Pregunta: Al despertar después de un sueño profundo sin sueños, la identificación continúa con el mismo conjunto de sensaciones corporales. ¿Eso significa que en el sueño profundo la identificación aún se mantiene en un nivel más sutil?
Si es así, ¿esta tendencia de identificación continua incluso después de la muerte del cuerpo físico? Si es así, ¿esto implicaría que la mente sobrevive a la muerte?
La identificación siempre se da en la forma de un pensamiento. Por ejemplo, la identificación primaria es un pensamiento que es algo como esto: «Yo, la Consciencia, estoy ubicada en y como la sensación llamada ‘el cuerpo’.»
Rupert: La única sustancia de esa identificación es el pensamiento que la piensa, aunque después se fundamenta en sensaciones en el cuerpo. La propia Consciencia no se encuentra realmente implicada por este pensamiento más que una pantalla está implicada por una imagen que aparece en ella.
La Consciencia está siempre solamente «experimentándose» a sí misma, en el sentido de ser en sí, al igual que la pantalla es siempre solamente ella misma.
El pensamiento identificado es conocido como un «pensamiento» sólo para el propio pensamiento. Es sólo un pensamiento el que dice que es un «pensamiento». La Consciencia sólo «lo» conoce como sí misma.
Lo mismo es cierto para todas las sensaciones y percepciones. Sólo el pensamiento las conoce como «sensaciones» y «percepciones». La Consciencia está demasiado cerca de toda experiencia, demasiado íntima, absolutamente «una con» toda experiencia como para conocerla como algo distinto de sí misma.
Sólo el pensamiento se distancia aparentemente de la experiencia y etiqueta a una parte de ella como «pensamiento» o «mente», a otra parte como «sensación» o «cuerpo» y a otra parte como «percepción» o «mundo». Sin este «distanciamiento» del pensamiento, sólo existe la intimidad absoluta, lo directo y la inmediatez de la Consciencia siendo ella misma. Experienciar es otro nombre para esto.
Sin embargo, el pensamiento no puede realmente nunca «distanciarse» o «estar fuera» de la experiencia misma. Parece «distanciarse» o «estar fuera» desde su propio punto de vista imaginario.
Ahora, después de haber visto que la identificación de la Consciencia con algo que no sea ella misma nunca sucede realmente, es decir, sólo se imagina que sucede, vamos a considerar el sueño profundo. Podemos mirar el sueño profundo desde dos puntos de vista: 1) desde la perspectiva del estado de vigilia, es decir, «al despertar», y 2) desde el punto de vista de la experiencia misma.
Desde la perspectiva del estado de vigilia, el sueño profundo aparece como un vago recuerdo de una nada vacía o en blanco, que aparentemente tiene una duración de tiempo indeterminada. Este recuerdo, como todos los recuerdos, se presenta en forma de un pensamiento, que, como todos los pensamientos, con independencia de si son sobre el pasado, el presente o el futuro, tiene lugar «ahora».
El «sueño profundo», al que se refiere el «pensamiento-recuerdo», es totalmente no-existente en el momento del pensamiento-recuerdo. En otras palabras, la única prueba, en el estado de vigilia, dela existencia de una experiencia llamada «sueño profundo» viene en la forma de un pensamiento presente.
Ese pensamiento se refiere a un período de sueño profundo que no está presente en el momento de pensar en ello y por lo tanto nunca puede ser verificado. Por consiguiente, el recuerdo del sueño profundo por la mañana no prueba el sueño profundo. No prueba nada excepto así mismo. De hecho, ni siquiera es prueba de sí mismo, porque él (el pensamiento a ser probado) se desvanece tan pronto como aparece. Así que realmente, el pensamiento, ya sea en forma de recuerdo o en cualquier otra forma, no indica nada más que Consciencia.
El pensamiento-estado-despierto imagina que el tiempo existe independientemente de lo que está siendo pensado. Como resultado de esta presunción el pensamiento imagina que el sueño profundo (que se concibe como una ausencia de mente) tiene una duración de tiempo determinada.
En otras palabras, el pensamiento «olvida» que el tiempo es una creación de su propia imaginación y se imagina que está presente incluso cuando el pensamiento no lo está, es decir, en el sueño profundo. Como resultado, el sueño profundo es imaginado, desde el punto de vista del estado de vigilia, que dura un período de tiempo.
Sin embargo, el estado de sueño profundo que la mente despierta imagina realmente nunca se experimenta como tal. Tampoco podría incluso ser imaginado, porque para imaginar algo, tendría que estar presente alguna cualidad aparentemente objetiva. Por lo tanto, el pensamiento se imagina primero el sueño profundo y, con el fin de concebirlo en su propio lenguaje de objetividad aparente, superpone sobre él las cualidades de estado en blanco (blankness) y duración.
Desde el punto de vista de la experiencia en sí, que es el único punto de vista válido, lo que se conoce como sueño profundo, no es más que la presencia de la Consciencia sin la aparición de la mente (la mente aquí incluye todo pensar, imaginar, sentir y percibir).
Antes de la aparición de la mente sólo hay Consciencia conociendo-siendo su propio ser. Sin embargo, no hay apariencia de tiempo o espacio «ahí» y mucho menos ninguno de los objetos que se imaginan que pueblan el tiempo y el espacio. Y por lo tanto, por supuesto, no hay un «antes del surgimiento de la mente» porque sin mente no hay tiempo. De hecho, incluso con la mente, no hay tiempo, pero hay «entonces» al menos la ilusión del tiempo.
Por lo tanto, lo que se conoce como sueño profundo es sólo «profundo» y sólo «sueño» desde el punto de vista de la mente. «Profundo» significa para la mente, más profundo de su pensamiento superficial de costumbre y «sueño» significa para la mente «la ausencia de sí misma».
En su ignorancia la mente concibe esta ausencia de sí misma como la nada, porque todo lo que conoce y valora son los objetos aparentes. No conoce y no puede conocer la presencia de la Consciencia y de ahí que conciba el sueño profundo como una nada oscura, en blanco.
Pero desde el punto de vista de la experiencia, lo que significa desde el punto de vista de la Consciencia, no hay experiencia de una nada oscura o en blanco. Más bien, sólo existe la «experiencia» de sí misma, lo que significa sólo la presencia o ser de sí misma. Esta no es ni profunda, oscura, en blanco o dormida. Es sin dimensiones, presente, luminoso, viva y despierta.
La Consciencia no es lo contrario de in-consciencia. Para la Consciencia no hay «off» (apagada). Siempre está «on» (encendida). Nunca deja de conocerse/ser ella misma. Sin embargo, decir «siempre» o «nunca» ya trae consigo un tiempo imaginario en el que la Consciencia se imagina que reside. La Consciencia no reside en el tiempo. Reside en sí misma, como sí misma, sola.
Lo que se considera como sueño profundo desde el punto de vista de la mente despierta (de vigilia) es «completamente despierto» para la Consciencia. Hay tres estados de vigilia, soñar y dormir sólo desde el punto de vista imaginario del pensamiento. Para la Consciencia no hay tres estados. Sólo hay una realidad de sí misma sola y siempre presente.
Los tres estados podrían asemejarse a una película, un documento y un protector de pantalla que aparece en una pantalla de ordenador. Las diferencias no son para la pantalla, son para la mente.
La Consciencia «nunca» deja de estar «completamente despierta». El término «sueño profundo» es una interpretación errónea de la realidad de la experiencia desde el ignorante punto de vista del pensamiento, es decir, desde el punto de vista que ignora la realidad de la experiencia.
Los estados de «sueño» y «vigilia» son otras dos interpretaciones o nombres que la mente da a la realidad de la Consciencia, cuando ella (la Consciencia o experiencia) es imaginada a través de la lente limitada y distorsionada del pensamiento.
Cuando vemos la televisión decimos que estamos viendo una «película», las «noticias» o un «documental». Cada una de estas etiquetas es sólo un nombre diferente para la misma pantalla, al igual que la vigilia, el sueño y el sueño profundo son diferentes nombres que el pensamiento da a la realidad de la Consciencia.
Para la pantalla siempre hay sólo ella misma, al igual que para la Consciencia sólo hay conocimiento/ser de sí misma.
Se necesita algo fuera de la pantalla, alguien que imagina que no son la pantalla, para ver la «película», las «noticias» y el «documental». Del mismo modo se necesita una entidad imaginaria que aparentemente se ha separado de la totalidad sin fisuras de la experiencia para ver aparentemente algo distinto de la Consciencia.
Para la Consciencia, sólo hay su propia presencia eterna. Las categorías de «vigilia, sueño y sueño profundo» o de «mente, cuerpo y mundo», es decir, la aparente multiplicidad y diversidad de todas las cosas aparentes, es para la mente, no para la Consciencia.
Podríamos decir que en este completo-despertar siempre-presente, que la mente llama «sueño profundo», surge la mente de sueño y de vigilia, proyecta un mundo que aparentemente está fuera de la Consciencia y «después» desaparece.
Sin embargo, la aventura de la mente de sueño y de vigilia es solo para el pensamiento. No es para la Consciencia. La Consciencia está siempre «en casa», descansando en su propio ser. ¡Nunca se va de viaje!
Nunca hay en ningún momento una entidad que se quede dormida, que sueñe un sueño, que descanse inconscientemente en sueño profundo o que posteriormente se despierte. Tal entidad y los estados en los que considera que opera están todos hechos sólo del pensamiento actual que los piensa.
Ahora, con eso como telón de fondo, podemos mirar más de cerca la cuestión de si la identificación se mantiene en un nivel más sutil en el sueño profundo.
La identificación es simplemente un pensamiento y un pensamiento no tiene una duración en el tiempo. El tiempo «dura», o más bien, se imagina que dura, sólo con el pensamiento que lo imagina.
Es sólo desde el punto de vista del pensamiento que la identificación se considera absolutamente real, y mucho menos de que dura en el tiempo. En otras palabras, es sólo el pensamiento el que imagina que la identificación es real y luego imagina una duración de tiempo que supone que debe durar.
¿Por qué entonces la identificación re-aparece al despertar? No lo hace. Nada re-aparece. Incluso si provisionalmente admitimos que «algo» aparece verdaderamente, entonces, cuando desaparece ese «algo» desaparece del todo, nunca vuelve a aparecer.
Es sólo un pensamiento el que afirma que la apariencia actual es una reaparición de una apariencia antigua. Sin embargo, cada apariencia, incluyendo el pensamiento que imagina la re-aparición, es nueva.
La identificación y la re-identificación son tan sustanciales como el pensamiento que las piensa y todos los pensamientos son tigres de papel.
Si la identificación fuera real y si hubiera durado incontables milenios a través de innumerables nacimientos, ¡tendríamos un problema real en nuestras manos! Afortunadamente ese problema sólo es real para el imaginario que lo imagina. Para la Consciencia, no hay identificación, ni esclavitud, ni liberación y ningún problema.
Todo lo que se «requiere» es ser conscientes como Eso, que simplemente significa darse cuenta de que Eso es lo que eternamente somos. A su debido tiempo la mente, el cuerpo e incluso el mundo, se reajustarán gradualmente a esta «nueva perspectiva».
Ahora bien, ¿la mente sobrevive a la muerte?
Consideremos lo que se entiende por «muerte». La muerte podría referirse al cuerpo, a la mente o a la Consciencia.
En el modelo convencional de la experiencia, se cree que el cuerpo ha nacido en un mundo ya hecho o creado y que contiene la mente, que a su vez contiene la Consciencia.
Hemos visto, sin embargo, que es más cierto decir que la Consciencia contiene la mente y que el cuerpo, hecho sólo de sentir y de percibir, es «parte» de la mente.
Es decir, hemos visto que, en la experiencia, no hay cuerpos físicos u objetos. Hemos visto que nuestro único conocimiento del objeto percibido, el cuerpo, otros o el mundo están hechos sólo de sentir y percibir. En otras palabras, hemos visto que nuestro único conocimiento de los llamados objetos físicos están hechos de mente.
Por lo tanto, ya no tiene sentido hablar de la muerte del cuerpo físico. Cualquier teoría de la muerte que tiene como punto de partida la realidad separada e independiente del cuerpo físico y, por lo tanto, su posterior muerte, está viciada desde el principio.
Una verdadera (pero no del todo verdadera) declaración sería decir que el cuerpo es simplemente la sensación o percepción actual «del cuerpo» y que ese «cuerpo» desaparece o muere cada vez que la sensación o percepción actual desaparece. Hemos visto que un cuerpo, o incluso cualquier objeto, no tiene duración en el tiempo y que el «cuerpo duradero» es un concepto, no una experiencia.
En otras palabras, cada vez que la sensación o percepción actual del cuerpo desaparece, el «cuerpo» muere, por lo que hemos experimentado un sinnúmero de «muertes» del cuerpo. De hecho, el «cuerpo» está naciendo y muriendo «todo el tiempo» y cada aparición del cuerpo es un cuerpo nuevo.
¿Sobrevive la mente a estas muertes? En esta pregunta la mente se concibe no sólo como un gran contenedor de todos los pensamientos, imágenes, sensaciones y percepciones, sino también como un gran generador de los mismos. Sin embargo, no hay tal mente que haya sido alguna vez experimentada. Dicho contenedor/generador es simplemente un concepto. Es imaginado con el pensamiento que lo piensa.
La mente, en el sentido más amplio del término es simplemente el pensamiento, imagen, sensación o percepción actual. Al igual que el cuerpo, nace con cada nueva aparición y muere con cada desaparición. Nunca sobrevive o continúa. ¡Supervivencia y continuidad son ideas que ni sobreviven ni continúan!
En otras palabras, no hay mente, cuerpo o mundo, como tal, así que no podemos hablar con sentido de su posible supervivencia. La mente, el cuerpo y el mundo son simplemente nombres que el pensamiento da al actual pensamiento, sensación y percepción, respectivamente, y no hay continuidad de pensamientos, sensaciones y percepciones.
En un nivel más profundo la mente, el cuerpo y el mundo son nombres que el pensamiento da a la Consciencia y la Consciencia no continua. Es siempre presente.
De cualquier manera, no hay supervivencia o continuidad. Sólo hay la eterna presencia de la Consciencia.
Sin embargo, esto no quiere decir que cuando una sensación/percepción (el cuerpo) desaparece, no sea «seguido de» un pensamiento. En ese sentido no hay nada que sugiera que la mente no sobrevive a la muerte del cuerpo. Los pensamientos siguen llegando después de que el «cuerpo» ha desaparecido.
De hecho, eso es exactamente lo que pasa en la noche. Cuando nos «quedamos dormidos» el cuerpo, es decir, la sensación o percepción actual desaparece, pero los pensamientos en forma de imágenes del sueño aparecen. Esta es la experiencia de la mente sin un cuerpo. De hecho, la mente siempre se experimenta sin un cuerpo. El cuerpo es sólo una de las posibles «formas» de la mente.
En un sueño un nuevo cuerpo/mundo-imagen aparece. El pensar en el sueño identifica posteriormente el «yo» de la Consciencia con el cuerpo soñado, con lo que aparentemente divide al nuevo cuerpo/mundo-imagen soñado en dos «cosas» ―el «yo-soñado» y el «mundo-soñado»― creando la ilusión de dualidad exactamente de la misma manera que el pensamiento-despierto hace en el estado de vigilia.
El pensar en el sueño se pregunta si sus pensamientos seguirán después de la muerte de la entidad soñada, sin darse cuenta de que la entidad soñada, el cuerpo soñado y su muerte soñada son en sí mismos simplemente pensamientos.
Lo que también es interesante darse cuenta es que los pensamientos y sentimientos del estado de vigilia tienden a convertirse en el entorno del estado de sueño. En otras palabras, lo que estaba en el «interior» durante el estado de vigilia se convierte en el «exterior», en el cual el sueño parece tener lugar. De ahí el valor del análisis de los sueños en psicología.
No hay nada que sugiera que este patrón no continuará después de la muerte del cuerpo de vigilia, que como ya hemos visto, no es más que la desaparición de una sensación corporal, pero no necesariamente el cese de la mente. En otras palabras, no hay nada que sugiera que los pensamientos y sentimientos que «continúan» surgiendo después de la muerte del cuerpo no parezcan derivar su contenido de los anteriores pensamientos y sentimientos de la entidad ahora aparentemente fallecida, al igual que las imágenes del sueño parecen derivar su contenido del estado de vigilia.
En el nuevo «después de la muerte» del sueño, la entidad imaginada puede volver a imaginar que sus pensamientos y sentimientos son una continuación de un día anterior o una vida anterior y de ahí el mito de la entidad reencarnada que se perpetua para siempre en el sueño de la entidad imaginaria.
Por lo tanto, lo que para la entidad imaginada es vida tras vida tras vida, es, desde el punto de vista de la realidad, soñar dentro del sueño dentro del sueño todos «teniendo lugar» en ningún tiempo y lugar.
Sin embargo, incluso si aceptamos provisionalmente el modelo anterior (y es sólo un modelo medio verdadero, más verdadero que el modelo convencional, pero no completamente verdadero), es importante recordar que la mente, como es normalmente concebida, es también sólo el pensamiento o imagen actual. Cada vez que un pensamiento o imagen termina, la mente muere.
Así que, después de primero haber visto que el cuerpo es, por así decirlo, una parte de la mente y que la mente «continúa» produciendo pensamientos, imágenes, sensaciones y percepciones, después de la «muerte» del cuerpo, podemos ver ahora que la mente es igualmente frágil, es decir, nunca sobrevive, como tal. Siempre se está desvaneciendo.
En otras palabras, los pensamientos, imágenes, sensaciones y percepciones no tienen lugar en un estado de vigilia, un estado de sueño o un estado después de la vida. Todos los pensamientos, imágenes, sensaciones y percepciones tienen lugar en el mismo aquí-y-ahora intemporal e inespacial, y los estados de vigilia, sueño, sueño profundo y después de la vida están simplemente hechos del siempre-ahora pensamiento que los piensa.
Ahora bien ¿qué ocurre con la Consciencia? La Consciencia es todo lo que es consciente o conoce y todo lo que es/está realmente presente. ¿Cuál es la experiencia de la muerte de la Consciencia? No tiene ninguna. ¿Cómo podría la Consciencia experimentar su propia muerte o desaparición? Tendría que permanecer presente para «tener» tal experiencia.
Para que la Consciencia desapareciera su sustancia tendría que desaparecer en algo. ¿En qué se disolvería la Consciencia? No hay nada presente distinto de sí misma en lo que se podría ir. Nosotros, es decir la Consciencia, nunca experimenta ni podría experimentar su propia desaparición.
Por lo tanto, la muerte nunca es una experiencia. Es un concepto. Todo el dilema acerca de la muerte se origina con el pensamiento que identifica erróneamente la Consciencia con un cuerpo limitado. En otras palabras, la idea de la muerte sólo es posible cuando la Consciencia es aparentemente ignorada u olvidada.
Por supuesto, la Consciencia no puede ignorarse ni olvidarse a sí misma. Puede y de hecho sólo se conoce a sí misma. Es sólo un pensamiento que surge el que imagina que la Consciencia no está presente, que aparentemente oscurece el conocimiento de sí misma de la Consciencia y, como consecuencia, postula como una realidad la muerte y el miedo concomitante de la desaparición, que es el sello de la aparente entidad separada.
Lo que se ha dicho hasta ahora se basa en la idea de que los pensamientos, imágenes, sensaciones y percepciones aparecen y desaparecen dentro de la Consciencia.
Esta idea es útil, ya que anula la visión convencional de que la Consciencia está ubicada dentro de una mente, que está ubicada dentro de un cuerpo y que, a su vez, ha nacido en el mundo, y que lo reemplaza con un modelo que se acerca más a la experiencia, donde la mente, el cuerpo y el mundo son vistos como espontáneos surgimientos o apariencias en la Consciencia.
Sin embargo, este nuevo modelo también se debe abandonar a su debido tiempo, porque si vamos a profundizar en la experiencia misma, nos encontramos con que no es exacta.
En la experiencia no encontramos una sucesión de apariencias. Una sucesión de apariencias nunca puede ser una experiencia real, ya que sólo es posible experimentar una apariencia a la vez. En otras palabras, una multiplicidad y por lo tanto una diversidad de apariencias nunca es una experiencia actual, sino más bien sólo el pensamiento actual acerca de la «multiplicidad y diversidad», que se refiere a algo que nunca es en realidad experimentado.
En otras palabras, multiplicidad, diversidad, apariencia, desaparición, nacimiento, muerte, tiempo, espacio, causalidad son todos tigres de papel. Son hechos sólo del pensamiento que los piensa.
Nuestra experiencia real es que la experiencia en sí está siempre presente. Y la única sustancia presente en toda experiencia es la propia Consciencia. Por lo tanto, podemos decir desde nuestra propia experiencia íntima y directa que todo lo que conocemos es la Consciencia conociendo/siendo ella misma, es decir, todo lo que la Consciencia conoce es ella misma.
Nada nunca aparece o desaparece. Lo mismo puede decirse, en términos relativos, en una película. Parece como si las personas, objetos, lugares, eventos y situaciones están apareciendo y desapareciendo, pero en realidad siempre hay sólo la pantalla. Ella no viene o va. No hace nada. Y porque la pantalla es la única realidad de la película, nada se puede decir que verdaderamente vaya o venga. ¿Desde dónde vendría o hacia donde iría tal cosa? Tendría que venir de fuera de la pantalla. Pero no hay ningún lugar en la película fuera de la pantalla.
Lo mismo es cierto de la experiencia. No hay nada fuera de la Consciencia. No hay nada dentro de la Consciencia. La Consciencia es siempre presente y sin dimensiones, «siempre» conociendo su propio ser. Nada nuevo entra en ella. Nada desaparece fuera de ella. No hay ningún lugar desde el cual o al cual una «cosa» podría ir y venir y nada de lo que tal «cosa» podría ser hecha.
La Consciencia es intemporal, inespacial, siempre presente, conociendo/siendo solo ella misma.
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