Formalmente el siglo XIV comprende los años 1301-1400, ambos inclusive. Es sin duda uno de los más nefastos de la historia de la humanidad, ya que este siglo está marcado por las graves plagas y por las guerras que asolaron casi toda Europa. Para redondear la funesta situación se inició la denominada Pequeña Edad de Hielo, especialmente cruda entre 1315 y 1317, que acabó con miles de cosechas, causando miseria y hambrunas. A mediados de siglo, entre 1348 y 1355, probablemente a causa de las consecuencias de la Pequeña Edad de Hielo, hubo un brote de peste bubónica, denominada «peste negra», que acabó con un tercio de la población europea. Por si esto fuera poco, la muerte del último rey de la dinastía de los Capetos en Francia causó un conflicto europeo por la sucesión. Los franceses coronaron a Felipe VI de Valois, primo hermano del fallecido rey capetino. Pero como es normal, ninguno de los otros pretendientes al trono quedaron satisfechos, Eduardo III, rey de Inglaterra y pretendiente legítimo al trono de Francia, inició las hostilidades con Francia, dando inicio a la Guerra de los Cien Años, la más duradera de la historia conocida de la humanidad. En el resto de Europa, seguirían los conflictos. En Castilla se produjo una guerra civil por el trono, entre Pedro I de Castilla, apodado “El Cruel“, contra su hermanastro Enrique de Trastámara. El conflicto que mantenían Inglaterra y Francia lo trasladaron a Castilla, apoyando uno a cada bando. Por otra parte, el Imperio Otomano seguirá expandiéndose sobre todo a través de los Balcanes, aunque con un muy reducido Imperio Bizantino que aún resistiría las acometidas otomanas.
Desde el final de la Edad Media hasta casi acabado el siglo XIX, la Tierra pasó por un largo período de enfriamiento que los científicos denominan Pequeña Edad de Hielo, una época en la que pueblos alpinos quedaron arrasados por el avance imparable de los glaciares y los ciudadanos londinenses podían patinar sobre el Támesis. El origen de esta abrupta y larga temporada de reducción de temperaturas ha sido siempre un misterio envuelto en especulaciones. Pero ahora, un equipo internacional, dirigido por investigadores de la Universidad de Colorado, en Boulder, USA, cree tener la respuesta al enigma. Este frío intenso fue causado, según la revista Geophysical Research Letters, por unas gigantescas erupciones volcánicas en el trópico que iniciaron una cadena de efectos sobre el clima. Según la nueva investigación, la Pequeña Edad de Hielo comenzó repentinamente entre los años 1275 y 1300 d.C., tras sucederse cuatro erupciones volcánicas masivas en el trópico. Unos episodios que duraron unos cincuenta años. La persistencia de veranos fríos tras las erupciones se explica por la posterior expansión del hielo marino y un debilitamiento de las corrientes del Atlántico, según las simulaciones realizadas para el estudio, que también analizó patrones de vegetación muerta y datos tomados del hielo y de sedimentos. Los científicos han teorizado que la Pequeña Edad de Hielo fue causada por la disminución de la radiación solar del verano, debido a volcanes en erupción que enfriaron el planeta al emitir sulfatos y otras partículas como un aerosol que reflejaban la luz solar hacia el espacio, o por una combinación de ambas causas. Según Gifford Miller, investigador de la Universidad de Colorado y autor principal del estudio: «Esta es la primera vez que alguien ha identificado claramente el inicio específico de los tiempos de frío que marcaron la Pequeña Edad de Hielo. También hemos explicado cómo este período frío pudo mantenerse durante tanto tiempo. Si el sistema climático es golpeado una y otra vez por el frío durante un período relativamente corto, -en este caso por erupciones de origen volcánico, parece que hay un efecto de enfriamiento acumulativo». Según Bette Otto-Bliesner, científico del Centro Nacional para la Investigación Atmosférica (NCAR) y coautor del estudio: «Nuestras simulaciones mostraron que las erupciones volcánicas pueden haber tenido un efecto de enfriamiento profundo. Las erupciones podrían haber provocado una reacción en cadena, afectando al hielo y a las corrientes oceánicas de una manera que disminuyó las temperaturas durante siglos».
No hace mucho tiempo se supo que frente a un descenso de unos pocos grados en las temperaturas no se podía hacer nada. Los científicos lo denominan la Pequeña Edad de Hielo, pero su impacto fue todo menos pequeño. De 1300 a 1850 tuvo lugar un periodo frío que causó estragos, Asoló las colonias vikingas en Groenlandia, aceleró la peste negra en Europa, diezmó a la Armada Invencible española y ayudó a que se desencadenase la Revolución Francesa. La Pequeña Edad de Hielo alteró el planeta de una forma que ahora nos parece fruto de la fantasía. El puerto de Nueva York se congeló y la gente podía caminar desde Manhattan a Staten Island, los esquimales navegaron en kayaks hacia el Sur hasta Escocia, y la nieve alcanzó los 60 cm de altura en Nueva Inglaterra entre junio y julio de 1816, el “año sin verano“. ¿Podría ocurrir otra ola de frío catastrófica en el siglo XXI? La Pequeña Edad de Hielo (PEH) fue un período frío que abarcó desde comienzos del siglo XIV hasta mediados del XIX y puso fin a una era extraordinariamente calurosa llamada óptimo climático medieval. Inicialmente se pensó que era un fenómeno global, pero posteriormente fue desmentido. Bradley y Jones (1993), Hughes y Díaz (1994) y Crowley y Lowery (2000), describen la Pequeña Edad de Hielo como «una época donde el hemisferio norte tuvo un modesto enfriamiento de menos de 1°C». El previo Óptimo Climático Medieval fue un período de calentamiento climático, sobre todo en Europa, que provocó una bonanza en la agricultura, incrementando la demografía. Sin embargo este período fue seguido por otro cambio climático, pero este en sentido inverso. Este repunte del frío supuso la bajada de la temperatura media en un grado. Los expertos señalan varias causas para este enfriamiento. Una sería la actividad solar, ya que el mínimo de actividad solar coincidió con las mínimas temperaturas, lo cual sugiere algún tipo de conexión, si bien esta no se ha podido establecer científicamente. Otra causa pudo ser la actividad volcánica, que durante laPequeña Edad de Hielo fue bastante alta. Las erupciones volcánicas emiten una gran cantidad de partículas y cenizas a la atmósfera. Estas partículas impiden que una parte de la radiación solar, que hubiera llegado en condiciones normales, llegue a la tierra, y ello provoca una disminución de la temperatura.
El impacto de una erupción importante puede extenderse hasta 2 años después. Existen ejemplos recientes de su efecto, como cuando en 1816 entró en erupción el Monte Tambora, en Indonesia, año que se llamó el Año sin verano. La nieve y el hielo reflejan hasta el 90% de la luz que reciben, mucho más que la tierra sin nieve. Lo cual hace que cuando comienza un proceso de enfriamiento, la acumulación de nieve y hielo que este conlleva puede hacer que este se perpetúe, al absorber la tierra aún menos luz se enfría aún más. Durante este período fue constante el avance de los glaciares, y fue bastante común que casas y pueblos de las montañas fueran tragados por ellos. Los glaciares engullían pueblos, ocupaban las tierras de cultivo y muchas veces causaban inundaciones. Era incluso habitual pedir la bendición de los campos para evitar el avance de glaciares. Algunos estudios que han analizado pinturas de la época, han llegado a la conclusión que la luminosidad atmosférica disminuyó, a su vez que la nubosidad creció. De hecho en 1816, el llamado Año sin verano, hay constancias escritas que muchos Europeos pasaron el verano al lado del fuego. Pieter Brueghel, llamado el Viejo, (1525 – 1569) fue un pintor y grabador. Fundador de la dinastía de pintores Brueghel, es considerado uno de los grandes maestros del siglo XVI, y el más importante pintor holandés de ese siglo. Con Jan van Eyck, Jerónimo El Bosco y Pedro Pablo Rubens, está considerado como una de las cuatro grandes figuras de la pintura flamenca. Brueghel es conocido por sus paisajes, género en el que alcanzó una notable importancia. Se le suele considerar como el primer artista occidental que pintó paisajes por sí mismos, en lugar de como telón de fondo de alegorías religiosas. En la naturaleza encontró Brueghel su mayor inspiración siendo identificado como un maestro de paisajes. Se caracterizan por una amplia panorámica vista desde lo alto. Así se aprecia en obras como Combate naval en el puerto de Nápoles, Camino del Calvario o la serie de lasEstaciones. Creaba una historia, al parecer combinando varias escenas en una sola pintura. Sus paisajes del invierno de 1565, como Los cazadores en la nieve, corroboran la dureza de los inviernos durante la Pequeña Edad de Hielo. Cuando cruzó los Alpes en su viaje a Italia, dibujó numerosos paisajes. Le resultaron muy importantes para su carrera, pues a su regreso los desarrolló en grabados que se difundieron por toda Europa.
Los vikingos llegaron a Groenlandia en torno al año 982 de la mano de Erik el Rojo, allí establecieron una colonia que llegó a contar con más de 5000 habitantes y 600 granjas. Pero a comienzos del siglo XV esta colonia empezó a declinar. La última constancia escrita de ella es de una boda cristiana que se celebró el año 1408 en la iglesia de Hvalsey. Posteriormente el contacto con el resto del mundo vikingo se interrumpiría hasta que, en el 1721, una expedición mercantil y religiosa danesa fue enviada a Groenlandia, para comprobar si aún quedaba algún vikingo de aquella primitiva colonia. Curiosamente, de ser así, su misión consistiría en convertirlos al protestantismo, ya que aún seguirían siendo católicos. Según cuentan las sagas nórdicas, Groenlandia fue descubierta hacia el año 900 por el navegante noruego Gunnbörn Ulfsson, cuando fue desviado de su travesía de Islandia a Noruega hasta Groenlandia, encontrando una tierra inhabitada. Posteriormente otros navegantes vikingos visitarían la isla, pero sería Erik el Rojo el que emprendería su colonización. El padre de Erik el Rojo, Thorvald Asvaldsson, se había visto forzado a huir de Noruega a Islandia tras matar a un hombre en el 960. En 982, según cuenta la Saga de Erik el Rojo, éste, siguiendo los pasos de su padre, mató a un vecino por una disputa sobre una pala prestada y a un granjero que había asesinado unos esclavos suyos. Por lo cual recibió una pena de destierro de Islandia de tres años. Ante la imposibilidad de volver a Noruega, decidió emprender con su familia camino hacia la nueva tierra aún más al oeste, de la que había oído hablar. A su llegada se convirtió en el primer europeo en asentarse en Groenlandia, donde pasó tres años totalmente aislado, con la única compañía de su familia. Erik el Rojo aprovechó estos años para explorar la costa y reclamar ciertas tierras como suyas. Cuando el destierro llegó a su fin, decidió volver a Islandia a buscar más pobladores para su Groenlandia, “tierra verde“, como él la llamó. Según afirman las sagas, escogió este nombre tan “fértil” con ánimo de atraer al mayor número posible de colonos. Las sagas afirman que la colonia se estableció en el año 985, cuando Erik el Rojo partió de Islandia hacia Groenlandia con 25 barcos, de los que sólo 14 de ellos llegarían, con un total de entre unos 350 y 450 colonos.
A su llegada descubrieron una tierra inhóspita e inhabitada. Pero las promesas de Erik el Rojo no eran del todo falsas, pues la isla contaba con una fina capa de brezo ártico que permitía el alimento de los animales. De esta manera, las granjas se extendieron rápidamente y más tarde las iglesias. La colonia llegaría a estar formada por dos asentamientos, ambos situados en los fiordos del sur de la isla. Pese a las condiciones de vida duras, los asentamientos empezaron a ganar vida, llegando a los 5000 colonos. Pero entonces algo fue mal, y todos ellos desparecieron. Por lo que, cuando la misión noruego-danesa liderada por Hans Egede llegó en 1721, no encontró ninguno de ellos. ¿Fue debido a una plaga, al hambre o al frío? La vida en Groenlandia era un auténtico desafío incluso en los buenos tiempos de la colonia. Al no haber árboles suficientemente grandes para producir leña, la única madera disponible era la maleza o la que llegaba a las costas. Los vikingos se asentaron en fiordos parecidos a los de su tierra natal, que ofrecían temperaturas menos frías. Las casas fueron construidas con las escasas maderas disponibles, piedra y tierra. Para conseguir el aislamiento térmico necesario, algunos muros se hicieron de más de 3 metros de grosor. Como los veranos eran demasiado cortos para producir cosechas, los colonos tendrían que vivir sin pan ni cerveza. Los animales domésticos traídos de Europa, tales como cabras, ovejas y vacas, eran sobre todo una fuente de productos secundarios, como leche o queso, más que de carne. También pescaban y cazaban focas y caribús. Para vestir usaban la lana y pieles de animales, algunas de ellas conseguidas a través del trueque con los esquimales. Durante dos siglos los colonos dependieron del frágil comercio con Escandinavia para sobrevivir. A cambio de pieles de zorro, oso y morsa, o colmillos de narval, obtenían hierro, madera, sal o grano de Europa. Unos restos arqueológicos en L´Anse aux Meadows, en Newfoundland, Canadá, confirman que los vikingos llegaron incluso adentrarse en el continente americano.
Sin embargo, el continente ya estaba poblado, por lo que parece ser que los enfrentamientos con la población indígena llevaron a su abandono. En algún momento, durante el siglo XIV, el clima se volvió más frío, marcando el comienzo de la Pequeña Edad de Hielo. Con este cambio de clima, los glaciares empezaron a avanzar. Este avance fue reduciendo y erosionando los valiosos terrenos de pasto, lo que provocó que los ganados se vieran reducidos y con ello la producción de carne y productos derivados. Estas condiciones convertían el comercio con Islandia y el resto de Europa aún en más vital. Pero el enfriamiento había traído consigo también la aparición de más hielo a la deriva en las habituales rutas, por lo que estas tuvieron que modificarse y se hicieron aún más largas y peligrosas ante el riesgo de colisión con los hielos. Por otro lado, la peste había diezmado la población de Noruega e Islandia. Pese a que no se tiene constancia que la peste llegara a Groenlandia, probablemente se habría visto afectada por la reducción del comercio con Islandia y Noruega, lo cual produjo que los pobladores se vieran privados de su mayor fuente de hierro y de herramientas, necesarias para el mantenimiento de sus granjas y de sus, aún más importantes, barcos. Parece ser que la irrupción de marfil africano, más barato y fácil de conseguir que el de narval de Groenlandia, acabó de agravar la situación, pues hizo aún menos rentable el cada vez más difícil y peligroso comercio con Groenlandia. Ante estos cambios, los colonos intentaron adaptarse y pasaron a basar su alimentación en alimentos provenientes del mar. Como prueba del endurecimiento de las condiciones de vida en la colonia, excavaciones arqueológicas llevadas a cabo en granjas han estimado que la altura media de los primeros pobladores que llegaron a la isla sería de alrededor de 1,7 metros, mientras que la de los últimos no llegaría a 1,5 metros. Estas excavaciones también han demostrado que la situación llegó a ser tan crítica que los colonos, en su desesperación, se llegaron a comer su propio ganado o incluso los perros de caza. Con el fin de adaptarse al frío, también se produjeron cambios en las casas, dividiéndolas en estancias más pequeñas y fáciles de calentar, a la vez que se intentaba aprovechar el calor de los animales domésticos.
Cuando los vikingos llegaron a Groenlandia tenían toda la isla y sus aguas para ellos. Sin embargo, este cambio climático trajo consigo la migración de los inuit, o pueblos esquimales, del norte hacia el sur. Parece ser que, aunque pudieron haber comerciado con ellos, la convivencia pudo no ser demasiado pacífica y ser una de las causas de su desaparición. Otras teorías sostiene que los vikingos pudieron emigrar al continente, para intentar sobrevivir a las cada vez más duras condiciones. Otros, sin embargo, consideran difícil que fuera así, pues interrumpido el comercio de hierro y madera con Escandinavia, sería difícil que los barcos se encontraran en buena disposición para una migración tan masiva. Otros creen que pudieron ser víctimas de ataques piratas. Según algunos arqueólogos, estos piratas podrían haber sido vascos, alemanes o ingleses. Basan estas teorías en algunas relatos populares inuit que narran historias de barcos extraños que atacaban a los vikingos. Y algunos restos arqueológicos, encontrados en algunas granjas, son similares a los de algunos países europeos que teóricamente no mantenían contacto con Groenlandia. Sin embargo, la ausencia de restos arqueológicos que prueben ese contacto violento no permite confirmarlo. Pero tal vez su desaparición no fue debida a misteriosas razones, sino que fue simplemente debida a su incapacidad de adaptación a su entorno y su obstinación por llevar un modo de vida demasiado similar al que estaban acostumbrados en sus tierras de origen. Cuando llegó el mal tiempo, siguieron demasiado aferrados a sus granjas y no adoptaron ni las herramientas de pesca, como arpones y anzuelos, ni el atuendo de los inuit, mucho más adecuado para el entorno. Por otro lado, la peste en Islandia dejó muchas tierras inhabitadas, lo cual pudo hacer que más de uno emprendiera la vuelta a la tierra de sus antepasados. Este cambio climático tuvo un impacto económico y social demoledor. Era común que se sucedieran los años de malas cosechas. En algunas zonas en particular se perdió tierra de cultivo por el avance de los glaciares. También era habitual la muerte de los animales de corral por el frío durante los inviernos, o la disminución de muchas cosechas, como por ejemplo la del vino. Por otra parte el descenso de la temperatura hizo que especies como el bacalao emigraran más al sur, lo cual provocó un descenso en las capturas en lugares como Escocia o las Islas Feroe. Todo estas calamidades supusieron grandes hambrunas que trajeron consigo levantamientos populares.
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