I (Interlocutor): El cuerpo energético, ¿tiene límites tal como los tiene el cuerpo físico?
F (Francis): Sí. Aunque en este caso los límites no son netos. El cuerpo energético es menos objetivo, menos sólido que el cuerpo físico, pero sigue siendo limitado.
I: El tacto nos da la oportunidad de sentir el cuerpo energético. Estar abierto a la sensación táctil hace posible experimentar una sensación de espacio. ¿Es esta sensación de espacio lo que te permite tomar consciencia de la consciencia?
F: El cuerpo está constituido por sensaciones. Estas sensaciones aparecen en la consciencia. En el instante mismo en que se percibe la sensación, no hay ni alguien que la perciba ni sensación percibida, solo hay percibir. Este percibir, en ese momento, es solo una forma de consciencia.
Lo que es importante es dar libertad a estas sensaciones corporales para que evolucionen. Dejar que se desarrollen en el espacio, expandiéndose, y también en el tiempo, lo cual requiere paciencia. Así, cuando no hay nada que se oponga a su evolución natural, cada sensación sigue su trayectoria, y finalmente vuelve al silencio.
Cuando la sensación del cuerpo muere de una forma natural en el silencio, entonces hay consciencia pura, que se conoce a sí misma por sí misma. En ese mismo momento, se te hace muy obvio que tú no eres esta sensación que acaba de desvanecerse porque tú, como consciencia, permaneces, continúas.
Cada vez que esta sensación del cuerpo se reabsorbe en la consciencia, existe la oportunidad de que la consciencia se conozca a sí misma, y entonces hay alegría, hay fragancia.
Igualmente, cuando permitimos a cada sensación, a cada percepción y a cada pensamiento, que evolucionen libremente hasta su reabsorción, entonces la fragancia de los intervalos de silencio entre ellos se difunde a su través; entonces el mundo y el cuerpo parecen perder su solidez, su materialidad, y percibimos la luz del trasfondo.
Por tanto, este cuerpo de energía no es el verdadero cuerpo, es únicamente sensaciones. Aquello en lo que aparecen tanto el cuerpo energético, como el mundo y la mente, eso es nuestro verdadero cuerpo, el cuerpo de consciencia, la consciencia. Una vez que ya hemos reconocido nuestro cuerpo de consciencia, entonces nos damos cuenta de que este cuerpo energético, que aparece, existe y que se desvanece en la consciencia, también está hecho de la misma consciencia. Es decir que la consciencia es la materia de la que están hechos tanto este cuerpo de energía, como la energía en general. La energía es consciencia.
De igual modo, el pensamiento también es consciencia, porque si seguimos el mismo proceso experimental, llegamos a la misma conclusión, que el pensamiento es consciencia. El pensamiento no es la consciencia, si no que ES consciencia, está hecho de consciencia.
También, y por idénticas razones, este mundo con todo sus objetos materiales externos, está hecho de consciencia.
Madrid, 13 de septiembre de 1998
«Aquello que es real, debe ser permanente»
I: A veces tengo la necesidad de resumir todo este asunto, para tener una herramienta de trabajo. Y me digo, ¿si todo es consciencia y lo demás es una apariencia en la consciencia … ?
F: Bien. Si todo es consciencia, no hay «todo lo demás».
I: Cualquier sensación o pensamiento surgen en la consciencia, son apariencias en la consciencia. Nosotros nos identificamos con esas apariencias, con un pensamiento, una sensación, con todo lo que aparece, pero esto no es real… la consciencia es todo. Y todo lo demás que aparece en la consciencia, incluso el mundo, las personas.., todas son apariencias que surgen en la consciencia.
F: Sí.
I: La consciencia es eterna, es lo eterno. Lo que aparece y desaparece, que tiene principio y tiene final, es temporal, es relativo, no es real. Si solamente existe la consciencia, y todo lo demás es una apariencia en ella, entonces solamente podemos trabajar a través de la negación, mediante la vía negativa. ¿Es así?
F: Cuando se dice que lo que aparece no es real, lo que se indica es que no existe independientemente de la consciencia. En otras palabras, queremos decir que no es permanente. Aquello que es real, debe ser permanente.
El ejemplo que se utiliza en la tradición hindú se refiere a la distinción entre la sustancia y los accidentes. El anillo de oro es impermanente. Antes de existir el anillo, ya existía el oro que ahora lo constituye, y después que desaparezca el anillo, el oro permanecerá. Aquello que es permanente, el oro, es la verdadera naturaleza del anillo, porque ha existido siempre. De la misma manera, aquello que aparece no es real, porque no siempre ha existido, y depende de la presencia de la consciencia para ser percibido.
Del mismo modo que el anillo depende del oro para tener una forma y un color, sin oro no hay anillo; cuando decimos que el mundo de los objetos no es real, no queremos decir que no tiene existencia, sino que no tiene independencia con respecto a la consciencia. Así como la verdadera naturaleza del anillo de oro es el oro, que es su sustancia, la verdadera naturaleza de este mundo es la consciencia, que es su sustancia eterna.
Ahora bien, el enfoque negativo es el primer paso de un proceso de dos pasos. El propósito del enfoque negativo es inducir que la consciencia se desidentifique del cuerpo y de la mente, porque habitualmente pienso y siento: «yo soy mi cuerpo, yo soy mi mente». Así, la desidentificación sucede al discriminar entre esta presencia que percibe; que soy yo; y todo aquello que es percibido. Por tanto: «yo no soy el cuerpo, porque percibo el cuerpo», «yo no soy la mente, porque percibo la mente». Llega un determinado momento en el cual, este enfoque negativo concluye cuando se conoce, se evidencia, la consciencia pura. Este conocimiento en realidad es atemporal, aunque desde el punto de vista de la mente sea una visión fugaz, que aparece como una comprensión.
Después, una vez que esto ha sido asimilado, llegamos al segundo paso, el último. Se trata de comprender que cualquier objeto que esté presente, ya es consciencia, tal como el anillo ya es oro. Por lo tanto, si quiero ver el oro, o tocar el oro, no tengo que esperar durante años hasta que este anillo sea destruido y fundido en un lingote. Sino que, sabiendo que es oro, puedo tocar el oro, ver el oro y disfrutar el oro; ya, ahora mismo. Este es el paso final. Solamente a este nivel podemos hablar de no dualidad…, porque ¡todo es oro, todo es Dios!
Burgos, 1 de julio de 1998
La Libertad Absoluta
I: ¿Qué es el amor?
F: El amor es aquello que lo incluye todo. Aquello que nunca está separado de nada. El amor es la madre de todas las cosas. El amor no es algo que sucede entre dos individuos separados. El amor es la experiencia de la ausencia de separación entre lo que parecen ser dos individuos separados. Es el reconocimiento de nuestra unidad fundamental.
Ahora mismo, si miramos hacia fuera, parece que somos seres humanos separados. Eso es lo que vemos cuando miramos a través del ojo de la mente. Pero cuando miramos hacia dentro, hacia lo que verdaderamente somos en el centro, esta consciencia…, ahí somos una única consciencia, todos somos uno. Eso nos está mirando a través del ojo del amor. Si miramos a los dedos de la mano, están separados; pero si miramos a la mano, son uno.
El amor no impone nada. Es como el aire; no nos impide movernos, pero sin él moriríamos.
El amor es siempre libertad. El amor que impone límites, que es posesivo, no es amor. Es una caricatura.
El amor es la capacidad de ponerse uno en la situación del otro, lo cual significa comprender realmente su punto de vista. Todos conocemos esa experiencia que tenemos cuando alguien nos escucha y nos comprende, lo que sentimos en ese momento, eso es amor, eso es amar y ser amado. Esta habilidad para comprender el punto de vista de otras personas es muy importante. Se produce cuando nosotros no mantenemos ningún punto de vista. Por tanto, para poder entender los puntos de vista de los demás, tenemos que permanecer libres de todos los hábitos mentales, permanecer en un estado de libertad absoluta. De verdad. Sin distorsiones.
Pero incluso no es suficiente con estar libres de puntos de vista, de conductas prefijadas, sino que también se requiere estar libres de todo sentimiento personal interno al nivel de nuestro cuerpo. Lo anterior no quiere decir que no se perciban sensaciones, si no que no haya identificación con nuestro cuerpo, identificación con las sensaciones del cuerpo.
Cuando estamos libres de tales identificaciones, no estamos localizados en nuestro cuerpo, sino que somos espacio que acoge. Entonces, si alguien entra en este espacio de presencia consciente, al estar nosotros totalmente abiertos, sentiremos en dicho espacio los sentimientos de la otra persona. Y esto no sucede a través de la mente, del pensar. Es más directo. Más sutil.
Si la persona acogida por nosotros, es feliz, sentiremos inmediatamente su dicha. Si por el contrario, está triste, sentiremos su tristeza de inmediato. Es este el sentido real de la palabra «compasión». Quiere decir: «sentir con», «ser feliz con», «sufrir con» y «reír con», etc. De forma que, cuando esto está sucediendo, la persona percibe que su sentir es totalmente acogido, que ella es aceptada por completo y entonces se abre, porque ese espacio acogedor, es amor.
Por tanto, de la misma manera que cuando permanecemos libres de ideas preconcebidas y creencias, somos capaces de entender el punto de vista del prójimo; cuando nos libramos de los sentimientos personales, somos capaces de sentir los sentimientos de los demás. Y entonces, al no estar apegados ni a sus sentimientos, ni a los nuestros, podemos dejar que todos ellos fluyan libremente a través de nosotros. Y cuando sucede esto, tiene un efecto mágico, un impacto en la otra persona… que entonces ya no se opone a ellos.
Y esto es lo que puedo decir, ahora, acerca del amor.
I: ¡Qué belleza!
http://www.advaitainfo.com/charlas/francis-lucille-1998.html