Tras el estallido de la crisis, los principales gobiernos abogan por un «nuevo orden». La ONU y el G-20 ya han desvelado su intención de reformar el sistema monetario, endurecer la regulación financiera, crear un impuesto sobre el CO2, el fin de los paraísos fiscales y aplicar la tasa Tobin.
El «nuevo orden mundial» va tomando color. Tras el estallido de la crisis crediticia a mediados de 2007, los principales líderes del planeta han insistido, una y otra vez, en la necesidad de avanzar hacia un «nuevo orden», sin especificar en qué consistirá la nueva estructura económica y financiera que pretenden imponer.
Sin embargo, los últimos informes de los organismos multilaterales por antonomasia desvelan algunas de las profundas reformas que, en la actualidad, están negociando las grandes potencias del planeta.
Dichas claves se pueden resumir en los siguientes puntos: reforma del sistema monetario y financiero, fin de los paraísos fiscales, nuevas figuras tributarias para gravar las emisiones de CO2, impuestos sobre el movimiento de capitales (tasa Tobin), y hasta un banco central mundial, cuya función ejercería el Fondo Monetario internacional (FMI).
Poco a poco, los gobiernos van desvelando sus planes para reformar el orden económico vigente. Así, al menos, consta en los últimos informes oficiales elaborados por los principales organismos multilaterales del planeta.
Así, la ONU propone reformar el sistema monetario internacional, un nuevo Bretton Woods para sustituir a la hegemonía del dólar. En un informepresentado durante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), el organismo multilateral reconoce que el sistema monetario no funciona correctamente y, de hecho, ha sido el gran «responsable» de la actual crisis financiera.
Por ello, la ONU afirma que el papel del dólar como moneda de reserva mundial debe ser reconsiderado, tal y como vienen exigiendo Rusia, China y las principales economías emergentes del planeta.
Moneda artificial: las reservas son poder
De este modo, la institución aboga por la creación de un nuevo Bretton Woods, que deberá ser negociado entre los principales gobiernos, para establecer un nuevo sistema monetario que sustituya al actual. El objetivo es «sustituir el dólar por una moneda artificial». De hecho, la ONU incluso habla de la necesidad de contar con un banco central mundial, cuya función desempeñaría el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Precisamente, este lunes el rotativo británico Telegraph publica un análisis en el que revela los riesgos a los que se enfrenta el dólar por ser la divisa de referencia. En un mundo como el actual, de «inestabilidad sistémica», las reservas significan poder, ya que son un instrumento fundamental para defender la moneda, estabilizar el sistema financiero y la recuperación económica sin necesidad de emitir deuda o, directamente, imprimir billetes.
En este contexto, más de la mitad de las reservas chinas están denominadas en dólares. Por lo tanto, cuando el billete verde pierde valor, el gigante asiático también pierde fondos. Después de años de acumulación de déficits comerciales y presupuestarios, China no se fía de EEUU ni de su moneda y, por ello, es uno de los principales impulsores de este nuevo orden monetario.
La cuestión es tan vital que fue tratada en los pasillos de la pasada reunión del G-20, celebrada en Londres. Aunque oficialmente no se quiso hablar de la cuestión, el premier británico, Gordon Brown, tuvo que responder -a preguntas de periodistas- que, de momento, el dólar seguiría siendo la divisa de referencia.
Regulación financiera y «tasa Tobin»
A ello, su suma la intención de reformar el sistema financiero por completo. En este sentido, tanto EEUU como la UE ya han anunciado en varias ocasiones que trabajan en una nueva regulación más estricta para controlar a la banca, el mercado de derivados y los fondos de inversión (hedge funds), así como limitar el sueldo de los banqueros y altos ejecutivos.
Otra medida fiscal revolucionaria es la intención de implantar la polémicatasa Tobin. Alemania y Reino Unido estudian aplicar un impuesto sobre las transacciones financieras con el objeto de «acabar con la especulación a nivel global». No se trata de una propuesta aislada, ya que esta medida será tratada en la próxima reunión del G-20, que se celebrará a finales del presente mes en EEUU.
El «cambio climático» da dinero a los Estados
A estas dos reformas cruciales de la actual estructura económica, cabe añadir la intención de crear un nuevo modelo fiscal basado en los impuestos verdes. Con la excusa del cambio climático, las grandes potencias trabajan intensamente en poner en marcha nuevas figuras tributarias para gravar las emisiones de CO2.
En este sentido, la ONU habla de una nueva etapa en «la lucha contra el calentamiento global». A pesar de admitir que no existen datos «racionales» que lo justifiquen, las Naciones Unidas animan a todos los gobiernos a implantar «con energía» un impuesto que grave el carbono. En concreto, pide unimpuesto mundial que grave el CO2. Una iniciativa que ya ha aprobado Francia y que, junto a Alemania y España, pretende extender a toda la UE.
«Lucha» contra los paraísos fiscales
Por último, otro de los cambios estratégicos observados en los últimos meses es la guerra contra los paraísos fiscales, con el objetivo de evitar la fuga de capitales ante el incremento de la presión fiscal que ya están aprobando múltiples países.
El «fin» de los paraísos fiscales, países donde inversores y empresas cuentan con una fiscalidad mucho más baja y atractiva, fue precisamente uno de los puntos clave acordado entre los países del G-20 en su última reunión. Desde entonces, la presión internacional sobre estos «refugios» tributarios no ha dejado de crecer. De hecho, países como Luxemburgo o Suiza ya se han plegado a las exigencias de transparencia financiera de las grandes potencias.
http://www.libertaddigital.com/economia/el-nuevo-orden-mundial-fin-del-dolar-impuesto-global-de-co2-y-tasa-tobin-1276370431/