Prueban por vez primera que las proteínas del cuerpo humano vibran como el sonido de una campana.
Prueban por vez primera que las proteínas del cuerpo humano vibran como el sonido de una campana.
Aparte de ser un monumento histórico único de la Edad del Bronce, Arkaim también es conocido por ser uno de los grandes misterios de toda Rusia. Ubicado al norte entre la frontera de Rusia con Kazajstán, en la estepa del Montes Urales, se cree que el antiguo asentamiento fue construido en el siglo XVII a.C., aproximadamente al mismo tiempo que el Stonehenge.
Como ya comentamos, Arkaim también se lo conoce como “la cruz gamada en la ciudad” o “la ciudad Mandala”, debido a su parecido a una esvástica. Es por este motivo que algunos expertos creen que Arkaim fue el lugar de nacimiento de una raza superior a los seres humanos, seres venidos de otros mundos. Este enigmático asentamiento se ha convertido en un lugar muy importante para los creyentes en el tema OVNI ya que los avistamientos de misteriosos objetos en el cielo es un fenómeno muy común en Arkaim.
Hoy en día, Arkaim es tanto un lugar arqueológico, así como de peregrinación. Cientos de personas lo visitan cada año, pero ahora los arqueólogos han podido descubrir algo que podría cambiar la historia de la humanidad.
¿Los restos de un ser extraterrestre en Arkaim?
Según el medio ingles Daily Express, arqueólogos han descubierto en Arkaim, conocido como el Stonehenge de Rusia, un misterioso esqueleto completo con un “cráneo alargado”. Este descubrimiento se ha convertido en toda un revolución en la comunidad ufológica, quienes aseguran que se trata de una evidencia tangible de seres extraterrestres en la Tierra. En las imágenes y videos del descubrimiento se puede observar como el esqueleto tiene la figura de un humanoide con el cráneo alargado, algo que para algunos son los restos de un “extraterrestre gris”, criaturas de ojos grandes con un gran cráneo que experimentan con la raza humana.
Sin embargo, los arqueólogos, creen que el esqueleto pertenecía a una mujer de un asentamiento cercano, de 4.000 años antes de Cristo, aunque algunos científicos han sugerido que los restos óseos podrían ser del segundo o tercer siglo después de Cristo. Los expertos aseguran que el cráneo es alargado porque la tribu que vivía en Arkaim, cerca de la actual ciudad rusa de Chelíabinsk, utilizaban la deformación craneal artificial para distorsionar el crecimiento normal del cráneo de un niño mediante la fuerza.
“Hemos encontrado un esqueleto bien conservado y no excluimos la posibilidad de que perteneciera a una mujer de la tribu Sarmati, que vivían en los territorios de lo que hoy en día se conoce como Ucrania, Kazajstán y el sur de Rusia”, dijo la investigadora Maria Makurova. “Su cráneo es alargado porque la tribu utilizaba la deformación craneal artificial para sus hijos con una cuerda. Se trataba claramente de una tradición en la tribu.”
Pero cuando le preguntaron sobre la posibilidad de que el esqueleto perteneciera a un ser extraterrestre, Maria se negó a hacer comentarios al respecto ya que aún continúan trabajando en las teorías de por qué la tribu tenía esta singular tradición.
La negativa de Maria a contestar sobre la posibilidad de se trate de los restos de un ser extraterrestre o del porqué esa tribu alargaba sus cráneos ha causado un debate entre los ufólogos y los teóricos de la conspiración. Algunos de los creyentes en el tema OVNI aseguran que la tribu Sarmati utilizaba la deformación craneal artificial para imitar los cráneos alargados de los visitantes extraterrestres en la zona.
Akraim fue descubierto en 1987 y desde entonces se ha producido descubrimientos espectaculares incluyendo algunos artefactos sorprendentes de la Edad del Bronce. Además de ser un observatorio astronómico primitivo también fue una fortificación con dos paredes circulares de piedra grande. El asentamiento cubría un área de 20.439 metros cuadrados y constaba de dos círculos de viviendas separadas por una calle, con una plaza central.
El arqueólogo ruso KK Bystrushkin, quien comparó el Stonehenge y Arkaim en 2003, dijo que Arkaim ofrece una precisión astronómica inaudita en el momento de su construcción, por lo que una explicación era que el asentamiento fue construido con tecnología extraterrestre muy avanzada. Este nuevo descubrimiento pude ofrecer nuevas pistas sobre la existencia de una civilización desconocida, muy posiblemente procedentes de otros mundos. Pero como siempre ocurre en estos casos, estamos seguros que este nuevo descubrimiento arqueológico quedara rápidamente desacreditado, con la única intención de hacernos olvidar nuestros verdaderos orígenes.
Cada época tiene sus cánones de belleza y estética, y algunos gustos y hábitos de antaño nos pueden parecer sorprendentes en la actualidad. Tal es el caso de las mujeres que nutrían el harén de Naser al Din Sah Qayar, el sah que gobernó Persia entre 1848 y 1896.
En la década de 1870 en Teherán abrió su estudio fotográfico Antón Sevruguin, un especialista ruso que pronto se convertiría en fotógrafo de la corte del gobernante iraní Naser al Din Sah Qayar. Al monarca le gustaba tomar fotos desde que era un niño y cuando llegó al poder estableció en su palacio de Golestán el primer estudio oficial de fotografía.
El fotógrafo ruso inmortalizó al propio sah, a sus familiares varones, sirvientes y a veces incluso a las mujeres del harén de Naser al Din, que según historiadores albergaba a hasta 100 concubinas.
Algunas de las mujeres del sah llevan unas faldas cortas semejantes a un tutú. Dicen que el monarca persa ordenó confeccionar estas prendas para las integrantes de su harén después de que en 1873 por invitación del zar ruso Alejandro II viajara a San Petersburgo y asistiera a un espectáculo de balé.
Por poner un ejemplo, la Tierra y Venus, vuelven a mostrar el mismo gráfico cada 8 años terrestres que equivalen a 13 años venusianos, curiosamente, cumplen la serie de Fibonacci de 8 y 13.
Todos recordamos los famosos espirógrafos en los que al insertar una rueda con dientes exteriores sobre otra y situar un bolígrafo en alguna de sus posiciones interiores, generaba increíbles dibujos.
Pues parece que las relaciones planetarias forman dibujos parecidos que posiblemente entrañen algún tipo de coherencia cabalística.
No obstante, os adjunto la fuente por si queréis hacer vuestros propios cálculos.
http://www.mundodesconocido.es/la-daza-de-los-planetas.html
Siempre se ha dicho que los niños pueden ver y sentir cosas que a los adultos se nos escapan. Su flexibilidad, su pura inocencia y su mente libre de prejuicios quizá les abran la puerta a esas otras realidades inexistentes para nosotros.
Hace sólo unos años que se les dio la etiqueta de “niños índigo” o “niños cristal”. Pero más allá del nombre que queramos darles, está claro que nos encontramos con pequeños y pequeñas que se salen fuera de los cánones comúnmente aceptados como “normales”. Dotados de una sensibilidad que raya en lo “paranormal” o sobrenatural, parecen sentir una verdadera comunión con la naturaleza, en la que se sienten como en casa y pueden comunicarse con animales y plantas. Con frecuencia a temprana edad manifiestan aptitudes que normalmente se desarrollan más tarde, como el habla o la lectura. Y nunca están solos: a menudo los sorprendemos conversando con su “amigo imaginario” (que puede que de imaginario tenga poco) o su ángel de la guarda.
Hasta cierta edad puede que también recuerden datos más o menos inconexos de lo que podría haber sido su vida pasada. Aunque todos los niños poseen estas capacidades en mayor o menor medida, podemos comprobar si las tiene más desarrolladas si manifiesta a menudo estos comportamientos:
– Contesta antes de que se les formule la pregunta.
– Sabe de antemano quién está llamando por teléfono o quién va a visitarles.
– Tiene contactos con entes de otras dimensiones, incluidos los difuntos.
– Siente a distancia y se molesta cuando otra persona toca sus cosas. Algunos llegan incluso a alterarse demasiado por eso.
– Puede tener contactos telepáticos con sus iguales o familiares, y hablar con los animales (parazoogesis) y las plantas.
– Tiene capacidades sanadoras, especialmente de la parte emocional en adultos.
– En las pruebas de clarividencia, aciertan el 70% sin entrenamiento y más si entrenan con frecuencia (por ejemplo, con las cartas Zener).
Los niños psíquicos presentan frecuentemente un fuerte personalidad. Normalmente se les diagnostica algún tipo de trastorno de la atención o la personalidad. Les cuesta aceptar la autoridad. Es reconfortante para ellos dejarlos hablar y hacerlos sentir escuchados. Necesitan disciplina, argumentos, comunicación y diálogo, no castigos ni imposiciones.
Reflexionemos por un momento lo que nos cuesta a los adultos gestionar nuestras propias emociones y sentimientos diariamente, y eso que sólo recibimos información de los sentidos ordinarios. Ahora pensemos en un niño que recibe información, además, de otros tipos de canales, y la gente que lo rodea y en la que él confía se mofa de lo que dice o no le presta atención, en el mejor de los casos.
La parapsicóloga escocesa Shari Cohn halló una relación entre los niños que habían vivido en un entorno en el que estas experiencias eran aceptadas y respetadas y el desarrollo de sus supuestas capacidades extrasensoriales. Naturalmente, los juicios de valor que hacen las familias respecto a las percepciones psíquicas pueden afectar a los estilos cognitivos de los niños en su camino hacia la madurez. Las actitudes negativas hacia tales experiencias a veces se relacionan con valores materialistas rígidos que pueden conducir a los niños más intuitivos a reprimir esas vivencias. Para Cohn, enseñarles que recibir información a través de medios paranormales u alternativos es posible y aceptable, libera a los niños de la represión y los ayuda a comprender mejor sus experiencias. Seguir leyendo Niños psíquicos, clarividentes y con percepciones extrasensoriales
Una colaboración de Adriana Babé
La aceptación es una de las cosas más difíciles, es todo un trabajo interior que requiere de mucha comprensión.
Cuando se da una situación concreta en la vida, la cual te produce malestar, como por ejemplo tener un trabajo que no disfrutas y no te sientes feliz con él; no te gusta y es algo que te ves obligado a vivir, pero no puedes de ninguna manera cambiar la negatividad y el rechazo que sientes con respecto a ello, suele surgir resignación en ti.
La resignación no es aceptación, la resignación es cuando algo no te gusta, no sientes alegría con ello, pero interiormente dices «no tengo más remedio que aguantar».
Llegar a este punto, es ir en contra de nosotros mismos, pues no podemos realizar ninguna actividad si no sentimos en lo más profundo de nuestro interior alegría alguna. De aquí surge el enojo, la ira, la depresión, la resignación, la esclavitud… Te sientes totalmente preso, sin alternativa alguna, y no eres feliz. Te ves «obligado» a vivir esa experiencia que la vida te ha puesto delante, sin otra solución.
Esto es un karma.
Cuando la vida te pone delante cualquier experiencia de la cual sientas sufrimiento y negatividad, es karmático.
Por tanto, la única manera que tenemos de transformar nuestra negatividad y resistencia interior ante la experiencia es con la ACEPTACIÓN.
¿Y cómo podemos aceptar?
Con comprensión… con sabiduría… con una visión superior.
Sabemos que la vida está regida por el karma, la ley de causa y efecto. También sabemos que todo es impermanente. Somos conscientes de que en la vida venimos a experimentar lecciones para «aprender» de ellas (volvernos más sabios y conscientes), por tanto, lo único que debemos hacer para lograr aceptar es CAMBIAR NUESTRO ENFOQUE. Es decir, cambiar nuestra manera de ver las cosas… mirar desde otra perspectiva más elevada y superior, conscientemente, con sabiduría, sin identificarnos con la experiencia en sí, ya que es en la propia experiencia donde se esconde el aprendizaje, la lección.
Si cambiamos nuestra percepción de las cosas, podremos lograr más comprensión y por tanto, más aceptación.
En el ejemplo anterior sobre el tener un trabajo que no nos satisface, no nos produce alegría, hemos de ser conscientes de que en ese trabajo se esconde la gran lección que la vida nos ha traído. Hemos de observar en nuestro interior y discernir; buscando el «por qué y para qué tengo que vivir esto».
Cuando indagas en tu interior, descubres que ese trabajo es la gran oportunidad para ti de lograr un estado más elevado de consciencia.
«¿Qué es lo que tengo que aprender de este trabajo que no me gusta?»…
La respuesta puede ser «ser más paciente», «ser más tolerante», «adquirir más sabiduría», «volverme más consciente», etc…
No hay ninguna experiencia que no nos aporte más sabiduría, pues la vida no suele darte lo que quieres sino lo que necesitas para impulsar tu estado consciencial.
Por tanto, viendo la situación desde esta perspectiva más elevada (sin estar identificado, atrapado, en ella), es cuando podemos aceptar que todo lo que experimentamos en la vida es para nuestra propia evolución.
Una vez hayas aprendido lo que tenías que aprender de esa experiencia, automáticamente ésta desaparecerá; ese karma se disolverá… ya lo habrás liberado, trascendido.
Agradece por cada situación y vivencia, pues en ella se esconde el más grande de los tesoros»impulsar y expandir tu estado de consciencia y adquirir más sabiduría y comprensión.»
Camino al Despertar
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You are young and life is long and there is time to kill today..
And then one day you find ten years have got behind you…
Every year is getting shorter; never seem to find the time.
Pink Floyd, “Time”, The Dark Side of the Moon
Sabemos por la teoría de Einstein que el tiempo es relativo y se experimenta en función de la velocidad a la que nos movamos por el espacio. Viajar a la velocidad de la luz (que es absoluta en la teoría de Einstein) es lo más parecido a una forma de eternidad. Existe la famosa paradoja de unos hermanos gemelos: uno viaja a una velocidad cercana a la luz y regresa a su planeta para encontrarse a su hermano, pero difícilmente se reconocen, uno se mantiene joven, el otro tiene canas y se encuentra cerca de la muerte.
La relatividad del tiempo tiene otro factor más difícil de incluir en una ecuación, la percepción. Podríamos decir también que nuestra experiencia del tiempo es relativa a nuestra percepción. Existe la popular creencia de que al envejecer el tiempo pasa más rápido y que algunos momentos duran más que otros en función al aspecto cualitativo de nuestra percepción. Así por ejemplo, las experiencias místicas suelen describir instantes que de alguna manera penetran las bóvedas del cielo y del tiempo y acceden a una cantidad de información que sería imposible de asimilar en un modo de percepción ordinario. Ejemplos de esto pueden encontrarse entre las experiencias cercanas a la muerte, en algunas experiencias con drogas psicodélicas o en la literatura de ciencia ficción o fantasía (un buen ejemplo de esto es “El Aleph” de Borges, en el que si bien la percepción es de la superposición de todos los espacios en un único punto, ocurre también una asimultaneidad de momentos, recuerdos imposibles de enlistar en una sucesión temporal: el tiempo y el espacio son un continuum interdependiente). Más allá de que estas experiencias de eternidad sean solamente alucinaciones psicoquímicas o en realidad sean clarividencias, lo cierto es que la forma en la que experimentamos el tiempo varía según el estado mental en el que nos encontremos. Una intrigante forma de entender esto es pensar en cómo percibíamos el mundo cuando éramos niños.
Para explicar este efecto “psicocronométrico”, se suele citar la hipótesis de Paul Janet, que a la temprana edad de 21 años postuló la idea de que nuestra percepción del tiempo es logarítmica y no lineal como lo contamos. Percibimos los momentos comparándolos en proporción al tiempo que hemos vivido: cada período de tiempo es proporcional al tiempo que hemos vivido. Por ejemplo cuando tienes 2 años de edad 1 año es el 50% del total de tu vida; cuando tienes 4 años 1 año es el 25% del total de tu vida; cuando tienes 2 años 1 año es el 12.5% de tu vida; cuando tienes 16 1 año es el 12.5% de tu vida; cuando tienes 32 1 año es el 3.03% de tu vida y así cada año es un menor porcentaje de tu vida lo cual, según la teoría de Janet, también determina la cantidad de experiencia, el tiempo cualitativo que se percibe durante ese año.
El artista Maximilan Kiener ha realizado una visualización de esta paradoja de la percepción temporal, en la que sugiere que si nos basamos en el valor de tiempo percibido logarítmico y no en tiempo lineal, la mitad de la vida percibida de la persona promedio ya se ha acabado a los 7 años, con la peculiaridad de que no solemos recordar la mayoría de lo que ocurre en nuestros primeros 3 años, los cuales bajo esta lógica son equivalentes a más de 30 años de tiempo percibido. Si fuéramos a descontar esta variable de los primeros años –ya que no son experiencias que podamos recordar– entonces la mitad de nuestra vida percibida acabaría a los 18 años.
La hipótesis del tiempo logarítmico de Janet supone que nuestra mente de manera innata percibe porcentajes y no las cantidades absolutas. Es por esto que para una persona de 20 años 2 años serían exactamente iguales que 1 año para un niño de 10 años. La hipótesis de Janet es consistente con la la ley de Weber-Fechner que sostiene que nuestra capacidad de percibir un cambio se basa en “el valor relativo de la variación” con respecto al valor original. Por ejemplo, si estamos cargando una masa de 100gr tal vez no sintamos una diferencia si se añaden 5gr más pero sí cuando se añaden 10gr más. Cuando sostenemos una masa de 1000gr no sentiremos cuando se añaden esos 10gr, tal vez necesitemos que se añadan 100gr más para sentir la diferencia. Todos esos intervalos que a nivel perceptual podemos considerar como estímulos –que pueden traducirse, a su vez, en experiencias– se van perdiendo en la medida que tenemos más tiempo o peso (el peso del pasado) sobre nosotros, lo cual nos impide distinguir la minuciosa riqueza de los momentos.
Sobre la hipótesis de Jenet, que data de la última década del siglo XIX, el psicólogo William James hace las siguientes apreciaciones:
Esta fórmula expresa grosso modo el fenómeno, es verdad, pero no puede considerarse una ley psíquica elemental; y es cierto que, en buena medida, la predisminución de los años al envejecer se debe a la monotonía del contenido de la memoria, y a la consecuente simplificación de la mirada retrospectiva. En la juventud podemos tener una experiencia absolutamente nueva, subjetiva u objetivamente, cada hora del día. La aprehensión es vívida, la retención es fuerte, y nuestra recolección de ese tiempo, como ocurre cuando pasamos el tiempo en viajes rápidos e interesantes, es de algo intrincado, multitudinario y de gran amplitud. Y mientras cada año convierte muchas de estas experiencia en una rutina automática, que apenas notamos, los días y las semanas se uniforman en recuerdos de unidades sin contenido y los años se ahuecan y colapsan.
Podemos pensar con James, entonces, que si bien el tiempo pasa más rápido con la edad esto no es inexorable sino que es un efecto de la habituación y de un opacamiento de nuestra percepción, hasta cierto punto natural, ya que sería prácticamente imposible estar recibiendo estímulos completamente nuevos cada día –incluso nuestra energía difícilmente podría aguantar esto ya que también exhibe un declive con la edad. Existe, sin embargo, una forma de combatir el gradual deterioro de nuestra captación de tiempo (y procesamiento de experiencias). Habría que procurar, de manera sostenible, una importante cantidad de estímulos novedosos (los cuales a su vez generan neurogénesis) y limpiar, por así decirlo, nuestra mirada, borrar de la pizarra con la que aprehendemos la realidad para poder acceder a un mayor “ancho de banda” o, mejor dicho, para entrar en contacto con las cosas en sí mismas, con lo que René Guénon distingue como el reino cualitativo de las esencias y no de las meras cantidades. Una percepción menos mecánica del mundo, más abierta al cariz, a la particularidad, a la amplitud y a la expresión plena del instante, que, nos han dicho todos los místicos, contiene en su transparencia la eternidad, es una imagen o un holograma de todos los tiempos.
Podemos tal vez detener el tiempo, dilatarnos y no contraernos. Esto es, probablemente como casi todo en la vida, una cuestión de percepción. El lector estará de acuerdo en que es deseable buscar una mayor calidad de experiencias más que una mayor cantidad de experiencias. Aunque el aspecto cualitativo de una experiencia está de alguna manera relacionado con la cantidad de información que podamos asimilar de la misma. Esto es, el nivel de detalle, de definición, la riqueza de matices y relieves que podamos absorber de una escena o evento. Esta agudeza perceptiva no sólo se traduce en una mayor cantidad de pixeles, por así decirlo, a su vez abre una dimensión cualitativa: percibimos los anillos de los ojos de una persona, los filamentos que reflejan una luz azul grisácea, las comisuras de sus labios que se expanden… y sentimos nuestro latido con mayor fuerza, observamos que su expresión es un gesto que nos remite a otro gesto en otro momento, contiguo, por así decirlo, en el teatro de la memoria y accedemos a una serie de conexiones y correspondencias entre lo que observamos, una madeja que es también de significados, puesto que creemos entender que este mismo gesto es de alguna manera esencial el mismo que otro gesto, que otro momento, que sentimos y que se inscribe en nosotros con una profunda nitidez, antiguo y nuevo, emanando de una fuente de la cual podemos beber siempre. La información se convierte en conciencia emotiva, las cosas, en su multiplicidad, se integran dentro de un todo coherente.
Samuel Beckett escribió que “la creación del mundo no sucedió de una vez y para siempre, sino que sucede todos los días”. El egiptólogo y alquimista, R. A. Schwaller de Lubicz construyó todo un sistema filosófico alrededor de la percepción de esto que podemos llamar el instante cosmogénico del cual son eco todos los instantes. “El tiempo es génesis”, dice De Lubicz, porque todo está “en proceso de generación hacia su fin”, por lo que nos exhorta a percibir en la realidad inmediata de la semilla, el fruto, en el capullo, la flor. Bajo esta óptica cada objeto tiene en sí mismo ya la virtualidad de todos los momentos y una percepción completa, liberada de la fragmentación temporal, debería de ser capaz de percibir la totalidad de la existencia de cada cosa en una percepción singular. De Lubicz sugiere que este es el verdadero significado de la alquimia, cuyos antiguos adeptos solían decir que la materia prima de la piedra filosofal estaba en todas las cosas y en todos los fenómenos estaba su magna operación. La evolución del individuo, en la filosofía de De Lubicz, ocurre justamente a través de este tipo de percepción, capaz de inscribir profundamente en el organismo las experiencias más allá del procesamiento del cerebro racional y de lo factual; un aspecto cualitativo que es el tiempo como génesis: el génesis revelándose todo el tiempo. La creación: siempre nueva; el origen: presencia perpetua.
Twitter del autor: @alepholo
http://pijamasurf.com/2015/07/por-que-a-los-7-anos-de-edad-la-mitad-de-tu-experiencia-de-vida-podria-ya-haber-terminado/
En ocasiones hemos escuchado voces y testimonios sobre humanoides de todo tipo y pelaje, incluyendo estos seres del tipo reptil que tanto furor hacen en las redes. Existen casos de lo más complejo a este respecto, pero ninguno como el avistamiento del cazador Mateo Chóver en Yesa, Valencia, en 1968. Cogemos la máquina del tiempo y nos plantamos a las 16,00 horas del sábado 31 de agosto de aquel año. Aquí tenemos a tres cazadores de Liria (Valencia) que rondaban los 50 años de edad, haciendo un descanso para prepararse una “torrá” de carne en las proximidades de un barranco situado a unos 5 km al este de la pequeña localidad montañosa de La Yesa (Valencia). Iban a comer y se les notaba relajados. Pero aquella torrá de carne venía acompañada de una sorpresa. Algo les llamó la atención. Una especie de”flash” en el cielo. Qué era eso.
Segundos después, uno de los cazadores, Mateo Chóver, dejó la escopeta y el zurrón en el suelo y se acercó al borde del barranco para orinar un poco ajeno a la luz, sorprendiéndose al observar, al otro lado del citado barranco por el que discurría un riachuelo y a unos cien o ciento cincuenta metros de distancia, la figura de un ser de tipo humanoide que presentaba unas características increíbles: complexión atlética, cabeza de lagarto (sin casco) con dos ojos rojos, manos como garras (en una de ellas sujetaba un casco transparente con visera blanca) y rabo de estilo gato que llegaba a tocar el suelo. Así como suena.
Estas tres partes visibles del ser aparecían desnudas y eran de color gris; el resto de su cuerpo aparecía cubierto por un mono blanco, que bajaba desde el cuello, cubriendo las muñecas y terminando en unas botas blancas. Adosada a su espalda, se distinguía una mochila metálica o caja rectangular de color “aluminio”, de medio metro de altura, que brillaba rematada por una antena negra.
El ente, ofrecía la impresión de estar “esperando a algo o a alguien”, conforme lo manifestado por Chóver y aunque el testigo no estaba seguro del todo debido a la distancia, creyó que el humanoide sacaba de vez en cuando por la boca una lengua bífida.
El humanoide reptiliano parecía no haberse percatado de la presencia de Mateo, quien, agachado entre unos romeros, se giró y avisó mediante señas a sus compañeros para que se acercaran en silencio. Habría que haber visto sus caras. De esa guisa los tres amigos lo vigilaron durante “unos 3 minutos”, hasta que recibieron un susto tremendo al aparecer instantáneamente sobre el algarrobo, a unos diez metros de la copa, un cilindro de aspecto metálico y color negro “que reflejaba el Sol en sus esquinas”.
Le calcularon unos treinta metros de longitud por diez más o menos de grosor. Se hallaba completamente estático, en posición horizontal, paralelo al suelo, en sentido noreste-suroeste. No se escuchó ruido alguno. Ahí sí que tuvieron miedo. ¿Y si les llevaban?
Arrastrándose por el suelo y temiendo por sus vidas ya que nunca antes habían visto cosa parecida (pensaron que seres de otro mundo estaban invadiendo España) , los asustados testigos retrocedieron hasta refugiarse con sus escopetas entre unos zarzales, para pasar desapercibidos, llegando a perder Chóver su gorra de caza por el estrés.
Así se mantuvieron, sudando, durante “un rato largo”, pero cuando llevaban escondidos un par de minutos escucharon, procedente del barranco, “un fuerte ruido como de engranajes o maquinaria en funcionamiento, que paró enseguida“. De nuevo les llamó la atención una especie de “flash” en el cielo. En ello , uno de los cazadores de nombre o apellido Guillém, dijo “Será que se han ido…”, mientras que otro, Rafa Llopis, “temblaba de miedo como un conejo” (sic). Al final salieron con precaución del refugio, comprobando que tanto el ovni como el misterioso humanoide habían desaparecido.
Algo más serenos, bebieron agua de sus cantimploras, atravesaron el barranco y se pusieron a investigar el suelo con las escopetas cargadas hasta los topes alrededor del algarrobo, cuyas ramas y hojas más altas aparecían ahora como “quemadas o tiznadas de carbonilla”. El lugar olía a azufre, elemento que no nos cansamos de ver en la casuística ovni. La tierra estaba reseca y hallaron varias huellas de pisadas uniformes de bota de suela lisa, sin tacón, sin hendiduras, escoriaciones o marca alguna. Estimaron una talla 50 de pie y comparando el hundimiento de ellas con los de sus botines de caza, los testigos calcularon que el individuo que las había dejado debería pesar al menos 150 kilos. Un humanoide era una mole, literalmente.
Por contraste con el tamaño del árbol, el humanoide debía medir unos dos metros y veinte centímetros o algo más, pues “casi tocaba con la cabeza las ramas bajas”. Guiados por la intuición se dirigieron después hacia una cueva que sabían que existía en la ladera de un monte cercano, pensando quizás que el humanoide había podido salir de allí, “por si se hubiera dejado algo raro dentro de la cueva”. Y allí fueron. Al llegar advirtieron que era imposible meterse en la caverna por lo tupido de la espinosa maleza que cubría la entrada. Conmocionados, optaron por dejar la “torrá” para otro día, abandonaron la caza de tórtolas y regresaron andando hacia el lugar donde habían estacionado sus motocicletas. Durante el trayecto, se encontraron con una pareja de la Guardia Civil, a quienes informaron de lo ocurrido. Los guardias, que no tomaron nota, tras escucharles respondieron “Por estas tierras eso es normal; los ha visto más gente.” Surrealismo al cuadrado.
Al llegar a sus casa, los testigos comentaron que habían visto “algo que no era de este mundo” a sus familiares más allegados y amigos íntimos, pero el suceso no trascendió a la opinión pública jamás. Poco más se sabe de esta interesantísima visión de un humanoide del tipo reptil y un ovni alargado. Destaca el detalle de la escafandra y la tonalidad grisácea de su piel. ¿Qué era aquello? ¿Creéis que tras el fenómeno ovni se esconde más de una inteligencia? ¿Pudo mostrarse de esa guisa cogiendo algo del subconsciente de los testigos y plasmándolo en la experiencia? Os esperamos en los comentarios y os dejamos con este vídeo en donde exponemos avistamientos de este tipo, pero con la capacidad de volar. Esperamos que tanto el artículo como este vídeo sean de su agrado.
Ufopolis.com 2015
Detector de partículas CMS en el Gran Colisionador de Hadrones. Fuente: CMS/CERN
El Gran Colisionador de Hadrones vuelve a ser noticia en las páginas de la Física. Hace apenas dos meses se reanudaron los experimentos, tras dos años de descanso, en una segunda fase conocida como “Run 2”.
Y ahora, con los primeros datos todavía en ebullición, los investigadores de Ginebra han acudido a Viena para presentar sus resultados en el marco de la Conferencia de Física de Altas Energías que organiza la Sociedad Europea de Física (EPS-HEP2015).
“Aún es pronto para esperar algún descubrimiento, hemos de ser pacientes”, advierte Rolf Heuer, director general del CERN. Sin embargo, a pesar del poco tiempo transcurrido, ya se pueden apreciar los avances: en estos dos meses se han reunido 100 veces más datos que tras dos meses de experimentos a 7 TeV en 2010.
Una energía récord
Ese aumento en la recopilación de datos se explica, en buena medida, por el aumento en la energía utilizada en los experimentos. En 2010 el GCH funcionaba con dos haces, cada uno a 3.5 TeV (teraelectronvoltios, la unidad de energía más elevada con que trabajan los aceleradores de partículas); tras su cierre en 2013, se iniciaron trabajos de mejora que han permitido que en la fase Run 2 el acelerador funcione a 14 TeV.
El funcionamiento del GCH ha ido optimizando sus capacidades, de manera progresiva, a lo largo de esta fase. Poco a poco se ha avanzado hasta alcanzar un rendimiento de alta energía con cada rayo conteniendo 476 manojos de cien mil millones de protones que colisionan cada 50 nanosegundos. La intensidad se espera que crezca hasta las colisiones cada 25 nanosegundos en los próximos días, y hasta los 2000 manojos de protones por haz tras una parada técnica en septiembre.
Toda esta fase es, podríamos decir, de “aprendizaje”. Frédérick Bordry, director de Aceleradores y Tecnología del CERN, opina que ahora tienen que “aprender de manera progresiva a almacenar y manejar la energía de los haces”, siendo el objetivo comenzar con la explotación de esta a partir de 2016.
Resultados de enorme importancia
Aunque la presentación con más visibilidad en la conferencia EPS-HEP2015 ha sido la de los datos obtenidos en el Run 2, y las nuevas características de funcionamiento del acelerador, todavía no se han obtenido grandes resultados en este aspecto. La nueva fase ha permitido “redescubrir” todas las partículas elementales (incluyendo el caso concreto del bosón de Higgs), así como hacer mediciones con 13 TeV de producción de hadrones ; el objetivo –encontrar indicios de un nuevo tipo de física diferente de la del Modelo Estándar de física de partículas que se está poniendo a prueba- aún es solo una esperanza.
Hay, con todo, resultados confirmados que se han presentado en la conferencia, y que corresponden a la primera fase de funcionamiento del acelerador, antes de su “descanso” de dos años: entre ellos, resultados ya definitivos o inéditos en los experimentos sobre materia oscura, supersimetría y partículas exóticas.
Entre estos descubrimientos, dos han sido especialmente destacables: por una parte, las referidas al comportamiento de los protones cuando colisionan, que apunta a ser muy similar tanto a 13 TeV como lo era a 7 TeV; por otra parte, el descubrimiento de una nueva clase de partículas, los pentaquarks, y la confirmación de que un deterioro en el quark fondo relacionado con la fuerza débil.
En los próximos meses, el GCH continuará probando nuevas combinaciones energéticas para aumentar el rendimiento y recopilar nuevos datos. “Los físicos están observando datos completamente nuevos con una energía nunca explorada antes”, afirma Rolf Heuer, que concluye con optimismo: “podemos ver que hay un fantástico espíritu pionero aquí”.
«Lo que los psicólogos llaman conciencia se parece a menudo a un foro en donde la naturaleza inferior del hombre, es decir, todas las tendencias y todos los instintos heredados del reino animal que habitan en su subconsciente, vienen a hacerse oír. Por eso el discípulo que se interna en el camino de la luz debe esperarse sorpresas. Quiere meditar, imponerse una disciplina, pero he ahí que la naturaleza inferior se pone a protestar: «¡Ah no, eso no! Lo que yo necesito son distracciones, placeres.» Y asaltado por todas estas reclamaciones, el pobre, a menudo cede. Pero si llega, a pesar de todo, a hacer oídos sordos a esta voz para escuchar solamente la voz de su naturaleza superior, se libera cada vez más.
Entonces, las entidades celestiales, que constatan sus esfuerzos, le aportan su ayuda; su conciencia se abre cada vez más a las corrientes luminosas y empieza a vivir en la supraconciencia.
Claro que, incluso en este momento, no estará completamente a resguardo de las voces del subconsciente que tratan de retenerle. Pero si prosigue incansablemente sus esfuerzos, acabará levantando una barrera entre estas voces y él; y un día estará verdaderamente fuera de su alcance, en la paz y en la luz. »
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