La fábula del helecho y el bambú nos habla de un hombre que pasaba por una mala racha. Él era carpintero y le iba muy bien. Todo comenzó cuando a su poblado llegó una gran empresa que fabricaba muebles. Tenían mucho dinero, excelente maquinaria y bastante personal. Pronto se convirtieron en una verdadera sensación en el lugar.
La fábrica hacía los muebles en tiempo récord. También los elaboraba con muy buena calidad. Por si fuera poco, los vendía a precios más bajos que el carpintero. Las cosas empezaron a ser cada vez peores para él. En apenas un par de meses ya sabía que iba rumbo a la quiebra. Esto lo angustió.
“Debemos aceptar la decepción finita, pero nunca debemos perder la esperanza infinita”.
-Martin Luther King-
Para colmo de males también comenzó a tener dificultades con su esposa. Ella era maestra de escuela y su salario no alcanzaba para sostener a los tres chicos que tenían. El carpintero intentó buscar un nuevo trabajo, pero no lo conseguía. Su esposa lo recriminaba y esto al final también afectó a los niños, que comenzaron a tener problemas con sus calificaciones en los estudios.
El helecho y el bambú, una gran enseñanza
El carpintero de nuestra historia estaba verdaderamente desesperado. Cada vez tenía menos dinero. También menos energía y menos optimismo. Su mente comenzó a cerrarse. No veía una salida. Lo único que se le ocurrió un día fue ir a dar un paseo por un bosque cercano, para tratar de poner en orden sus ideas. Estaba a punto de conocer los secretos del helecho y el bambú.
Había caminado una media hora por el bosque, cuando se encontró con un anciano amable que lo saludó. Tenía una casa humilde y al ver al carpintero lo invitó a pasar para que tomaran un té. Notó la preocupación en su semblante y le preguntó qué le pasaba. El carpintero le relató sus desventuras, mientras el anciano lo escuchaba atenta y serenamente.
Cuando terminaron de tomar el té, el anciano invitó al carpintero para que fuera a un esplendoroso solar que había en la parte trasera de la casa. Allí estaban el helecho y el bambú, al lado de decenas de árboles. El anciano le pidió que observara ambas plantas y le dijo que tenía que contarle una historia.
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