Muchas veces se nos hace evidente que vivimos en un mundo que tendría que mejorar mucho. Sin embargo, la sola percepción de esta labor ingente nos hace arredrarnos y refugiarnos en la idea de que poco puede hacer un solo individuo en este panorama.
¿Quién dijo que todo está perdido, que no se pueden cambiar las cosas? A veces, como suele decirse, nos ahogamos en un vaso de agua. Y eso nos pasa cuando vemos solo una parte del mundo, “aquella que nos muestran”. Aquella parte en la que nos dicen que en el mundo solo existe la represión, la corrupción, el abuso, el hambre, el odio y la autodestrucción del planeta. ¿Vamos a negar como necios la existencia de todo esto? ¡Por supuesto que no! “El mundo es completo, en el que nada sobra y nada falta”, dice un refrán hindú, y yo te pregunto, querido lector: ¿En el mundo solamente hay estas cosas? Obviamente, no.
Resulta que estamos tan condicionados en la forma de ver el mundo que ya hemos perdido la capacidad de ver las cosas de una forma diferente a como nos las pintan. Hemos dejado por el camino la creatividad, el pensamiento divergente, la naturaleza, las buenas noticias, nuestra capacidad de acercarnos. Todo esto puede sonar un poco a new age, pero nada de eso, es tan claro y tan evidente que la misma física nos habla de ello.
La gran ciencia de nuestra época, la física cuántica, nos habla de un gran universo de posibilidades. Nos dice que estamos en un mundo donde nada es lo que parece, en un mundo –como dice la sabiduría perenne milenaria de la India– de maya (ilusión). La mítica materia sólida hoy la vemos como nada, completamente vacía. Lo más sólido que podríamos determinar en el universo podría ser un pensamiento, que no es otra cosa que información.
Vivimos en un mundo en el que disponemos de la tecnología suficiente para reformar nuestras fábricas con el fin de crear una industria limpia,como en Dinamarca, que encabeza la lista de fábricas limpias que no contaminan. Hay gente que trabaja día y noche para devolver un poco a la naturaleza de todo lo que le hemos robado. Tenemos grandes fuentes de energía, como la energía punto cero, y los científicos más avanzados de la historia al servicio de un verdadero cambio.
Y aun así, incluso contando con todo esto, seguimos teniendo una concepción de lo más retrógrada de nuestro mundo. Y es que si queremos cambiar las cosas, tenemos que despertar a esas posibilidades y llegar ver aquello que está a nuestro alcance, como siempre lo estuvo, abandonar la comodidad del sofá y sumarnos al cambio, y buscar aquellas iniciativas que te llevarán a producir un cambio real.
Decidirse y actuar
Como dice la frase original en inglés, Think Global, Act Local (piensa globalmente y actúa localmente), que fue atribuida al activista Patrick Geddes a principios de siglo XX. Sal a la calle y busca en tu ciudad ese cambio, súmate al voluntariado, ahorra agua y electricidad, recupera el contacto con la naturaleza y camina, camina mucho con amigos o en soledad da igual, pero despierta las posibilidades de tu conciencia.
No se trata de ir a lo loco y viviendo en los mundos de yupi, sino al contrario, tener los pies en la tierra y tomar partido en una situación que nos ataña a todos y es: ¿cómo cambiar el mundo? Aunque posiblemente la pregunta correcta sería: ¿estás preparado para ver un nuevo mundo? Si los científicos están en lo cierto, lo que nosotros llamamos realidad no es otra cosa que una serie de suposiciones y construcciones que hace nuestro cerebro del entorno para formar el mundo que vemos. Pero ¿realmente percibimos el mundo? Claro que sí, solo que en una pequeña parte. Nuestro cerebro recibe un total de 400.000 millones de bits de información por segundo, de los cuales solo somos conscientes de 200.000 bits, y la mayor parte de estos solo son los que pertenecen a la percepción del espacio y el tiempo, es decir, que somos conscientes solo de un pequeño porcentaje de toda la información que percibimos.
Da que pensar, ¿no? Entonces, la realidad se crea en nuestro cerebro todo el tiempo, incluso lo que creemos real y lo que no. Ahora estamos en un punto para decir que no solamente estamos creando nuestro mundo basándonos en las creencias y convenciones sociales, sino que además puedo cambiarlo, puedo cambiar mi percepción, ser más claro y profundo y llegar incluso a producir verdaderos cambios. Todo empieza dentro de uno mismo, y volvemos al principio: ¿quién dijo que no se puede cambiar el mundo? Esto, queridos amigos, está en cada uno. Como dice el refrán: Cambio yo, cambia el mundo. ¿A que esperamos?
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