A los occidentales eso de no querer y no hacer nos parece cosa de locos. De hecho, vivimos haciendo todo lo contrario: activos y deseosos. Sin embargo, la quietud y el desapego son dos claves en las filosofías orientales y, por eso mismo, marcan uno de los grandes focos de diferencia con los occidentales.
Para el zen y otras corrientes de pensamiento, no querer y no hacer son una fuente de poder. Por el contrario, el apego y el deseo de incidir sobre todo, o reaccionar a todo, debilita notoriamente. Estas dos claves en las filosofías orientales son a veces incomprendidas. Se les confunde con la pasividad neutral o con el conformismo.
También hay quienes sienten que la vida sin deseos que invadan a las personas, no es vida. O si lo es, en todo caso resulta muy aburrida. Las emociones intensas son una meta para muchos occidentales, al punto que se inventan maneras de ponerse en peligro solo por el placer de conmocionarse interiormente. Frente a esto, cabe una pregunta: ¿qué tanta validez tienen esas dos claves de las filosofías orientales para un occidental?
“Dar a luz, nutrir,
llevar y no tener,
actuar y no poseer,
guiar y no mandar:
este es el misterioso poder”.
-Tao Te Ching-
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