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Desde tiempos anteriores a Cristo, culturas antiguas disponían de un amplio conocimiento sobre el esoterismo y la vida después de la muerte. ¿Qué conocimientos tenían los celtas? ¿Realmente tenían contactos con el más allá? ¿Concedían realmente druídas y hechiceras poderes secretos para el combate y por ese motivo sus victorias eran imponentes a pesar de ser inferiores en número?
Un poco de historia
Durante los primeros siglos después de Cristo existía una civilización conocida por todos y extendida en torno a Irlanda, las islas del reino unido y parte del norte de España, la civilización celta, la cual posee enigmas en torno a un mundo fascinante hacía lo mágico, pasión por la poesía y una importante sabiduría en torno a la fantasía.
Los Astures, siempre rebeldes, así se denominaba el pueblo celta que dio nombre a la región de Asturias, quienes junto a los Cántabros, los Galaicos y los Vaceos se rebelaron contra los romanos en una guerra -que duró desde el 29 al 19 a. C.-en la que tuvo que intervenir el propio emperador Octavio Augusto.
Los conocimientos que tenemos hoy en día de los celtas proceden de la arqueología y de los textos clásicos que hablarían de ellos culturas más civilizadas del entonces y de tiempos posteriores, ya que existen textos de la edad media que hacían referencia a esta interesante cultura, la cual tenía una pasión enigmática y peculiar hacía la muerte y el otro mundo, la cual muchos desconocen.
El pueblo astur es de origen posiblemente celta, como el gallego y estaba dividido en tribus que en épocas de peligro exterior se agrupaban en castros o poblaciones primitivas fortificadas.
Los astures, muy amantes de su independencia, lucharon contra toda clase de invasores que sufrió la Península Ibérica, especialmente contra los romanos, lucharon más de tres siglos hasta que al final fueron dominados por Roma. Los romanos dejaron permanentemente en la provincia un grupo de soldados, entonces llamado legión, para garantizar la “paz”, conociendo el carácter revolucionario, fuerte y rebelde de los asturianos.
Tras los romanos llegaron los godos (siglos V-VIII) hasta que se produjo la invasión de los moros más o menos en el año 711 después de Cristo. Los godos asturianos, ya convertidos al cristianismo y liderados por el gran Pelayo, comenzaron a luchar contra los árabes. Pelayo, rey visigodo, consigue la primera victoria contra los musulmanes en la famosa batalla de Covadonga, entre montañas
asturianas, que marca el comienzo de una nueva era. Asturias se convierte en “la cuna de la reconquista”. Existen bastantes leyendas de que incluso la virgen de Covadonga se apareció a Pelayo para darle poderes especiales en esta batalla, pero este tema se tratará a fondo en un futuro artículo dedicado exclusivamente a la “batalla de Covadonga”.
La cultura celtíbera
Tanto los griegos como los romanos describían a los celtas como bárbaros temibles pero fascinantes y muy valientes en combate. Se sentían intrigados por esta civilización y por su religión.
Los celtas carecían de conocimiento de la escritura, su conocimiento era transmitido por los druidas y bardos de forma oral. Leyendas o tal vez historias con parte de verdad que relatan a héroes guerreros muy valientes, druidas sabios y mujeres sobrenaturales.
Los primeros datos sobre los celtas llegaron de la mano de escribas cristianos por primera vez, mediante la forma de poemas, transmitían lo que serían sus costumbres, creencias y sus códigos de conducta.
Eran estupendos artesanos, poetas, cantantes, guerreros, druídas e incluso hechiceras o brujas, desde el punto de vista actual. ¿Qué conocimientos sobre el esoterismo tendrían en esos tiempos?, ¿Usaban realmente magia para ayudar a combatir contra los atacantes? ¿Les ayudaban realmente energías que tal vez desconocemos hoy en día? ¿Dominaban los druidas y brujas secretos inimaginables? Realmente esas aldeas se componían de pocas personas comparados con otros ejércitos conquistadores, como el romano, pero aunque eran pocos en esas “aldeas” resisterieron en muchas durante años estas invasiones.
Los poemas celtas transmiten sabiduría, respeto y conocimiento de la naturaleza, y un peculiar conocimiento sobre el más allá.
Una cultura con costumbres relacionadas con el esoterismo
Hoy en día tenemos conocimiento que los niños poseen más sensibilidad ante fenómenos y son más “perceptivos” que los adultos. Para los celtas, la infancia era un periodo mágico. Entre las obligaciones de los padres formaba parte el poner un nombre apropiado al hijo, muy importante dado que el significado de ese nombre determinaría su futuro, y ponérselo antes de que cualquier fuerza pudiera influir ya en su destino. Estos apodos procederían de algún tipo de hecho de esos primeros tiempos de su existencia, después, con la asignación de ese nombre, llegaría un segundo nacimiento, del que poseerían una sabiduría excepcional para su edad (tal vez niños prodigio) y poderes sobrenaturales. Lo denominaban “niños sabios“.
Los celtas, la magia y la guerra
Para los celtas la guerra se trataba de un oficio dificultoso, de largo camino para el aprendizaje, de mucha dedicación, destreza y fuerza.
Hay conocimiento, a semejanza de las artes marciales en oriente, aplicaban una gran disciplina respecto a sus técnicas de combate, con estilos de lucha especiales y desconocidas. Expertos y mortíferos en manejo de dagas, espadas, lanzas y escudos, eran capaces de realizar proezas en combate, eran guerreros temibles y muy respetados.
Las armas de los guerreros, de gran trabajo artesanal, eran los bienes más preciados para ellos, dado que también le acompañarían incluso después de su muerte, para usarlas en el más allá.
La lealtad, el valor, el honor, respeto y un objetivo en sus batallas: “La sabiduría de la espada” y el temor a ser deshonrados. El jefe sería responsable de proteger a sus hombres, incluso después de la muerte. Las mujeres, también guerreras y brujas que realizaban poderosos maleficios hacia los enemigos.
Relatos de textos clásicos de Grecia describen como la magia forma también toma un papel importante en la batalla de poderes mágicos y nombre propio, relacionado con el nombre del guerrero, lo cual, determinaba un vínculo y el arma llegaría a ser una prolongación de su cuerpo. Y también relatos de guerreros con poderes propios.
Los celtas y el mundo de los muertos
El señor de los muertos tenía como nombre dios “Donn” ante el cual todos los hombres y mujeres acuden a rendir tributo al final de su existencia. “Donn”, dios ancestral, habita en una oscura y profunda cueva bajo el cuidado de nueve doncellas las cuales mediante sus soplidos crean el fuego de su inmensa caldera mágica. El reino de “Donn” se extendía desde esas profundas cuevas hasta las tumbas del exterior.
Para ellos, la muerte era un viaje hacia otra esfera de existencia, y relataban que las fuentes de conocimiento proceden de el “otro mundo”, la tierra de los muertos albergaba la sabiduría y conocimiento de los vivos. Según un autor clásico, relataba como las almas de los muertos atormentaban con frecuencia a los pescadores de Bretaña, para pedirles a estos que les llevasen a la isla de “Donn”, para acortar su viaje hacia lo que para ellos sería “la luz”. Se negaban, puesto que si un mortal cruzaba ese umbral antes de su hora, al salir envejecería de golpe, y moriría en deshonor.
Los celtas y su increíble conocimiento de la climatología
Los celtas sentían un gran respeto a la naturaleza y al clima, dado que su existencia dependía de las cosechas y los animales. Eran capaces de realizar predicciones meteorológicas, para facilitar la pesca o sus cosechas, manteniendo paralelamente que las fuerzas de la naturaleza controlaban el destino de los hombres, el sol, venerado por .ellos, era fuente de vida, al igual que la luna.
La tierra de los celtas.
De cierta manera emparejaban el cielo junto con su movimiento en las estaciones con “El reino de Donn o de los muertos“.
El completo conocimiento del Más Allá
El otro mundo para ellos era una dimensión sobrenatural en la que el tiempo y leyes cotidianas no tienen valor. En esa dimensión se encontraba el reino de los muertos, el reino de los dioses, las legendarias islas occidentales el reino de las hadas y el reino submarino.
Existe un cierto parecido a lo que diversas teorías actuales intentar explicar la existencia de una dimensión en la que existen energías fuera de nuestro entender, de la que se manifiestan las psicofonías y otros fenómenos como el espiritismo. Realmente ellos tenían constancia de esa existencia dimensional. ¿Podrían acaso tener razón o disponer de medios de transcomunicación de aquel entonces que desconocemos actualmente mediante métodos rudimentarios? Tenemos conocimiento de que en el mundo antiguo Pitágoras llego a utilizar algo parecido al método “guija”, y estamos hablando de personas sabias de hace muchos años.
Siguiendo con las costumbres celtas, si un hombre era capaz de volver de esa peligrosa dimensión, se le concederían poderes sobrenaturales e incluso armas u objetos mágicas o sabiduría -en el caso de los druidas y hechiceras-. La forma de acceder a ese mundo sería descrita como una puerta de niebla o la entrada de una cueva misteriosa e incluso la superficie del océano. Los celtas ante su tremendo respeto a los animales mantenían la creencia de que muchos de ellos poseían poderes sobrenaturales y un intenso sentido espiritual, que muchos de ellos podían ir y volver de forma libre “al toro lado“.
El cerdo, el oso, los perros y caballos eran animales preferentes en su cultura esotérica.
Otras puertas las denominarían como “sídh”, las viejas tumbas del paisaje celta, de las que a veces saldrían hadas para raptar a los hombres para llevarlos al otro mundo, donde serían torturados horriblemente. Los escritores clásicos admiraban muy asombrados como los poetas celtas pasaban las noches en los alrededores de las tumbas de sus ancestros para de cierta forma adquirir su talento. Para ellos los espíritus con frecuencia se adentran al mundo de los vivos.
Según Julio César, los druidas celtas en un momento del año, se reunían en determinados puntos los cuales formaban un punto de energía especial que conectaba con el cosmos y las puertas a todos los mundos exteriores. Entonces serían capaces de alcanzar conocimientos profundos sobre el cosmos. Los lugares donde se cruzaban las dimensiones “al otro mundo” poseían determinadas
características como cascadas, pozos, serían una especie de barreras, siendo estas más vulnerables en determinados momentos del año.
¿Existían realmente esas puertas? Y de poder ser así… ¿Qué poder o conocimiento poseían en aquel entonces para cruzarlas? Esos misterios probablemente jamás serán resueltos. Todos tenemos constancia sobre hechos en España actuales de viajeros que yendo por carreteras aparecen de repente a cientos de kilómetros. Tal vez exista alguna relación con esas “puertas dimensionales”, y los celtas les daban esa explicación relacionándolo con puertas a otros mundos.
Cuando daban a lugar las llamadas “noches de los espíritus”, los habitantes, con gran miedo y respeto solían encerrarse en sus casas por miedo al contacto sobrenatural, relatos nos cuentas de fortalezas y casas atacadas por espíritus. En esas noches, valientes guerreros aprovechaban la oportunidad para atravesar el umbral hacia el otro lado, intentando volver con vida y regalos mágicos o poderes siempre manteniendo su fe y cordura.
Los celtas creían en los ángeles, los cuales eran “serafines” y habitaban en el País de los serafines.
El poder del número 3
También destacar el amplio poder que para ellos poseía el número tres, las Tríadas, sus símbolos, sus grupos de patrullas guerreras, repetían constantemente el número tres. De cierta forma ese número se relacionaba con la magia, que, como hemos visto, era habitual en su cultura.
Durante su existencia, los objetivos más importantes serían mantener por encima de todas las tres condiciones: Venerar a los dioses no hacer el mal y comportarse con hombría. La muerte sería un punto intermedio en una larga vida. A sus muertos, no solo les disponían armas, a las mujeres joyas, y objetos personales para alfareros, cazadores, pero a todos comida y bebida para su viaje
a ese lado. Incluso se han encontrado en sus sepulturas anímales de compañía como perros y caballos.
Símbolo celta.
Sus lenguas eran Irlandés (gaélico irlandés), Escocés (gaélico escocés), Manes (escandinava), Bretón, Gales con unos cuarenta variantes de dialectos y muy influenciados en algunos por otros idiomas, y Cómico, extinguido desde el siglo XVIII.
Conclusión sobre una cultura asombrosa
Curaciones espirituales, contactos e invocaciones de espíritus, viajes astrales, encantamientos, maleficios, alquimia, criaturas mágicas, vida después de la muerte, hechiceras, druidas, guerreros con poderes sobrenaturales, personas con sabiduría extraordinaria y sobrenatural, leyendas, relatos de mundos paralelos… Nos hacen pensar la importancia que poseía lo esotérico para esta civilización, y que tal vez poseían conocimientos que hoy en día han quedado olvidados, y que de alguna forma podemos relacionarlos con sucesos paranormales de nuestros tiempos a los cuales científicamente no podemos atribuir una explicación lógica.
Es sorprendente el parecido a nuestras ideas sobre energías de otra dimensión por ejemplo en el campo de la transcomunicación, o lo que sería actualmente para nuestra cultura la vida después de la muerte.
No podía dejar de destacar la existencia de los espíritus emparejada al hombre desde que este era hombre, al igual que increíblemente también contactaban con el más allá.
Son muchísimas las preguntas que después de leer este artículo nos pueden llegar a pasar por la cabeza, y que nos dan que pensar, empezando por que realmente se creía en la existencia de la vida después de la muerte desde que el hombre es hombre. Profundo respeto, admiración, sobre las culturas antiguas de las cuales siempre deberemos intentar investigar lo más posible y aprender de su conocimiento, al igual que luchar por conservar los restos arqueológicos de los que hoy en día disponemos, y que cada vez descubriremos más bajo la tierra de nuestros alrededores, bajo nuestros pies yacen secretos que en algún futuro nos desvelen más sobre sus misterios.
Gracias a los increíbles historiadores, investigadores y arqueólogos por luchar por mantener vivo nuestro pasado.