RÍO DE JANEIRO, mar (IPS) – El incendio en la Estación Comandante Ferraz, la base permanente brasileña en la Antártida, paralizará al menos por dos años muchas de las investigaciones científicas que se desarrollaban en sus instalaciones.
En el incendio, el 25 de febrero, fallecieron dos militares brasileños.
Fuentes de las Fuerzas Armadas dijeron a IPS que la reconstrucción de la base tendrá un costo de 100 millones de dólares y demorará al menos dos años.
La estación fue construida en 1984 y presentaba señales de desgaste y corrosión, pero la marina de Brasil negó que la causa del siniestro fuera la obsolescencia de su estructura, porque en 2007 se invirtieron 15 millones de dólares en su renovación.
Todavía no se conoce con detalle todo lo que consumió el fuego, pero el gobierno brasileño calcula que fue arrasada 70 por ciento de la estructura de la estación, ubicada en la isla Rey Jorge, también conocida como isla 25 de Mayo o Waterloo.
Se trata de la mayor de las islas del archipiélago Shetland del Sur. La base está ubicada en la bahía Almirantazgo, en el extremo de la península Keller.
Una posible falla eléctrica en el área de máquinas es por ahora la principal hipótesis oficial sobre el origen del incendio, pero la investigación iniciada por la policía militar no determinará con exactitud las causas del incidente hasta abril.
El fuego comenzó a las 02:00 de la madrugada, hora local, y lo primero que destruyó fue el sector de los laboratorios científicos, en la edificación principal de la estación. En ese momento estaban alojados en la base 30 científicos, 12 militares, un representante del Ministerio de Medio Ambiente y un alpinista.
Solo 30 por ciento de la estructura quedó intacta. Se trata de un área separada del edificio central y donde están instalados los refugios –módulos aislados para casos de emergencia–, los laboratorios de meteorología, química y alta atmósfera, los tanques de combustible y el helipuerto.
El suboficial Carlos Alberto Vieira y el sargento primero Roberto Lopes dos Santos perecieron cuando intentaban sofocar las llamas.
El ministro de la Defensa, Celso Amorim, dijo que ya comenzó a diseñarse la nueva instalación y que las estructuras estarán levantadas en un plazo de dos años, después de que la presidenta Dilma Rousseff aprobó recursos extraordinarios para la reconstrucción.
El presupuesto aprobado para las investigaciones científicas y el mantenimiento de la base durante este año era de siete millones de dólares. Allí se desarrolla el Programa Antártico Brasileño (Proantar).
Contas Abertas (cuentas abiertas), una organización independiente que monitorea el manejo del gasto público, ha destacado que en 2011 el Proantar solo recibió 60 por ciento del presupuesto aprobado, de 10,5 millones de dólares, y la cantidad acordada para 2012 es la más baja en siete años.
El ministro de Ciencia y Tecnología, Marco Antonio Raupp, anunció que se revisará el presupuesto para las investigaciones en la Antártida y que es posible que se aumenten los recursos para asegurar la continuidad de los proyectos.
«No faltarán recursos para la reanudación total de las actividades. La base tiene que ser reconstruida», dijo, y recordó que desde 2007 el país destinó 82 millones de dólares en las investigaciones en ese continente.
Ronald Buss de Souza, coordinador del programa antártico del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE, por sus siglas en portugués), dijo a IPS que sus laboratorios no fueron afectados por el incendio, porque se hallan a una distancia de entre 300 y 1.000 metros de la edificación siniestrada.
El INPE desarrolla estudios sobre la dinámica de la atmósfera, la capa de ozono, los gases de efecto invernadero, la radiación ultravioleta y la interacción entre el océano y la atmósfera.
Pero Buss destacó que los laboratorios se quedaron sin energía eléctrica, lo que impide la transmisión de los datos recolectados.
«La solución será utilizar una batería alimentada por paneles solares. Vamos a hacer una adaptación en este sentido a corto plazo», explicó el científico. Pero los nuevos generadores de energía solar solo podrán ser enviados después del 20 de este mes.
Buss detalló que a lo largo de este año el Ministerio de Ciencia y Tecnología deberá destinar 60.000 dólares para apoyar la construcción de los nuevos módulos de recolección de datos.
«Los instrumentos quedaron intactos, pero tendrán que ser alojados en otras estaciones vecinas, como la de Chile, que tiene buena estructura», hasta que avance la reconstrucción de la base Comandante Ferraz.
«Estamos en negociaciones intergubernamentales con la base chilena y con la de Argentina», dijo Buss.
El INPE desarrolla cinco proyectos en la Antártida y mantiene cerca de 10 investigadores que rotan cada dos meses.
«Ahora es el momento de pensar cómo serán las próximas acciones en la Antártida. Imaginamos que la nueva estación tendrá como prioridad la investigación científica y que sea más moderna y tecnológica», defendió.
El continente antártico tiene alrededor de 14 millones de kilómetros cuadrados, lo que equivale a la suma de los territorios de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Perú y Uruguay. Posee la mayor capa de hielo del mundo, que cubre 95 por ciento del continente y representa 70 por ciento del agua dulce del planeta.
Brasil se adhirió al Tratado Antártico en 1975 y creó el Proantar en 1982. El ingreso de este país al llamado Sistema del Tratado Antártico abrió a la comunidad científica brasileña la oportunidad de integrarse a las iniciativas que se desarrollan allí.
La Estación Comandante Ferraz fue establecida en 1984, tenía 2.600 metros cuadrados y realizaba estudios científicos centrados en los ecosistemas costeros y marinos, con investigaciones sobre los efectos de las alteraciones climáticas.
La Antártida tiene una importante función en la regulación del clima y la circulación oceánica en América del Sur.
El Proantar es administrado por una sociedad de cinco ministerios – Ciencia y Tecnología, Medio Ambiente, Relaciones Exteriores, Energía y Minas y Defensa –, además de una agencia de fomento a proyectos científicos
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