Multitud de teorías de la psicología social han intentado definir qué es el yo / yoes. Desde Williams James a finales del siglo XIX, que distinguió entre el «mí» como objeto de la experiencia y el «yo» como observador, hasta el psicoanálisis más ortodoxo. El yo es esa parte autorreferencial de nuestro ser. Supone el sentido de nuestra identidad y depende de que nos veamos a nosotros mismos como protagonistas de nuestras experiencias vitales.
Aunque el ser humano tiene una esencia única, no está conformado por un solo yo. Dentro de su persona, existen multitud de roles y facetas, yoes presentes, pasados y futuros. Una buena forma de mantener óptima nuestra autoestima es ser conscientes de que existen todos esos roles, valorarlos, aceptarlos, pero no fusionarnos con ellos. La no fusión a un rol implica que la persona entienda que ninguno de ellos empieza y completa su definición a la vez.
Esto quiere decir que, si en mi vida, debido a distintas experiencias, uno de mis roles representados se ve mermado en algún sentido, no tengo por qué sentirme desdichado completamente. El resto de yoes, que no han sido dañados, pueden compensar en gran medida ese dolor.
Sin embargo, si me fusiono demasiado con uno de los yoes y me encuentro con alguna circunstancia perturbadora para ese rol, todo mi self se verá amenazado y entonces será más complicado para mí funcionar en mi día a día. Pasamos a presentar algunas de las teorías surgidas en psicología que muestran interés en definir el yo y su relación con el afecto y la autoestima.
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