El siguiente artículo, que traduzco de la web Auticulture y fue escrito por Jasun Horsley (mencionado y traducido varias veces en este blog), entronca con lo postulado por Yuval Noah Harari en cuanto a que la tecnología nos conocerá mejor de lo que nos conocemos a nosotros mismos, y hace una comparación entre los orígenes de la ciencia y el ocultismo, además de mencionar (no apoyar) en un párrafo la teoría de la simulación dando a entender su valor como metáfora. Nos dice que el método científico ha de dejar espacio para hechos que no pueden ser entendidos bajo este método. El texto que leeréis a continuación me parece un grito poético y filosófico en pos del nosce te ipsum como remedio a la dictadura de los algoritmos.
Esta figura del algoritmo como estructura casi mística del conocimiento implementado es omnipresente y poco comprendida. Nunca hemos estado más cerca de hacer realidad la metáfora del conocimiento computacional plenamente implementado que hoy, cuando una explosión de plataformas y sistemas está reinventando la práctica y la identidad de los cultos, a menudo mediante la implementación de un «yo» descargado como una aplicación o configurado como un servicio online.
(Ed Finn, What Algorithms Want: Imagination in the Age of Computing (Lo que los algoritmos quieren: Imaginación en la era de la computación))
Hay un chiste entre los programadores: «El software y las catedrales son lo mismo, primero las construimos y luego rezamos». De manera similar a la religión, la confianza en el código, elsoftware y los algoritmos es un acto de fe.
En los últimos años la gente común ha llegado a ser plenamente consciente de esto, ya que la arquitectura de la tecnología dirigida por algoritmos ha invadido constantemente nuestros reinos internos. «La arquitectura del código se basa en una estructura de creencias así como en una organización lógica de bits» (Finn, p. 6). Parece que estamos encerrados en una relación simbiótica entre nuestra conciencia y nuestra tecnología. Con la cultura (El término «culto» apareció por primera vez en inglés en 1617, derivado del francés «culte», que significa «adoración», que a su vez se originó de la palabra latina «cultus» que significa «cuidado, cultivo, adoración») como medio de unión.
Cada día que pasa, al igual que sucede con la religión, ponemos nuestra fe y confianza en algoritmos para determinar nuestras decisiones. Al mismo tiempo, no está del todo claro cuál es el modelo original aquí -ciencia o religión- porque, si miramos hacia el antiguo Egipto, hay evidencia tanto de una «ciencia sagrada» como de una religión de tipo cientificista. Finn escribe:
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