¿Por qué meditar?
Las personas están afligidas por sufrimientos, angustias y numerosos miedos que son incapaces de evitar. La meditación tiene como fin eliminar estas angustias y sufrimientos.
Generalmente pensamos que la felicidad y el sufrimiento vienen de las circunstancias externas. Estamos continuamente ocupados, de una forma o de otra, en arreglar el mundo. Tratamos de quitar un poco de sufrimiento por aquí, obtener un poco de felicidad por allá, sin conseguir nunca el resultado que esperábamos.
El punto de vista budista, que es también el punto de vista de la meditación, considera por el contrario que tanto la felicidad como el sufrimiento no dependen fundamentalmente de las circunstancias externas, sino de la propia mente. Una actitud positiva da lugar a la felicidad, una actitud negativa produce sufrimiento.
¿Cómo comprender esta confusión que nos hace buscar fuera lo que solo podemos encontrar dentro? Una persona que tiene la cara limpia y aseada, cuando se mira al espejo ve una cara limpia y aseada. Una persona que tenga la cara sucia y manchada de barro, verá en el espejo una cara sucia y manchada. El reflejo no tiene, en realidad, ninguna existencia; lo único que existe es la cara de la persona. Pero, olvidándonos de la cara, tomamos su reflejo como real. La naturaleza positiva o negativa de nuestra mente se refleja en las apariencias exteriores que nos devuelven nuestra propia imagen. La manifestación que se presenta en el exterior no es más que una respuesta a la calidad de nuestro mundo interior.