Marie Mawad es usuaria habitual de coches eléctricos en París, donde hay puntos de recarga repartidos por prácticamente toda la ciudad. Pero tras ver en una encuenta que a muchos conductores alemanes y franceses les preocupa más no poder cargar la batería que las limitaciones en la autonomía decidió hacer un experimento.
Así que alquiló un Tesla Model S de 215 y emprendió un viaje de ida y vuelta de París a Mannheim*, algo menos de 550 kilómetros que Google Maps dice que se pueden recorrer en unas 10 horas y 30 minutos. Ningún problema, en principio, para salir un día, dormir en destino, y volver al siguiente.
Pero Marie terminó tardando cuatro días en hacer el viaje en los que estuvo 11 horas y 42 minutos cargando la batería del coche. Y eso sin contar el tiempo perdido en intentos de carga fallidos y en desvíos para buscar estaciones de recarga que la apartaban de la ruta óptima.
¿Los problemas que tuvo? Estaciones de recarga estropeadas. Estaciones de recarga en las que los Tesla no son bienvenidos. Estaciones de recarga en las que hay que darse de alta con días de antelación. Estaciones de recarga en las que en teoría puedes darte de alta al momento… si no falla la app del móvil para hacerlo. Hoteles en cuyo aparcamiento no es que no haya estaciones de recarga, es que ya no hay enchufes. Y el frío, que en el caso del viaje de Marie hizo que la batería del Tesla rindiera por debajo de lo que se espera de ella.