30 de Julio 2015
¿Qué sucede cuando no consigues lo que deseas – y, a veces realmente no es posible, como lo leerás aquí, pero obtienes algo más? Esta es la historia de los zapatos negros estilo Mary Jane, los cuales fueron populares en la década de los sesenta, cuando yo era una pequeña niña. Aunque siempre desee un par de estos zapatos nunca los recibí, ya que estaba paralizada debido a GBS (Síndrome Guillain Barre, parálisis inducida por vacuna) aquel año. No conseguí lo que deseaba, los zapatos, pero obtuve mucho más, aunque me tomó una buena cantidad de años darme cuenta de aquello.
Estoy compartiendo la siguiente historia contigo ya que aborda un componente muy importante de sanación, aceptación y gratitud. Agradecer, algo que debemos aprender a hacer para que podamos volver a nuestra integridad; centrar y expandir nuestra energía en los nuevos senderos de experiencia. Sin gratitud nuestra perspectiva es limitada, poco concentrada y permanece en el pasado. Sí, es difícil ser agradecido de algo que parece no merecer nuestra gratitud. Pero, entonces estamos juzgando y por eso el no-juicio puede ser tan difícil. Mi experiencia con los zapatos de Terciopelo Negro Estilo Mary Jane me proporcionó una profunda lección de gratitud que ayudó a compartir mi gratitud con los demás.
Cuando tenía cinco años deseaba un par de zapatos de terciopelo negro estilo Mary Jane. Eran sencillos, zapatos planos de vestir con una correa cruzada en el empeine (eran populares en 1963), como se muestran en la fotografía. Mi madre iba a comprarlos para mi hermana y para mí en Navidad y yo estaba muy emocionada.
Pero eso fue el año que estuve paralizada con GBS y pasé aquella Navidad en el Hospital, inhabilitada de moverme o caminar. Mis zapatos de terciopelo negro estilo Mary Jane no estaban bajo el árbol de Navidad ya que no podría usarlos y mi madre era muy práctica como para comprar zapatos que yo nunca calzaría. Pasarían muchos años antes de que pudiera calzar zapatos normales elegantes nuevamente porque fui equipada con aparatos ortopédicos que fueron acoplados a zapatos ortopédicos de cuero café (los cuales me parecieron muy desagradables). El personal del hospital hizo todo lo posible por acoplar los aparatos ortopédicos a los zapatos de terciopelo negro estilo Mary Jane que yo tanto deseaba, pero no fue posible. Y, para cuando pude caminar nuevamente, ese estilo de zapatos pasaron de moda (y no los desee más).
Aunque ya no deseaba más los zapatos, sin embargo, llegaron a representar algo muy diferente para mí, todas las cosas que no podía tener y hacer debido a mi enfermedad. Y cuando vi a mi hermana caminando en sus zapatos de terciopelo negro después de aquella Navidad, me recordó que otras personas tenían cosas que yo no tendría. Así que resentí mi condición, mi incapacidad para caminar. Me enfoqué en lo que no tenía, en lugar de, en lo que tenía – mi salud, mi inteligencia, mi intuición y el don de finalmente volver a caminar.
Durante mi larga estadía en el hospital, hice amistad con una chica de 13 años que tenía polio. Ella era agradable, amable y era hija única (lo cual me pareció genial). Sus padres iban al hospital a visitarla todos los días y ellos lloraban mucho porque sabían que ella nunca volvería a caminar. Recuerdo el día en que abandoné el hospital, en una silla de ruedas con mis aparatos ortopédicos, zapatos ortopédicos y muletas, y ella me dijo cuan afortunada era porque yo sería capaz de caminar algún día. Ella sabía que, ella nunca podría caminar nuevamente.
No pensé en lo muy afortunada que era porque todavía estaba enojada por no conseguir mis zapatos, lo cual era muy importante para mí en ese momento. Y en mi enojo y resentimiento olvidé que tenía mucho por agradecer, ya que no tenía que estar en una silla de ruedas, con aparatos ortopédicos y muletas por el resto de mi vida. A medida que avanzaba a través de mi sanación física pensaba en mi amiga del hospital y me preguntaba cómo estará ella. Hubo momentos en que me sentía culpable porque ella estuvo en lo correcto y yo a veces daba por hecho mi sanación.
Uno de los mejores regalos de mi incapacidad es que no doy por hecho el movimiento. Estoy muy agradecida por ser capaz de caminar, practicar yoga, correr, pasear en bicicleta y de muchas cosas que puedo hacer porque tengo el don del movimiento. Podría haber pasado mi vida estando molesta por un par de zapatos y limitando mi vida por ellos o podría poner esos recuerdos a un lado y dejar que una mayor verdad exista para mí, puedo tener una mayor perspectiva de mi vida y estar muy agradecida por lo que sí tengo.
Un viaje de sanación siempre trae a colación el pasado y todos tenemos pesares, decepciones y enojo por las cosas que nos sucedieron o no nos sucedieron. Y que probablemente significaron mucho para nosotros en ese momento, pero si nos enfocamos en ellas perderemos la perspectiva del Bien Mayor de Todo. Uno de mis refranes preferidos, compartido por un amigo años atrás es: “Lloraba porque no tenía zapatos hasta que conocí a un hombre que no tenía pies”. Mi amigo no sabía la historia de los zapatos negros estilo Mary Jane y, probablemente, no se dará cuenta de lo significativo que fue el refrán para mí, pero cada vez que pienso en este refrán, recuerdo que lo más importante que podemos hacer con el pasado es mantenerlo en perspectiva y ser agradecido por lo tenemos en cada momento.
Todos vivimos con remordimientos ya que son parte de nuestro viaje, pero también son parte de nuestro sendero de vida elegido. Elegimos este sendero por su sanación y aprendizaje y por el crecimiento y transformación que queremos alcanzar. Si nos enfocamos en la pérdida, desatendemos la ganancia. Si nos enfocamos en el dolor, perdemos de vista la sanación. Y si olvidamos ser agradecidos por lo que tenemos, no importa cuán pequeño creamos que esto es, nos quedaremos atrapados en emociones y pensamientos cuyo propósito fue llevarnos a la siguiente etapa de nuestro viaje, no recordarnos cuán difícil es nuestra vida o cuán limitados somos en el momento.
¿Por qué puedes estar agradecido en este momento? Si no puedes encontrar algo porque estarlo, regresa a las cosas sencillas – ¿Puedes caminar, ver, respirar, moverte?, ¿Has comido hoy?, ¿Tienes agua limpia para beber?, ¿Un carro propio? y ¿Una casa donde vivir? Mucha gente en el mundo estaría agradecida por una sola de estas cosas. Magnificamos nuestra sanación cuando aprendemos a ser agradecidos por lo que tenemos y no damos nada por hecho.
La Gratitud expande la energía y cuando puedes estar agradecido por algo que finalmente te das a ti mismo y puedes moverte a otro nivel de vibración. Toma tu mayor desafío del momento, sé agradecido por éste y luego déjalo ir, sabiendo que al expresar gratitud, permites tu propio crecimiento sobre dicho desafío. Entonces, permites que una nueva y diferente energía ocupe ese espacio.
¿Cuál es tú criterio sobre ti mismo? ¿Te ves a ti mismo limitado, indefenso, impotente y víctima de tu propia vida? O ¿Sabes que la experiencia de estos incidentes te recuerdan a ti mismo que eres poderoso, ilimitado y un vencedor? Y en el ámbito infinito de tu vida ¿sabes que aquellos son pequeños incidentes cuyo propósito es despertarte a una visión mucho más grande de quien tú eres?
Cada Navidad pienso en los zapatos de terciopelo negro estilo “Mary Jane”, así que dono zapatos a niños necesitados. Y sé, que el día de Navidad hay niños que recibirán algo que su corazón desea y anhelo que vistan sus zapatos con alegría. Y mi pequeño regalo puede recordarles que los milagros son posibles, que ellos son amados y apoyados y Yo estoy agradecida de poder dar un regalo que bendice a los demás.
Derechos de autor reservados © 2015 por Jennifer Hoffman. Pueden citar, traducir, reimprimir o referirse a este mensaje si mencionan el nombre de la autora e incluyen un vínculo de trabajo a: http://enlighteninglife.com
Traducción: Fernando Pachacama
Difusión: El Manantial del Caduceo
http://www.manantialcaduceo.com.ar/libros.htm