Nunca fue tan evidente, cumplir con el objetivo eugenésico de reducir la población y crear enfermos consumidores de medicamentos.
Traducido por Javier Villate para disenso.wordpress.com
El gigante norteamericano del agribusiness Monsanto ha sido declarado culpable, el lunes 13 de febrero, después de haber sido demandado por un pequeño granjero de Charente que había sido envenenado por un herbicida. Esto es una primicia en Francia. En la larga historia de esta multinacional de cien años de existencia, esta sentencia constituye un episodio más en un largo registro de resoluciones judiciales.
PCBs, agente naranja, dioxinas, transgénicos, aspartame, hormonas de crecimiento, herbicidas (Lasso y Roundup)… una serie de productos que han hecho la fortuna de Monsanto, plagados de escándalos de contaminación y juicios que, a veces, han llevado a su prohibición. Pero hasta el momento, nada ha impedido el irresistible ascenso de este gigante de la industria química que luego se convirtió a la biogenética y que ha descollado en el arte de la presión política. Retrato de una multinacional multirreincidente.
Un gigante químico… explosivo
Desde su creación en 1901 en St. Louis, aquel pequeño productor de sacarina que se convirtió en uno de los principales productores de semillas del planeta ha estado a menudo en los titulares de prensa. Después de la Segunda Guerra Mundial, la explosión accidental de una fábrica de plásticos de Monsanto, causada por un carguero francés que transportaba nitrato, y que produjo la muerte de 500 personas en la ciudad de Texas en 1947, ha permanecido en la historia como uno de los primeros desastres de la industria química.
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Dos años después, fue el turno de una segunda planta de la firma en Nitro, Virginia, que ardió totalmente. Esta vez la responsabilidad de la compañía fue evidente. Más de 200 trabajadores desarrollaron cloracné, una enfermedad de la piel tan rara como severa, dice Marie-Monique Robin, ganadora del premio Albert-Londres con su documental Le monde selon Monsanto (El mundo según Monsanto).
El accidente pone de manifiesto que el producto estrella de la compañía, el herbicida 2,4,5-T, contiene altos niveles de dioxinas, altamente tóxicos y cancerígenos, una composición comparable a la del policloruro de bifenilo (PCBs). El primer estudio que sugirió el potencial peligro de las dioxinas fue conocido por Monsanto en 1938: la comercialización del herbicida continuaría durante casi otros cuarenta años después de que fuera prohibido en los años 70.
Monsanto, que dirigió la planta de Nitro entre 1934 y 2000, ha sido también objeto de una acción legal presentada en 2007 por 77 personas de Virginia que padecen de cáncer y que acusan a la compañía de haber arrojado «ilegalmente» las dioxinas en las inmediaciones de la planta.
PCBs: el juicio de la vergüenza
En 2001, 3.600 habitantes de la ciudad de Anniston, Alabama, denunciaron a Monsanto por contaminación con PCBs. Según un informe desclasificado por la Agencia de Protección Ambiental de EEUU (EPA, en sus siglas en inglés), Monsanto arrojó durante casi 40 años miles de toneladas de residuos contaminados en un riachuelo y un vertedero abierto en el corazón de un barrio negro de la ciudad.
La forma en que informó The Washington Postes instructiva:
Los documentos de Monsanto – muchos con etiquetas de advertencias como «CONFIDENCIAL: Leer y destruir» – muestran que el gigante multinacional ha ocultado durante décadas lo que ha hecho y lo que sabía. En 1966, los directivos de Monsanto descubrieron que los peces de ese riachuelo se volvieron panza arriba en 10 segundos, chorreando sangre y perdiendo la piel como si estuvieran en agua hirviendo. No dijeron nada a nadie.
En 1975, un estudio llevado a cabo por Monsanto mostró que el PCB causa tumores en ratas. La multinacional decidió cambiar las palabras «ligeramente tumorígenos» a «no parecen ser cancerígenos». «No podemos permitirnos el lujo de perder un solo dólar», así termina uno de los memorandos obtenidos por The Washington Post.
Monsanto fue finalmente condenado en 2002 por haber contaminado «el territorio de Anniston y la sangre de su gente con PCBs». La firma tuvo que pagar 700 millones de dólares por daños y para limpiar la ciudad. No se presentó ninguna acción legal contra los directivos de la compañía.
En febrero de 2007, The Guardian reveló que el gigante agroquímico aplicó los mismos métodos en varios lugares de Gran Bretaña entre 1965 y 1972. El periódico tuvo acceso a un informe del gobierno que mostraba que 67 productos, incluidos el agente naranja, las dioxinas y los PCBs, han sido identificados en una cantera de Gales. En Francia, la manufactura y uso de PCBs fue prohibida en 1987.
Agente naranja: convencido de ‘intoxicación’
Durante esos mismos años, entre 1961 y 1971, Monsanto produjo el agente naranja, compuesto por el herbicida 2,4,5-T, cuya peligrosidad ha sido ampliamente conocida desde la explosión de la planta de Nitro. Este defoliante fue utilizado de forma masiva por aviones de EEUU, que lo arrojaron sobre los bosques vietnamitas durante la guerra con ese país. Las consecuencias todavía se dejan sentir hoy en Vietnam, con muchos tipos de cáncer y defectos congénitos, así como varios efectos en muchos veteranos de guerra de EEUU.
En los años 70, los veteranos de la guerra de Vietnam presentaron una demanda colectiva contra los fabricantes del agente naranja. Monsanto y otras seis compañías fueron encontradas culpables de envenenamiento. En 1987, los siete fabricantes del agente naranja fueron condenados a pagar 180 millones de dólares a un fondo de compensación de los soldados estadounidenses.
Durante el juicio, Monsanto presentó estudios científicos que mostraban que no había ningún vínculo entre la exposición a las dioxinas y los cánceres contraídos por muchos veteranos. A comienzos de los 90, se demostró que los estudios, basados en las consecuencias de la explosión de la planta de Nitro en 1949, eran sesgados.
El fraude científico fue confirmado por el Consejo Nacional de Investigación, que consideró que los estudios de Monsanto «sufren de una clasificación errónea entre las personas expuestas y no expuestas a las dioxinas, y que este fraude científico ha sido confirmado por el Consejo Nacional de Investigación, y que fueron sesgados con el fin de obtener el efecto deseado». El caso será puesto de nuevo sobre el tapete en 1990 gracias a un informe de Greenpeace y el investigador Joe Thornton, titulado «Ciencia en venta«.
¿Es tóxico el herbicida Roundup?
¿Recuerdan el anuncio del buen perro Rex: «Roundup no contamina la tierra ni los huesos de Rex»? Hizo que Monsanto fuera condenado dos veces, en EEUU y en Francia, por publicidad engañosa incluida en el envase del herbicida.
En 1975, la compañía lanzó Roundup, un herbicida muy potente presentado como «biodegradable» y «bueno para el medio ambiente». En 1996, el fiscal de Nueva York condenó a Monsanto, que fue multado con 50.000 dólares y obligado a retirar la publicidad considerada engañosa. En enero de 2007, la firma fue condenada, de nuevo, en Francia (extractos del juicio) por las mismas razones… con una multa de 15.000 euros. Roundup es hoy el herbicida más vendido del mundo.
Sin embargo, varios estudios afirman que el pesticida insignia de Monsanto – y su ingrediente activo, el glifosato – es potencialmente teratógeno, es decir, responsable de malformaciones del feto. Uno de estos estudios, publicado a finales de 2010 en CHEMICAL RESEARCH IN TOXICOLOGY, muestra que la exposición directa de embriones de anfibios a dosis muy bajas del herbicida glifosato produce malformaciones.
Monsanto rechaza estas conclusiones: «El glifosato no tiene efectos nocivos sobre la reproducción en animales adultos y no causa malformaciones en las crías de animales expuestas al glifosato, incluso a dosis muy altas», dice la firma en su sitio web.
El 13 de febrero, el relator de la Corte Suprema asestó un nuevo golpe al producto estrella de Monsanto: se dirigió al Ministerio de Agricultura para analizar la toxicidad en un periodo de seis meses y decidir, entonces, si debe autorizarse la comercialización del pesticida.
El herbicida Lasso: prohibida su venta
La sentencia que afectó al segundo herbicida de Monsanto el 13 de febrero es más importante. Los jueces franceses han sostenido que el fabricante de productos fitosanitarios debe indemnizar «plenamente» al demandante, Paul Francis. Este agricultor trabaja ahora a tiempo parcial, pues sufre fatiga crónica y dolores de cabeza persistentes. Los médicos consideran que su sistema nervioso central fue afectado como consecuencia de inhalar Lasso.
Monsanto apeló. «Los productos de Monsanto cumplen los requisitos de seguridad en vigor en el momento de sacarlos al mercado. [La compañía] tiene una política muy estricta por lo que se refiere a la evaluación científica de la seguridad de los productos fitosanitarios», respondió la firma en un comunicado.
Este herbicida ha sido prohibido en Canadá desde 1985, en Bélgica y Reino Unido desde 1992 y en Francia desde 2007 (fue autorizado en diciembre de 1968).
Hormonas de crecimiento: escándalo en Fox News
A comienzos de 1990, Monsanto lanzó su primer producto derivado de la biotecnología: Posilac, la hormona recombinante de crecimiento bovino (rBGH), una hormona genéticamente diseñada para aumentar la producción de leche en las vacas casi un 20 por ciento. Esta hormona produce mastitis o inflamación de la ubre, lo que obliga a los agricultores a tratar a sus vacas con antibióticos, cuyos rastros se encuentran luego en la leche. Este producto milagroso está prohibido en todo el mundo salvo en EEUU.
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Un documental canadiense, «The Corporation«, habla de cómo Monsanto presionó, en 1997, a Fox News (Murdoch) para que no difundiera un estudio que ponía al descubierto los peligros de Posilac. Esto ilustra las presiones particularmente agresivas que esta compañía ha venido ejerciendo: no solo consiguió que la investigación no fuera hecha pública, sino que sus autores fueron despedidos por Fox News.
Transgénicos: demandas a raudales
Entre 1995 y 1997, varios productos transgénicos (OGMs, organismos genéticamente modificados), la soja Roundup Ready, la colza Roundup Ready y el algodón Roundup Ready, los tres resistentes al herbicida Roundup, recibieron autorización para ser comercializados. Puesto que la patente del glifosato ha expirado (comercializado como Roundup), la compañía ha decidido cambiar su estrategia e iniciar el patentado de formas de vida. Actualmente, produce el 90 por ciento de los OGMs del mundo.
Esto representa un monopolio en la práctica, que la firma defiende enérgicamente. En la primera década del siglo XXI, Monsanto acusó en los tribunales a cientos de agricultores por haber utilizado «fraudulentamente» sus semillas transgénicas patentadas, es decir, fueron acusados de haberlas replantado.
Monsanto reclama los derechos de propiedad intelectual de algunas semillas. Esto no impidió que fuera demandada por actos de ‘biopiratería’. En agosto de 2011, la Autoridad Nacional sobre Biodiversidad de la India anunció que había presentado una demanda contra la compañía, acusándola de haber desarrollado una berenjena genéticamente modificada (BT-berenjena) a partir de variedades locales sin haber solicitado autorización.
Otra condena, esta vez en EEUU. Monsanto aceptó en 2010 pagar una multa de 2,5 millones de dólares por haber vendido algodón transgénico sin autorización. La Agencia de Protección del Medio Ambiente (EPA) acusó a la compañía de haber violado la ley que prohíbe la venta de algodón genéticamente modificado en partes de Texas, donde estas variedades habían sido prohibidas por temor a la resistencia a los pesticidas.
Aspartame: ¿un nuevo escándalo?
Monsanto dice claramente en su sitio web que, después de haber sido un productor destacado en los 80 y los 90, la compañía no ha seguido produciendo aspartame desde 2000. Monsanto insiste, sin embargo, en el hecho de que este edulcorante «no causa enfermedad».
No obstante, estudios recientes han demostrado la existencia de un riesgo creciente de partos prematuros en las mujeres que utilizan este producto. La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria fue invitada en mayo por la Comisión Europea para llevar a cabo una completa reevaluación de la seguridad del aspartame en 2012.
En las columnas de Le Monde, Yann Fichet, director de asuntos corporativos de la filial francesa de la empresa, muestra su preocupación por el hecho de que Monsanto se haya convertido en «un nombre atractivo para aquellos que quieren conseguir una gran audiencia». La compañía está tratando de borrar su deteriorada reputación insistiendo en su sitio web en los principios de su código ético: integridad, diálogo, transparencia, compartir, utilidad y respeto. Contactado por Le Monde, Monsanto no había contestado en el momento de publicar este artículo.
http://es.sott.net/articles/show/12782-Monsanto-medio-siglo-de-escandalos