenta años de existencia, las MDC no han reportado el monto total de fondos que han recibido en donaciones, qué porcentaje usan para administración, ni dónde y cómo se ha usado lo demás. El dinero va directamente a cuentas en el IOR (conocido como el Banco Vaticano), y allí se pierde todo rastro de su destino final. Ese control monetario del Vaticano empezó en 1965, y es más fuerte desde la muerte de Madre Teresa en 1997. Periodistas y desertores de la organización estiman su patrimonio en un global de mil millones de dólares, y contando. Actualmente, la orden tiene 5000 hermanas y 450 hermanos en todo el mundo, y opera 700 locales en 120 países sin proveer datos sobre la eficacia de su trabajo.
Sin embargo, a fines de junio se supo que el Ministerio del Interior de la India está investigando a las ONG que reciben fondos del extranjero. Ello involucra también a organizaciones religiosas, cinco de las cuales están entre las primeras diez. Cuatro de ellas, incluyendo a las MDC, son cristianas. Las cifras, publicadas por el gobierno indio, muestran que la organización de Madre Teresa recibió cerca de 85 millones de dólares en los períodos 2006-7 y 2013-14. Pero esas son sólo las donaciones extranjeras que se reportaron para la matriz de la India. No incluyen todas las donaciones internas, bienes, artículos de valor financiero, terrenos y concesiones otorgados por empresas privadas y entidades gubernamentales de la India. Y por supuesto, ello no incluye todas las donaciones registradas en las filiales de los demás países (cientos actualmente) en los últimos sesenta años. Sin contar, por supuesto, con que lo registrado de ningún modo reflejará las cifras totales reales de sus operaciones.
Con esta pista proporcionada por el gobierno indio, puede entenderse que las estimaciones patrimoniales de los excolaboradores de la organización no resultan en absoluto exageradas. Y en este punto, se hace imposible ignorar la abismal diferencia entre esos ingresos monetarios y los servicios tan deplorables que ofrecen los albergues de las MDC.
El catolicismo es funda mental
El pasado 23 de febrero, en Bharaptur, Rajastán, mientras inauguraba un albergue para mujeres y orfanato por cuenta de la organización que dirige, Mohan Bhagwatcriticó la labor de las MDC. El presidente de la Rashtriya Swayamsevak Sangh (RSS, Organización Nacional de Voluntarios, una ONG de caridad nacionalista hindú, de extrema derecha) comentó que el albergue «no proveerá un servicio como el brindado por la Madre Teresa». Explicó que ese servicio «puede haber sido bueno, pero había un motivo detrás de él: convertir a la persona atendida al cristianismo. El problema no es la conversión, pero si esta se hace en nombre del servicio, entonces ese servicio se devalúa». Sunita Kumar, vocera de la orden en la India, negó todo ante la prensa, mientras Sachin Pilot, congresista por Rajastán, atribuía tales «distorsiones históricas» al sesgo derechista de la RSS. Sin embargo, Meenakshi Lekhi, vocera del partido de gobierno BJP, recordó que la propia Madre Teresa dijo en una entrevista que mucha gente la confundía como trabajadora social, pero que no lo era, que ella estaba al servicio de Jesús y su trabajo era difundir el cristianismo y acercar a la gente a él.
¿Entonces, estaba en lo cierto Bhagwat? Antes de morir, Madre Teresa pidió que se destruyeran todas sus cartas y anotaciones, pero el pedido no fue cumplido, y el padre Brian Kolodiejchuk (encargado del proceso de santificación de Madre Teresa) las recopiló y publicó en setiembre de 2007 con el título de «Mother Teresa: Come Be My Light» («Madre Teresa: ven, sé mi luz»). El padre Leo Maasburg usó una parte para, junto con sus recuerdos personales del trabajo con ella, publicar en setiembre de 2011 el libro «Mother Teresa of Calcutta: A Personal Portrait» («Madre Teresa de Calcuta: un retrato personal»). En su página 135, Maasburg cuenta cómo Madre Teresa le explicaba que un moribundo no tenía que conocer toda la enseñanza de la iglesia católica para poderlo bautizar. Que al momento de la muerte, era suficiente para el moribundo entender el núcleo mínimo de esa enseñanza, el amor a dios. Y que entonces, bastaba preguntarle al moribundo si quería ir donde el dios que le envió a las hermanas. Además del testimonio personal de Maasburg, existen registros de un discurso en la Clínica Scripps de California, en enero de 1992, donde Madre Teresa dijo: «Algo muy hermoso… es que nadie ha muerto sin recibir el boleto especial para san Pedro, como lo llamamos. Al bautismo le llamamos el boleto para san Pedro. Le preguntamos a la persona, ¿quieres la bendición por la cual tus pecados serán perdonados y recibirás a dios? Nunca se han negado. Ninguno de los 29 000 que han muerto en esa casa [en Kalighat] desde que empezamos en 1952».
Por supuesto, bautizar a los moribundos era sólo la punta del iceberg. Para terminar de despejar las dudas sobre su posición ideológica, baste mencionar que durante las deliberaciones del Concilio Vaticano II (1962-65), bajo el liderazgo del papa Juan XXIII, Madre Teresa estaba entre los asistentes, oponiéndose a todas las sugerencias de reforma. Lo que se necesitaba, según ella, era más trabajo y más fe, no revisión doctrinal. Su posición era ultrarreaccionaria, incluso en términos católicos ortodoxos. Pero no era lo único en su agenda.
El derecho de nacer
El fundamentalismo de Teresa no sólo radicaba en que su labor no se enfocaba en el pobre, sino en difundir el catolicismo. Además, mostraba sin miramientos una obsesión contra el aborto, los anticonceptivos y cualquier límite al crecimiento poblacional, en claro reflejo de la retorcida visión del sexo y la reproducción de la iglesia católica. Existen muchos casos documentados de su sostenida campaña de apoyo a esta conocida agenda. Quizás el más notorio fue su declaración, respecto de los miles de mujeres violadas por el ejército pakistaní en la guerra de independencia de Bangladesh en 1971, de que siguieran adelante con sus embarazos y tuvieran esos bebés de sus violadores.
Hasta hoy día, por otro lado, nadie sabe a tenor de qué se le concedió el premio Nobel de la Paz en 1979. De modo que ella misma lo explicó, durante su discurso de aceptación: «Hoy día, el aborto es el peor demonio, y el mayor enemigo de la paz. … A muchos les preocupan los niños, como aquellos en África, que mueren en grandes números por hambre u otras razones. Pero millones de niños mueren intencionalmente, por voluntad de sus madres». Su mensaje era claro: los niños que ya están en esta tierra valen menos que los que están por nacer. A propósito de este discurso, cabe mencionar que el economista y autor Steven Levitt demostró en el cuarto capítulo de su libro «Freakonomics» cómo la legalización del aborto contribuyó a la caída del crimen en los EUA. Esta idea, conocida como la «hipótesis Donohue-Levitt», fue planteada en un estudio publicado en 2001, donde se sostiene que los abortos impidieron el nacimiento de niños no deseados precisamente en familias cuyo entorno muy probablemente los habría llevado a ser criminales. Obviamente, tal afirmación levantó mucha polémica, pero revisiones estadísticas posteriores han confirmado el argumento central.
De cualquier manera, después del Nobel, Teresa siguió incansable con su activismo por todo el mundo: Washington en mayo de 1981 (para felicitar a su amigo el senador republicano Mark Hatfield, quien había votado en contra de una enmienda para facilitar el aborto a mujeres pobres), Japón el mismo año (para asistir a un mitin antiabortista de japoneses católicos), Dublín en agosto de 1982 (para apoyar un proyecto legislativo contra el aborto), y de nuevo Japón en abril de 1982. En esa nueva visita, visitó el hogar de las víctimas del bombardeo atómico de Nagasaki. No dijo una sola palabra sobre el sufrimiento de las víctimas y el horror del bombardeo, pero sí que el más grande destructor de la paz en el mundo era el aborto. Y la lista sigue: de visita en Londres en 1988, se suponía que su llegada se debía al creciente problema de los abandonados sin hogar, que llevó al acuñamiento de la frase «Cardboard City» debido al uso de estructuras hechas de cajas de cartón. Pero luego de mencionar brevemente el tema, Madre Teresa se dirigió a una reunión con la conservadora Primera Ministra, Margaret Thatcher, quien no resaltaba precisamente por sus inclinaciones sociales. La reunión, en realidad, tenía por objeto coordinar el apoyo a un proyecto presentado en el parlamento británico para limitar la disponibilidad del aborto.
Luego de regresar a Irlanda en 1992 (para rezar en contra de un referendo, que finalmente permitió a las mujeres abortar en otro país), recaló en Washington otra vez en febrero de 1994. En esa ocasión, escribió una carta a través de sus abogados en favor de Alexander Loce, quien era demandado por el Estado por haber ingresado junto con 14 personas más a una clínica de abortos en Morristown, Nueva Jersey, donde su novia iba a terminar con su embarazo de ocho semanas. Loce y los demás se encadenaron a las puertas de la sala de operaciones y otros ambientes del local, y retrasaron por nueve horas el aborto, que finalmente se realizó luego de la intervención policial que arrestó a Loce y los demás. En su carta, Madre Teresa sermoneaba a la sociedad norteamericana por haber permitido algo como Roe vs. Wade (la decisión judicial de 1973 que legalizó el aborto), y la instaba a aprender de una reciente decisión alemana que concedía al no nacido derechos de persona. Se suscitó un debate legal debido a una serie de tecnicismos, pero la corte condenó a Loce y los demás a una serie de pagos menores por entrada indebida al local.
Conozca el interior
Otra de las causas de Madre Teresa, ya mencionada, fue luchar contra los anticonceptivos. En un encuentro de oración en Washington, el 3 de febrero de 1994, decía que «Una vez que el amor viviente es destruido por los anticonceptivos, el aborto sigue muy fácilmente. … Nunca traigamos el peor de los problemas, que es destruir el amor. Eso es lo que pasa cuando le decimos a la gente que practique la anticoncepción y el aborto». También es fácil encontrar videos de su discurso en Knock, Irlanda, en 1992, donde rezaba para que en el país ninguna mujer practicara el aborto, y no se usaran anticonceptivos. Pero no la tuvo tan fácil en México, cuando en agosto de 1982 se opuso a los anticonceptivos en una conferencia en Acapulco: al ser denunciada en los diarios por desprecio a la constitución del país, prefirió huir rápidamente a Honduras. Y en setiembre de 1994, una carta suya fue usada por el Vaticano para sabotear la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo de las Naciones Unidas en El Cairo: «Si una madre puede matar a su propio hijo, ¿qué nos impide matarnos entre nosotros? … Si hay un niño que no quieren o no pueden alimentar o educar, denme ese niño. Yo me encargaré de él». Al final, el Vaticano no firmó la declaración común, por su negativa a aceptar que las mujeres accedan a métodos anticonceptivos bajo cualquier circunstancia, incluida la violación. En 1996, el Vaticano retiró su aporte anual de US$ 2500 a la UNICEF porque ofreció pastillas «del día siguiente» a las mujeres que habían sido violadas en campos de refugiados en la República Centroafricana.
Por su parte, Madre Teresa no podía abrir la boca sobre ese tema en la India, pues combatir los anticonceptivos es allá considerado terrorismo. De modo que, por única vez en su vida, financió un estudio médico, encabezado por su propio ginecólogo, el Dr. Ajay Ghosh. Basado en el supuesto estudio de 17 000 mujeres de las barriadas de Calcuta, el documento («Symptothermia Vis a Vis Fertility Control») pretendía demostrar que la «anticoncepción natural», con la ayuda de un termómetro y el reconocimiento del moco cervical, funcionaba. Repleto de fallas estadísticas, se publicó en 1982 y es citado profusamente por fundamentalistas católicos como si fuera válido, a pesar de que muchas de las mujeres del estudio abortaron cuando salieron embarazadas. Por supuesto, eso no le importaba a Teresa, quien exageraba sus mentiras sin que alguien le reclamara sustento para sus cifras. En junio de 1981, en Washington, afirmaba que su «hermoso» método había resultado en siete años en 134 000 bebés menos en Calcuta. Y en 1982, en una entrevista en la televisión escocesa, afirmó sin tapujos que había sido un millón de bebés menos en diez años. Por si fuera poco, en 1984, el 17mo Duque de Norfolk, el católico laico de más alto rango en el Reino Unido, dijo en una conferencia: «¿Cómo se le puede pedir a una pareja casada que use termómetros? Mi esposa y yo lo hicimos, y la maldita cosa no funcionó. ¿Acaso todos tienen que tener ocho hijos, como mi madre?». El Vaticano presionó al Duque para que se retractara, pero él no cedió.
Cabe anotar que si causas tan enfermas como denunciar el aborto y los anticonceptivos no bastaran para indignar a cualquier defensor de derechos reproductivos mínimos, especialmente para las mujeres, Teresa tampoco se quedaba callada en cuanto a asuntos de emancipación femenina. Para la Cuarta Conferencia sobre la Mujer en Beijing, en 1995, reclutó a Mercedes Wilson, una ultraortodoxa de derecha norteamericana, para llevar una carta suya y leerla en el pleno: «Ningún trabajo, ningún plan, ninguna posesión, ninguna idea de «libertad» puede tomar el lugar del amor. Podemos destruir el regalo de la maternidad especialmente a través del diabólico aborto, pero también pensando que cosas como empleos o puestos son más importantes».
Para quienes en este punto aún duden de que el fundamentalismo católico es la base ideológica de la orden fundada por Madre Teresa en 1950, hace pocos días se difundió el anuncio del cierre de sus orfanatos en la India. La razón es su negación a adaptarse a las nuevas normas de adopción del país, que permiten adoptar a padres y madres solteros y divorciados, y agilizan mucho más los trámites. Para la secretaria de Desarrollo de Mujeres y Niños, Maneka Gandhi, las MDC se oponen a registrar a sus menores en la base de datos centralizada porque «no quieren estar bajo una agenda secular uniforme». En su departamento están convencidos de que el antiguo sistema, caracterizado por grandes demoras, invitaba a la corrupción, la trata y el favoritismo. Además de su oposición ideológica a estas normas, las voceras de la organización de Madre Teresa expresaron de modo particular sus temores por el destino de los niños adoptados: «¿Y si el padre soltero que le damos a nuestro bebé resulta ser gay o lesbiana? ¿Qué seguridad o moral recibirán esos niños? Nuestras reglas sólo permiten adoptar a parejas casadas», declaró la hermana Amala a la prensa, antes de afirmar que tampoco le entregaría un menor a una persona divorciada. Ahí está, catolicismo puro y duro.
Teresa y el oso
Todos los líderes católicos sin excepción, sean de alto vuelo o poca monta, se esmeran en declarar que no se meten en política, aunque siempre lo hacen (en particular, para apoyar agendas conservadoras). Teresa no era la excepción, pues muchas de sus palabras y acciones tenían efectos en contextos políticos, aunque se refirieran a asuntos aparentemente religiosos o relativos a su pretendido trabajo social. Sin embargo, algunas de sus maniobras eran pura y decididamente políticas, en particular cuando había algo de comunismo involucrado.
Es conocido que Juan Pablo II trabajaba su agenda política estrechamente con la CIA, y un tema importante era el fin de la Cortina de Hierro. En junio de 1980, Madre Teresa llegó a Berlín Oriental, donde por única vez en su vida lideró una procesión de 20 000 católicos, lo que llevó a la apertura de uno de sus albergues en 1981. Pero cuando el muro de Berlín cayó en 1989, el albergue fue cerrado a los pocos días. Su existencia había dejado de ser políticamente relevante.
En 1990, luego de muchas solicitudes fallidas, Madre Teresa finalmente obtuvo en agosto una visa del gobierno de su natal Albania para visitar la capital, Tirana. Allí fue recibida el 2 de marzo de 1991 por la viuda de Enver Hoxha y varias personalidades del gobierno y del Partido Comunista. Hoxha, curiosa mezcla de fascismo y estalinismo, había sido el indiscutible líder del país tras el fin de la Segunda Guerra Mundial. Un tiempo después, junto con sus reivindicaciones nacionalistas y expansionistas, proclamó a Albania como «el primer estado ateo del mundo». Una vez en Tirana, Madre Teresa no sólo depositó un ramo de flores en la tumba de Hoxha, sino guardó el más completo silencio sobre la brutal supresión de la religión por parte de su régimen. Todo valía con tal de expandir el catolicismo en el mundo comunista.
Lo mismo intentó repetidas veces en China, e incluso decía que había recibido pedidos de allá, cuando la verdad era que todos sus intentos de expandir su red a ese país habían sido rechazados por el gobierno. En los días previos a su muerte, manifestaba que abrir albergues en China era uno de los sueños que no había podido cumplir.
Sin embargo, no todas las causas relacionadas con el comunismo eran igual de relevantes para Teresa. Cuando todos los ganadores de los premios Nobel de 1979 decidieron enviar una carta al mandamás soviético Leonid Brezhnev en protesta por la detención de un joven científico ruso, ella fue la única persona que no firmó. Es que podría haber parecido algo muy político.
Dejad que los niños vayan a él
La estridente sonoridad de Madre Teresa en temas como los ya mencionados contrasta claramente con su absoluto silencio en otros. En 1995, por ejemplo, al ser confrontada por la prensa irlandesa sobre el tema de los sacerdotes pederastas, su única respuesta fue: «Recen, recen y hagan sacrificios por quienes atraviesan tan terribles tentaciones». Claro, las víctimas eran lo de menos: ella sólo expresaba compasión por los sacerdotes.
El mismo patrón enfermizo de conducta observó un año antes, en el caso de su confesor y consejero espiritual de su orden, el padre Donald McGuire. Descubiertas sus fechorías pederastas, fue suspendido por su superior jesuita en Chicago, para recibir tratamiento psiquiátrico. En su nombre, el padre John Hardon llevó hasta Calcuta una carta de pedido de intermediación, en la que Madre Teresa se enteró de «los tristes eventos» que llevaron a la destitución de McGuire. También de que el padre Hardon «había establecido la inocencia del padre en los alegatos en su contra». No dudó en escribir una carta en favor de su confesor, quien ya había admitido parte de sus delitos: «Entiendo cuán grave es el escándalo que alcanza al sacerdocio de los EUA y cuán cuidadosos debemos ser para salvaguardar la pureza y la reputación de ese sacerdocio. Debo decir, sin embargo, que tengo confianza en el padre McGuire y deseo ver que su vital ministerio continúe tan pronto como sea posible». Gracias a esa intermediación, Donald McGuire fue restituido en su cargo y así pudo continuar violando a unos cuantos niños más.
En 2006, McGuire fue convicto de abusar de dos estudiantes de la Academia Loyola en los años 60, pero el clero lo siguió encubriendo. Al año siguiente, se hicieron públicas las cartas de muchas familias, que demostraron que en la orden jesuita estaban muy conscientes de la conducta de McGuire y las denuncias en su contra, pero prefirieron hacerse de la vista gorda. Ello le permitió al sacerdote tener libre acceso a niños y jóvenes por cerca de 40 años. Llevado a juicio, se estableció que había sido un depredador sexual particularmente activo, y sus repulsivos métodos quedaron expuestos y detallados. El 11 de febrero de 2009, la jueza Rebecca Pallmeyer emitió una sentencia que excedía los límites federales, lo cual estaba permitido por lo extremo del caso. La magistrada añadió que los crímenes de McGuire habían sido particularmente detestables porque abusó de la confianza de los padres y perversamente sacó ventaja de sus hijos, lo que era «horrendo», «inaceptable» y «un pecado muy, muy serio». Él, lejos de mostrar arrepentimiento, dijo que se sentía «libre». Condenado a 25 años de cárcel, se espera que, con sólo seis servidos y 84 de edad cumplidos, termine sus días en la prisión federal de Springfield, Missouri. Su defensa, sin embargo, «cree fuertemente en su inocencia», califica todo como un «error de la justicia», pues «es evidente que los testigos cometieron perjurio», y sostiene que la realización de estos procesos judiciales «es un asalto directo al sacerdocio de la iglesia católica». Por supuesto, aprovecha también la ocasión para recolectar fondos para las apelaciones.
Para terminar este acápite, este caso no es el único donde el nombre de Madre Teresa está involucrado en esta viejísima costumbre clerical cristiana. Porque las MDC tienen un ala masculina, los Hermanos Contemplativos, que también ha vistodenuncias por casos de sodomía entre los jóvenes de los albergues que administra.
Los pobres como pretexto
Ya hemos visto lo bien que se llevaba Madre Teresa con dictadores, políticos corruptos y estafadores de alto vuelo. ¿Pero cómo era su relación con los pobres, que supuestamente eran el fin último de su trabajo y su vida? La imagen pública de Madre Teresa nos llevaría a pensar que convivía con ellos la mayor parte del tiempo, que eran bien recibidos en todos los locales a disposición de la orden, y que muchos de ellos eran alimentados diariamente con los recursos disponibles.
Sin embargo, al igual que en el caso de los cuidados de salud brindados por las MDC, la imagen pública dista mucho de ser un reflejo de la realidad. Porque en cuanto a su permanencia en Calcuta, lo cierto es que no muchas veces se le veía por allá. Gustaba de pasar la mayor parte del año entre Europa y EUA, para lo cual contaba con cómodos lugares de alojamiento en muchas ciudades. Las veces que su amiga la princesa Diana viajó a Calcuta para darle el alcance, nunca la encontró, por lo cual sólo pudieron entrevistarse en ciudades europeas. Claro está, una de sus principales líneas cuando la prensa occidental le daba la bienvenida, era «extraño Calcuta», o «quiero regresar pronto a Calcuta». En 1984, públicamente rechazó un tratamiento de cataratas del Centro Médico San Francisco de Pittsburgh, EUA, porque no podía aceptar un tratamiento de US$ 7500. Pero al año siguiente, recibió la misma cirugía, aunque a mayor costo, en el hospital Saint Vincent de Nueva York. En el ejemplar de abril de 1996 de la revista norteamericana «Ladies Home Journal», dijo que quería morir como los pobres, en Nirmal Hriday, su casa de los muertos en Kalighat. Pero para entonces, ya solía recibir tratamientos en algunos de los lugares más costosos, como la clínica Scripps en La Jolla, California, o el hospital Gemelli en Roma. En Calcuta, frecuentaba las clínicas Woodlands y Belle Vue (fuera del alcance del 99% de la población de la India), así como el Instituto del Corazón Birla. Y cuando murió, lo hizo rodeada de costoso y avanzado equipo cardiológico, adaptado a sus exactas necesidades.
Pero el costoso estilo de vida de Teresa, al margen de darnos una idea de su verdadera relación de cercanía con el supuesto objeto de su labor, no es lo más importante. Sí lo es concentrarse en datos puntuales de su trabajo social en Calcuta, ciudad supuestamente abanderada de su labor, y en donde operan unas 200 instituciones de caridad. Revisando la profusa documentación de Chatterjee, descubrimos que los albergues de las MDC de Madre Teresa no fueron ni los primeros en operar, ni son los más prestigiosos, y están muy lejos de los primeros lugares en asistencia efectiva ejecutada en favor de los más necesitados. La institución de caridad más grande en Calcuta es sin dudas la hinduista Misión Ramakrishna. Fundada en 1897 por Swami Vivekananda, no sólo supera enormemente en labor social a las MDC, sino que se le considera la principal razón por la cual una gran cantidad de personas en la India no se convirtió al cristianismo. La segunda organización más importante es la Bharat Sevashram Sangha (BSS, «Sociedad Asistencial de la India»), también hinduista y fundada en 1917. Su infraestructura humilde contrasta con la de la Misión Ramakrishna y se parece a la de Madre Teresa, pero sus resultados son muy buenos, y sus monjes siempre han estado en primera línea para ayudar a los damnificados en desastres naturales. Incluso, en 1994 las MDC decidieron cerrar su leprosario de Sidgora, en Bihar, y solicitaron formalmente a la BSS que se hiciera cargo. En otro plano, la Nari Seva Sangha («Organización para el Bienestar de la Mujer»), fundada en 1944, es la institución con mayor alcance en políticas de asistencia, capacitación y empoderamiento de las mujeres en situación de pobreza o abandono. Compite con la Saroj Nalini Dutt Memorial Association (SNDMA), fundada en 1925, y la All Bengal Women’s Union (ABWU), fundada en 1932. Todas estas instituciones, vale la pena recalcarlo, muestran, al margen de problemas ocasionales, resultados positivos y crecientes, y ofrecen transparencia en su financiamiento y operaciones.
Por su parte, el Child in Need Institute (CINI) es indiscutiblemente la mayor organización benéfica infantil de Calcuta. Iniciada en 1974 por el doctor S.N. Chaudhuri en una humilde habitación, creció enormemente en menos de un cuarto de siglo, con resultados impresionantes incluso para sus propios funcionarios. Sin embargo, en toda la India, CRY (Child Relief and You), iniciada en Bombay en 1979, cuenta con la mayor red organizacional y el mayor presupuesto infantil anual. En contraste, el trabajo infantil de las MDC ofrece como su principal joya el Monidyne. Esta leche en polvo es fabricada y empacada por la compañía belga Belgomilk, exclusivamente para la orden de Madre Teresa, como figura impreso en cada lata (impresa, además, en blanco con bordes azules). Ello, sin duda, le valió a la compañía muchos elogios dentro y fuera de su país. Pero las buenas noticias terminaban en la etiqueta informativa del producto. El contenido de grasa de la leche enlatada suele estar entre el 22% y el 23%, mientras el Monidyne apenas llega al 7,25%. En toda leche estándar para bebés, el contenido de carbohidratos (alrededor del 23%) debe ser casi enteramente lactosa sin azúcar, pero el Monidyne contiene un 25% de sucrosa (azúcar), y apenas un 9,6% de lactosa. Cualquier leche estándar suele contener más de una docena de vitaminas, pero el Monidyne sólo tiene cuatro, y prescinde de la K, la B12, la C, la D y el ácido fólico. ¿Qué resultados nutritivos puede esa leche tener sobre un bebé abandonado y desnutrido? En cambio, los demás albergues de Calcuta usan el producto indio Lactogen, que tiene más de 20 vitaminas, y lo administran con cuidado. Además, el Monidyne tiene un 38% de almidón, lo que lo hace difícil de digerir y puede agudizar las diarreas. Si el Monidyne fuera ofrecido a los bebés de un país occidental, ello causaría un escándalo nacional y provocaría acciones inmediatas. Pero al parecer, Madre Teresa y su organización están por encima de cualquier escrutinio oficial.
Por su parte, quienes han experimentado de primera mano la realidad de los niños en los albergues de Madre Teresa no han permanecido en silencio. Desgarradores testimonios textuales y gráficos repletan, por ejemplo, el blog de Sally Warner, voluntaria por más de diez años e impotente testigo de innumerables casos de completa negligencia en el cuidado, la alimentación y el tratamiento infantil en diversos locales de las MDC: comida magra y deplorable que las propias monjas no se atrevían a probar (aunque ellas sí comían buena comida en otros ambientes), juguetes que se colocaban en vitrinas para que los niños sólo los vieran (y así evitar que los rompieran), niños amarrados a sus cunas, negativas tajantes a brindar tratamientos médicos externos, bloqueo de adopciones por parte de voluntarias europeas que querían llevarse a algún niño, y demás episodios que parecen más propios de un argumento kafkiano que de una institución de caridad.
En cuanto al trabajo social propiamente dicho, las MDC no recogen gente de las calles de Calcuta, aunque Teresa siempre decía lo contrario. En realidad, ella instruía a las monjas para que todas las solicitudes de ese servicio fueran derivadas al 102 (el número de emergencias), de modo que los necesitados llegaban en ambulancias de otras entidades. Y no es que la orden no cuente con ambulancias, porque varios vehículos le han sido donados, sino que las usan principalmente para transportar a las monjas entre los diversos centros de oración. Lo cual nos lleva a entender que muchos de sus locales no son ni albergues ni hospicios ni orfanatos, sino centros administrativos o alojamientos para las monjas. Hay países en los que la presencia de la orden sólo se da en centros de entrenamiento de monjas y monjes, no en centros de ayuda a los pobres. Otra de sus políticas era que las personas que llevaban a un necesitado no debían tener vínculos con él. En el caso de los niños, no eran admitidos sin que los padres firmaran un formulario de renuncia de patria potestad. Y en cuanto a las raciones servidas, Teresa decía que su orden alimentaba de 4000 a 9000 personas al día, pero en realidad sus dos o tres comedores en Calcuta no pasan de 300 raciones diarias, que sólo son servidas a quienes cuentan con unas tarjetas de comida. Dichas tarjetas, no hay que sorprenderse, son distribuidas casi todas entre los cristianos, lo cual desmiente las afirmaciones de Madre Teresa cuando decía que atendía a todos los pobres por igual. Obviamente, esas restricciones no quieren decir que aquellos que logran ser atendidos entran a un paraíso: son obligados a permanecer en sus estrechas camillas, se les prohíben las visitas y deben defecar comunalmente, al margen de las deficiencias en atención médica ya señaladas.
Tampoco olvidemos otro detalle fundamental de los pobres de Teresa. Ya se ha mencionado que un ingrediente básico de la propaganda alrededor de ella es la demonización del lugar en que operan sus albergues. Ello se dio desde un primer momento, en el mismísimo documental de Muggeridge que la lanzó al estrellato. Desde entonces, la imagen de Calcuta en Occidente es la de un muladar, donde sólo la santa Madre Teresa se preocupaba por los desamparados. Pero esa fórmula no es exclusiva para la India. En la página oficial del voluntariado de su organización, se puede leer en la sección dedicada al Perú, en particular el local de Lima: «La mayoría de la gente cambia de cara cuando se habla de La Victoria, ya que tiene una mala reputación, pero no se desanime a ir como voluntario. Tome estas precauciones: no usar joyas, incluyendo relojes y no tomar los objetos de valor, tales como el teléfono móvil, cámara, cartera u otros objetos que puedan atraer la atención particular en una situación de extrema pobreza. … Algunos taxistas pueden negarse a aventurarse en La Victoria, debido a su reputación, pero podrían aceptar, cuando se enteren de dónde va a ser voluntario».
A estas alturas, el tridente propagandístico de Teresa está claro: apelar a la compasión de la caridad mediante a) un lugar insoportablemente inhabitable, b) ausencia total de otro tipo de ayuda, y c) frases, fotos y poses para la galería. Ya hemos visto esos tres componentes expuestos y refutados a lo largo de este artículo, pero conviene reproducir un testimonio de refuerzo respecto del tercero. Lo comparte el Dr. Reeti Biswas, director de la pequeña organización de caridad cristiana Cathedral Relief Service (CRS), que también opera en Calcuta. En palabras de Biswas: «Respeto a Madre Teresa como persona, pero no como trabajadora de caridad. Toda su agenda era espectáculo y propaganda para su trabajo. Tenía una fascinación por la gente haciendo cola por mendrugos fuera de su albergue, y lo mantenía para que otros, especialmente extranjeros, pudieran verlo y maravillarse. … Adoraba esa imagen del mendigo con un tazón, que resulta tan deshumanizante para los pobres. Pienso que desean que la gente siga siendo pobre y desvalida para que sigan llegando, les lancen unos mendrugos y reciban crédito por ello. … Es muy triste. Con sus recursos, la Madre pudo haber transformado las vidas de los pobres de Calcuta, pero en vez de ello eligió los gestos».
Después de conocer cuál era en realidad el trato que Madre Teresa prodigaba a los pobres, quizás no sorprenda del todo la vara con la que medía a los ricos. El 3 de diciembre de 1984, una fuga producida en una fábrica de pesticidas llevó en pocos días a la muerte de decenas de miles personas en la ciudad india de Bhopal. Fue elpeor accidente industrial del mundo, pues los efectos no se limitaron a los muertos, sino al más de medio millón de sobrevivientes que quedó con problemas de salud de largo plazo, y los subsiguientes efectos en las futuras generaciones. Madre Teresa se apresuró en volar hacia la ciudad, y mientras caminaba entre algunas de las víctimas, la prensa le preguntó en nombre de los afectados qué acción debería tomarse. Ensayando su mirada más digna, pronunció: «Perdonar». Tras instantes de silencio entre los incrédulos testigos, volvió a asentir con la cabeza: «Perdonar, perdonar». Y luego se alejó rápidamente. ¿Cómo sabía que había algo que perdonar? Quizás no habría dicho eso si la fábrica no hubiera pertenecido a la trasnacional Union Carbide. Esta no respondió por los daños causados y alargó como pudo todos los procesos legales hasta ser comprada por Dow Chemical en 2010, con lo cual el problema pasó a otras manos. Los damnificados siguen exigiendo justicia.
En 1995, la República de Irlanda celebró un referéndum acerca de si su constitución debería seguir prohibiendo el divorcio. La madre Teresa tomó un avión desde Calcuta para apoyar la campaña en favor del «sí», junto a la Iglesia y sus partidarios de la línea más dura. Pero sus rezos de nada valieron, pues el referéndum reformó finalmente la constitución, y aprobó el divorcio. Al año siguiente, cuando la princesa Diana se divorció de Carlos, la madre Teresa dijo en una entrevista que confiaba en que su amiga Diana fuera más feliz una vez que se hubiera librado de lo que evidentemente era un matrimonio desafortunado. O sea, una irlandesa casada con un borracho maltratador jamás debería esperar nada mejor para su vida, pero a una princesa recién divorciada se le deseaba lo mejor. En estos dos casos, podemos apreciar la típica praxis católica: aplicar criterios más severos a los pobres y ofrecer indulgencias a los ricos.
Camino a la santidad
En setiembre de 1998, Monica Besra se convirtió en una celebridad cuando afirmó haberse curado de un tumor luego de rezarle a la Madre Teresa mientras sujetaba un medallón con la imagen de la religiosa. Este «milagro» fue considerado el primer acto póstumo de curación de la Madre Teresa, y mencionado en la ceremonia del 19 de octubre de 2003, en la cual el Vaticano beatificó a la albanesa. Besra fue incluso escoltada a Roma por monjas de la congregación para ser mostrada como prueba viviente de los poderes curativos de su madre superiora. Sin embargo, cuatro años después, Besra denunció que las misioneras de la caridad frecuentaban su casa y le hacían promesas de apoyo financiero, pero luego la abandonaron por completo. Selku Murmu, el esposo, declaró inicialmente que el milagro no existía y que su esposa se curó gracias a los doctores, pero luego de algunos regalos, cambió sus declaraciones y convirtió a su familia al cristianismo. Las misioneras de la caridad, sin embargo, dejaron de aparecerse por allí una vez Teresa fue beatificada.
Por otro lado, para algunos de los doctores que trataron a Monica Besra, no hay evidencia de milagro alguno. Por ejemplo, para el Dr. Ranjan Kumar Mustafi, del hospital Balurghat en Bengala Occidental, «esta declaración de milagro es una tontería completa y debería ser condenada por todos. Ella tenía un tumor de tamaño mediano en la parte baja de su abdomen, causado por la tuberculosis. Los fármacos que se le administraron eventualmente redujeron la masa cística y el tumor desapareció luego de un año de tratamiento». Sin embargo, dispuesto a seguir explotando a su gran figura mediática, el Vaticano está en espera de la confirmación de un segundo milagro para proceder a la santificación. Ello, por supuesto, ignorando los lapidarios testimonios dados a las instancias pertinentes de la iglesia por Chatterjee en Londres y luego Hitchens en Washington, DC, ambos en 2001.
La celeridad de este proceso se debe básicamente a que Juan Pablo II abolió la figura del «abogado del diablo» como parte de las averiguaciones en los procesos de santificación. Al margen de ello, algunos podrán pensar que el Vaticano debería dar marcha atrás en el proceso de Madre Teresa, porque es evidente que no cuenta con mérito para ello. Sin embargo, es sólo cuestión de tomar un poco de distancia y entender la receta: hipocresía, codicia, corrupción, encubrimiento de pederastia y mucho marketing. Sin duda alguna, Madre Teresa sería una santa a la perfecta medida del catolicismo.
El asunto de la caridad
Si este texto se ha elaborado intencionalmente largo, es por dos razones principales. La primera es simplemente editorial: hay muchos artículos sobre el tema fácilmente ubicables en la red, de breve extensión y usualmente centrados en los aspectos tratados en el libro de Hitchens. Algunos artículos aportan algún dato adicional en especial, y por ello se les ha hecho referencia dentro del texto, o se les ha puesto como recomendaciones al final. Pero la gran mayoría del material está en otros idiomas, de preferencia inglés. De modo que ha sido la primera intención efectuar, para el público lector en nuestro idioma, una recopilación mínima de las fuentes y los temas para acercarse a este complejo personaje que fue Teresa de Calcuta. No será la mejor investigación, pero sí un buen primer paso.
La segunda razón es más sutil. A algunos podrá parecerles muy repetitivo el recuento de los viajes de Teresa alrededor del mundo para promover la versión más rancia del catolicismo. Europa, EUA, Latinoamérica y Asia han sido mencionados constantemente en sus periplos. No sería muy exagerado decir que Teresa se pasó la quinta parte de su vida subida en aviones. Obviamente, en las fuentes consultadas el registro de esos viajes es muchísimo mayor, pero son los ejemplos más ilustrativos los que hemos presentado. A pesar de ello, es bastante información. Todo ello nos debería llevar a plantearnos algunas preguntas básicas. Si Teresa se pasaba tanto tiempo viajando, ¿en qué momento se ocupaba de los pobres? Se podría decir que tenía toda una organización detrás, y que ella era la cabeza visible para conseguir donaciones y financiamiento. Puede ser. Pero entonces, ¿qué tiene eso que ver con volar de emergencia a Bhopal para decirle a los miles de damnificados que «perdonen», o con ir a Irlanda a hacer campaña por el divorcio, o con desvirtuar cualquier clase de activismo porque el aborto es lo peor? Esta clase de desconexión es lo que nos lleva a concluir que para la clase de caridad que hacía Teresa, los pobres sólo son un pretexto. Cuando los requerimientos de su dogma chocaban con las necesidades de los pobres, dejaba las segundas de lado.
Ha quedado claro también que Teresa podía recibir dinero de cualquier personaje de obrar turbio y nefasto, y lavarle la conciencia en público a cambio de un jugoso cheque. Sin duda, aquí sus defensores recurrirán a su repetida frase: «Cualquiera merece una oportunidad de demostrar compasión». Se podría entender eso como que lo importante no es si el dinero recibido es mal habido, sino si se harán buenas obras con él. El mercadeo de la caridad es difícil, y después de todo, el dinero no tiene olor. Pero entonces, ¿se usaba el dinero recaudado para aliviar la situación de «los más pobres de los pobres» (como le gustaba decir)? Cuando recibió un buen donativo de la dinastía Duvalier, ¿compartió algo de eso con el sufrido pueblo haitiano, al que ese dinero había sido robado? Claro que no, lo suyo no era jugar a Robin Hood.
La revista alemana Stern determinó que en un período de un año, el mejor ratio de inversión de las MDC en los pobres no pasaba del 7% de lo recibido. Todo lo demás se quedaba en las cuentas del Vaticano, que controla desde hace 50 años los asuntos monetarios de las MDC (quizás mucho de ese dinero se haya ido en pagar las millonarias indemnizaciones a víctimas de pederastia a las que el catolicismo ha sido forzado en tantos juicios recientes, sobre todo en los EUA). El hecho es que la inversión que hacía Madre Teresa en infraestructura no era para mejorar la ya existente y proveer de mejores servicios a los pobres que atendía, con el fin de elevar su calidad de vida. No. Básicamente, lo que hacía era abrir centros administrativos, alojamientos para su personal, y más albergues donde las condiciones eran igual de míseras que en los demás. La idea es fácil de entender: mientras los pobres siguieran agolpándose en la puerta de sus albergues, Madre Teresa podía seguir tomándose fotos y transmitir al mundo la imagen de desamparo total necesaria para inspirar la compasión que mantenía constante el flujo de los cheques de donación. Acciones como aliviar de verdad la situación de los pobres, curar a un enfermo o darle comida realmente nutritiva a un hambriento no entraban en ese esquema, simplemente porque acababan con la materia prima de su marketing de la caridad. Sin víctima, no hay victimización posible.
Todo esto nos debería llevar a plantearnos seriamente una cuestión. En otros artículos publicados en esta sección, ha quedado establecido que la moral es un producto evolutivo biológico y social, que no depende de ninguna clase de revelación sobrenatural, y por lo tanto no se origina en su autoproclamada intermediaria, la religión. Sin embargo, aún encontramos como una recurrente línea de propaganda la insinuación de que sin religión no puede haber moral. Lo mismo parece ocurrir en el asunto de la caridad.
El caso de Madre Teresa es la sublimación de la imagen de la monjita sacrificada por los pobres. Como si para ejercer la caridad hicieran falta crucifijos o símbolos religiosos en general. Nada más lejos de la verdad: el trabajo social en nuestros días se ha desarrollado tanto que existen talleres, centros de investigación y hasta especialidades universitarias donde, sin el requisito de pertenecer a una religión, cualquiera puede aprender métodos y procedimientos para realizar labores de proyección social efectivas, tangibles y medibles. Y ejemplos de que puede hacerse caridad sin religión abundan. Hoy por hoy, personas sin religión trabajan en diversas ONG e incluso han formado organizaciones caritativas seculares, que no niegan ayuda a una persona si tiene otra manera de pensar (como sí hacía Madre Teresa, y lo hacen las MDC hasta hoy). A estas alturas, el monopolio religioso de la moral es simplemente insostenible. Eso mismo debe aplicarse al monopolio religioso de la caridad. Ya es tiempo de acabar también con ese mito, y entender que dos manos que trabajan por el prójimo hacen mucho más que dos manos rezando.
La Madre Teresa de Calcuta: el mayor falso ídolo de la historia
DESPUÉS DE 30 AÑOS DE SOSPECHAS, CONFIRMAN EXISTENCIA DE UN NUEVO TIPO DE ENFERMEDAD CARDÍACA
Desde hace más de 30 años, especialistas sospechaban de la existencia de una nueva enfermedad cardíaca.
Se trataba de una alteración casi imperceptible en la actividad eléctrica del corazón que le podía costar la vida a quien la tuviera.
Ahora, un equipo de especialistas de la Sociedad Española de Cardiología determinó que, en efecto, es un trastorno que afecta a personas mayores. Se trata del síndrome de Bayés.
El doctor español Manuel Martínez-Selléz, jefe de la sección de cardiología de la Sociedad Española de Cardiología, veía con preocupación cómo las personas que tenían esta anomalía sufrían infartos cerebrales con más frecuencia, aumentaban el riesgo de demencia y tenían más probabilidad de morir.
Martínez-Selléz estaba al tanto de los estudios que al respecto y durante décadas hizo el cardiólogo Antonio Bayés de Luna (de allí el nombre) y decidió, de una vez y por todas, determinar de qué se trataba.
Para ello contó con la participación de 80 centenarios y 269 septuagenarios como grupo de control y junto a su equipo demostró que se trata de una situación de prearritmia.
«Ahora sabemos que las personas que sufren este bloqueo interauricular tienen un latido adelantado de las aurículas. Y sabemos que puede desencadenar en arritmia», le dijo a BBC Mundo Martínez-Selléz.
El bloqueo interauricular es un trastorno entre las dos aurículas del corazón.
«Se trata de una enfermedad porque es una alteración del circuito eléctrico del corazón, en este caso del circuito eléctrico de las aurículas, que se asocia a un riesgo demostrado tanto de ictus (accidente cerebrovascular) como de demencia», agrega Martínez-Selléz.
A un costado del corazón
Las personas que tienen esta alteración tienen una facilidad para formar coágulo en la aurícula izquierda del corazón.
«Estos coágulos se pueden desprender y producir, tanto si son pequeños, una demencia vascular, y si son grandes un infarto cerebral o incluso la muerte del paciente», señala el experto.
El hecho de que sea una enfermedad abre las puertas a mejorar el diagnóstico de las afecciones cardíacas que aparecen con la edad.
Como nunca antes en la historia de la humanidad hay tantas personas de tercera edad.
Naciones Unidas estima que para el 2050 habrá unas 400 millones de personas por encima de los 80 años, lo que supone un reto para el área de la salud.
Para el equipo de investigación, lo más satisfactorio del estudio es mejorar el diagnóstico de los ancianos que presenten este síntoma.
«Estamos convencidos que los enfermos con esta alteración se beneficiarán de un tratamiento antiarrítmico y anticoagulante que ayudará a prevenir el infarto cerebral y la demencia», explica Martínez-Selléz.
Un simple cardiograma puede detectar el síndrome de Bayés.
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