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Si buscamos la definición de Amistad, encontraremos que nos dice simplemente: “es una relación afectiva entre dos o más personas”. Esto implicaría un cierto contenido de afecto, de amor desinteresado, de buena disposición en dicha relación.
Sin embargo, en mi caso considero que muchas veces en la vida también encontramos personas que no son nuestros amigos en el sentido de “afecto” ni tampoco de “frecuencia”, la que es necesaria para cultivar una amistad. Sin esa “frecuencia” en el trato, tal vez no sea fácil mantenerse al tanto de los cambios en la vida de las otras personas y sustentar la compatibilidad.
Y si es así, entonces no estamos conociendo cómo cambia la persona a medida que la vida la lleva a crecer y un buen día puede que nos encontremos con ese alguien “amigo” a quien no conocemos, a quien no entendemos, a quien no hallamos cómo integrar a nuestra vida, porque también nosotros hemos cambiado.
Sin embargo, puede que se conserve el “afecto” y, si además hay respeto, entonces comprenderemos y aceptaremos los cambios en la vida y la forma del otro y el otro aceptará nuestros cambios, pero el afecto perdurará a pesar del tiempo, las circunstancias y la distancia.
Otras veces, en situaciones difíciles, puede que encontremos a alguien que no conocemos y sin embargo estará dispuesto a ayudarnos a salir de la situación embarazosa. Ése tal vez merecería ser también considerado “amigo” aunque nunca más nos volvamos a encontrar.
Astrológicamente, se distinguen distintos niveles de “amistad”. Está el amigo personal, con el que compartimos buenos momentos, los amigos de los grupos que frecuentemos (los de nuestro equipo de trabajo, deportivo, de pensamiento, etc.) y los amigos tan cercanos que entran en el área de socios, amigos muy cercanos e incluso la pareja, con quienes tenemos una confianza total.
¿Por qué hemos hecho amistad con esas personas? Porque alguna vez, en otro tiempo, hicimos un arreglo de encontrarnos, ayudarnos, acompañarnos, comprendernos y brindarnos mutuo afecto. Y además, cabe la posibilidad de que no tengamos puntos en común, pero no podemos impedir sentir esa cercanía.
En otras palabras, los amigos son aquellas personas que de alguna manera van a compartir de buen grado nuestros buenos y nuestros malos momentos y nosotros los suyos. Nos van a acompañar en las pruebas de la vida y tal vez, hasta nos pongan pruebas en nuestro camino, con el fin de ayudarnos a crecer.
Con este criterio, también quienes han sido nuestros enemigos nos han puesto pruebas en el camino y eso nos ha obligado a superarlas y a evolucionar, y a crecer viviendo situaciones que de ninguna otra manera habríamos aceptado vivir. Seguramente no se nos ocurrirá llamarlos “amigos”.
Sin embargo, aquel que una vez me echó injustamente de mi trabajo, me dio la oportunidad de independizarme y hoy le estoy infinitamente agradecido. Aquel otro que se decía mi amigo y que a través de una falsa acusación me hizo pasar 24 horas entre rejas, me hizo aprender cosas importantes que de otro modo, nunca habría aprendido.
Aquel que entraba a mi casa diciéndose mi amigo y que a mis espaldas se iba con mi mujer a un hotel, ayudó a que yo descubriera con qué clase de persona estaba conviviendo y me ayudó a ver la realidad y a liberarme de alguien que no merecía estar a mi lado. ¿Ellos fueron mis enemigos… o fueron mis amigos?
Porque después de eso, mi vida cambió y supe hacer de ella algo mejor. Por lo que hoy, 20 de julio, Día del Amigo en Argentina, también a ellos debería saludar y además, agradecer, porque de no ser por ellos, hoy no sería quien soy ni habría aprendido lo que hoy sé.
En realidad, estos hechos fueron “arreglados” antes de nacer y ellos se prestaron a cumplir el rol del villano que me ayudó a crecer. ¿Debo estar resentido con ellos? Bueno, si no fuera porque ellos no van a interpretar mi verdadero sentir, también a ellos los saludaría, porque de alguna manera, les estoy muy agradecido.
¿Estoy equivocado? ¿Qué piensas? Astrológicamente, la Casa VII de la Carta Natal indica el área donde encontraremos ubicados a nuestros amigos del alma, a nuestras parejas y también… a los “enemigos conocidos”.
Nuestros amigos del alma, nuestros socios, nuestras parejas y nuestros enemigos conocidos ESTÁN UBICADOS EN LA MISMA CASA de la Carta Natal. O sea que una amistad puede transformarse en pareja, un amigo en enemigo, un socio en amigo o un amigo en socio, pero luego en enemigo…
Y también una pareja en enemigo, pero si aplicamos la inteligencia en lugar del rencor, una ex-pareja puede volverse (y debería ser asÍ) en nuestra amiga, un enemigo en amigo si es que contamos con la suficiente habilidad como para convertirlo, y así.
Esto nos indica que “amigo” o “enemigo” sólo depende de nuestra habilidad y comprensión de la vida. En otras palabras, nuestra vida es según sepamos vivirla, depende “del cristal con que se mira” (Campoamor) y podemos llegar algún día a ser amigos aún de quien ha sido nuestro enemigo.
Personalmente creo que si bien se trata de una victoria cuando vencemos a nuestro enemigo, representa una doble victoria cuando lo convertimos en nuestro amigo y aliado, porque además, nos hemos vencido a nosotros mismos, tarea de las más difíciles que hay.
Por eso siempre me digo, cuando no puedo soportar a cierta persona o situación que se presenta como enemiga… “saca lo mejor de tí, a ver si eres capaz de obtener un beneficio de esta situación y si puedes neutralizar a tu enemigo, volviéndolo amigo” y este desafío hace que fluya la esencia de la vida con más fuerza por mis venas, hacia solucionar la situación en beneficio PARA AMBAS PARTES.
¿Qué mejor homenaje a la vida, a la civilización, a la humanidad? ¿Qué pasaría en el mundo si ambas partes en conflicto fueran capaces de negociar y convertir la guerra en amistad y en coparticipación? ¿Los obstáculos, en trampolines para alcanzar mejores situaciones?
Estas reflexiones me han acompañado todos los años cuando llega el Día del Amigo y además siento que si alguien es mi amigo/a, no debería desear lo mejor para él/ella un día al año, sino todos los días.
En razón de todo esto, es que me pregunto: ¿Por qué no puedo ser amigo de todo y de todos? Y la respuesta me llega como un baldazo de humildad: “Porque no siempre puedes contigo mismo; porque la disposición a aceptar y a amar es tu prerrogativa y de nadie más”.
Este artículo está dedicado a mis amigos y a quienes no lo son todavía, y a aquellos a quienes les pido disculpas por no haber crecido aún lo suficiente como para aceptarlos como mis amigos.
El Sendero Del Ser. Bendiciones. Leo
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