La trabajadora de la salud Urmila Kasdekar revisa a un recién nacido en la aldea de Berdaballa, en el oeste de India. Crédito: Stella Paul/IPS.
DHARNI, India, 13 nov 2015 (IPS) – En la penumbra de su choza, en la aldea de Berdaballa, Babita Mavaskar observa cómo una paramédica revisa a su bebé recién nacido hasta que sale y declara: “Está todo bien; el peso, la temperatura y la talla, todo es normal”.
Los conocidos que aguardaban afuera respiran aliviados.
La comunidad tribal del oeste de India lucha, con ayuda de médicos y paramédicos, contra dos males que han perturbado su vida desde hace décadas: el hambre crónica y la severa malnutrición. Es una saga interminable de pobreza crónica y hambre extrema.
Berdaballa es una de las 312 aldeas tribales de la reserva de tigres Melghat, uno de los destinos turísticos más populares de India, a 610 kilómetros de la ciudad india de Mumbai. Pero desde fines de los años 90, cientos de niñas y niños mueren al año, la mayoría por malnutrición aguda.
Un informe del Instituto de Ciencias Médicas Mahatma Gandhi estima que mueren 460 niñas y niños al año, y que 75 por ciento de los menores de cinco años sufren malnutrición en esta región, una proporción muy por encima del promedio nacional de 42,5 por ciento.
“Tienen una mala e inadecuada calidad alimentaria. Su dieta consiste principalmente en pan y lentejas, que no ofrecen los nutrientes suficientes”, explicó el médico Ashish Satav, director de MAHAN Trust, una organización que brinda atención médica gratuita y capacitación a poblaciones indígenas.
Desde 1997, Satav realiza estudios en las poblaciones tribales para determinar las causas y la dimensión de la malnutrición en esta región y encabeza un equipo de médicos y paramédicos que procura evitar la malnutrición severa en 15 poblados indígenas.
Según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), India redujo la pobreza extrema a la mitad en el marco de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), la que pasó de 49,4 por ciento, en 1994, a 24,7 por ciento, en 2011.
Pero los avances de este país en la erradicación del hambre son lentos. Todavía concentra a 25 por ciento de la población mundial subalimentada, más de un tercio de los menores de bajo peso y casi un tercio de las personas que sufren inseguridad alimentaria.
El médico Ambadas Adhav, que trabaja para MAHAN Trust en Melghat, dijo que 90 por ciento de los pobladores tienen pequeños solares y no pueden vivir de sus huertas, las que dependen de las lluvias, por lo que de noviembre a junio hay una migración masiva de gente en busca de trabajo en las ciudades.
“Pero como tienen poca o ninguna formación, los pobladores de los bosques suelen sufrir explotación laboral en la ciudad”, acotó Adhav.
En agosto, el esposo de Babita, Kashiram Mavaskar, pasó a ser jornalero en Akola, una ciudad a 150 kilómetros de la aldea, para poder sustentar a sus padres ancianos y de su esposa embarazada. Pero con las 50 rupias (unos 70 centavos de dólar) al día que gana, muy por debajo del salario mínimo de 366 (5,5 dólares), le es difícil ahorrar y regresar a casa.
“Ahora que llegó el bebé, quiero que mi esposo esté en casa. Pero dice que no será posible porque todavía no tiene dinero”, relató Babita, de 28 años.
El círculo vicioso de hambre y pobreza crónica se agrava con el matrimonio precoz, otra de las razones de la generalizada malnutrición en Melghat.
“Las niñas suelen casarse antes de los 15 o 16 años. Cuando tienen hijos, los bebés tienen bajo peso, causando una grave malnutrición y enfermedades relacionadas, que suelen ser causa de muerte”, explicó Adhav.
Suman Madhu, de la vecina aldea de Semadoh, se casó en 2014 a los 16 años; a los 17 tuvo un aborto espontáneo cuando tenía seis semanas de embarazo. Desde entonces, se encuentra muy frágil como para levantarse de la cama.
“Sus brazos son como el puño de un niño. Los médicos dijeron que se casó muy joven, pero en nuestra comunidad, todas las niñas se casan a esa edad”, explicó su tía Sindhu Bai.
En la vecina Maharashtra, la prevalencia del bajo peso en menores de cinco años es de 37 por ciento, según datos oficiales.
“El gobierno tiene como prioridad los asuntos de malnutrición e implementa varios programas y mecanismos como intervenciones directas”, indicó Maneka Sanjay Gandhi, ministra del Desarrollo para la Mujer y la Infancia.
Entre los programas destacan Servicios Integrados de Desarrollo Infantil (ICDS) y el Esquema para el Empoderamiento de las Adolescentes Rajiv Gandhi (RGSEAG).
La paramédica Urmila Kasdekar dijo que la combinación de información adecuada, centros de salud y nutrición de bajo costo son claves para terminar con la malnutrición en las comunidades tribales.
Los talleres incluyen información sobre cómo la mala alimentación y el matrimonio precoz complican el parto y perjudican la salud del bebé. Además, les enseñan a preparar complementos alimenticios caseros, les explican la importancia del calcio y del ácido fólico y les presentan los programas estatales de atención a madres y niños.
Por último, alienta a las familias a tener su propia huerta.
Gracias a todo ese trabajo, las 15 aldeas donde trabaja MAHAN Trust no tienen casos de malnutrición severa, la que cayó de 75 por ciento a menos de cuatro por ciento, lo que no está mal según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), subrayó Adhav.
A medida que el país entra en la era de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, debe haber una mejor relación entre la erradicación de la pobreza y los logros en materia de salud, coinciden los especialistas.
“No podemos poner fin a las muertes por malnutrición sin relacionar todos los factores del desarrollo social que la causan como la pobreza, la alimentación, la escasez de agua y la falta de alternativas para ganarse la vida”, subrayó Satav.
“También debemos generar mayor conciencia, ofrecer más información y motivar a los prestadores de salud a mejorar sus servicios”, añadió.
Traducido por Verónica Firme
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