China y Rusia llevaban 5 años trabajando en la creación de sistemas alternativos a la red internacional de comunicaciones entre bancos y entidades financieras conocida como SWIFT (siglas en inglés de la Sociedad para las Comunicaciones Interbancarias y Financieras Mundiales).
La red SWIFT tiene su sede en Bruselas y está bajo control estadounidense.
El 18 de septiembre de 2014, el Parlamento Europeo aconsejaba en su resolución «sobre la situación en Ucrania y las relaciones UE-Rusia» (Ref: 014/2841(RSP)) desconectar a Rusia de la red SWIFT.
En respuesta, Moscú emprendió la creación del SPFS (Система передачи финансовых сообщений), una red alternativa propia destinada a garantizar sus transacciones internas. Esa red entró en funcionamiento en diciembre de 2017. Más de 500 bancos ya están conectados a ella y algunos bancos extranjeros también comienzan a integrarse.
El problema de China es diferente al de Rusia. El objetivo de China no es prevenir la adopción de sanciones creando un sistema independiente de transferencias bancarias sino poder realizar transferencias en yuanes (la moneda china), divisa que no es plenamente convertible en los mercados cambiarios.
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