En la vida diaria creemos que «somos cuando hacemos», pero si aceptamos detenernos y ver en profundidad, podemos descubrir la esencia, donde todo aquello que nos perturba se disuelve. Un regalo que es ofrecido por el momento presente. Dora Gil explica cómo sucede cuando accedemos a vivenciarlo.
Quién es
Con estudios en Psicología y Bellas Artes, recorrió diversas escuelas de autoconocimiento, aprendiendo a vivir la meditación y la autoindagación. Se formó en terapia transpersonal, meditación zen, yoga, mindfulness y profundizó en el Advaita Vedanta.
Su creatividad se volcó durante un tiempo a través de la pintura. Desde hace años ofrece charlas, sesiones personales, escritos y retiros, compartiendo inspiración y experiencia. Es autora de Del hacer al Ser, de Editorial Sirio.
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Hace poco leía en un periódico que en España, luego de la crisis, las familias se vuelven a endeudar para consumir. Y pensé: “No hemos aprendido nada”. El consumo y el hacer en algún punto se vinculan desde el punto de vista que tú lo presentas. ¿De qué no nos damos cuenta?
Para mí, todo ello brota de la profunda sensación de carencia que experimentamos al vivir desde una consciencia limitada. Nos sentimos disminuidos al haber olvidado nuestra verdadera naturaleza espaciosa y habernos identificado con un “pequeño yo” necesitado. Por mucho que queramos aprender lecciones en base a lo sucedido, esta sensación de vacío pervive en nuestra inconsciencia y es la que determina nuestras acciones, en este caso el consumo desmedido. Necesitamos abordar la verdadera causa y observar desde la consciencia esos patrones que, si no son iluminados por ella, continúan condicionándonos por muy buenas intenciones que tengamos.
Es un pensamiento predominante como aquel de “tanto tienes, tanto vales”.
Sí, efectivamente. Para compensar esa sensación de carencia, nos embarcamos en un hacer que parece prometernos tener más cosas. Ya se trate de objetos, relaciones, poder, éxito… buscamos obtenerlos para sentirnos más válidos o ser más de lo que creemos ser. Es una de las raíces del hacer: poseer más para ser más. Al mismo tiempo, ese hacer está muy valorado en nuestro mundo: “Tanto haces, tanto vales”. A través de la acción tratamos de taponar o evitar el malestar que supone creernos carentes o necesitados. Y emprendemos una vorágine de actividades e iniciativas que, finalmente, nos dejan más desolados de lo que estábamos.
Haces referencia a una búsqueda no resuelta, irresponsable, de querer encontrar pareja, trabajo, cariño, fama, compensaciones en el mundo externo para colmar ese hueco interno. Y eso no funciona, es como ir detrás de la zanahoria.
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