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1936, una experiencia que no se olvida

El 19 de julio de 1936 ocurrió en España un acto muy significativo para la historia revolucionaria: el general Francisco Franco daba un golpe de Estado en España contra la República y como respuesta a ello el pueblo se subleva en media España deteniendo el golpe franquista. Comenzó la guerra civil, pero al mismo tiempo se libraba una revolución, haciendo posible lo que hasta ese entonces se consideraba una utopía.
Corría la década de 1930, y en el mundo ningún otro país como España representaba realmente un baluarte de la Revolución Social y del anarquismo. Había ocurrido ya la Revolución rusa de 1917, siendo aplastada la voluntad popular del pueblo ruso; Stalin era el amo y jefe de Rusia y del Partido Comunista.
En España la CNT (Confederación Nacional del Trabajo) y la FAI (Federación Anarquista Ibérica) ejercían su influencia sobre la gran mayoría del movimiento obrero revolucionario, en Barcelona esta mayoría era por demás evidente. Cuando Franco dio el golpe contra el Gobierno de la República (buscando reinstaurar la monarquía) en julio de 1936, esta última pretendía solucionar el conflicto de manera diplomática, al mismo tiempo que negaba las armas a los trabajadores, a quienes que temía más que al propio fascismo amenazante.
Las primeras horas del alzamiento franquista en Marruecos fueron de completa efervescencia en las calles de Barcelona: el pueblo se encontraba en las calles dispuesto a defenderse del agresor, pero sin las armas que el Gobierno negaba. Ocurrieron los primeros enfrentamientos con las fuerzas de seguridad del gobierno y lograron obtenerse las primeras armas. Inmediatamente militantes de la CNT y de la FAI comienzan a requisar camiones y carros particulares del gobierno y de los burgueses, en los que se pintaron con letras blancas las insignias que habrían de marcar esos primeros momentos: CNT-FAI.
El pueblo comprendió que los anarquistas se jugaban el todo por el todo y estallaron en ¡hurras! a ellos. Rápidamente el pueblo, organizado en milicias autónomas, se alzó con las pocas armas que tenía, derrotando en más de media España a los militares fascistas sublevados.
Es en las zonas y regiones liberadas donde había sido derrotado el fascismo, habiendo un vacío de poder y una fuerte influencia del movimiento anarquista, se dio paso a la posibilidad de hacer del ideal una práctica real: los trabajadores colectivizaron las empresas de los propietarios fascistas en fuga, se socializaron los medios de producción, los campesinos colectivizaron las tierras y los bienes de la Iglesia fueron confiscados por el pueblo. Las iglesias fueron incendiadas en infinidad de ocasiones y cuando toda imagen de Dios había sido sacada, se utilizaban como almacenes o escuelas laicas.

Sin embargo los gobiernos y las potencias democráticas del mundo no iban a quedarse con los brazos cruzados (irónicamente actuando en ese sentido, quedarse con los brazos cruzados): se creó el Comité de No Intervención, comedia qué pretendía hacer que nadie interviniera en el conflicto español; sin embargo, la Italia de Mussolini y la Alemania de Hitler ayudaban directamente a Franco. La URSS se mantuvo al margen hasta no ver los beneficios económicos y políticos que la desgracia española podía rendirle. Por medio de este Comité-burla se congelaron los fondos bancarios de España en todos los países y se negaron todos a suministrar armas al pueblo español. Se iba tranquilamente a presenciar el ataque de Franco (con ayuda de Italia y Alemania) a un pueblo al que se le negaba todo. La URSS se decide a intervenir en el conflicto vendiendo armas viejas de la guerra de Crimea al pueblo español, armas por las que se exigía las riendas de la guerra y preferencia en la distribución de las armas —en buena condición— al Partido Comunista de España. Poco después salieron para Rusia 500 toneladas de oro del Banco de España, que pudiendo haber servido para comprar armas o renovar la industria de guerra catalana que era deficiente, sin embargo ese oro sirvió para llenar las arcas de Stalin y con ello la contrarrevolución se hizo más fuerte.

Mientras se reconstituía el gobierno de la República, que supuestamente tenía por finalidad llevar a buen término la guerra, en Aragón se establecieron las colectividades a iniciativa de los campesinos, anarquistas en su mayoría. Pero llegados los miembros delegados de la URSS y los embajadores de la misma, se dan a la tarea de atacar las colectividades anarquistas, militarizar las milicias (que hasta ese momento no habían adoptado la disciplina de cuartel) y comenzando los asesinatos de muchos miembros del anarcosindicalismo. Cuando llega mayo de 1937 la situación en España venia ya a menos: el gobierno se hallaba ya en su gran mayoría en manos del Partido Comunista de España y de la URSS, para quien trabajaban. Las derrotas venían sucediéndose, y ya eliminadas las milicias, los conflictos internos se agudizaban. La censura gubernamental trabajaba a todo vapor, las chekas rusas mataban sin piedad a quienes se atrevieran a contradecir al PCE y a la República, esa misma República que hacía unos meses se había negado a dar armas a los trabajadores, esa misma República que trató de negociar con el fascismo para detener su avance, esa misma República y ese mismo PCE que ponían todos los obstáculos a las conquistas de los trabajadores.
En mayo de 1937 (el 3) ocurren los sucesos de Barcelona, en donde la policía trata de ocupar el edificio de la Telefónica desde donde los trabajadores intervenían las comunicaciones del gobierno y se enteraban de sus intenciones de matar la revolución. Las barricadas llenaron de pleno las calles de Barcelona y se trató de matar de una vez al enemigo contrarrevolucionario: el PCE-PSUC. Al final la lucha se detuvo, pero se reforzó el poder del gobierno de Valencia y a partir de aquí la revolución se encontraba más amenazada que nunca: se destruyeron las colectividades anarquistas en Aragón (11 de agosto) y se procedió a una cacería de brujas de los elementos anarquistas en todo el territorio antifascista. Se creó el SIM (15 de agosto), órgano que habría de servir de Santo Oficio a las fuerzas de la contrarrevolución del PCE.
Al año siguiente las derrotas del ejército antifascista continuaban, y en diciembre de 1938 las fuerzas de Franco se deciden atacar de una vez por todas el bastión de la revolución española: Cataluña.
Ésta cae en manos de los fascistas en enero de 1939, siendo culpa entera de la ineptitud del gobierno de Juan Negrín, su séquito gubernamental y sobre todo de las fuerzas militares al servicio de la URSS en España (por el sector de Líster y Modesto fue por donde entraron los fascistas).
La lucha se trasladó entonces a la zona centro sur: Madrid.
De vuelta Negrín y el Estado mayor del PCE se ven en la situación de que las fuerzas que se encontraban aquí no iban a permitir que nuevamente tomaran las riendas de una lucha que Negrin y compañía habían no sólo perdido por completo, sino que lo habían hecho voluntariamente.

En abril de 1939 la revolución española se perdía definitivamente y con ella el número de exiliados se elevó. En Cataluña fueron aproximadamente 600.000 los españoles que cruzaron la frontera con Francia para ser enclaustrados en los campos de concentración; en Madrid fueron aproximadamente 400.000 los que salieron con distintos rumbos (México, Argentina, Uruguay, etc.), más de un millón de españoles tuvieron que dejar sus tierras para no volver nunca, o volver a la muerte del dictador (20 de noviembre de 1975).

La derrota de la revolución española significó la pérdida no solo de una lucha en un lugar determinado, sino la pérdida (momentánea) de la oportunidad de realizar un mundo nuevo. El significado de la revolución española para el movimiento revolucionario no puede ser más grande: la llamada utopía es algo real.
Lejos de las esferas gubernamentales el logro de la revolución se debe a los trabajadores, a quienes con sus manos construían un mundo nuevo, forjado según sus concepciones de la sociedad libertaria. Lejos del ambiente del Gobierno, en los campos, en fábricas y en los talleres era donde ese mundo nuevo desbordaba, donde los hombres y mujeres eran hermanos y las desigualdades habían sido eliminadas. Es verdad que hubo errores, pero el carácter anarquista de esta revolución fue una bofetada a la URSS, a los gobiernos republicanos y democracias burguesas, fue un ejemplo de que ese mundo nuevo es posible, fue una demostración a las generaciones actuales de que una sociedad sin Estado y sin autoridad es posible, que una revolución no debe ser necesariamente la dictadura, ni que no hay más camino que seguir al líder, al dirigente o partido político alguno.
La demostración bravía de los camaradas anarcosindicalistas de la CNT, de la FAI, de las FIJL, no ha dejado de estar dentro de la memoria de los trabajadores revolucionarios. En España murieron muchos de los mejores nombres, pero a la vez que los trabajadores anarquistas daban la vida por la revolución, una muerte más ocurría en los campos, en las fábricas y en los talleres: moría la utopía… ¡porque la realización de nuestras ideas no solo es deseable, sino también posible!
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EL ABUSO EMOCIONAL O PSICOLÓGICO

 Abuso emocional abierto

«Janie, una profesora de instituto de veintiocho años, describía cómo su marido, Peter, un administrador de empresas, a menudo proclamaba en las reuniones familiares que ella era incompetente e ineficaz. La criticaba por quemar las tostadas, tener la “casa sucia” y ser una “horrible pareja sexual”.

Cuando atendían juntos un encuentro social, la acusaba de flirtear con uno de los invitados e insistía en que estaba teniendo una aventura. Aunque Peter describía a Janie como “fea” y “gorda”, era intensamente celoso y estaba convencido de que otros hombres la estaban persiguiendo. Controlaba cuidadosamente los gastos de ella, la disuadía de ir a actos sociales en el instituto o con colegas y limitaba sus visitas a miembros de su familia. Incluso restringió las llamadas a su madre.» (Loring, 1994).

Conductas que suponen abuso emocional abierto:

  • Gritar, insultar, despreciar, rebajar, criticar, ridiculizar a la víctima ante los demás, expresar asco hacia ella.
  • Arrojar objetos (no necesariamente a la víctima), dar golpes a las paredes, portazos, romper cosas.
  • Retirar el afecto e ignorar a la pareja o amenazarla con romper la relación. Por ejemplo, no hacerle caso mientras habla, negarse a mantener una conversación, rechazar cualquier gesto de afecto de la pareja, irse de la casa.
    Impedir que vea a sus familiares y amigos, de manera que queda aislada del contacto con otra persona que no sea el maltratador.
  • Celos y posesividad excesivos. Controlar lo que hace y con quién está. Por ejemplo, mediante llamadas telefónicas frecuentes, preguntando constantemente para saber dónde y con quién está en todo momento, tratar de impedir que vea a determinadas personas o vaya a determinados lugares.
  • Restringir recursos: impedirle hacer llamadas telefónicas, impedirle el acceso al dinero familiar, tarjetas de crédito, etc. Interferir en las oportunidades de trabajo, educación, cuidados médicos.
  • Obligarla a tomar parte en actividades delictivas.
  • Amenazas de muerte o amenazas de agresión física o sexual, amenazas de dañar a sus hijos o animales domésticos. El maltratador puede amenazar con hacer daño a los familiares de la víctima y decirle que es responsabilidad de ella impedir que les suceda. Agresión o abuso de los hijos o mascotas de la víctima.

http://www.cepvi.com/index.php/psicologia/articulos/el-abuso-emocional-o-psicologico?start=1

La religión separó a la humanidad.

Con toda probabilidad habrás leído esta frase en algún rincón de Internet: «nosotros éramos todos humanos hasta que la religión nos separó, los políticos nos dividieron y el dinero nos clasificó».
Una explicación a nuestra situación actual con la que muchos podrán estar o no de acuerdo, pero cuya certeza acaba de ser demostrada por la ciencia. Al menos de la primera de sus afirmaciones: «la religión nos separó».
Según una investigación llevada a cabo por antropólogos de la Universidad de Florida Central y de la Universidad de Colorado publicada en Current Anthropology, las religiones no han sido un lazo de unión ni ahora ni en las primeras sociedades como se creía. Más bien lo contrario, llevan generando conflictos desde hace 2.000 años.
El profesor Arthur A. Joyce y la profesora asociada Sarah Barber llevan varios años investigando los rituales religiosos en excavaciones arqueológicas en México datadas del 700 a.C.
Según sus conclusiones, si bien los ritos religiosos locales ayudaron a fortalecer vínculos a pequeña escala, retrasaron el desarrollo de grandes instituciones estatales.
 También dio el poder de influir en la vida de las personas a un determinado sector de la sociedad que lo usó en su propio beneficio.
Joyce y Barber estudiaron detenidamente el periodo comprendido entre el 700 a.C. y 250 d.C.
Fue así como descubrieron que las élites que controlaban la vida espiritual en la comunidad estaban en conflicto con los líderes tradicionales del poder secular.
Según explica Arthur A. Joyce al diario The Independent: «la religión fue importante para el desarrollo de las primeras ciudades, pero influía de formas muy diferentes. es nada sorprendente si tenemos en cuenta el papel tan importante que tienen las creencias religiosas en la vida política y social en nuestro mundo actual».
http://carlosagaton.blogspot.com.es/2015/12/la-religion-separo-la-humanidad.html