Magdalena del Amo.- La manipulación del clima se hace visible estos días con mayor evidencia. Ni un solo rincón de España se escapa a la invasión de aviones fumigadores que trabajan a destajo para tintar de gris el azul de nuestros cielos. Las denuncias al Seprona y en los juzgados se han convertido en algo rutinario. Pero es demasiado tarde. El cambio climático provocado por las élites, con la complicidad de los políticos e instituciones mundiales es ya imparable. El espacio aéreo ya no nos pertenece. Pero esta historia empezó a fraguarse hace muchos años.
Los programas para controlar el clima, utilizados como arma de guerra, datan de los años sesenta. Los Estados Unidos los pusieron en práctica por primera vez durante la guerra de Vietnam. Bajo el nombre de “Operación Popeye” se llevaron a cabo una serie de actuaciones, entre ellas bombardear las nubes con ioduro de plata para provocar lluvias torrenciales y alargar el periodo del monzón, con el fin de inundar la Ruta Ho Chi Minh, que era el eje de comunicación para el tránsito de soldados y víveres. Los equipos de la US Air Force, que tenían sus bases en Tailandia, mantuvieron contra Laos una guerra climática que duró cinco años. En este tiempo, se destruyeron arrozales para causar hambrunas y los bosques que servían de refugio a los soldados vietnamitas. Las consecuencias para la población y para el medioambiente fueron desastrosas. Cada equipo se componía de dos aviones C-130 escoltados por dos F-4.