Archivo por días: septiembre 8, 2010

EZEQUIEL REVISITADO: RUEDA MULTIDIRECCIONAL

Si la Tierra hubo recibido en efecto la visita de astronautas extraterrestres hace milenios, el relato pormenorizado del profeta Ezequiel – en el Antiguo Testamento – bien podría ser una de las pruebas testimoniales más reveladoras de las que se conocen. Leemos:

Ezequiel 1:

  1. En el año trigésimo, en el mes cuarto, a cinco del mes, sucedió que estando yo en medio de los cautivos junto al río Kebar, se abrieron los cielos, y tuve visiones divinas.

4.  Y miré, y he aquí que venía del norte un torbellino de viento, y una gran    

      nube, y una masa de fuego, y un resplandor alrededor de ella; y en su

      centro, esto es, en medio del fuego, una imagen como de bronce.

  1. Y en medio de aquel fuego se veía  una semejanza de cuatro seres vivientes: la apariencia de los cuales era la siguiente: había en ellos algo que se parecía al hombre.
  2. Cada uno tenía cuatro caras, y  cuatro alas.
  3. Sus pies eran derechos, y la planta de sus pies, como la planta del pie de un becerro, y resplandecían como bronce bruñido.
  4. Debajo de sus alas tenían manos de hombre; y tenían caras y alas por los cuatro lados.
  5. Y juntábanse las alas del uno con las del otro. No se volvían cuando andaban, sino que cada uno caminaba según la dirección de su rostro.
  6. Por lo que hace a su rostro, los cuatro lo tenían de hombre, y los cuatro tenían cara de león a su lado derecho; al lado izquierdo tenían los cuatro cara de buey; y en la parte de arriba tenían los cuatro cara de águila.
  7. Sus alas extendíanse hacia lo alto; tocábanse dos alas de cada uno con las del otro, y con otras dos cubrían sus cuerpos.
  8. Y andaba cada uno de ellos según la dirección de su rostro; a donde los llevaba el ímpetu del espíritu, allá iban; ni se volvían para caminar.
  9. Y entre estos seres vivientes había como ascuas de ardiente fuego y como hachas encendidas que se movían de acá para allá entre ellos.
  10. Y entre estas criaturas vivientes resplandecía el fuego, del que salían relámpagos. Y los seres vivientes iban y venían como el rayo.
  11. Y mientras estaba yo mirando los seres vivientes, apareció una rueda sobre la tierra, junto a ellos, junto a los cuatro.
  12. las ruedas y la materia de ellas era a la vista como crisólito, y las cuatro eran semejantes, y su forma y estructura eran como de una rueda que está dentro de otra rueda.
  13. Caminaban constantemente por sus cuatro lados, y no se volvían cuando andaban.
  14. Asimismo las ruedas tenían tal circunferencia y altura que causaba espanto el verlas; y toda la circunferencia de todas cuatro estaba llena de ojos por todas partes.
  15. Y caminando los seres vivientes, andaban igualmente también las ruedas junto a ellos; ycuando aquellos seres se levantaban de la tierra, se levantaban también del mismo modo las ruedas con ellos.
  16. A cualquier parte donde iba el espíritu, allá se dirigían también en pos de él las ruedas; porque había en las ruedas espíritu de vida.
  17. Cuando aquellos seres andaban, andaban las ruedas; parábanse, si ellos se paraban; y levantándose ellos de la tierra, se levantaban también las ruedas en pos de ellos; porque había en las ruedas espíritu de vida.
  18. Y sobre las cabezas de los vivientes había una semejanza de firmamento que parecía a la vista un cristal estupendo; el cual estaba extendido arriba por encima de sus cabezas.
  19. Y debajo del firmamento, las alas de ellos extendidas, tocando el ala del uno a la del otro, y cada cual cubría su cuerpo con otras dos.
  20. Y oía yo el ruido de las alas como ruido de muchas aguas, como trueno del excelso Dios; así que caminaban, el ruido era semejante al de un gran gentío, o como el ruido de un ejército, y así que paraban, plegaban sus alas.
  21. Porque salía una voz de sobre el firmamento que estaba encima de sus cabezas, cuando ellos se paraban y plegaban sus alas.
  22. Y había sobre el firmamento que estaba encima de sus cabezas como un trono de piedra de zafiro, y sobre aquella especie de trono había la figura como de un personaje.
  23. Y yo vi como una especie de bronce resplandeciente de fuego dentro de él; y alrededor de su cintura hasta arriba, y desde la cintura abajo vi como un fuego que resplandecía alrededor.
  24. Cual aparece el arco iris cuando se halla en una nube en día lluviosotal era el aspecto del resplandor que se veía alrededor.

 

Una “mirada tecnológica”      

Como bien sabemos, fue Erich von Däniken el primero en proponer – en su libro Chariots of the Gods? – la idea de echarle una “mirada tecnológica” al relato del profeta bíblico, y considerar así la posibilidad de estar ante la descripción de una nave espacial de algún tipo. Y también sabemos que fueron muchos conspicuos miembros de la comunidad científica los que se ocuparon muy pronto de ridiculizar esa idea en un tono parecido al empleado por la Academia de Ciencias de Francia cuando, hace unos 200 años, publicó una amonestadora declaración en la que afirmaba: “En nuestra era ilustrada, existe todavía gente tan supersticiosa que cree que las piedras pueden caer del cielo.” Las mismas “piedras” que hoy conocemos como meteoritos…dicho sea de paso.

Entre esas voces críticas se escuchó bien alto y claro la de Donald H. Menzel,  un muy respetado astrónomo de la Universidad de Harvard, quien dio su propia interpretación de lo acontecido basándose en un complejo fenómeno meteorológico conocido como parahelio(formado por la luz solar que se refracta a través de los cristales de hielo de las nubes), cosa que a su juicio habría hecho del profeta la perfecta víctima de una ilusión óptica. Cuestión ésta de la que nos ocuparemos más adelante.

La interpretación técnica de un ingeniero de la NASA

 

Al igual que varios de sus colegas, también el ingeniero aeronáutico Joseph Blumrich se había echado a reír cuando escuchó hablar acerca de la posibilidad de que Ezequiel hubiese descrito una nave espacial.

Habiendo participado en la construcción del Saturno V – el cohete que llevó a los astronautas a la Luna – y dueño de una medalla al mérito por servicios especiales concedida por la NASA, Blumrich tenía ganada ya la autoridad suficiente para analizar el tema a fondo. Y lo primero que se le ocurrió, claro, fue que nada de lo que von Däniken decía en su libro resistiría el menor examen. ¡Cómo podría! ¡La sola idea era absurda!…

Pero finalmente los indicios sumados, o más bien la estricta objetividad científica que Blumrich puso de manifiesto para animarse a interpretarlos de otro modo, operaron un cambio radical en su opinión inicial, permitiéndole reconocer más temprano que tarde el prejuicio que había motivado su primera risa. Y fue así que este experimentado ingeniero de la NASA acabó encarando una exhaustiva investigación del testimonio de primera mano que aparece en el milenario texto bíblico, que volcó luego – con gran cantidad de detalles técnicos y diagramas incluidos – en su libro The Spaceships of Ezequiel, donde los supuestos “delirios místicos” de un hombre cabal y detallista como Ezequiel (así reconocido al menos por los teólogos) fueron traducidos por fin al lenguaje tecnológico de nuestros días, dando por resultado la descripción técnica de una nave espacial con un cuerpo cónico, un conjunto de cuatro trenes de aterrizaje con paletas de helicóptero y ruedas y un prolongado etcétera de mecanismos complicados.

 

 

Menzel y el parahelio

Pero no todo el mundo puede, como Blumrich hizo,  darse cuenta de que entre los “caballos de hierro” de los indios americanos (que no eran otra cosa que simples locomotoras) y esa “semejanza de la gloria de Dios” de la que hablaba el profeta no hay, en substancia, mucha diferencia…más allá de la avanzada tecnología entre una y otra, claro está. Y tal vez sea así porque eso requiere una honestidad y libertad intelectual poco común. Una auténtica investigación objetiva implica, entre otras cosas, comprender que, como bien señaló el mismo Blumrich, “tener una opinión propia es tanto nuestro derecho como nuestro deber”, y que“cuando (esa opinión) no concuerda con el resultado de la investigación, es un deber intelectual rectificarla”.

Claro que esa misma honestidad intelectual nos obliga de igual manera a nosotros a tomar en consideración, muy seriamente, otras opiniones como, por ejemplo, la de Donald H. Menzel, la cual es de punta a punta decididamente contraria a una manifestación de tecnología extraterrestre en todo cuanto nos describe el profeta Ezequiel. Según este prestigioso astrónomo sostiene, un poco de imaginación y un bien alimentado espíritu religioso, combinado con un parahelio completo, que consiste en anillos concéntricos que rodean al Sol, los cuales son atravesados por rayos horizontales y verticales que pueden incluir arcos de luz invertidos sobre el anillo externo formando un “arco iris refulgente”, sería más que suficiente para explicar “naturalmente” lo que vio Ezequiel.

Pero nuestro entendimiento y aceptación de la irreprochable lógica científica de ir desde lo sencillo a lo complejo en toda búsqueda de explicación para un hecho problemático, como es sin duda el que aquí nos ocupa, no nos impide notar lo llamativo que resulta saber que,además de no haber tomado en consideración que el profeta hubo relatado en rigor no uno sino cuatro encuentros semejantes en el transcurso de veinte años, la interpretación de lo acontecido en la que Menzel se basa cae en el mismo error conceptual que la mayoría  tiene en mente sobre lo que en realidad avistó Ezequiel. Y lo que esto implica es muy sencillo: como muchos otros, Menzel partió para su interpretación del supuesto hecho de que el profeta vio “halos”, “círculos de luz” o cosas parecidas a “ruedas” en el cielo, lo cual es del todo incorrecto si nos atenemos a lo que dice el texto. De ahí pues que la opinión del parahelio dada por el astrónomo no es atingente al hecho que pretende explicar y en consecuencia es no válida.

 

Ruedas… “sobre la tierra”

Leamos de nuevo en Ezequiel 1 lo que pone el profeta:

  1. Y mientras estaba yo mirando los seres vivientes, apareció una rueda sobre la tierra, junto a ellos, junto a los cuatro.
  2. las ruedas y la materia de ellas era a la vista como crisólito, y las cuatro eran semejantes, y su forma y estructura eran como de una rueda que está dentro de otra rueda.
  3. Caminaban constantemente por sus cuatro lados, y no se volvían cuando andaban.
  4. Asimismo las ruedas tenían tal circunferencia y altura que causaba espanto el verlas; y toda la circunferencia de todas cuatro estaba llena de ojos por todas partes.
  5. Y caminando los seres vivientes, andaban igualmente también las ruedas junto a ellos; y cuando aquellos seres se levantaban de la tierra, se levantaban también del mismo modo las ruedas con ellos.
  6. A cualquier parte donde iba el espíritu, allá se dirigían también en pos de él las ruedas; porque había en las ruedas espíritu de vida.
  7. Cuando aquellos seres andaban, andaban las ruedas; parábanse, si ellos se paraban; y levantándose ellos de la tierra, se levantaban también las ruedas en pos de ellos; porque había en las ruedas espíritu de vida.

 

Permítaseme aquí insistir con esto: Ezequiel no vio “anillos concéntricos”, “halos” ni nada por el estilo en el cielo, que es donde se produce cualquier parahelio, sino que,como claramente dice en el texto, mientras él miraba a los “seres vivientes”…”apareció una rueda sobre la tierra…” “cuando aquellos seres se levantaban de la tierrase levantaban también del mismo modo las ruedas con ellos”.

 

Otros detalles significativos

Si bien los primeros estudios sobre este fenómeno atmosférico – el parahelio, o “falso sol” como también se lo llama – fueron llevados a cabo por los investigadores alemanes J. M. Pernter y F. M. Exner a comienzos del siglo XX, el mismo es desconocido aún hoy por la mayoría de las personas (de hecho, según el mismo Dr. Donald Menzel pudo averiguar, sólo uno de cada cinco pilotos comerciales y militares sabe de qué se trata un parahelio). Y por supuesto, en un muy alegre dos más dos – según Menzel – , eso nada más convertiría a Ezequiel en “presa fácil” de este magnífico espectáculo del cielo que tiene lugar en las puestas o salidas del sol invernal, especialmente en los muy fríos amaneceres; un fenómeno que es por demás habitual en la Antártida y el Ártico tal y como se ve en esta ilustrativa foto tomada por meteorólogos que integran la dotación de la Base Antártica Belgrano II de Argentina:

Sin embargo, curiosamente, fue el mismo Ezequiel el que primero hizo referencia a un fenómeno atmosférico para describir lo mejor que pudo aquello que vio al señalar: “Cual aparece el arco iris cuando se halla en una nube en día lluvioso, tal era el aspecto del resplandor que se veía alrededor.” (Ez 1,28) Lo cual bien puede entenderse como un intento racional (analítico) por parte del profeta que buscaba explicar de algún modo lo que tenía frente a sus ojos repasando en su cabeza, de conformidad con su mejor saber y entender, las muchas manifestaciones de la Naturaleza que se daban en el cielo. Y aunque, por supuesto, sea lícito suponer que un parahelio le sería desconocido, no parece admisible endilgarle ignorancia supina para distinguir lo que está “arriba” (en el cielo) de lo que está “abajo” (en el suelo) Y las ruedas, sea dicho una vez más, aparecieron ¡“sobre la tierra”!

Pero hay además un detalle para nada menor y que hace sin duda una gran diferencia: si bien la presencia de cristales de hielo en las nubes puede dar lugar a la aparición del halo (o halos) que según Menzel habría visto Ezequiel,  es sabido también que no todas la nubes con cristales de hielo producen halos. Y la razón es sólo una: más allá del tamaño y forma de tales cristales de hielo, estos deben tener una orientación definida y en consecuencia una  cierta transparencia de la nube, para lo cual es indispensable la ausencia de turbulencia atmosférica.

Leamos ahora de nuevo a Ezequiel, sólo para refrescarnos la memoria:

“Y miré, y he aquí que venía del norte un torbellino de viento, y una gran nube, y una masa de fuego, y un resplandor alrededor de ella; y en su centro, esto es, en medio del fuego, una imagen como de bronce.” (Ezequiel 1,4)

Por consiguiente, la pregunta obligada es sencilla: ¿Acaso esa descripción del torbellino de viento que venía del norte, o bien la gran nube fulgente, da la impresión de la necesaria ausencia de turbulencia atmosférica para la formación del parahelio en la que se basa la hipótesis de Donald Menzel?

En realidad lo que tal relato parece evocar es más bien una especie de nave, digamos una cápsula espacial o algo parecido, aproximándose y descendiendo lentamente, envuelta por una turbulenta nube de vapores y polvo…Nada que sea extraño a nuestro entendimiento desde el 20 de julio de 1969, cuando el Hombre llegó a la Luna. (¡El “águila” ha aterrizado!)

Por lo demás, y siendo como ya se ha dicho que las “ruedas” aparecieron en el suelo y no el cielo, no debemos pasar por alto, tampoco, que Ezequiel da cuenta, también, de significativos sonidos, voces, y presencias y contactos físico de y con diversos personajes…

He aquí algunos pasajes elegidos al azar:

  • “Y oía yo el ruido de las alas como ruido de muchas aguas, como trueno del excelso Dios; así que caminaban, el ruido era semejante al de un gran gentío, o como el ruido de un ejército, y así que paraban, plegaban sus alas.” – Ez 1, 24.

  • Y había sobre el firmamento que estaba encima de sus cabezas como un trono de piedra de zafiro, y sobre aquella especie de trono había la figura como de un personaje.”  – Ez 1,26.

 “Esta visión era una semejanza de la gloria de Dios. Cuando la vi, postréme sobre mi rostro,y oí la voz de uno que me hablaba, y me dijo” – Ez 2,1

“Y miré, y he aquí una mano extendida hacia mí, la cual tenía un libro arrollado, y lo abrió delante de mí…” – Ez 2, 9

 

En resumen: se ha dicho de Ezequiel que fue seguramente el más lógico y razonador de todos los profetas, sin un corazón emotivo como el de Jeremías y alejado de un poeta al estilo de Isaías. Y eso se refleja en la cruda claridad de su obra. Su testimonio ha requerido no sólo la extraordinaria capacidad para sobreponerse a la sorpresa de un encuentro impensado – taninesperado como inimaginable – sino además un poder descriptivo inusual como para lograr transmitir la “imagen” de algo nunca antes visto por él y para lo cual, por consiguiente, no pudo encontrar mejores palabras en el vocabulario de su época. En este marco, pensar pues que su atestación del encuentro con un portento  tecnológico de otro mundo debería ser, para nosotros ahora, tan inequívoco como el informe de un experimentado ingeniero de la NASA es un despropósito tan grande como suponer que un hombre cultivado como él no pudiera hablar de una simple rueda sin sonar como un loco de atar…poniendo “una rueda dentro de otra rueda” y agregando que éstas “estaban llenas de ojos por todas partes”…

“Como una rueda que está dentro de otra rueda… llena de ojos por todas partes.”

 

Por el contrario, lo más probable es que precisamente porque Ezequiel conocía a la perfección lo que era una rueda y cómo funcionaba ésta en la práctica, le llamó tanto la atención las grandes diferencias que había visto en las del “carro celestial”. Y para que no quedaran dudas, él insistió en mencionarlas en varias ocasiones.

Desde luego, no abusaremos aquí de citas innecesarias que el lector puede bien consultar en el libro original del profeta; de modo que lo que sigue es sólo a guisa de ejemplo:

Ezequiel 1, 16-19:

  • las ruedas y la materia de ellas era a la vista como crisólito, y las cuatro eran semejantes, y su forma y estructura eran como de una rueda que está dentro de otra rueda.
  • Caminaban constantemente por sus cuatro lados, y no se volvían cuando andaban.
  • Asimismo las ruedas tenían tal circunferencia y altura que causaba espanto el verlas; y toda la circunferencia de todas cuatro estaba llena de ojos por todas partes.
  • Y caminando los seres vivientes, andaban igualmente también las ruedas junto a ellos; y cuando aquellos seres se levantaban de la tierra, se levantaban también del mismo modo las ruedas con ellos.

 

Ezequiel 10, 9-13:

  • Y miré, y vi cuatro ruedas junto a los querubines, una rueda junto a cada querubín, y las ruedas parecían como de piedra de crisólito.
  • Y todas cuatro eran al parecer de una misma forma: como si una rueda estuviese dentro de otra.
  • Y así que andaban, se movían por los cuatro lados; ni se volvían a otra parte mientras andaban, sino que hacia donde se dirigía aquella que estaba delante, seguían también las demás, sin mudar de rumbo.
  • Y todo el cuerpo, espaldas, manos, alas y los cercos de las cuatro ruedas estaban en todo su rededor llenos de ojos.

En buena medida, la correcta interpretación del diseño y función de estas extrañas ruedas no ha sido algo sencillo de entender para la mayoría de los lectores. Y tampoco para algunos autores, hay que decirlo. Sin embargo, tan pronto la explicación es comprendida se tiene una justa idea de un mecanismo que no es demasiado complicado ni alejado por completo de lo que nuestra tecnología actual puede concebir, como veremos más adelante.

Pero, dejemos que sea ahora el ingeniero Joseph Blumrich (Ezequiel vio una nave extraterrestre. Editorial ATE, 1979, España) quien nos hable al respecto:

“Las ruedas permiten un movimiento rodante en todas direcciones, sin que por ello necesiten virar. Esta complicada condición será realizable de la manera más sorprendentemente sencilla.”

 

“Representémonos la llanta de un neumático de automóvil (ver abajo figura A sobre  esquema de movimiento multidireccional). Va rodando de la manera conocida, en dirección de la flecha 1. Pero cuando la giramos sobre sí misma (como se muestra por la flecha 2), entonces ha de moverse a lo largo de la flecha 3, en ángulo recto a su dirección acostumbrada. Mediante una apropiada combinación en ambas direcciones de rotación, la cámara rodará a lo largo de cualquier dirección deseada. Con ello está solucionado en principio el problema. En la figura(B) se muestra el más sencillo diseño resultante de la aplicación de este principio. Vemos el “neumático” dividido en un número de segmentos en forma de toneletes conectados por radios al cubo de la rueda. Las dos direcciones de rodaje resultan, por una parte por la rotación de la rueda en torno a su cubo, y por la otra por la rotación de los segmentos en torno a sus propios ejes.”

                

 

                            Figura A                                                                 

Figura B

¿Pero dónde encajan en esta descripción los reiteradamente mencionados “ojos” que según Ezequiel tenían por todas partes las ruedas? Blumrich también nos lo explica:

“En la figura (B) se muestran los segmentos en forma de toneletes, como teniendo una superficie lisa, lo que daría por resultado un mínimo de fricción entre rueda y suelo. Para aumentar la fricción, o la resistencia al deslizamiento, la superficie necesita un perfilado. Sin embargo, la resistencia al deslizamiento es necesaria en dos direcciones: en el plano de la rueda y perpendicular al plano. Los perfilados de superficie, como los empleados en los tractores pesados o en las auto-orugas no serían servibles, puesto que ellos sólo transmiten la fuerza propulsora en el plano de la rueda. La solución más sencilla y efectiva al par, son cortas piezas troncoides, a manera de las “apisonadoras”, nombre con que se las conoce desde la construcción de carreteras, y repartidas sobre la superficie de los segmentos de la rueda.” (…)

“Las cortas protuberancias troncoides deben ser algo cónicas, como semi-retirados ojos de caracol. Para facilitar la penetración en el suelo, pueden ser huecas, en cuyo caso tendrían oscuras aberturas en sus extremos libres. Contempladas a cierta distancia, esas oscuras aberturas podrían ser justificadamente comparadas a “ojos”.”

Rueda multidireccional – Patente de invención N° 3.789.947

Vemos pues que la “rueda multidireccional de Ezequiel” cuenta con una mecánica básicamente sencilla de entender aun por el profano en cuestiones técnicas, y que no sólo es realizable sino que ha resultado lo suficientemente funcional y novedosa como para que el Registro de Patentes de los Estados Unidos aceptara definitivamente su invención, otorgándole (en 1974) al ingeniero J. F. Blumrich su aprobación bajo el número de registro 3.789.947. Lo que convierte a éste en ¡el primer invento industrial inspirado en los dichos de un hombre que vivió hace unos dos mil seiscientos años!

¡Bien por Ezequiel! ¡Bien por Blumrich!

¿La “rueda de Ezequiel” en un antiguo dibujo chino?

 

De igual manera que a menudo encontramos en los más antiguos mitos y leyendas de los cinco continentes referencias que parecen apuntar a la pretérita existencia de portentos tecnológicos vinculados a la presencia de dioses y/o seres sobrenaturales, la larga memoria de China recuerda muy bien a héroes que surcaban  las nubes montados en “dragones celestiales” o en fabulosos “pájaros del cielo” , o, más precisamente hablando, sobre “carros voladores” como por ejemplo cuentan los cronistas del pasado acerca del legendario pueblo Chi-Kung: ”Los  Chi-Kung son un pueblo ingenioso. Saben muchas cosas que les son desconocidas a otros pueblos. En grandes carros viajan surcando los aires. Cuando gobernaba el mundo el emperador T ‘ang, un viento del oeste llevó a los carros voladores a Yuchow, donde aterrizaron. T ‘ang desmontó los carros, ocultándolos en almacenes, pues el pueblo creía demasiado fácilmente en cosas sobrenaturales, y el emperador no quiso inquietar a sus súbditos. Los visitantes se quedaron diez años, volvieron luego a montar sus carros, los cargaron con los regalos de honor del emperador, y se fueron volando con un fuerte viento del este…”

Claro que estos sorprendentes relatos, y sus reiteradas variantes, se hacen todavía más significativos a medida que nos retrotraemos hasta los albores de esta rica civilización  y nos enteramos que, de acuerdo con el manuscrito Tchi , China fue gobernada durante 18.000 años por una raza de soberanos divinos que, conocidos como los “Hijos del Cielo” (título que luego ostentaron los emperadores por considerárseles descendientes directos de éstos), habrían llegado a la Tierra para fundar el Imperio. Asimismo, se dice que por entonces los ascensos y descensos entre el Cielo y la Tierra eran cosa de todos los días; al punto que, en el Shu-Chian, o Libro de los Testimonios, se hace mención de que la tierra parecía abrirse y que todo se desmoronaba cada vez que el emperador ascendía. Eso duró hasta que, como se revela en el texto Shoo-King,  un rey de la divina dinastía  llamado Chang-Ty “observó que su gente había perdido los principios  de la virtud; por tanto ordenó (…) cortar toda comunicación entre Cielo y Tierra. Desde entonces no hubo ascensos ni descensos”. Lo cual nos hace evocar las disputas entre los Elohim del Antiguo Testamento y por consiguiente nos lleva a señalar, en un todo de acuerdo con W. Raymond Drake (Dioses y Hombres del Espacio, Ediciones Roca, México, 1979), que evidentemente:”Hay marcados paralelismos entre las creencias religiosas y mitológicas de los chinos y las registradas en las escrituras hebreas…”Y ello, decididamente, llama la atención más allá de la mera casualidad si tenemos en cuenta que, como bien agrega Drake: “Los “Depositarios chinos”, un trabajo de inmensa sabiduría, hace mención de una era de virtud y felicidad: un jardín con un árbol dador de manzanas de la inmortalidad, custodiado por una serpiente alada (un dragón). Prosigue: la caída del hombre, el comienzo del deseo y la guerra… una gran inundación, dioses-hombres nacidos de vírgenes, mesianismo, veneración de una virgen-madre, trinidades, monaquismo…, predicación, oradores, caos primigenio, paraíso….”

En este contexto pues, no parece descabellado hacer un juicio comparativo entre los datos aportados por Ezequiel acerca de la estructura de la rueda por él vista y una muy antigua ilustración china del 1.700 a.C. que representa el “carro volador” del pueblo Chi-Kung, antes mencionado.

 

Vale aclarar que esta hipótesis de trabajo presentada ahora por mí, es decir, asociar la “rueda de Ezequiel” con la “rueda del carro celestial de los Chi-Kung”, se basa en una llamativa coincidencia de aspecto que bien podría estar relacionada con la función multidireccional del invento patentado por el ingeniero J. F. Blumrich. Ello significa que puede ser no concluyente, pero sí válida al mismo tiempo. Examinemos por lo tanto, en detalle, las imágenes que siguen:

                          Imagen A                                                                               Imagen B

 La figura A muestra el ingenio patentado por Blumrich, con los segmentos de la rueda en forma de toneletes (el porqué de tales segmentos fue explicado arriba). La figura B muestrasimilares segmentos, además de ciertas “protuberancias” parecidas a las “cortas piezas troncoides” que Blumrich menciona como necesarias para lograr la resistencia al deslizamiento en dos direcciones y que “podrían ser justificadamente comparadas – por Ezequiel – a “ojos”.”

¿Casualidad? Quizá… ¿Coincidencia? ¡A la vista está…!

A veces caen “piedras del cielo”… y se le meten a uno en el zapato

 

Desde luego, lo dicho hasta aquí no es ninguna prueba definitiva de un paleocontacto con visitantes exóticos. En todo caso, diremos que lo que se plantea, sí, es una duda muy razonable.  Pero más allá de eso y de las muchas veces infundadas negativas de los acérrimos críticos de la hipótesis del antiguo astronauta (que no quieren ver, ni escuchar ni hablar al respecto… ¡nunca!), nadie intelectualmente honesto puede soslayar ni por un momento la importancia de estar frente a un problema de considerable atención como es el de las “fuentes de inspiración”. Y no estaría de más si alguno quisiera admitir de paso que ese problema y la hipótesis de las paleovisitas van a veces de la mano…

Las declaraciones admonitorias, con apelación a la autoridad, son en ocasiones (las más de la veces) simples falacias…sino pura cháchara.  De hecho, hemos comprobado con el tiempo que, en efecto, y contrariamente a lo que decían hace 200 años los eruditos de la Academia de Ciencias de Francia, sí “caen piedras del cielo”. Pero es lamentable que hoy en día otros eruditos sigan caminando en fila india dentro del claustro académico, intentando disimular sus tropiezos al andar, cuando estas otras “piedras que supuestamente no existen” se les meten encima en el zapato… ¡ay!

 

 

 

JEHOVÁ Y LA CONSPIRACIÓN Parte 2 – la paranoia mundial

Parte 2 –  la paranoia mundial DE Enrique Pérez Porter

En lo que se refiere al contacto extraterrestre, la Web está plagada de avisos paranoicos respecto a extraterrestres lagartos, buitres, grises perversos; y así la lista de seres malévolos es larga. Representantes humanos de estas endiabladas entidades, serían los ‘Illuminati’, una sociedad secreta que controla a la humanidad a través de varias fuentes, principalmente el poder del dinero y los valores materiales en general.

La teoría asevera que poseen casi la totalidad del poder económico mundial, y que por estos tiempos están dedicados a generar ‘el nuevo orden mundial’, un gobierno global dentro de cuyos parámetros quedaría la raza humana del todo esclavizada, a merced de sus designios.

¿Hasta dónde lo anterior, puede resultar verídico, y, de dónde provienen estos hipotéticos ‘Illuminati?

Antes del principio del humano terrestre, la Tierra estaba habitada por sólo animales, lo que de ninguna manera alguna excluye a la inteligencia, como es factible comprobar en delfines y otros; pero para los efectos reales, una ‘civilización’ planteada como sociedad, ciudades y organización concreta era algo inexistente.


Luego llegaron los Anunnaki a explotar minería de oro. Al comienzo fueron asentamientos productores, en la cercanía de los cuales obviamente, estaban sus viviendas. Hubo sin embargo, una poderosa necesidad de mano de obra, merced a la cual y después de intentos van e intentos vienen, una pequeña partida de homo servus fue generada.

A poco andar este ‘servus’ demostró ser hábil y eficiente trabajador, por lo cual la demanda por sus servicios—gratuitos como cualquier esclavo (servus en latín)—se hizo numerosa: cada Anunnaki quería disponer de este homínido de negro pelaje que paseaba su desnudez corporal sin remilgos, igual que nuestras mascotas, animales de granja y el resto del reino animal.

Entonces fue necesaria una nueva intervención en la genética del esclavo, y le fue conferida la capacidad de procrear… …Y la raza humana terrestre comenzó su propagación.

Vino después, ya en fecha reciente, hace apenas unos 13 u 11 mil años, el diluvio. Con esta catástrofe, la cantidad de humanos terrestres disminuyó casi hasta el cero absoluto. Pero ese ‘casi’ hizo la diferencia y una vez retiradas las aguas el hombre recomenzó la multiplicación de la especie.


Las guerras intestinas de estos Anunnaki emplearon humanos como carne de cañón. En algún texto antiguo se puede leer una reflexión de Zeus en relación al excesivo número de humanos, razón por la cual decide una guerra que diezme la excesiva cantidad, y junto con inventar un concurso de belleza induce a Afrodita a que soborne a uno de los jueces—Paris—para ella resultar elegida.

Resultado: Afrodita ganó el concurso y el cohecho ofrecido debió ser cancelado mediante el enamoramiento y posterior rapto voluntario de Helena la esposa de Menelao… la historia de la Guerra de Troya es conocida de más como para proseguir esa huella del relato.

Ejemplos como ese hay muchos en la historia antigua.

Los Anunnaki jugaron desde los inicios con la vida de los hombres, tal como en la actualidad los becerros son llevados al matadero para complacer el paladar humano… Lo que escapó a la conciencia de Zeus fue que, tras el velo de la mortandad, Eneas y un puñado de troyanos que lograron escapar de la vulnerada, saqueada y arrasada ciudad, llevaron su destino hacia un sitio con siete colinas donde se constituyó el centro de la civilización que venia: Roma.

La historia humana tuvo un recomienzo luego del diluvio, y no sólo eso, sino que además estos alienos dedicaron esfuerzos para educar a la incipiente raza humana. Es así como en Súmer aparecen ciudades completas, con edificios de varios pisos, escuelas y leyes de comportamiento social. Pero, siempre en cada asentamiento, hubo un ‘dios’, un ET que presidía por sobre la sociedad humana; y que, además de regir, era dueño y señor de todo.

Estos Anunnaki, escasos en número y en especial carentes de hembras, vieron con buenos ojos y gran deseo que las hembras humanas y sus feromonas les despertaron apetitos naturales, y el encuentro sexual de humanos y alienígenas fue un capítulo abierto a la exploración y el placer. Los descendientes de aquellos cruzamientos terminaron por heredar las tierras, tesoros y reinos de sus padres venidos del cielo…

Así, el poder económico, social y político fue reservado a unos pocos.


Huellas de aquellos episodios, promesas de la fortuna por acumular y finalmente la realización de los acontecimientos las podemos leer en la Biblia, y aunque puede parecer del todo innecesario citar ya que la riqueza que poseen unas cuantas familias descendientes de David y su estirpe Salomón y otros congéneres lo hace visible, explícito e incontestable, un par de textos pueden concretar estas líneas.

Son ellos los legítimos herederos de Jehová mismo, son su pueblo escogido.

En Génesis 17; 1-8:

“Cuando Abram tenía 99 años, se le apareció Yahveh y le dijo:

«Yo soy El Sadday, anda en mi presencia y sé perfecto. Yo establezco mi alianza entre nosotros dos, y te multiplicaré sobremanera.»

Cayó Abram rostro en tierra, y Dios le habló así:

«Por mi parte he aquí mi alianza contigo: serás padre de una muchedumbre de pueblos. No te llamarás más Abram, sino que tu nombre será Abraham, pues padre de muchedumbre de pueblos te he constituido. Te haré fecundo sobremanera, te convertiré en pueblos, y reyes saldrán de ti. Y estableceré mi alianza entre nosotros dos, y con tu descendencia después de ti, de generación en generación: una alianza eterna, de ser yo el Dios tuyo y el de tu posteridad.»”

Nota: el término ‘dios’ en aquellos tiempos estaba desposeído del concepto ‘Divino’ tal como lo entendemos hoy día. La palabra viene de un vocablo griego ‘enteoi’, que significa literalmente: ‘habitante del cielo’, y en efecto, tanto Jehová como toda la hueste de Nefilim, vinieron del cielo y por tanto esa denominación les calza. Por desgracia, la mano negra adulteró la noción nuclear y engrandeció el vocablo hasta el Infinito y más allá…

En Isaías 43; 15-21 leemos:

Yo, Yahveh vuestro Santo, el creador de Israel, vuestro Rey.

Así dice Yahveh, que trazó camino en el mar, y vereda en aguas impetuosas. El que hizo salir carros y caballos a una con poderoso ejército; a una se echaron para no levantarse, se apagaron, como mecha se extinguieron. ¿No os acordáis de lo pasado, ni caéis en la cuenta de lo antiguo?

Pues bien, he aquí que yo lo renuevo: ya está en marcha, ¿no lo reconocéis? Sí, pongo en el desierto un camino, ríos en el páramo.

Las bestias del campo me darán gloria, los chacales y las avestruces, pues pondré agua en el desierto (y ríos en la soledad) para dar de beber a mi pueblo elegido. El pueblo que yo me he formado contará mis alabanzas.

En fin, es una realidad que Israel es una nación poderosa, pequeña en tamaño pero grande en su gente, aguerrida, orgullosa de su ascendencia, y dispuesta a cualquier cosa en aras de su propia seguridad. ¿Quién podría levantar una crítica en su contra por esto?

El problema radica, en que aparte Israel, hay muchos más países en el planeta. Algunos pobres, paupérrimos, donde la gente de forma literal, se nos muere de hambre. Las naciones vasallas del pasado, los estados nuevos, los reinos olvidados cuyos nombres ni se muestran en los colegios…

Del otro lado, las coronas poderosas, los señores presidentes cuyo séquito de seguridad viste trajes matonescos, los administradores de empresas multinacionales. Casinos de juego en cuyas salas reservadas las apuestas tienen un mínimo con el cual familias completas podrían alimentar no sólo sus cuerpos sino además sus ilusiones de vivir con dignidad

En la actualidad, durante las reuniones del grupo Bilderberg es posible distinguir la corona británica, la holandesa y otras… ¿debería esto, extrañarnos?

Para nada… los descendientes de Abraham heredaron la tierra según la promesa de Jehová, y la Casa Windsor así como muchas otras similares, mantienen enjundiosas relaciones comerciales con el puñado de familias que en la actualidad están siendo desenmascaradas como quienes intentan convertirse en dueños, amos, y tiranos del mundo completo.

Y con tal aseveración entramos de lleno, al tema de la ‘conspiración mundial’… porque en el comienzo de los tiempos terrestres, cuando aun nuestra vilipendiada y despreciada raza por Jehová estaba ausente del escenario, fue lógica la acumulación del poder en unos cuantos sillones ‘regios’; sin embargo el contexto del siglo 21 es netamente diferente.

Pensadores libertarios surgen aquí y allá, científicos rebeldes incorruptibles frente a las demandas de los potenciales patronos, y acaso hasta dirigentes políticos capaces de desafiar la malignidad global del nuevo orden que desean implantar, y todo esto sumado a lo más importante: los pueblos, la masa de almas encarnadas, Espíritus iluminados…

Las estrategias del reducido grupo que busca ceñirse la corona mundial necesariamente adolecen de cohesión porque al pretender esclavizar a miles de millones (o cientos si por acaso de guerras orquestadas para disminuir el exceso de población según sus puntos de vista), ellos olvidan y desprecian el valor del espíritu humano…

¿Qué no disponemos del poder económico, de las armas o de aparataje tecnológico para siquiera intentar un ataque frontal? Tampoco la turba premunida apenas con horquetas parecía poder derrocar la corona francesa en 1789, y…

Es cierto y muy cruel realidad esto de la ‘conspiración mundial’ escondida tras el pomposo y hasta democrático título de ‘Nuevo Orden Mundial’… pero hermanos míos, amigos de todo el orbe, almas jerarquizadas, más allá de la pequeñez y atrevimiento de un puñado de naciones y un grupo de familias ávidas de todo, está la Voluntad del Universo, en cuyo Seno radica el sentido hacia el bien común y la dirección y sentido de los acontecimientos mundiales—para cercarnos a nuestra realidad—se hallan impedidos de rumbear hacia donde la pretensión egoísta comanda las riendas de sus lujosos carruajes.


Es posible que la lucha sea cruenta y que incluso semeje que la corriente de los sucesos sopla a favor del Mal… Quizá muchos serán los caídos…

Pero al final, el Bien prevalecerá, y una nueva era iluminará los senderos humanos terrestres.