¿Por qué en las sociedades occidentales se valora cada vez más lo espiritual, diferenciándolo de lo religioso?
En el mundo occidental actual existe la tendencia ampliamente extendida de valorar el interés por lo espiritual, diferenciándolo claramente del interés religioso. Este movimiento se consolida con éxito en nuestras áreas culturales, y muestra de ello pueden ser las innumerables ofertas orientadas para personas interesadas, en variadas corrientes de espiritualidad no religiosa, provenientes en su mayoría del mundo oriental. Algunas reflexiones, inspiradas en la neurociencia antropológica, pueden iluminar el fenómeno de la relación entre neurociencias, espiritualidades, psicologías y religiones. Por Ramón M. Nogués (*).
Portada del libro » Neurociencia, espiritualidades y religiones», de Ramón M. Nogués. Fuente: Sal Terrae.
La tendencia actual, ampliamente extendida en el mundo occidental, a valorar el interés por lo espiritual diferenciándolo claramente del interés religioso. Este movimiento se consolida con éxito en nuestras áreas culturales, y muestra de ello pueden ser las innumerables ofertas orientadas a introducir a las personas interesadas, en variadas corrientes de espiritualidad no religiosa provenientes en su mayoría del mundo oriental. Algunas reflexiones, inspiradas en la neurociencia antropológica, pueden iluminar el fenómeno de la relación entre neurociencias, espiritualidades, psicologías y religiones.
El mundo interior
Con la aparición de las especies humanas, se da en el mundo animal una manifestación espectacular de lo que llamamos mundo interior. Algunos comentan que, con los humanos, hemos pasado de los humanos de las cavernas a las cavernas de los humanos. Quizás el mundo interior pueda denominarse caverna en la medida en que su complejidad y sus múltiples aspectos recónditos, pueden evocar estos espacios oscuros y algo enigmáticos ocupados como refugios de fortuna por nuestros ancestros más lejanos. Precisamente los claroscuros que caracterizan los espacios interiores justifican el renovado interés de todas las culturas para intentar poner orden y algo de luz en los ámbitos de la interioridad.
El mundo interior humano es complejo y frágil, y puede ser fácilmente desestabilizado. Se trata del resultado de un cambio neurofisiológico del cerebro y el correspondiente cambio de estado de la mente animal, en virtud del cual aparecen unas lujosas e inquietantes posibilidades mentales como la conciencia reflexiva, el pensamiento lógico, la experiencia de un yo biográfico, la inquietud por el futuro, el vértigo de la libertad y la responsabilidad moral, el amor empático, las inquietudes trascendentes etc. La multiplicidad de perspectivas a las que abre la interioridad humana exige una atención delicada a su cuidado si se quiere realizar con éxito la singladura que cada uno tiene en perspectiva a lo largo del proceso vital en el que le ha colocado la existencia.
Así como existe una normal preocupación por el entrenamiento del organismo en sus dimensiones corporales, resulta lógico que se formule una preocupación paralela por el mantenimiento de la dimensión mental. Las habituales atenciones en orden a la prevención de la enfermedad y su curación que establecemos en relación con la biología humana a través de la medicina, deben tenerse presentes también respecto del mundo mental. Ello es ya un hecho establecido en el campo de la salud mental a través de las ciencias psicológicas o psiquiátricas, y se está ampliando a las dimensiones espirituales, sean o no tributarias de un interés religioso. La relación entre el mundo de la psicología, la espiritualidad y las religiones es el objeto de este comentario, que intenta observar cómo se produce la relación entre estas grandes dimensiones de la neurofisiología humana, en nuestra cultura occidental.
Cerebro y mente
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