Estar ajustados a lo que hemos venido a hacer. Es la expresión que más le gusta a Esteve Humet, terapeuta que enraíza su trabajo en el cristianismo y el hinduismo. Destaca la reconciliación con el presente tal como es dado y la meditación como una escuela de conciencia. Es autor del libro «Camino hacia el silencio».
Quién es
Nacido en Terrassa (Barcelona), Esteve Humet ha intentado desde su juventud hacer del Silencio el eje vertebrador de su existencia. A caballo entre dos grandes fuentes de inspiración: el cristianismo, con la persona de Jesús como mediación para el despertar al Absoluto ―el «Padre»―, y el hinduismo, con la experiencia no dual ―»adváitica»― de Sat-Chit-Ananda (Ser-Conciencia-Felicidad) como llamada permanente, su vida ha ido también moviéndose siempre en una doble vertiente: la soledad, donde profundizar en el Silencio y la no-dualidad; y la acogida, terapéutica ―en tanto que psicólogo―, o más directamente conectada con la meditación o la espiritualidad. Reside en Mallorca y acaba de relanzar su libro Camino hacia el Silencio (Herder Editorial). / Más información
Reconoces a Anthony de Mello como una de las personas que más ha influido en tu vida, Esteve. ¿Cómo lo conociste?
Yo había sido el traductor al catalán de uno de sus libros y en un momento vital en que estaba muy desconcertado viajé a la India para tomar distancia, resituarme y ver qué hacía con mi vida. Allí lo conocí. Reía continuamente y su imagen no correspondía con la habitual que tenemos de un místico, ¡qué va! Hacía chistes, era normal, inteligente, con el corazón muy abierto. Me cogió mucho cariño. Así fue que le propuse venir a España. Estuvo en Barcelona en 1986, un año antes de morir, para un encuentro al que asistieron 250 personas, gente de todo tipo, y él lo pasó muy bien. En aquel tiempo, se interesaba mucho por la conexión entre la dimensión psicológica y la espiritualidad. En cierta ocasión, en una reunión con responsables jesuitas comentó que quería compartir un dato interesante y esperaba conocer la opinión de los presentes. «Tengo la impresión de que el 95% de los problemas ‘espirituales’ de nuestros religiosos son básicamente psicológicos. Por favor, decidme algo», a lo que uno respondió: «Tony, no es el 95 sino el 99%…». Además de ser una persona profundamente espiritual, se dedicaba a la dimensión más psicológica, afectiva, emocional.
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