En nombre de la protección de Gaïa, James Lovelock nos propone la energía nuclear, las quimeras genéticas, la agricultura agresiva (con grandes refuerzos de pesticidas), la comida sintética y la hiperconcentración de la urbanización. ¿Es también en nombre del Clima y de Gaia que James Lovelock se ha comprometido en la cruzada del eugenismo? James Lovelock debería ser muy prudente y no mezclar a Gaia, el ser planetario, la Madre Tierra, con todos sus delirios seniles y mortíferos.
Articulo 4 de une quadralogia denunciando el engaño del calentamiento global antropico.
Traducción de Mayra Marin y de François Aymonier
En términos de clima, la retórica de todos los “ecologistas” políticos autoproclamados (los nuclearizados, los sarkozystas [17], los modemistas, los hulotistas, los algoristas, los benditistas, los verdes, los verdines…) (1) ha sucumbido al síndrome del caldo: una pizca de histeria, un zumo de Apocalipsis, un asomo de Titanic, un puñado de refugiados (no muy grasosos), una desmedida de curvas dudosas, una gran cucharada de ciencia falsificada y un barril de combustible fósil. Todo eso condimentado con mentiras, alegorías y anatemas. Agitar bien con desinformación. Cocinar al fuego lento de la culpabilidad. Servir recalentado.
El recalentamiento climático antrópico, en salsa CO2, se ha vuelto, según los ecolotermistas de todos los orígenes, la urgencia ecológica que prima sobre cualquier otra consideración. ¡El Planeta se quema!!! El GIEC anuncia 2°, 4°… ¿Quién da más? ¡James Lovelock! Él apuesta, de aquí al 2016-2020, que habrá entre 5 y 6 °C de aumento de la temperatura planetaria. ¡La hoguera, los fuegos del infierno, un retorno de llamas kármico! Según Sir James, no le quedará ninguna otra solución a la humanidad que ir y establecerse en los Polos. Y no tener más niños. En nombre de la protección de Gaia.
Cunde el pánico: la crisis climática, la urgencia climática, el ultimátum climático, la alerta climática, la amenaza climática. Los Verdes promulgan la unión sagrada: según Cécile Duflot (2), “el recalentamiento climático sobrepasa todos las divergencias políticas” [1] y Daniel Cohn-Bendit apela a “nuevas mayorías”. En nombre de la protección del clima [02].
¿Será entonces el clima el fermento de un nuevo humanismo o de nuevas alianzas? A juzgar por lo que vemos: los bomberos humanitarios se han precipitado todos al llamado de los ecolo-termistas… ¡para enfriar el planeta!
– Monsanto que lucha valientemente, desde hace dos decenios, para recubrir el planeta entero de quimeras genéticas resistentes al Roundup y cultivadas con “labranza cero” economizadora de CO2. Para enfriar el planeta.
– Todas las multinacionales que se han dedicado en cuerpo y alma, al sector de los “necrocarburantes” de soja, maíz, caña de azúcar, remolacha, aceite de palma: los petroleros (Total, Shell, Exxon, Mobil, British Petroleum, Petrobrás, Repsol-YPF…), los carteles de la agroquímica (Monsanto, Syngenta, Bayer, DuPont…) los constructores de automóviles (Citroën, Peugeot, Ford…) los gigantes del agroalimentario (ADM, Cargill, Bunge, Nidera) y los bancos (HSBC, BNP Paribas, Barclays, UBS, Société Générale, Crédit Agricole, Natixis, Banque Populaire…). Para enfriar el planeta.
– Todos los cruzados climáticos, Al Gore, Maurice Strong y Rajendra Pachauri [03] (el presidente del GIEC, un economista) que se han involucrado en el mercado de los créditos de carbono para crear el “Chicago Climate Exchange” y el “European Climate Exchange” con el apoyo de muchas multinacionales abnegadas, entregadas a la causa climática: la petrolera British Petroleum, la petrolera Shell, Goldman Sachs, el banco Barclays, el banco Fortis, el banco Morgan Stanley… Para enfriar el planeta.
– Las numerosas fundaciones eugenistas, Rockefeller (los barones ladrones del petróleo), Ted Turner (el magnate de los medios de comunicación de EEUU, el más grande terrateniente en EEUU)… que financian, de muy buena gana, las ONGs (Greenpeace, Amigos de la Tierra, Réseau Action Climat…) con el fin de promover las alertas climáticas. Para enfriar el planeta.
– Las multinacionales de la agroquímica y de la farmacia (Monsanto, Syngenta, BASF, Bayer CropScience, Dow Agrosciences, DuPont, Novartis, Sanofi-Aventis, GlaxoSmithKline, Procter & Gamble, Merck, Mosaic, Pfizer, Sumitomo Chemical, Yara) y las fundaciones (Fundación Bill Gates, Fundación Rockefeller, Fundación Howard G. Buffett) que financian las ONGs de Kofi Annan y de Jeffrey Sachs por la “justicia climática” y por la segunda revolución verde en África. [05] Para enfriar el planeta.
– Y además, todos los jefes de Estado, que sudan en las tribunas para intentar probar que ellos creen, claro está, en esta historia “del monóxido de carbono que destruye la capa de ozono” [06]… y que se declaran culpables en nombre del pueblo humilde, solicitado a “contribuir con el clima”, y que dan muchas vueltas para echarse y poner impuestos al carbono “justos y sostenibles”. Para enfriar el planeta.
Entonces, los santurrones recalentados apelan ahora a una unión del sacro climático, pues ¿no somos todos culpables de una “huella de carbono más negra que el pecado”, como lo clama James Lovelock, el profeta del Apocalipsis climático? “Atmósfera nuestra, que estás en los cielos, perdónanos nuestras ofensas de carbono”. En el nombre de Gaia, del Clima y del Santo Galimatías.
Ya no más divergencias políticas, pues la casa se está quemando, o al menos ya no va a tardar en comenzar a quemarse, pues como lo dice Noel Mamère (3) “las decenas de millones de refugiados climáticos, los litorales inundados, el desierto en expansión, no son visiones salidas de un cine catástrofe, sino previsiones que crean ahora consenso” [27].
Y si tiene usted la impertinencia de poner en tela de duda « previsiones que crean ahora consenso » es usted un criminal climático, un negacionista, un neo-cientificista, un allégrista (4), un secuaz de los petroleros (lo que, por otra parte, no es muy amable para con los petroleros-bomberos que hacen lo mejor posible, desde hace muchos años, para dedicarse a los necro-carburantes y los créditos de carbono, ¡con el fin de enfriar el planeta!)… todos epítetos esgrimidos por los ecolo-termistas que no bromean con el dogma del recalentamiento climático antrópico.
Parecería, en efecto, que ciertos ecologistas, concentrados en elecciones de todo tipo y con el termómetro metido no sabemos dónde, confunden temperatura electoral y clima planetario. Cuando el diputado Noel Mamère, [27] evoca “la contradicción cada vez más apremiante entre el termino corto y la urgencia ecológica”, ¿no habría más bien que hablar de confusión cada vez más reinante entre el corto “termismo” (5) y la urgencia ecológica?
Pues el recalentamiento climático desde 1860 es natural, muy débil y no lineal: se manifiesta por periodos de 25 a 30 años de alternancias entre recalentamiento relativo y enfriamiento relativo. No están, de ninguna manera, correlacionadas con ese recalentamiento climático natural ni con las urgencias humanitarias (hambre en el mundo, falta de acceso al agua potable, eliminación de poblaciones civiles por las guerras imperiales…) ni con las urgencias ecológicas (polución nuclear, pesticidas, erosión de los suelos, desertificación, escasez creciente del agua dulce…).
El recalentamiento climático es tan débil, hoy en día, que el diario Le Monde, hoy mismo, 20 de octubre del 2009, titula “Clima: ¿y si el recalentamiento global tomara una pausa?” y declara sin embargo que es falso pretender que el recalentamiento climático se detuvo en 1998. Ni hablar: éste aumenta de 0,02% en un decenio, es decir 2/100 de grado Celsius en el espacio de 10 años. “Entre 1998 y 2008, es cierto que la tendencia promedio ha sido de un crecimiento de 0,02 ºC por decenio. Casi nula”. [11] Un caso típico de crecimiento calórico casi negativo. Lo que no impide a Yannick Jadot (un eurodiputado ecolotermista recién salido, todo fresco, de la casa Greenpeace) declarar el 14 de octubre que “Sarkozy hace recalentarse el planeta de 4 ºC ” [26]. O los ecolotermistas tienen un atraso de dos baldes de agua para la bomba de incendios o Nicolas Sarkozy es un superman climático, un Santa Claus del Calentamiento Global (prueba de ello, la agitación molecular de la producción de calor) (6).
Uno de los primeros números de la « Gueule Ouverte » (7) titulaba en octubre de 1973 « ¿Qué tierra dejaremos a nuestro hijos?” Hoy en día, también podríamos titularlo: “¿Qué niños dejaremos a nuestra Tierra?” Niños hambrientos, saturados de pesticidas, con cánceres, esterilizados, mutagenados, vacunados, virtualizados…
No hay urgencia climática: es una farsa inmunda. No hay recalentamiento climático antrópico, es una impostura grotesca. Las “previsiones que crean ahora consenso” en el GIEC son sólo viento, a la imagen de los mercados de créditos de carbono, que generan ingresos a partir de “la moda de esta época”. ¿No se podría aconsejarle al GIEC que desconecte sus reactores simuladores y se ponga a la escucha de lo Real? O si no, formar cuadrillas de “climaterapéutas” que puedan acompañar a los ecolotermistas en su travesía solitaria del desierto. En la espera del “Recalentamiento Prometido”. Porque a razón de 0,02 °C por decenio, ¡se necesitará esperar un siglo para aumentar 1 °C! ¡Caliéntese quién pueda el planeta!
Yannick Jadot declara que « Más allá de los discursos, las posiciones francesas son de hecho peligrosas. Ellas conducirían a un recalentamiento del planeta de más de 4°C, provocando una catástrofe humanitaria insoportable”. Es muy astuto este Jadot para prever el clima con 20 siglos de antelación, basándose en el decenio que acaba de pasar.
Con el Grenelle (8) del Ambiente –el inicio de la alianza entre el sarkozysmo y el ecologismo- se habría podido pensar que ya se había llegado al fondo del precipicio de la inepcia, de la hipocresía y del sobalevismo. Con la Cumbre de Copenhague, santurrones del recalentamiento hacen hundirse la ecología, o al menos lo que queda de ella, en abismos aún más profundos de oscurantismo, de necedad, de superchería, de lloriqueos y de apocalipsismo.
Noël Mamère afirma que el Sarkozysmo « parece más bien un casino” [27]. Exactamente, de la misma forma que la ciencia climática a la manera del GIEC: palabras en el viento, impuestos, cifras sonantes, y premio final, una plétora de curvas de crecimiento negativo y de decrecimiento positivo. Nos complace soñar que el Sr. Mamère haya aplicado sus talentos de descifrador a aquello que se esconde detrás de la pantalla de realidad virtual de la impostura climática, es decir, el código fuente de la ignominia: quimeras genéticas, energía nuclear, necrocarburantes, nuevo orden mundial, mercado de créditos de carbono, imposiciones tributarias para el pueblo, eugenismo. Y Mamère, que agrega que –para el sarkozysmo – “Todo es sólo una puesta en escena, storytelling, la construcción de guiones” [27]. Magnífica formulación que describe también, de manera muy precisa, la estafa climática:
– Construcción de guiones. Simulaciones realizadas por las supercomputadoras del GIEC basadas en curvas truncadas o trucadas [46] [47] [48].
– Storytelling. Historias abracadabrantes: las olas, los tsunamis, la hoguera, los refugiados, los cascos polares que se derriten… Sermoneos al estilo de Al Gore y Nicolas Hulot: hagan lo que digo, pero sobretodo no lo que hago… Bombardeo mediático permanente: los “escépticos del clima” no tienen ningún derecho a la palabra o a la escritura en los medios de comunicación, que están a sueldo de las Autoridades. Conceptos nebulosos y grandes eslóganes idiotas: “justicia climática”, “urgencia climática”, “no se negocia con el clima”, “debemos movilizarnos todos para salvar nuestro planeta”, “caliéntese quien pueda el planeta”, “una nueva réplica planetaria a los cambios climáticos”. [25]
– Puesta en escena. La más famosa realizada por medio de una película de ciencia ficción: “Una verdad incómoda”. Esta película surrealista fue realizada por Al Gore, el hombre de Monsanto, el que ha atiborrado al planeta entero de quimeras genéticas [05]; el hombre cuyos intereses en los combustibles fósiles ya no necesitan probarse; el hombre que es muy amigo de la casa comercial Goldman Sachs, uno de los actores privilegiados del atraco financiero que ha arruinado, todavía un poco más, al pueblo de EEUU. Esta película de propaganda ha sido impuesta a decenas de miles de escuelas. Otra película que viene de ser realizada por el servidor de la industria nuclear, Nicolas Hulot: el síndrome del Titanic. (Con un presupuesto de 5 millones de euros aportados por EDF, la SNCF, TF1, Studio 37, etc…) (9) [16].
» Si « el paisaje está hecho de señales y nos da señales », entonces Al Gore escogió imágenes que se supone nos hacen comprender la verdad incómoda que es esa que él nos revela. Nos dice que esas imágenes muestran todo tipo de señales precursoras del Apocalipsis. Dicho Apocalipsis es tanto más verosímil cuanto que su advenimiento es objeto de un cóctel angustiante de profecías milenaristas, servido todos los días por numerosos “expertos” en modelos futuristas. Él también, a su manera eficaz, participa en la escritura y difusión del Libro Sagrado, o más bien de la película culto, encargada de dar a luz un nuevo imaginario colectivo. Es a dicha construcción a la que sirve el conjunto del corpus de imágenes de paisajes con sus planos abiertos, su ritmo disonante y su tonalidad catastrófica (más de un cuarto de las imágenes). De esto resulta una visión pesimista del mundo. Un planeta Tierra a la merced del Hombre demiurgo. Allí dónde radica el problema, es que la mayor parte de las imágenes de paisajes que nos ponen en frente, no muestran aquello que Al Gore predica. Esas imágenes juegan con los estereotipos de una representación colectiva (la tierra agrietada para mostrar la sequía, el humo para evocar la polución, el agua hasta el cuello para evocar la inundación, un camión enlodado para mostrar el deshielo…) Ellas no demuestran nada de los horrores anunciados…”
Este pasaje se extrajo de un análisis muy pertinente de Martine Tabeaud y de Xavier Browaeys. [07] Nos encontramos, con esas películas de terror (“Noir c’est Noir” [08]) en plena sociedad del espectáculo y todo esto nos recuerda el proceso “de los jóvenes de Tarnac”: el arresto espectacular de un grupo de jóvenes por parte de una tropa de policías encapuchados, en un pueblo de la campiña lemosina, bajo la acusación de organización terrorista. La fabricación de una imagen. [09] El arte del espectáculo y la puesta en escena de terrores hipotéticos, para hacer emerger el Nuevo Orden Mundial y avalar el Terror de Estado.
El arte de crear, ex nihilo, un problema (el recalentamiento climático antrópico) con el fin de provocar reacciones (ultimátum climático) y “proponer-imponer” soluciones para salvar el clima y enfriar el planeta (impuestos, necrocarburantes, eugenismo…).
Nos preguntamos, por otra parte, si los pueblos son realmente crédulos. Pues las reacciones se han relegado al mundo de la virtualidad: peticiones, sitios Internet alborotadores, flash-mobs… Para simulaciones virtuales, reacciones virtuales. Y algunos ahora desean “el recalentamiento climático” pues ¡hace algunos años que nos helamos de frío! Todo esto comienza a ser alucinante, pues ciertos expertos del GIEC evocan la anulación de sus simulaciones climáticas, con el fin de proponer contra-simulaciones que permitan hacer esperar a los ecolotermistas durante unos 20 años. ¿Serán acaso capaces de llegar a proponer otro juego de “previsiones que crean ahora un consenso”?.
Entonces algunas preguntas para Noël Mamère y todos los otros diputados “ecologistas”, que figuran en el Gran Teatro del Parlamento Europeo, “Los Guiñoles del Euro (10)”: ¿Asumir la “transición de una economía basada en el desperdicio de los recursos naturales y la destrucción del planeta, hacia una economía basada en el respeto de los equilibrios entre el ser humano y la naturaleza” [27] necesita verdaderamente que los ecologistas se ridiculicen, promoviendo tal impostura climática?
¿No es una forma de suicidio simbólico (di-oxidante, para no decir muy occidente) para los Verdes, el diabolizar el CO2, el dióxido de carbono, el fundamento de la vida y de la Verde fotosíntesis?
¿Debe el cuestionamiento del paradigma de la sociedad occidental y de su consumismo enfermizo (en el supuesto de que éste fuera realmente un objetivo prioritario de ciertos ecologistas) recurrir, en términos de clima, a la artillería pesada de la teología de la aniquilación, y de la patología terminal del redencionismo, que hace estragos desde hace dos mil años: las profecías, los discursos apocalípticos (las olas del diluvio y la hoguera del infierno), las cruzadas, la diabolización, la culpabilidad, la confesión pública (de la huella de carbono), el dogma del pensamiento único (climático), la excomunión de los “negacionistas”, la absolución (por medio del crédito de carbono), el sermoneo hipócrita… y sobretodo, la pretensión vanidosa, y muy bíblica, de algún poder de la humanidad sobre el clima del ser planetario?
Los integristas del ecolotermismo son, desde ahora, cómplices de todo aquello que se trama bajo el paraguas de la lucha contra el “recalentamiento climático antrópico”: la invasión inexorable de quimeras genéticas resistentes al recalentamiento planetario y de necrocarburantes “enfriadores” – así como la deforestación concomitante, la destrucción de los ecosistemas por medio de las técnicas de “labranza cero” química, el renacimiento de las tesis eugenistas, el fortalecimiento de la energía nuclear, la emergencia del nuevo orden mundial y la creación, ex nihilo, de una nueva burbuja especulativa gigantesca – la de los créditos de carbono.
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