El triunfo de la moción de censura presentada por el PSOE de Pedro Sánchez contra Mariano Rajoy ha dejado dos grandes damnificados: el propio Mariano Rajoy y su partido, el PP. Y Ciudadanos y su líder Albert Rivera, que había apostado por abanderar la salida a la «triple crisis» que considera que vive España, «institucional, económica y de valores», con varias ofertas a los representantes del «bipartidismo» que no han sido atendidas ni por Rajoy ni por Sánchez.
La inesperada victoria del aspirante socialista, designado ya presidente del Gobierno gracias a los votos del PNV, ha logrado desplazar de un plumazo a Rivera del tablero de juego. El líder de Ciudadanos se ha quedado solo en la foto junto al PP, los dos diputados de UPN y el de Foro Asturias, en el rechazo a la moción justo cuando Ciudadanos lideraba todas las encuestas de cara a las próximas citas electorales gracias a la contundencia que precisamente estaban demostrando contra la corrupción del partido de Rajoy.
Esa sensación de desconcierto -y también de preocupación- se apreciaba en las caras de circunstancias de los diputados del grupo parlamentario a la salida del Pleno del viernes, en el que se certificó el desalojo forzado del dirigente conservador de la presidencia del Gobierno. Lo único que acertaban a comentar los parlamentarios consultados era la «dureza» que habían apreciado en Sánchez contra Rivera. «Ha llegado a sobrepasar la línea del ataque político al personal», lamentaban.
Lo cierto es que ninguno de los dos líderes parecían los mismos que a principios de 2016 fueron capaces de sellar un pacto de investidura. En este duelo han dejado al descubierto la desconfianza que desde entonces se ha instalado entre ellos.
Pero también en estas últimas semanas la tensión de Ciudadanos con el PP había quedado de manifiesto. Hasta el punto de que Rivera dio por roto el apoyo de su partido a Rajoy en Catalunya. El malestar del ya expresidente por esa actitud de su socio de investidura y en los presupuestos le llevó a tacharle de «aprovechategui».
Tras la sentencia de Gürtel y el anuncio del PSOE de presentación de una moción de censura, Rivera ha jugado nuevamente a ser el ‘arbitro’ de la situación. Por un lado, ofreciendo al hasta ahora presidente una salida «ordenada» de la legislatura con un pacto para la celebración de elecciones generales el próximo otoño. Pero, por otro, amenazándole con acordar con los socialistas una moción de censura alternativa e «instrumetal» con un candidato independiente para convocar esos comicios. Y esta vez la jugada le ha salido mal.