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Pensando si hablar de sincronización y sincronicidad, todo un tema.
En el equilibrio está el buen gusto.
La sincronización es la herramienta, la mecánica, mientras que la sincronicidad es el modus operandi.
La sincronicidad nació de la necesidad de minimizar la falta de errores. En un contexto de una sociedad mayoritariamente analfabeta del campo, sin saber leer ni escribir pero con sus emociones intactas, se tuvo que ir a una sincronicidad para lograr unos resultados conjuntos y sin pérdida de control.
-La preparación física.
-Uniformidad de horarios. Similares a los de la vida rural, y que además coinciden con la necesidad de alerta preventiva, y la forma de tener cubierta la mayor franja horaria del día, de acción y reacción de prevención y en periodo de amenaza de acción.
-Los sentimientos conjuntos, al menos la uniformidad de la percepción de la vida y las cosas, sobre todo el sentimiento del deber y el respeto, y defensa de los valores de la patria.
-La mecánica de sustitución y recambio necesario en caso de enfermedad, baja o contingencias, para la continuidad y funcionamiento.
Bien. Expuestos los parametros principales en los que se basa la sincronicidad, entremos a reflexionar del por qué no ha evolucionado esta praxis en algunos países y en otros sí.
Mirando el vídeo del día del año nuevo chino -año del mono en 2016-, da mucho para pensar, en que la sincronicidad sigue siendo un tema estrictamente marcial en el seno militar y además de la sociedad.
La superioridad está en la evolución y en la creatividad, no en la repetición mecánica.
Hasta ahora, la proyección de la praxis de la mecanicidad en la sociedad se desarrolla desde los mismos sentimientos y prácticas de los miembros del ejército y el clero (ambos estructuras jerárquicas), que han trasladado su aprendizaje en cuarteles y colegios a la sociedad, con su sentido del horario, el tiempo y las estaciones, se adaptan a un aprovechamiento óptimo de la vida laboral, social, y su coordinación conjunta con el resto de vecinos, el país y resto de paises. La importancia sociológica, industrial, deontológica y protocolaria de esta coordinación ha sido fundamental y estratégica en la recuperación y desarrollo de sociedades.
Nuevas perspectivas.
Si bien unos protocolos confeccionados desde la necesidad de una sociedad que pueda coordinarse -también hemos aprendido-, no solo desde la sociedad como tal y sus individuos, sino en la misma familia, que una vez que la uniformidad funciona porque se ha convertido en sincronicidad, es necesaria la emancipación de las actuaciones, emociones, prácticas e iniciativas propias en un contexto general y dentro de las mismas jerarquías.
El impulso de la tecnología, la informática e internet para el autoaprendizaje con la búsqueda libre de la información y el conocimiento, es la piedra angular de estos cambios, que si antes pedían su liberación, ahora ya son irretactables por la riqueza y aportaciones exponenciales que suponen.
Ejemplos como personas sin iniciativa que siguen eligiendo la uniformidad y el no desentonar de las decisiones conjuntas (de su grupo, de su barrio, de su partido, de su club y de su familia), tanto en la sociedad como en el ejército, y la necesaria subordinación confundida con la pérdida de criterios y opiniones personales. Esta valoración es la piedra angular de la preocupación de una estructura jerárquica militar, sacerdotal, y social. ¿En qué punto dejaría de funcionar o funcionaría mejor una estructura jerárquica?. La misma pregunta alude al contexto. Solo contamos con estructuras jerárquicas. Y dentro, personas que se intentan independizar de comportamientos y opiniones jerarquizadas que son las que dan el contraste de descubrimientos, creatividad y una vida acorde con las capacidades y sentimientos humanos.
Se encuentran necesariamente en el riesgo por la inseguridad. Es decir, cuando el comportamiento social se pueda desvincular del interés de la mayoría por un mejor funcionamiento de lo social.
Como ejemplos, un punto de vista: pensemos en grupos de personas que llegan a conclusiones que van en detrimento del conjunto de la sociedad, y en este punto se hace necesaria la intervención de fuerzas uniformes que velen por el equilibrio.
Otro punto de vista: Pensemos en beneficios que se bloquean por la uniformidad de las cosas y que son opuestas por protocolos que frenarán y acabarán con ideas, prácticas y ventajas que solo pueden tener éxito sin tantas trabas.
Por desgracia, solo el tiempo, el trabajo y esfuerzo de muchos, y también frustraciones, logran ir articulando la mejora de la sincronicidad de estos diferentes puntos de vista. Todos son necesarios, no se puede convivir unos sin otros. No se puede templar una fría espada sin calor, ni forjar una sociedad sin los valores comunes, ni sin la creatividad e iniciativa de todas las personas.
A este precio han sido sacrificadas personas, por la muerte en vida de sus potenciales de creación, espíritu y coordinación desde parámetros imposibles de comprender y sentir desde la estricta uniformidad.
Digamos que vestirse bien no significa necesariamente llevar un traje encorbatado y todos peinados igual, con los mismos modelos de ropa, complementos, gestos y actitudes. Es un sentido que sin embargo proviene del conocimiento de los hábitos uniformes y que ayudan en la percepción de lo conveniente y las ventajas de encaje con el resto, los que permiten despegar a modelos propios y formas que habrán de aportar su grano de arena a la sociedad desde los descubrimientos propios.
Recordemos aquel secular sistema de batalla de filas uniformadas cayendo en el frente como soldados de plomo, que son de carne y hueso con sus sentimientos, emociones, valores y técnica. Y sin embargo con los años el sistema de guerra de guerrillas se fue imponiendo (precisamente proveniente de la iniciativa civil de bandoleros y de la resistencia con su propia imaginería), con la articulación, ysincronización de la técnica, como estilo superior para evitar bajas, heridas y excelentes resultados superiores al de una uniformidad estricta.
La sincronicidad es superior y muchísimo más eficiente que la sincronización.
La sincronicidad apela a lo genuíno, al espíritu libre y al placer, mientras que la sincronización apela a lo repetitivo, a lo mecánico, al espíritu enclaustrado, a la sumisión y al sufrimiento.
Sociedades como la china, continúan en la sincronización y se enorgullecen de ello mientras alcanzan altos niveles de sufrimiento que los mismos ciudadanos y militares no perciben al no haber tenido la ocasión de percibir y valorar las ventajas y placeres de la sincronicidad. La sincronización y la robotización son muy cercanas. Pero pensemos que los robots un día también serán muy creativos y con emociones. Es decir, que se habrá demostrado que la robotización en el sentido de sincronización, uniformidad y repetición no serán el espíritu de nada ni nadie que quiera evolucionar. Sin embargo las necesidades de una sociedad se ven mejor cumplidas desde comprender que hay contextos en los que es mejor una perfecta uniformidad, como la industrial, y que esta debe estar siempre al servicio de la creatividad. El año del mono es muy significativo y supone un cambio en lo marcial. Un mono siempre hace el mono, el payaso, se ríe de todo hasta de sí mismo, siendo además vivaz e inteligente con necesidad de cambios constantes, y supone un mensaje de cambio sustancial en la forma de comprender y hacer las cosas. Es la coordinación de algo nuevo entre la uniformidad con la creatividad, y sobre todo el humor que es la pieza clave para combatir la estricta uniformidad con un avanzado sistema que encaje la uniformidad con la creatividad y sobre todo el encaje del libre albedrío, incluso aunque éste en la mayoría de situaciones sea producto de laboratorios de ideas y comportamiento social y responda a un abanico más amplio de opciones pero que en realidad sean parte de una extensa uniformidad. Pensemos que la mayor parte de la sociedad han sido castrados, o castrados a sí mismos (nosotros mismos), por los miedos a ser uno mismo, o la imposibilidad de serlo en contextos familiares y sociales que no hacen fácil SER. China en el año del mono, lanza un ambicioso mensaje de cambio en su sociedad y en su ejército. Este mensaje significa un respeto mayor y un pase a actitudes personales que van a formar parte de la estructura general sincronizada hacia la sincronicidad. Un modelo en el que China es consciente que necesita cambiar si quiere encajar en modelos occidentales más avanzados y seducir en su nuevo papel de líder mundial.
«La sincronicidad militar. Convivencia entre una estructura jerárquica y los logros de la creatividad propios y de la sociedad».