En resonancia con este gran post que nos deja nuestro compañero EXIT.... gracias. ¡¡
El mundo en la Tierra está sufriendo una bifurcación de realidades. En una de ellas, el planeta y los seres que lo pueblan sufren una época apocalíptica producida por eventos cósmicos, tales como un racimo cometario que llegará por fases, dato que anticiparon los cassiopeans y que fue largamente discutido en la etapa anterior de Exit (Exitway), como se puede apreciar en el siguiente esquema, resumen de la mayoría de profetas y sus profecías de los últimos días (otro de esos post agotadores). Pulsar sobre la foto para ampliarla (y guardarla si queréis).
En la otra realidad hay una evolución de las especies, un cambio de densidad que es también producido por eventos cósmicos; en este caso una Onda de energía que afecta al ADN de las especies y las hace mutar a un estado superior.
Todos estamos en la Gran Encrucijada, donde el camino hacia el cambio de densidad, “visualmente”, no tiene el contraste definido que en el camino apocalíptico se percibe con tanta claridad y lo normal es que aun no tengamos claro hacia dónde dirigirnos, o sea, que camino comprender que va a suceder en nuestras vidas personales.
Una vez uno ha tomado la desviación hacia el cambio de densidad (que es también un cambio de conciencia-consciencia) el camino apocalíptico empieza a perder contraste y uno lo siente porque el miedo a lo que pueda pasar, ya sean la caída de asteroides, las tormentas solares, la tercera guerra, el hambre, la cola de Elenin, etc., va reduciéndose gradualmente.
La decisión hacia el cambio de densidad no es simplemente una mental o de creer en determinadas verdades. Es una sensación; tanto física como metafísica. Hay una serie de cambios en el interior del Ser reflejados en la vida física del día a día. Aquellos que hayan experimentado con determinadas drogas psicotrópicas (LSD-MDMA-Peyote-Ayahuasca) sabrán reconocer estos síntomas ahora, porque, en dosis muy bajas, son muy parecidos.
También aquellos que hayan hecho ciertos tipos de ejercicios como el yoga y hayan alcanzado niveles de variabilidad de la percepción extrasensorial sabrán reconocer estos síntomas ahora, que aparecen sin pedir permiso, aun teniendo el cuerpo totalmente limpio de estas sustancias. Así, estos síntomas, tal y como los experimento y experimenta la gente a mi alrededor -como ya he contado anteriormente- son escalofríos (a veces lentos, a veces rápidos, a veces profundos), explosiones de calor interior, sensación de expansión interior, vahídos, hipersensibilidad a los sonidos agudos, espasmos, tícs musculares, falta de memoria, hipersensibilidad al frío, enfriamiento espontáneo a pesar de estar abrigado (el cual se quita haciendo respiraciones profundas primero y comiendo algo después), sensibilidad a los campos magnéticos, cansancio “sin sentido”, días de flojera muscular, abandono de la actividad mental calculadora y el más famoso de todos: lenguaje patoso, balbuceante o resbaladizo, con dificultad para vocabulizar así como el uso de palabras no habituales para explicar las cosas debido a que la mente, más centrada ahora en su hemisferio creativo, busca palabras nuevas por no poder acceder al lenguaje habitual situado en el hemisferio de la memoria.
Estas son las primeras reacciones -como ya he dicho- y corresponden a los síntomas psicotrópicos de drogas en dosis muy bajas. A medida que los cambios se vayan agudizando, supongo que será como ir subiendo las dosis y, por lo tanto, los efectos o experiencias corresponderán más a los percibidos en estos estados alterados de conciencia. El que lo haya probado y haya tenido experiencias místicas tales como verse en otro lugar, ver con los ojos cerrados, ver cosas no habituales, visualizar perfectamente lo pensado, perder de la percepción del tiempo, sentir la desmaterialización física de algunas cosas (por hablar de mis experiencias) podrá imaginarse como serán los cambios en el camino a la nueva densidad, que dejarán de ser eventuales y pasarán a ser nuestra nueva “forma de vida”.
Hay quienes dicen que hay siete densidades y los hay que dicen que hay once y que incluso nosotros, los seres con alma, pertenecemos a esa densidad once (yo tengo mis dudas sobre ello) y que los propios seres de esta onceava densidad están empezando a evolucionar a una nueva densidad: la doce, por lo que hasta estos seres altamente evolucionados -que podríamos llamar Dioses- tienen un nuevo camino por delante a experimentar…
Me gusta eso. Eso es el Universo en expansión constante (otra cosa es que así sea, aunque resueno con ello). Hay también quienes dicen que nosotros somos seres superiores experimentando la fisicalidad por motivos evolutivos elegidos por nosotros mismos (dudo que los canarios enjaulados de mi vecina -para atrapar sus cantos diarios- opinen eso). Yo no lo creo, al igual que no creo en la Ley del Uno. En tal caso creería en la Ley de los Multiversos, donde seres con identidad individual crean mundos distintos y variados según la esencia particular de cada uno.
Hay quien piensa -y es una filosofía muy expandida en la red- que nosotros firmamos acuerdos álmicos para vivir esta tercera densidad tan compleja y dolorosa con el fin de experimentar la dualidad bien-mal, amor-desamor, triunfo-derrota, alegría-tristeza, etc. Le he dado muchas vueltas a esa filosofía (incomprobable en esta densidad 3D) y, sinceramente, me suena al engaño de más alto nivel diseñado por los oscuros para seguir culpándonos a nosotros de las desgracias de este planeta y aceptar a su líder, el Uno-Anu (link a la entrevista de James de Wingmakers, última traducción de Exitway).
Sé que con esto podría ganarme nuevas antipatías… pero el hecho de que haya gente convencida de la Ley del Uno y los acuerdos álmicos no es la base sobre la que debo aceptar esta ideología. Debe ser mi Ser interior y mi propia experiencia vital la que acepte las cosas según las sienta y las comprenda y, a estas alturas, no voy a vivir con miedo a pensar de forma contraria. Si me equivoco sabré rectificar. (Pido disculpas por usar tanto el mí pero debo hablar desde mi experiencia y no puedo evitarlo)
Sin embargo, esta subida en perspectiva sobre los niveles de densidades me deja más claro que somos seres de una densidad superior atrapados en una densidad inferior: la tercera densidad; por lo que comprendo que los cambios que estamos sufriendo están recuperándonos a la densidad a la que pertenecemos, sea esta la onceava o la cuarta; y esto sucede en un momento de cambio de densidad en todos los niveles, lo que todavía podría hacernos “aterrizar” en una nueva densidad, totalmente desconocida para nosotros.
Decían los cassiopeans que había la posibilidad de que la Tierra “diera a luz” un nuevo planeta, de una densidad superior, que iría a asentarse en otro lado del Universo, aunque de alguna manera continuando conectado con este lado. También decían que en este momento habría una bifurcación de realidades y que seres de este planeta se encontrarían viviendo en el nuevo sin apenas notar el cambio. La propia Biblia y las religiones cristianas hablan de que “Habrá un Nuevo Cielo y una Nueva Tierra” – luego los cassiopeans no se han inventado nada- y también se habla del “arrebatamiento”. Si esto va a ser así -y tengo conocidos de confianza que han tenido sueños relacionados con ello y personalmente también resueno con ello-, la etapa dolorosa de los apocalípticos cambios de la Tierra “vieja” solo los sufrirían aquellos que se quedasen en ella; lo cual implicaría que -teniendo en cuenta que ya se acercan los pedruscos y las naves este año-, el arrebatamiento estaría a punto de producirse o incluso ya estaría produciéndose en determinadas zonas y con determinados “tipos” de personas. También cabría la posibilidad -y debo decir que ésta me parece más plausible- que este arrebatamiento se produjese en el momento de morir, por lo que el desastroso pero instantáneo cambio de eje tan cacareado o el mega tsunami sería el momento para el cambio de destino. Claro que el arrebatamiento tal y como significa es un desplazamiento espontáneo en vida.
Sea como sea, los cambios en los que hemos entrado, a la larga o en breve, serán un alivio. Digamos que después de la “dolorosa operación de tabique nasal, será un alivio volver a poder respirar; incluso respirar mejor que antes” (por experiencia)…