Hoy en ufopolis vamos a estudiar una teoría desconcertante que ha sido debatida y olvidada a lo largo de los últimos años: la polémica teoría de la tierra en expansión. Para empezar a estudiar esto tenemos que ver un mapamundi. Aquí podemos ver fácilmente que la costa este de América del sur parece imitar la forma de la costa Oeste de África. Encajan casi a la perfección como si hubieran estado juntas en algún momento de la historia. Esta observación fue notada por primera vez por el geofísico alemán, Alfred Wegener, quien propuso que todos los continentes que hoy vemos una vez estuvieron conectados. Su teoría (Kontinentalverschiebung) fue ridiculizada y rechazada por 40 años porque nadie podía imaginar cómo los continentes podrían moverse y abrirse camino a través la corteza del suelo oceánico. El tiempo le dio la razón y la teoría de un súper continente llamado Pangea es un dogma en la ciencia.
En este contexto tenemos algo sorprendente: en la década de 1950 un barco de investigación de la Lamont-Doherty Earth Observatory de la Universidad de Columbia, realizo un estudio en alta mar del suelo del océano Atlántico y descubrió una enorme cadena montañosa sumergida que llamaron la “dorsal mesoatlántica”.
Aquello era fascinante pero resultó mucho más curioso encontrar en un examen minucioso de esa dorsal mesoatlántica que éstas se formaron por grietas en la corteza terrestre que permitió que el magma saliera a la superficie, se enfriara y se solidificara para convertirse en la nueva corteza. De hecho, muestras de la base de la corteza a cada lado de las crestas mostraron que era relativamente nueva y se extendía hacia fuera, lejos de la cresta.
Según esto, miles de millones de toneladas de corteza nueva se ha estado formando en las dorsales oceánicas y esto ha estado moviendo a los continentes, pero… es suficiente la actividad del manto de la tierra como para que esto pase? ¿Sería de hecho, posible que además el tamaño del planeta estuviera haciéndose más y más grande?
Según la ciencia, para mantener un planeta del mismo tamaño, tiene que haber un método para compensar toda esta actividad. Para resolver este dilema, los científicos han teorizado que las placas se mueven a veces debajo de otras placas en un proceso llamado subducción. Algo teóricamente plausible pero no constatable con nuestra tecnología a día de hoy ya que ningún objeto experimental ha sido colocado para ser medido ahí abajo.
En este contexto aparece Sam Carey, un científico aficionado australiano que se atrevió a resolver el rompecabezas de los continentes obviando un elemento más que presente en todos los cálculos: el agua. Todos los suelos marinos presentes son geológicamente jóvenes y los continentes actuales, tales como Australia, se formaron hace unos 4300 millones de años pero por el contrario, el fondo marino geológicamente más antiguo se formó hace sólo 180 millones años. Sería absurdo valorar la historia de los continentes con algo que incluyera un porcentaje tan pequeño de su historia como el agua líquida, pensaba él.
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