Hace unos días se publicó este artículo en el periódico nuevatribuna.es, que por su gran importancia y relación con nuestra temática es imprescindible traer aquí. Trata del enorme riesgo que suponen las tormentas solares y sus consecuencias sobre la energía nuclear:
(Imagen de uno de los documentos oficiales del Gobierno americano de 2006 sobre los 12 incidentes nucleares asociados a la tormenta solar de Québec de 1989).
Distintas instituciones y expertos internacionales nos han venido avisando. El pasado mes de marzo el asesor científico del Presidente Barack Obama y el asesor científico del Primer Ministro británico David Cameron firmaban un artículo conjunto, «Celestial Storm Warnings», en el mismísimo New York Times alertando a la comunidad mundial.
A inicios de este mismo año la aseguradora británica LLOYDs, el mastodonte mundial de la aseguración, lo destacaba como uno de los tres grandes riesgos emergentes para 2011: «Future risks take shape in 2011».
Está considerado como uno de los tres grandes riesgos emergentes de 2011
La OCDE publicaba después otro detallado informe calificándolo como un nuevo riesgo global que debía ser encarado con decisión por los distintos Gobiernos del mundo.
Antes ya lo había dicho la NASA y la Academia de Ciencias Americana en su conocido informe de finales de 2008 que saltó a la luz pública.
Incluso según parece en febrero de 2009 se realizó un primer simulacro atlántico conjunto NASA-Comisión Europea, de tormenta solar severa. Su resultado: el clamoroso fallo de todo intento conjunto de gestionar la situación y un apagón tecnológico a gran escala al menos en Norte América y Europa. Pero tampoco nos enteramos de eso en su momento, como de todo lo anterior, puesto que el Gobierno de España no estuvo representado en este simulacro a diferencia de otros Estados europeos.
Y ahora parece que, por fin, también en España se han puesto manos a la obra, pero, como siempre, con varios años de retraso respecto de americanos, alemanes o británicos.
Y así fue como tuvieron lugar las recientes jornadas sobre clima espacial en Madrid hace tan sólo unos días.
Un pequeño paso para el hombre, un gran paso para el aparato gubernamental…
ALGO ESTÁ PASANDO CON EL SOL
Algo está pasando con el sol; algo que en realidad entra completamente dentro de la más pura normalidad de su dinámica, pero que, en este momento de nuestra historia, y ante nuestra extraordinaria dependencia tecnológica actual, tan vulnerable a este tipo de eventos solares, se sabe que va a acabar ocurriendo antes o después. «This is not a matter of if, it’s simply a matter of when and how big,» Lubchenco said.
El sol va a seguir teniendo sus ciclos y llamaradas, como ha hecho siempre, y el problema, en realidad, es enteramente nuestro que somos los que no tenemos hoy precisamente la tecnología que hemos tenido siempre en nuestras anteriores sociedades.
Una tecnología que, por ejemplo, nada tiene que ver con la que teníamos cuando se produjo la última grandísima tormenta solar en 1859 (el denominado evento Carrington) y otras menores posteriores manifestadas en auroras boreales en bajas latitudes como la que pudieron apreciar las cuantiosas tropas atrincheradas en los campos de combate de Fredericksburg, Virginia, en diciembre de 1862, mientras las tropas del General Lee infligían la primera durísima derrota al nuevo ejército levantado por Lincoln en su intento de invadir el Sur.
Hoy en día, en cambio, las posibles repercusiones de producirse un tal evento, o alguna de sus versiones menores serían de muchísima más gravedad y en cascada: cortes masivos de agua potable en las ciudades, fallo de sistemas de transporte y combustible, de calefacción, de sistemas hospitalarios, fallo de los servicios de seguridad pública y emergencia, de salud, fallas de seguridad de las prisiones del país y previsibles fugas masivas como sucedió recientemente en otras catástrofes como Haití y un largo etc, más.
La tormenta solar de Québec de 1989 provocó un gran apagón que dejó a más de 6 millones de personas sin electricidad en pleno invierno canadiense durante más de 9 horas
Una cuestión de supervivencia misma de las “naciones” seculares, y de la capacidad de éstas para sostener la vida de su población, como sería duramente señalado por el Electric Infrastructure Security Council (EIS Council organización internacional de referencia en esta materia, impulsada por Reino Unido-EEUU) en su primer encuentro anual celebrado en el Parlamento Británico.
Aunque lo peor ni siquiera sería eso, con no ser poco.
Lo más preocupante nos lo muestra, sin duda, la más reciente tormenta solar de Québec de 1989, con su gran apagón que dejó a más de 6 millones de personas sin electricidad en pleno invierno canadiense durante más de 9 horas y originando así una auténtica emergencia nacional; pero me refiero en especial a la afectación de hasta 12 centrales nucleares distintas y una Central Térmica en el norte de los EEUU, tal y como fue documentado por encargo expreso del Presidente Bush.
Por eso los americanos llevan preparándose desde entonces y han puesto en marcha distintas normas, tal como suena, que específicamente abordan distintas medidas de prevención en caso de “geomagnetic storm”, incluida una reciente nueva ley en tramitación – antes de Fukushima –, la ‘SHIELD Act’, para dotar de adicionales medidas de protección a esas Centrales Nucleares americanas ante tales peligrosos efectos documentados del riesgo de tormenta solar.
Y han puesto en marcha distintos protocolos que cuentan, entre sus primeros y prioritarios pasos, con la protección de sus centrales nucleares. Porque la preocupación de los americanos es que entre 2011-2012 se produzca otra tormenta solar más grande que la de Québec que podría suponer un colapso eléctrico y tecnológico mucho mayor en Europa y Norteamérica y una más amplia afectación de las centrales nucleares de sus transformadores, sistemas de control y refrigeración.
¿Tendrá al menos el Gobierno de España alguna medida de protección específica para garantizar la seguridad de nuestros ocho reactores nucleares españoles al igual que, indistíntamente de su color político, comenzó a hacer Bush y ha continuado haciendo Obama?
¿Existe algún grupo de trabajo en el seno de los partidos socialista, popular, o izquierda unida en España, donde se estudie esta cuestión crítica, como sí que sucede, en cambio, con los propios partidos demócrata y republicano en los EEUU que la consideran como de seguridad nacional?
¿Tendrá al menos el Gobierno de España alguna medida de protección específica para garantizar la seguridad de nuestros ocho reactores nucleares?
Y estando como estamos – ya en periodo de riesgo de tales tormentas del “clima espacial” desde la pasada tormenta de San Valentín de febrero de 2011, que tanto asustó a la comunidad internacional y cuyo pico de riesgo se prevé para los próximos meses – ¿no debería rendir cuentas, y responsabilidades, algún alto cargo del Gobierno o Protección Civil ante el Parlamento de la Nación que nos explique por que España ha estado por completo off con varios años de retraso en toda esta cuestión?
Me refiero a algún tipo de comparecencia pública ante el Parlamento y los medios exactamente igual a la realizada por el Ministro de Defensa Británico, o el Ministro del Seguridad de aquel país ante este mismo tema: «Solar flares could paralyse Britain’s power and communications, Liam Fox says»; y «Security minister Baroness Neville-Jones said there must be some risk».
O exactamente igual que también ha comparecido el Jefe del recién creado “Consejo Científico Asesor para Emergencias” del Gobierno Británico: «Britain must improve emergency planning for a solar storm, or face space weather bringing the country to a standstill, the UK government’s chief scientist has warned».
¿Nadie tiene responsabilidad alguna que asumir por el completo atraso y desprotección de nuestra nación ante este grave riesgo para nuestra seguridad colectiva?
Por muchísimo menos que eso, y sin poner en peligro concreto a nadie, han dimitido ministros en Reino Unido y Alemania en casos recientes bien conocidos, no digamos ya Directoras Generales de Protección Civil que, al parecer, no atienden debidamente las responsabilidades de su trabajo ante estos temas y dan el plantón por respuesta a la participación en simulacros internacionales conjuntos organizados por la mismísima NASA-Comisión Europea…
Si los eventos solares de San Valentín de hace unas semanas no hubiesen evolucionado tan afortunadamente nos podíamos haber encontrado con uno o varios Fukushimas
De modo que, irresponsablemente desprotegidos como estamos, aunque muy poca gente bien informada lo sepa en este país, si los eventos solares de San Valentín de hace unas semanas no hubiesen evolucionado tan afortunadamente para nosotros como lo hicieron finalmente, mucho me temo que en vez de apagones de radio en buena parte de China y Corea, nos podíamos haber encontrado con uno o varios Fukushimas pero mucho más de cerca de lo que nos hubiese podido gustar. Y a lo mejor eran los japonenses los que tenían que estar hablando ahora de su “Garoña japonesa” y no al revés.
Y si digo que incluso Fukushima se nos quedaría pequeño respecto de lo que podría pasar en caso de un “evento carrington” solar, es porque en Fukushima, como en Chernóbil, la fuga está siendo la mínima posible, dentro de la gravedad de la situación, y durante el mínimo tiempo posible.
Y ello es así sólo porque cientos de auténticos “liquidadores-samurais” de una valentía y altruismo que cortan la respiración – completamente pisoteados y olvidados después por sus autoridades, por el conjunto de Europa, en el caso Ucraniano – están sacrificando su vida para que así pueda ser, y ello contando con todos los medios técnicos y suministros del Estado, corriente eléctrica, enormes bombas de agua, grúas, helicópteros, etc, etc, etc. Y yo no quiero, de ninguna manera, que ninguno de nuestros bomberos ni personal de emergencia tenga que optar por inmolarse como un samurai y sacrificar su vida pagando los platos rotos de otro para proteger a la población en una situación extrema, quiero que la Directora de Protección Civil y el Gobierno que la ha nombrado, hagan su trabajo ahora, y nos pongamos al día de todos los preparativos que en tantos otros lugares se están desarrollando.
Aunque de hecho, de producirse todo esto, no funcionaría ni el teléfono para intentar llamar a ningún valiente samurai-liquidador ¿cómo se les llamaría, como se les movilizaría siquiera, con qué medios modernos combatirían la situación mientras transcurriesen las semanas, o meses, necesarios para recuperar una mínima capacidad tecnológica?.
En ausencia de las previsiones adecuadas les tendrían que llamar a voz en grito o con tam tanes desde las dependencias del Ministerio del Interior en Madrid, en una situación de completo colapso operativo.
Y de esa misma manera les tendrían que coordinar a nivel nacional; o improvisar medios de refrigeración sin electricidad, y dada la probable afectación de los grupos electrógenos de emergencia no protegidos, bombear el agua, el hormigón, o lo que hiciera falta a cubos… Lo digo porque esto último del fallo general de los sistemas antiincendios al parecer lo llegaría a apuntar la propia OCDE en uno de los informes mostrados en las aludidas jornadas pero que tampoco han sido facilitados ni hechos públicos todavía, ¿cuándo se hará para que la opinión pública los pueda conocer y conozca la dimensión de todo lo desatendido hasta ahora?
Pero, sobre todo ¿cuánto tiempo podrían estar expulsando contaminación radiactiva de forma continua a nuestra atmósfera todas esas centrales nucleares accidentadas en las que no fuese posible coordinar acciones eficaces de suficiente envergadura por ausencia de medios? ¿cuánto tiempo puede tardar en agotarse por si misma esa fuente de irradiación permanente?
Una terrible respuesta, orientativa, nos la da Fukushima y los varios miles de barras de combustible existentes en la planta (al menos 10.000 se señaló en estos días) y que va a hacer que se tarde varios meses, a pesar de los intensos trabajos, en controlar la situación
¿Podrían quedar abandonadas así mismas, fuera de control durante meses y meses, nuestras centrales nucleares españolas o Europeas?
Nuestra única capacidad de respuesta ante todo este riesgo es la prevención
¿Podrían quedar amplias zonas de un país entero, España, de un continente entero, Europa, expuestas a meses y meses de contaminación radiológica ininterrumpida, tan completamente inhabitable como ha quedado, por los siglos de los siglos, toda la ciudad y alrededores de Chernóbil? ¿hace falta que recordar, con Fukushima todavía humeante, que el cesio-137 tiene un periodo de semidesintegración de unos 30 años, el plutonio-239 tiene un periodo de semidesintegración de 24.000 años más y el uranio 238 y el 235 de millones de años?
Y no se trata, en principio, de una cuestión de dinero, los americanos están destinando del orden de 250.000 dólares para la protección de cada central nuclear ante el riesgo de tormenta solar.
No, no lo es.
Es, ante todo, una cuestión de responsabilidad, o de irresponsabilidad, infinita, según se mire.
Y es también cuestión de preguntarnos por la verdadera capacidad de quien está al frente de la Dirección General de Protección Civil de España; cuestión de que se informe al país sobre los trabajos que se están desarrollando, que se activen planes de emergencia para caso de tormenta solar, cuestión de si se ha facilitado información fiable y concreta a las distintas agrupaciones de Protección Civil por todo el país y todas las instancias e instituciones.
Un sonoro “no” parece ser la respuesta hasta el momento para todas estas cuestiones, ¿hasta cuando?, ¿hasta que esté apunto de producirse la tormenta solar y se diga entonces que era un riesgo inédito hasta ahora que nadie se podía esperar?. No es verdad.
Y las centrales nucleares será lo más urgente y lo primero en esos planes, sí, pero, a partir de ellas, el complejo abanico de intervenciones gubernamentales necesarias parece muy alejado de cual está siendo la concreta idea, ni interés, de nada de lo relacionado con toda esta grave cuestión.
Porque nuestra única verdadera capacidad de respuesta ante todo este riesgo es la que tenemos ahora en nuestras manos y es la prevención.
Y eso es lo que no se está haciendo en nuestro país ahora que podemos. No se ha estado haciendo nada de lo que teníamos que llevar haciendo ya varios años al igual que otros países europeos-EEUU, y ello mientras se mantiene a nuestra entera población por completo ajena a todo ello, ¿cómo es posible?.
Ir a descargar