Ensayos clínicos interesados y sesgados; un enfoque no tanto basado en la prevención de la enfermedad como en su tratamiento farmacológico; especulación medicamentosa y una administración pública que mira para otro lado y consiente estas prácticas. Así se encara de manera errónea el cáncer, cuyas cifras de muertes (personas) no bajan y cada año se diagnostican más casos.
Corre por las redes sociales con éxito de difusión una entrevista de El Mundo con el médico oncólogo Miguel Martín, que fue hasta el año pasado presidente de la mayor asociación profesional de sanitarios que trabajan en el ámbito del cáncer, la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM).
Ya desde el título las contestaciones de este médico no tienen desperdicio:
Hacemos los ensayos clínicos que quiere la industria farmacéutica“.
Es decir, el enfoque del tratamiento del cáncer está supeditado a los intereses comerciales de las empresas que tienen en esa enfermedad su negocio. Es muy duro ¿verdad?, ¿quién no ha visto morir a un familiar o algún amigo por dicha enfermedad? Mi padre, mi suegra, la lista sería muy larga.
Martín explica que la sociedad necesita a la industria y sus ensayos clínicos:
Son imprescindibles y hay que hacerlos, pero hay otros ensayos que son clave para los pacientes y que a la industria no le interesa”.
Y ofrece un ejemplo del campo oncológico en el que es especialista, cáncer de mama:
la comparación entre dos fármacos aprobados para el cáncer de mama en la misma indicación. Nunca los dos laboratorios las van a comparar entre sí. Es tirar piedras sobre su propio tejado. Prefieren dirimir esta batalla en términos demarketing. La comparación cara a cara es básica para las enfermas, ver cuál esmejor y menos tóxico.
La actual legislación promueve que esos trabajos estadísticos sólo puedan hacerlo empresas grandes pues el investigador ha de poner el fármaco, el seguro que cubra el ensayo y todo el dinero que cuesta el trabajo. Para investigadores independientes eso es
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