Solo los que están constante e inteligentemente en el aquí y en el ahora pueden autogobernarse.
Aldous Huxley
Hay una cosa de la cual un profesor puede estar seguro: casi todo estudiante que entra a la universidad cree, o dice creer, que la verdad es relativa.[…]Están unificados en su relativismo y en su adherencia a la igualdad. Y las dos están relacionadas en una intención moral. La relatividad de la verdad no es un entendimiento teórico, sino un postulado moral, la condición de una sociedad libre, o así lo ven. […]¿Qué derecho, preguntan, tengo yo o alguien más de decir que uno es mejor que los otros? […] No hay absolutos: la libertad es absoluta.
Allan Bloom, The Closing of the American Mind
Con la caída de los grandes sistemas metafísicos, que postulaban un soporte trascendente para la existencia, el ser humano empezó a ver a la libertad como su más alto y quizá único valor. Una libertad que se empezó a concebir ya no bajo el entendimiento clásico -platónico y cristiano- de poder y saber elegir lo bueno y actualizar el propio ser, sino como mero libro albedrío o como voluntad de poder. La ausencia de esencia y propósito en la existencia -la eliminación de las causas formales y finales- dejaron un universo mecánico en el que solamente existían fuerzas aleatorias luchando por imponerse las unas sobre las otras. La vida y la conciencia humana, cosas rara y en cierta forma maravillosas -epifenómenos de la materia- pero al fin de cuentas sólo breve instante en un inmenso e indiferente cosmos.
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