por Ruben Torres
15 Febrero 2015
del Sitio Web LaCosechaDeAlmas
La muerte no es el final
Vivimos en una dualidad, y esto es algo, que a lo largo de nuestra historia se han encargado de dejarnos muy clarito.
La posibilidad de albergar una tercera opción es nula, nadie se plantea una alternativa plausible, nadie ofrece una tendencia física digna de ser puesta en duda y que rompa, ese toma y daca, de la polaridad dual.
Todo, o es bueno, o malo, luz y oscuridad, negro o blanco, para alguien como yo anclado en el gris, los dualismos me acaban cansando y pareciéndome demasiado simplistas.
El famoso libre albedrío se basa en la posibilidad de elegir, pero a la hora de la verdad no tenemos muchas opciones, o nos vamos a la luz o vivimos en la oscuridad, cualquiera sabe que los extremos no son buenos, y que en la casi totalidad de los casos, esos extremos acaban fundiéndose en una misma cosa, con lo cual, al final la elección se transforma en manipulación.
Como sucede en la política y en la industria, monopolizar las posibles opciones nos asegura el éxito. Controlando el bando rojo y el bando azul, me aseguro que elijan a quien elijan, seguiré mandando yo. Esto es lo que llamamos democracia.
En la industria sucede lo mismo, si mi empresa es fuerte en un sector, me adueño de la competencia y posteriormente ordeno a los políticos rojos y azules, que también me pertenecen, que legislen una ley antimonopolio que no me afecta y limpia las posibles suspicacias que genere.
Si este modelo dualista de control lo extrapolamos a aquellas zonas que se escapan de nuestro alcance y que creemos ‘superiores’ (como es arriba es abajo), nos damos cuenta que las polaridades bien-mal/luz-oscuridad, funcionan exactamente igual, asegurándose que todo aquel que abandone un bando, se tope con el otro, que también controlan los mismos…
Un monopolio espiritual en el que el libre albedrío sigue simulado y ambas opciones son la opción incorrecta.
La muerte no es el final, esta esperanzadora sentencia, es en la que muchos pueden encontrar un rayo de esperanza, pero también puede transformarse en el peor hallazgo de tu vida, porque el umbral de la muerte no proporciona el final del control, el final de la manipulación, el final de la contrición, al contrario, todo continua, todo persiste y cualquier opción que elijas será incorrecta.
Al nacer pasamos por un periodo de adaptación al medio, unos años en los que aprendes y a base de prueba y error, averiguas lo que es bueno y malo para ti, incluso con el tiempo logras transformar lo bueno en malo y viceversa, pero al morir el tiempo apremia y te incoan a que elijas cuanto antes, no hay adaptación al medio y tu mente confusa y acostumbrada a una vida de tropiezos, ahora tras la muerte, te hace caer en todos los socavones que encuentras.
En esos instantes eres mente, una mente dominante, acostumbrada a tomar decisiones, a elegir, una mente que venia encorsetada previamente en los paradigmas de bueno-malo, luz-oscuridad, bonito-feo… y se topa con unos entes que según te ven llegar ya se están frotando las manos.
Tu mente es un libro abierto, tus pensamientos son luces de neon en una carretera comarcal.
Para cuando llegas a cualquiera de los posibles destinos que te ofrecen, ya te están recibiendo con aquello que tu mente iba gritando mientras avanzabas. Da igual quien te reciba cuando llegas a la luz (recuerda, oscuridad-mal, luz-bien) has dejado atrás todo lo malo y ahora te espera la recompensa.
Jesús, un ángel, tu abuela, Mahoma, Jimi Hendrix, el Dalai Lama o un rostro desconocido pero agradable, según lo que tu mente proyecte, así es el recibimiento y la consiguiente simulación del paraíso.
Si eres cristiano, llegaras a un hipotético cielo, de doradas puertas y seres alados, verdes praderas y ciudades resplandecientes; si eres musulmán y te sacrificaste inútilmente por Alá, tendrás una simulación en la que cien vírgenes se te insinuaran.
Pide y se te dará, al fin y al cabo, nada de eso es real y todo pertenece a una proyección en tu mente, burda y barata, pero tras una vida de sufrimiento, enfermedad, penurias y necesidades, nuestro sentido crítico se encuentra durmiendo el sueño de los justos…
Da igual la religión que profeses porque el siguiente paso es igual para todos, el juicio.
Ante ti un consejo de tres o cuatro tipos, seres elevados y juiciosos que te mostraran lo malito que has sido.
Este consejo te mostrara tu vida, pero rebobinaran las partes melosas, aquellas donde realmente estuviste a la altura, aquellas donde fuiste buena persona, alguien con corazón, pero eso no interesa, y te mostraran en unas bonitas 3D, lo mal que te portaste tal día, lo poco ecuánime que fuiste tal otro, lo bochornoso de tú comportamiento aquí, aquí y aquí… y así, un largo rato, hasta que tu vergüenza enrojezca tus mejillas (si las tuvieras).
Una vez se han explayado y te han mostrado lo peor de ti, te sueltan el rollo de la necesidad imperiosa de encarnar, para subsanar todo eso, para ‘aprender’, para ‘evolucionar’, para ‘reparar’.
Evidentemente todo eso no es mas que palabrería, ese karma que se supone que arrastras, jamás será saldado, sencillamente, porque jamás lo tuviste, pero ellos te harán creer que si y tu como no eres conciencia, sino mente, será sencillo controlarte y hacerte creer lo que quieran que creas.
Hasta ahora pensaste que tras la muerte eras un alma, un espíritu, una conciencia, pero no, tras el proceso de «muerte» es necesario un proceso de toma de conciencia, que salvo, que lo hayas hecho antes de morir, deberás hacer si o si, esto no es instantáneo y requiere de un proceso de comprensión y asimilación, donde tu mismo deberás ir decapando tus creencias, tus miedos, tus dudas y tus certezas, pero como valoramos mucho la inmediatez y el pensar poco, nos fiamos de nuestra mente, que vivió condicionada y polarizada, y vamos como corderitos al matadero.
Sin tiempo para la reacción, nos van siendo solapados los acontecimientos, el sentimiento de libertad nos abruma, la ligereza, la certeza de sentirnos vivos, sin dolor y sin sufrimiento, anula nuestra capacidad para ver el peligro, para desconfiar si algo no nos cuadra, nos dejamos llevar y nos dejamos hacer.
Una vez convencidos, los Señores de la Falsa Luz, nos mostraran distintos posibles destinos, como si de un concesionario de coches usados se tratase, te irán mostrando los posibles cuerpos que puedes tomar, por supuesto todos y cada uno de ellos tendrán ciertas condiciones y mucha letra pequeña.
Es probable que te ofrezcan encarnar cerca de tus seres queridos, pero ese es el paquete «Premium», salvo que exista un interés por su parte, ese cuerpo te saldrá caro.
Después te ofrecerán otros, con menos condiciones, en entornos menos favorables y más alejados de tus afines.
Elijas lo que elijas, tendrás que pactar y firmar un contrato, en el que te comprometes a cumplir ciertas cuotas y ciertos objetivos, de no cumplir algunas de estas cláusulas, es probable que llame a tu puerta la enfermedad, como aviso previo, si continuas haciendo uso de tu libre albedrío y no cumples lo pactado, quien llamara a tu puerta será la muerte.
Esto tiene un sinfín de matices y tamices, para que tu cuerpo sirva a unos propósitos, mientras tú vives ignorante de todo, inmerso en la película de buenos contra malos, trabajando, sufriendo y penando.
Una vez que sales del concesionario y naces con tu cuerpo nuevo y reluciente, serás consciente durante un tiempo de todo, pero como en cualquier sueño, al despertar lo olvidas.
Tu contrato queda archivado y pendiente de revisión, el camino que ahora comienzas será igual de largo que el servicio que ofrezcas.
Tu capacidad de negociar es la que te asegura el «éxito» terrenal, (no caer en la interpretación de éxito=dinero o fama) en la que tu mente es capaz de liberarse parcialmente del control y comienzas a pensar por ti mismo, empiezas a comprender y empiezas a ver la verdadera luz, que esta mas allá de los dualismos, allí donde vive la conciencia y el alma, los cuales saben donde encontrar el camino, sin necesidad de ser guiados, sin luces, sin coerciones ni presiones, sin artimañas.
Elegir ‘seguir al conejo por la madriguera’ o tratar de sacar la cabeza y ver el sol, es solo cuestión de cada uno, es muy loable elegir la comodidad del auto engaño y continuar tutelados por guías y maestros, es muy loable buscar extraterrestres altos guapos y rubios, como lo es pescar en una pecera.
Nadie dijo que escaparse de una prisión fuera fácil, si así fuera, nadie estaría encerrado dentro.
Esta prisión no tiene planos, sus guardias no son tangibles, no hay un tutorial en Youtube, ni señal de GPS.
A la hora de la verdad estas solo y tienes dos caminos posibles:
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El fácil, que es continuar en el bucle de reencarnaciones, fiarnos de nuestra razón y dejarnos llevar por lo que dicte nuestra mente, permitir que un ente nos reciba ‘en la luz‘ y nos pase la mano por el lomo y nos diga que todo va a salir bien y que ahora, todo va a ser paz y descanso.
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El otro camino es el difícil, ya que requiere de un esfuerzo, tenemos que someter a juicio todo lo que somos, lo que creemos que fuimos, lo que sabemos y lo que creemos que sabemos. Consiste en un ejercicio de comprensión severo, de auto examen, de sopesarlo todo y encontrar lo realmente importante, un tiempo indefinido donde tendremos que sacar de nosotros cosas que nunca tuvimos la necesidad de usar en vida, reconocernos y encontrar la llave de la celda en nosotros. Es complejo, pero a la vez es de lo más sencillo.
Tenemos tantas capas en nuestra mente, que llegar a descubrir lo esencial puede ser costoso para según quien.
El temor al error es el primer tropiezo, pensar que quizás todo esto es un rollo patatero y que si le presto atención podría equivocarme, perderme, diluirme o pasarme toda la eternidad vagando como alma en pena.
Esto no solo es fruto de la programación mental que portamos, también es algo ridículo y sin fundamento, el sistema esta pensado para que entres por voluntad propia, así que siempre podrás volver a ser carne de cañón, esa es una posibilidad que en caso de no estar seguros de nosotros mismos, siempre estará ahí.
Es una mera cuestión de responsabilidad, muchos han usado el palabro «empoderamiento» pues es básicamente eso, tomar las riendas de tu propio destino y «empoderarte» si es que significa eso, lo que en mi pueblo se ha conocido toda la vida como «echarle huevos».
A lo largo de nuestra vida, en muchas ocasiones, hemos debido tomar decisiones a ciegas, guiándonos solamente por nuestra intuición, una especie de pequeño salto de fe, eso es lo que debes realizar, un salto de fe, pero fe en ti mismo, en tus posibilidades, en tus capacidades, en tu intuición, sin dejarnos llevar por el miedo, el vértigo o la incerteza.
Llegado el momento, tu lucidez marcará la diferencia, entre lo que eres y lo que crees que eres, podremos continuar siendo guiados, o por el contrario arriesgarnos y descubrir el camino por nosotros mismos.
Si estas cómodo aquí, crees que aun puedes lograr mas de esto o aquello, si no has tenido bastante, tu opción esta clara, vuelve al redil y renueva contrato.
Si por el contrario piensas que aquí ya no pintas nada, que nada te ata, que nadie puede convencerte de volver a pasar por esto, esta claro que necesitas una portabilidad.
Adéntrate en lo «desconocido» y vuelve a Casa, allí hay gente a los que también les importas y esperan con ansia tu regreso.
Tú elijes…
Biblioteca Pleyades