En la región del Transhimalaya, en el suroeste del Tíbet, yace el monte Kailash, centro de peregrinación de las grandes religiones de la India. El Kailash es la montaña que simboliza, por sus cumbres nevadas como halos de luz, el más alto logro espiritual, la pureza de la mente, la iluminación. Aunque los alpinistas no consideran que el Kailash sea una cima muy difícil de conquistar, no se tiene registro de que nadie haya subido a la cima del Kailash (los montañistas occidentales que han planeado su ascenso han sido recibidos con protestas y animadversión). El Kailash se mantiene puro; su verdadera cima puede alcanzarse, según la tradición, solamente a través de la meditación y el cultivo de la conciencia sutil.
La palabra kailash viene de una raíz sánscrita que significa «cristal»; en tibetano se dice gangs rinpoche (el título honorario de los grandes maestros), lo cual significa «preciosa joya de las nieves». Las personas que creen que la Tierra tiene un cuerpo análogo al ser humano, un campo magnético con centros energéticos, dicen que ahí se encuentra el chakra corona, el chakra de las mil flores de loto blancas, el chakra en el cuerpo humano donde tiene su habitación Shiva, el eterno meditador que emana el universo para su propia delicia y que despierta en el individuo cuando Shakti -como una cobra, como un millón de abejas- zumba en su oído con un beso de calor que derrite toda obstrucción (como el Sol la nieve) y derrama el elixir de la inmortalidad (amrita) en la cueva cósmica del corazón.
Todas las religiones del valle Indo (tierra madre de religiones) confluyen en el Kailash, que es también la fuente de cuatro ríos considerados sagrados, el Indo, el Sutlej, el Brahmaputra y el Karnali (tributario del Ganges) -nótese que en las religiones abrahámicas se describen también cuatro ríos que nacen del Paraíso-.
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