Ha tenido que ser un periódico digital, con su director en el exilio, el único que se ha atrevido a publicar el mayor crimen acontecido en nuestro país en los últimos 20 años.
(Dicho por alguien que ha sido denunciado dos veces por el Sr. Carlos Fabra por tan solo compartir un “meme” en esta misma web)
La Tribuna de España y La Tribuna de Cartagena -que frente al monocorde balido del “pensamiento único” y del buenismo de “la prensa del sistema” definimos nuestra apuesta editorial como “PERIODISMO CON VALORES“- entendemos nuestro trabajo como un servicio a la verdad y la justicia como categorías permanentes de razón, -es decir, la verdad y la justicia no son relativas sino únicas, no son negociables, ni sometibles a la voluntad popular pues, como decía José Antonio “la verdad es verdad aunque consiga cien votos y la injusticia es injusticia aunque consiga cien millones de votos“- y adoptamos la definición clásica del periodismo: “contar lo que otros no quieren que se sepa“. Por supuesto que existen interpretaciones ideológicas de los hechos; también nosotros tenemos la nuestra:nos definimos como un periodismo que enmana del humanismo personalista cristiano -pese a que somos, por ventura, aconfesionales (que no es lo mismo que anticlericales)-, somos patriotas (no sólo en la defensa a ultranza de la unidad territorial de España, sino también en el patriotismo que obliga a comprometerse en favor de los más desfavorecidos y a perseguir las conductas insolidarias) y aspiramos a convertirnos en azote de la corrupción, venga de donde venga.
Pero, frente al relativismo que impera en la actual sociedad mediática, repetimos, la verdad es sólo una y esa es la que debe contar el periodista que pretende hacer un trabajo digno: todo lo demás son relaciones públicas o pagos a quienes aumentan la cuenta de resultados de las empresas de comunicación, a sus anunciantes o a sus propietarios. Por eso, el periodismo que practicamos en esta casa lleva implícito en su ADN la veracidad y la absoluta independencia periodística.
En consecuencia -y desde que nació nuestro primer periódico, La Tribuna de Cartagena, hace ya 14 meses, hemos hecho de la denuncia del más aberrante de los crímenes, la pedofilia, una cruzada especial; hasta el punto de dedicarle un monográfico permanente en ambos periódicos y en el que vamos incluyendo todas nuestras publicaciones, denominado “Apocalipsis cotidiano“. Y tenemos esta “fijación periodística” con la pederastia porque siendo la primera obligación de un Estado de Derecho proteger a sus niños, en España se secuestra, se tortura, se viola, se graba las imágenes e incluso se asesina a niños con mayor frecuencia, incluso, que en otros países de nuestro entorno.
Y sólo salen a la luz pública estas atrocidades cuando son producidas por un donnadie, por un enajenado o por un vulgar delincuente común.
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