Analizando las aparentes declaraciones de funcionarios chinos, la realidad sobre los trasplantes en China no cambiará en nada
AnalizandoHuang Jiefu, ex viceministro de Salud de China, después de una conferencia en Taipei en 2010. (Bi-Long Song/La Gran Época)
El máximo funcionario chino sobre el tema de trasplantes parece haber anunciado –nuevamente– que China dejará de usar los órganos extirpados de prisioneros ejecutados y que, a partir del 1° de enero de 2015, solo utilizará órganos donados voluntariamente. Al menos, eso es lo que dicen los titulares.
Si la promesa realmente se cumple, sería la segunda vez que Huang Jiefu, un cirujano con un puesto en la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino –un cuerpo consejero del Partido Comunista– y director del Comité de Donación de Órganos de China, hace este anuncio.
La primera vez fue en 2012, aunque en esa ocasión no se estableció una fecha concreta. Dicha declaración también fue ampliamente difundida por la prensa internacional, aunque ninguno informó cuando, a comienzos de este año, Huang se desdijo y admitió que, en realidad, se iban a seguir usando órganos de prisioneros ejecutados cuando hubiera un permiso apropiado.
Aparentemente, esta vez se está usando la misma artimaña.
Análisis de las declaraciones
Huang Jiefu hizo los comentarios en un foro médico de una conferencia en Kunming, capital de la provincia sureña de Yunnan. No hay transcripción ni grabación oficial de lo que dijo –solo los informes en la prensa china, algunos de los cuales son difusos en cuanto a las cuestiones clave, y todos ellos requieren cierta interpretación.
Para los principiantes, la manera en que se anunció la noticia contenía cierta ambigüedad, y quizás cierto margen como para volver a incumplir la promesa. Por ejemplo, el Southern Metropolis Daily, un periódico relativamente liberal de la ciudad sureña de Guangzhou, escribió que había obtenido la noticia “de un canal con autoridad”, sin dejar en claro si un periodista del periódico había estado personalmente en la conferencia cuando Huang hizo los comentarios.
Además, en realidad ninguna noticia en la prensa citó a Huang diciendo que después del 1° de enero de 2015 ya no se usarán los órganos de prisioneros condenados a muerte. El Southern Metropolis Daily lo cita diciendo, “No se puede negar que actualmente en China, aparte de las ideas tradicionales que provocan una falta de entusiasmo por la donación de órganos, a la gente le preocupan la legitimidad, la justicia y la transparencia de las donaciones de órganos”.
Y agregó que estas preocupaciones han sido una parte importante de los obstáculos para que China establezca un sistema legítimo de donación voluntaria de la población en general, a diferencia de la dependencia de prisioneros condenados a muerte (o en su mayoría prisioneros de conciencia, tal como ha sido denunciado ydocumentado por varios investigadores).
La parte sobre “poner fin completamente al uso de órganos de prisioneros condenados a muerte como fuente de donantes para trasplantes” fue parafraseada y atribuida a un “canal con autoridad”.
En todos los otros informes chinos sobre el tema, la referencia a los prisioneros condenados a muerte fue parafraseada de manera similar, por lo que no queda claro qué dijo Huang Jiefu exactamente.
Un artículo en el Yunnan Online contenía una sección con información adicional, la cual analizaba la cuestión del tráfico de órganos de una manera tal que echa por tierra la versión de que China intenta eliminar su dependencia de órganos de prisioneros.
En una sección titulada “Una mirada hacia atrás”, la publicación repasa los comentarios de Huang a principios de año, los cuales destacan que los prisioneros condenados a muerte también son ciudadanos chinos, y que si quieren donar sus órganos después de su muerte, lo deberían tener permitido.
El punto clave, dijo, es que tales transacciones no deberían hacerse de manera privada, sino que deberían pasar por la formalidad establecida en el sistema de procuración y distribución de órganos que él estableció. Se supone que el sistema otorga los órganos en base a la necesidad y el tiempo de espera, en vez del precio que cada uno puede pagar o cuánto puede sobornar a médicos y otros funcionarios.
The Guardian hizo una concesión similar. Después del titular que anunciaba “China dejará de usar a prisioneros ejecutados como fuente de órganos para trasplante”, otra línea aclaraba que “durante años, los prisioneros condenados a muerte han provisto la mayoría absoluta de los órganos trasplantados, debido a la alta demanda y la baja tasa de donación. Pero en el futuro sus órganos solo se utilizarán si los han donado voluntariamente y sus familias aprueban la decisión”.
Confesión implícita
Este punto cambia toda la historia.
Ya no se trata de un anuncio de que China intenta dejar de usar órganos de prisioneros sino de una aclaración de que –como dijo el investigador Ethan Gutmann a principios de este año en una entrevista– “Básicamente están diciendo que necesitan poner los papeles en orden”.
El libro “La Masacre” de Gutmann, publicado en agosto, trata sobre lo que él llama un asesinato en masa de practicantes de Falun Gong y otros prisioneros de conciencia por sus órganos. Gutmann estima que desde el año 2000 más de 60.000 de ellos han sido asesinados de esta manera. Los funcionarios chinos nunca han dado una respuesta concreta sobre estos alegatos.
Si Huang Jiefu está meramente diciendo que ahora las autoridades chinas se asegurarán de que los órganos de los prisioneros condenados a muerte solo se obtengan con un permiso, entonces este bombardeo de noticias no son más que una reiteración de las declaraciones que hizo en marzo.
Aun más, sería una confesión implícita de los terribles abusos de derechos humanos y de las violaciones de los acuerdos médicos internacionales. Dado que China recién ahora anuncia que usará órganos de prisioneros con permiso, Huang parece haber indicado que antes los órganos se removían de prisioneros ejecutados sin permiso.
“Las regulaciones del trasplante exigen el consentimiento desde 1984, y la ley de trasplantes lo exige desde 2007”, indica Arne Schwarz, investigador suizo sobre prácticas del trasplante en China que fue galardonado por su trabajo.
“Ahora Huang admitió lo que ya se sabía: que antes ignoraban las regulaciones y las leyes. ¿Por qué deberíamos creerle que no se ignorarán en el futuro?”
Schwarz continuó: “Pero incluso si se puede presentar consentimiento escrito, eso es inútil porque las sociedades médicas internacionales como la Sociedad de Trasplantes y la Asociación Médica Mundial, incluso la Asociación Médica China, concuerdan en que los prisioneros y otras personas bajo custodia no están en condiciones de dar su consentimiento libremente”.
Y hay un peligro más, dice Schwarz, de que procesar los órganos de prisioneros ejecutados mediante un sistema de donación y distribución de órganos, utilizado para los órganos donados por ciudadanos libres, simplemente enturbiará y cerrará la práctica. Y en lugar de aumentar la transparencia y el control que exige la Organización Mundial de la Salud, lo impedirá.
“Todo esto muestra que este anuncio no es una reforma, sino propaganda”, finalizó Schwarz.
La Gran Época