La antigüedad guarda herméticos secretos, desde la Irlanda del Numinor céltico hasta Australia, desde las cuevas de Lascaux hasta la isla de Pascua, o desde el desierto de Gobi hasta el Amazonas. Aunque es mucho menos célebre que la Atlántida de Platón, el nombre de Numinor despierta cierto eco literario en los países anglosajones, pues sirvió de base a dos grandes obras: Trilogía cósmica, de C. S. Lewis, y El Señor de los Anillos, de J. R. Tolkien. Sin embargo, incluso para los que han leído estas magníficas obras, Numinor sigue siendo un vago símbolo de un polo geográfico alrededor del cual se habrían concentrado las influencias nórdicas. Incluso ignoramos la posición geográfica de este supuesto centro. Pero si algo tiene una probabilidad de ser verdad es que, considerado el contenido de los datos legendarios, los celtas debieron tener un equivalente a una Atenas o a una Roma. No poseemos ninguna indicación concreta sobre su fundación, ni sobre su caída. ¿Se trata de una ciudad mítica? Podríamos estudiar la historia de la Irlanda antigua buscando un rastro de Numinor. Pero no lo encontramos. Sin embargo esta historia fue transmitida en forma simbólica y, para comprenderla, hay que intentar un análisis de este simbolismo. Una alegoría que utiliza Tolkien en sus obras es el de la Atlántida, el legendario continente que se hundió en el mar. En el mundo de Tolkien, la equivalencia a la Atlántida, o Numinor, sería Númenor, la gran isla del Oeste, donde vivían grandes reyes de un linaje divino. Al igual que con la Atlántida, Númenor se hundió en el océano en una catástrofe devastadora y los sobrevivientes huyeron a la Tierra Media, donde se mezclaron con los seres normales. Esto es casi igual que la historia que se cuenta sobre la Atlántida, cuando se afirma que los sobrevivientes de sangre azul se escaparon de la catástrofe y huyeron a Egipto y otros lugares en el Mediterráneo. Aquí está de nuevo Tolkien hablando de un sueño que tuvo en relación a la Atlántida: “Númenor es mi aportación personal al mito de la Atlántida. De todos las mitologías esta es la que ha influenciado más profundamente en mi imaginación; y durante muchos años tuve un sueño recurrente sobre Atlantis“.
Charles H. Hapgood fue un académico norteamericano, conocido por su teoría del deslizamiento polar. Estudio en la Universidad de Harvard, en 1932, recibiendo su doctorado en Historia Medieval y Moderna. Durante la Segunda Guerra Mundial, Hapgood trabajó para la Oficina de Servicios Estratégicos y, luego, para la Cruz Roja. Finalmente sirvió como oficial de enlace entre la Casa Blanca y la Oficina del Secretario de Guerra. Concluida la guerra, enseñó historia en el Colegio Springfield de New Hampshire. En 1958 publicó su primer libro:“El Cambio de la Corteza Terrestre”, con prólogo de su amigo Albert Einstein. Con esta obra, y dos libros posteriores, como “Los Mapas de los Antiguos Reyes Marinos. Evidencia de Civilización avanzada en la Edad del Hielo” y “El sendero del Polo”, introdujo la teoría de que el eje de la Tierra ha cambiado varias veces durante su historia geológica. Estudioso de los períodos glaciares, así como de las grandes alteraciones climáticas del planeta debidas a los cambios de posición de los polos, confirmó que las tierras de la Antártida habían disfrutado de climas templados al menos cuatro veces en el último millón de años. Así, hace unos diez mil años, la Antártida estuvo libre de hielos, y los ríos debían correr en aquel entonces por la superficie del continente austral, tal como se refleja en los mapas de Piri Reis y se ha comprobado por la existencia de sedimentos de aluvión. Confirmó también que, en aquellos tiempos, la Tierra de Fuego había estado unida al continente antártico, también reflejado en el mapa de Piri Reis. Hapgood determinó, en su trabajo, la existencia en remotas edades de una civilización a escala global, en la cual los cartógrafos de entonces abordaron al planeta en su totalidad en las proyecciones. La evidencia de antiguos “mapas mundi”, permiten a Hapgood precisar que “en tiempos remotos, antes del ascenso de cualquiera de las culturas conocidas, hubo una verdadera civilización, de naturaleza avanzada, que si bien pudo estar establecida en un área determinada, poseyó comercio a escala global o fue, realmente, una cultura a nivel planetario” (“Los Antiguos Reyes Marinos”). La hipótesis del deslizamiento polar sugiere que han ocurrido cambios geológicos muy rápidos en lo que refiere a las ubicaciones geográficas de los polos y eje de rotación de la Tierra, provocando calamidades como inundaciones y eventos tectónicos. Pero esta hipótesis no ha sido aceptada entre la comunidad científica. Hay evidencias de cambios en la inclinación axial, pero éstos cambios han ocurrido dentro de escalas de tiempo mucho más largas y no implican movimiento relativo del eje de giro con respecto al planeta. Sin embargo, en lo que es conocido como Deriva o Desplazamiento Polar Real, la Tierra puede girar con respecto a un eje fijo de rotación.
Algunas investigaciones revelan que durante los últimos 200 millones de años ha ocurrido un desplazamiento polar de casi 30°, pero no han ocurrido eventos muy rápidos de cambio de posición, al menos dentro de éste período de tiempo. La relación de cambio típica de la deriva polar o desplazamiento implica sólo un 1° dentro de un lapso de 790 y 810 millones de años. Cuando existió el supercontinente de Rodinia es probable que se hayan verificado dos eventos geológicos rápidos. En cada uno de ellos los polos magnéticos cambiaron en unos 55° con respecto los polos geográficos. Los polos geográficos de la Tierra son puntos sobre la superficie que son intersecados por el eje de rotación. La hipótesis del deslizamiento polar describe un cambio de localización de éstos polos respecto a la superficie, un fenómeno distinto del cambio de orientación axial respecto del plano de la eclíptica, que son causadas por los movimientos de precesión de los equinoccios y de rotación, así como por la verdadera deriva polar. La hipótesis del deslizamiento polar no está conectada con la teoría geológica de la Tectónica de Placas, que es una teoría bien aceptada y que concibe la idea de una superficie terrestre formada por placas sólidas que cambian de posición y se ubican sobre una astenósfera líquida. Tampoco tiene que ver con la deriva continental. La teoría de las placas tectónicas dice que las ubicaciones de los continentes se han movido lentamente sobre la superficie de la Tierra. Ello provoca el surgimiento y la modificación gradual de continentes y océanos en periodos de cientos de millones de años. La hipótesis del deslizamiento polar tampoco es lo mismo que la reversión geomagnética del campo magnético de la Tierra, lo que implica un cambio real de los polos magnéticos norte y sur. Al igual que Hapgood, podemos pensar que existió una civilización en la Antártida o que otras civilizaciones tuvieron conocimiento de este continente antes del período glacial que habría de provocar su brusco desplazamiento. Tal vez haya vestigios bajo los hielos. Y podemos preguntarnos si, por las mismas razones, no podremos encontrar, en el extremo Norte, otros rastros de civilizaciones enterradas bajo los hielos de Groenlandia, país que tal vez guarda relación con las leyendas de Thule, de Hiperbórea y de Numinor, conocida como la Atlántida del Norte o la Atlántida celta.
Después del gran Diluvio Universal, una isla, que había de ser más tarde Irlanda, fue habitada por la reina maga Cessair, reencarnación de Circe, y sus súbditos. Cuenta la leyenda que luego del gran Diluvio Universal Irlanda estaba habitada por dos razas: los Fomoiré, en realidad gigantes cíclopes, y las tribus de la reina maga Cessair. Se cuenta que Cessair pereció con toda su raza en manos de los Fomoiré. Se dice que Cessair, la reina maga, era un ser temible y seductor. Los hombres se acercaban a ella atraídos por su seducción y luego eran relegados a ser sus esclavos. Además, eran transformados en horribles seres, con cola de cerdo, patas de cabra, hocico, cuernos, etc. Y sobre todo perdían su voz y sólo podían gruñir, a menos que quisieran decir su nombre. También era una reina ambiciosa y anhelaba poseer más tierras. Por ello comenzó una guerra contra sus vecinos, los Fomoiré, que era una tribu de gigantes ciclopes, que además de tener un solo ojo, tenían una sola mano o pierna. Los Fomoiré solian acechar a sus enemigos de una forma amenazante, pero nunca iniciaban una batalla. Su táctica era desorientar a los posibles invasores para mantener su territorio. Pero Cessair comenzó a elaborar una serie de pócimas que le serian de utilidad para otorgar mayor fuerza a sus sirvientes y así poder derrotar a los gigantes. Además de una gran fortaleza les otorgó un aspecto más horrendo del que ya tenían. De esta manera podrían intimidar al enemigo. Cuando los sirvientes de la reina se acercaron a la orilla del mar para cruzar al territorio de los gigantes, vieron sus rostros reflejados en el agua. Fue por esto que los sirvientes de la reina se aliaron con la tribu de losFomoiré y juntos aniquilaron a las fuerzas de Cessair. Una vez muerta la reina, comenzaron grandes disputas acerca de la soberanía de sus dominios, por lo que los Fomoiré y los sirvientes mutantes se enfrentaron en una atroz batalla. La sangre que corrió por las aguas de aquellos legendarios terrenos, despertó la cólera de los dioses, quienes sentenciaron a los Fomoiré a vivir eternamente en las montañas y quitaron a los mutantes lo que aun tenían de humano, convirtiéndolos en simples animales. Desde entonces las zonas montañosas de Irlanda tienen rostros y aspectos similares al de los gigantes. Y se dice que por las noches puede oírse el espíritu de la reina maga, deambulando entre los arbustos y rogando que alguien diga su nombre.
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