Vox impuso como primera condición para ofrecer su voto a Juan Manuel Moreno Bonilla para presidir la Junta de Andalucía la eliminación de la Ley Andaluza de Violencia de Género, así llamada. Esta postura provocó una polémica, vamos a llamarlo así. De modo que creo necesario entender qué dice la ley, qué presupuestos tiene, cuáles son sus objetivos, cómo define la violencia, qué medios dispone y demás.
El presupuesto de la ley es que hay una violencia estructural contra las mujeres. Una relación de fuerzas sociales, que supera a los individuos, y los coloca como partes de un engranaje que no controlan, y del cual hacen la función de víctimas o de agresores. Por eso la ley habla de “la necesidad de profundizar en las causas estructurales de la violencia y en quienes la ejercen”.
Los hombres, todos los hombres, son agentes de una estructura social machista. Son culpables todos, pero en buena lógica son también agentes de un proceso social que les viene dado
Este planteamiento parece contradictorio en principio. Adolece del mismo fallo moral que plantea el marxismo, y que es el modelo teórico que se traslada aquí a las relaciones entre hombres y mujeres. Si los empresarios son explotadores, es porque el sistema les fuerza a serlo. De modo que individualmente no tiene lógica cargar contra ellos, pues sólo son piezas de una maquinaria que les constriñe no menos que a los trabajadores. Aquí ocurre lo mismo. Los hombres, todos los hombres, son agentes de una estructura social machista. Son culpables todos, pero en buena lógica son también agentes de un proceso social que les viene dado, de modo que ¿cabe achacarles la culpa?
La ley no va tan lejos, pero el presupuesto de todo ello es que la cultura es machista porque es obra de los hombres; de modo que sí son culpables. Así, la violencia machista es “una manifestación extrema de las desigualdades de género” y es a su vez “consecuencia de una cultura machista y como manifestación de la discriminación, la situación de desigualdad y las relaciones de poder de los hombres sobre las mujeres”.
De nuevo reaparece el viejo esquema intelectual marxista, de raíces religiosas en las que no me voy a detener, que igual vale para explicar la plusvalía que para explicar la violencia de algunos hombres sobre algunas mujeres. Sólo que el marxismo tenía una base materialista (económica), y el nuevo feminismo pretende que todo fenómeno es puramente cultural, pero no puede explicar por qué hay una diferencia entre hombres y mujeres sin retrotraerse a la biología. Pero esto nos lleva más allá de la propia ley. Volvamos a ella.
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