El marxismo siempre vio en el cine un instrumento propagandístico de primer nivel. Ya en 1917 Lenin declaraba que se trataba de la forma artística más importante para el triunfo de las ideas comunistas que habían inspirado la célebre revolución de octubre de aquel año. En un país profundamente atrasado y que se encontraba dividido en una multitud de etnias, que hablaban multitud de idiomas, el cine se podía convertir en el idioma universal que trasmitiera un verdadero catecismo revolucionario. En agosto de 1919, se nacionalizaba la industria cinematográfica y la esposa de Lenin, Nadezhda Krupskaya, se encargaba personalmente de crear una escuela de cine en Moscú, que formara a los futuros cineastas del régimen el arte de la propaganda y la agitación política.
No sólo el marxismo soviético centró su interés en el control de la producción cinematográfica, también el denominado marxismo cultural centró su atención en el estudio del cine de Hollywood como instrumento de difusión de la cultura capitalista. Más recientemente el llamado feminismo corporativo ha convertido el control sobre los contenidos audiovisuales en su nueva batalla ideológica. Principalmente en los Estados Unidos donde la aceptación acrítica de los valores asociados al feminismo corporativo se ha convertido en una especie de nuevo Código Hays, una nueva forma de autocensuradonde el sistema de estudios produce películas que buscan trasladar a la sociedad las ideas relativas a la lucha de géneros. Para empezar, afirmando que el cine producido mayoritariamente por el star system hollywoodiense es claramente machista, al infra representar a la mujer en la industria.
Según el Hollywood diversity report, auspiciado por un observatorio de estudios de género de la Universidad de California, en el periodo comprendido entre 2009 y 2013 sólo 22 películas de un total de 466, todas ellas producidas por grandes estudios, fueron dirigidas por mujeres. Los autores de este estudio, Darnell Hunt y Anna-Christina Ramon, señalan que, en ninguno de los grandes estudios, con la salvedad de Disney, se ha superado el 5% de películas dirigidas por mujeres. Cifras similares se aportan también para denunciar la infrarrepresentación de guionistas. Incluso cuando se habla de actrices se enfatiza que se trata de actrices blancas que refuerzan los estereotipos de géneroasociados al rol tradicional de la mujer dependiente del varón.
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