Criaturas de escaseces como somos los humanos, aunque también capaces de indecibles profundidades, solo podemos acercarnos a la realidad desde nuestro ángulo particular. Somos seres perspectivales. El recodo por el que nos aproximarnos determina radicalmente nuestra percepción de las cosas. Si ello acontece en todos los ámbitos, comenzando por la percepción de los sentidos y la indagación de la materia, tal como reconocen las teorías científicas contemporáneas, cuánto más sucederá cuando nos referimos al horizonte último que nos constituye y nos trasciende por doquier. La dificultad consiste en que esta radical finitud de toda aproximación humana ha de combinarse en el ámbito religioso con la noción de revelación, la cual se percibe, en el polo opuesto, como universal, no condicionada e infalible. Cada religión tiene la certeza de que lo que ha sido revelado en ella está libre de contaminación y exento de finitud. Desde una perspectiva fenomenológica, esto no es posible porque toda percepción está configurada por el receptáculo que la recibe. No existe el conocimiento de la realidad en sí, sino en relación con quien la percibe, y esta percepción está siempre temporal, espacial, cultural y psicológicamente situada.
Seguir leyendo EXTRACTOS: Perspectivas del Absoluto – Introducción