A finales del siglo XIX van a surgir en el mundo occidental una serie de grupos de signo ocultista que dejarán la clandestinidad y que tendrán una gran influencia en la vida y la política de la sociedad.
Helena Petrovna Blavatsky (1831-1891) será una de las principales figuras en esta corriente esotérica. Aristócrata rusa de origen germano, sus extravagantes ideas inspirarán la doctrina Teosófica que tanta influencia tendrá en la élite cultural del NSDAP (Partido Nacional Socialista de los Trabajadores Alemanes). Muchos jerarcas del régimen hitleriano eran teósofos confesos. Esta corriente sería la base e inspiración en el s. XX del movimiento de la “Nueva Era”. La vida de Helena caracterizaría por la estafa y el engaño destinados a crearse una reputación de maestra espiritual que la permitiera aprovecharse de la ingenuidad de los demás.
Helena desde muy pequeña se mostró interesada en el esoterismo, leyendo algunas obras de la biblioteca personal de su bisabuelo que había sido iniciado en la masonería a finales del s. XVIII. En su casa natal llegó a tener experiencias en estado de trance con lo que ella llamaba “espíritus”.
“Era sumamente nerviosa y sensitiva, hablaba en voz alta, y a veces la encontraban sonámbula en los más apartados lugares de la casa y la volvían a la cama profundamente dormida. Una noche, cuando apenas contaba con doce años, la echaron de menos en su dormitorio, y, dada la alarma, fueron a buscarla, encontrándola paseando por uno de los largos corredores y en detenida conversación con alguien invisible para todos menos para ella”.
A los 16 años, y para ganar una apuesta, sedujo a un general del ejército de más de 40 años llamado Nikifor Blavatsky de quien tomaría el apellido. El objetivo de Helena con esta boda era conseguir la independencia de sus padres, pero nunca consumó su unión marital debido a que ella tenía una anomalía sexual en el útero que la impedía mantener relaciones con un hombre. A los tres meses huyó a caballo para refugiarse en casa de su abuelo Tiflis. Durante varios años afirma que viaja por Egipto, Turquía, Grecia, México, India, Inglaterra, Canadá y EE.UU donde contactó con diversas personas ligadas al esoterismo y la masonería. Ella afirmó que había estudiado por espacio de siete años con los mahatmas (maestros) de la India
En 1875 emigra a los Estados Unidos causando un gran revuelo con su habilidad para realizar levitaciones y mover mesas y otros objetos. En Nueva York fundará junto con el coronel Henry Olcott y el abogado William Quan la Sociedad Teosófica. Su ideología pronto se difundió en todos los EE.UU., Inglaterra, Alemania y la India, país al que viajó y donde estableció en 1879 la sede de su secta. De ser una vulgar médium pasó a afirmar que durante sus viajes al Tibet había entrado en contacto con espíritus que guiaban su vida mediante mensajes y cartas. En la India permanecería hasta 1885 con el fin de dotar a sus teorías de un marcado orientalismo. Allí conocerá a Alfred Percy Sinnett, editor del periódico oficial del Gobierno de la India “The Pionner”, contacto que sería muy importante para Blavatsky y la Sociedad Teosófica.
Se inicia en la masonería alcanzando el grado de “Princesa coronada”, el grado más elevado en la masonería de adopción del Rito Menphis y Misraim. En 1887 funda la revista “Lucifer” donde se hablaba del advenimiento del Anticristo para instaurar un Nuevo Orden Mundial. En 1891 muere sola en Londres abandonada de todos sus adeptos.
Las obras esotérico-racistas de Blavatsky
En su estancia en la India escribe Isis sin velo, donde describe los pormenores de una religión de su propia invención. Al igual que otros creadores de religiones, como Joseph Smith, fundador de los mormones, su obra se compone de gran cantidad de plagios de religiones paganas, gnosis, creencias esotéricas y espiritistas, a las que Blavatsky atribuirá un carácter sobrenatural. En este libro describe el desarrollo de las ciencias ocultas, la naturaleza y el origen de la magia y las raíces del cristianismo.
No obstante su obra principal será La doctrina secreta (1888), libro que será la base de la New Age y que está repleta de teorías relacionadas más o menos indirectamente con el hinduismo. La obra tiene un carácter marcadamente antisemítico y anticristiano. En ella llegará a afirmar que el verdadero dios era Satanás (Baal) auténtico benefactor de la humanidad, y que el dios del Antiguo Testamento, conocido por Jehová no era otro que Caín, el primer asesino.
Blavatsky sostenía haber recibido una revelación sobre la existencia de una antiquísima civilización que habría florecido en lo que hoy es el desierto de Gobi, pero que lo habría tenido que abandonar para vivir en misteriosos reinos subterraneos.
En esta voluminosa obra de pesada lectura, describe la evolución humana como una caída desde el estado de gracia divina inicial al materialismo actual. Este proceso evolutivo se realizaría en siete épocas, de las cuales cinco ya habrían sucedió, mientras que las otras dos estarían por llegar. En cada una de estas épocas el ser humano progresaría en una serie de razas, siendo una de ellas la dominante, base de las razas de la siguiente época.
En la primera época, denominada polar, se iniciaría la evolución humana. La tierra permanecería en estado ígneo mientras que la atmósfera era gaseosa. De estas sustancias, los Señores de la forma construirían el primer hombre de cuerpo mineral. En la época hiperbórea el hombre pasaría por el estado vegetal, pues tenía entonces un cuerpo denso y uno vital y una consciencia semejante a la del sueño. En aquel entonces el hombre era bisexual y hermafrodita. La tercera época es la lemúrica. En ella unos arcángeles o “Señores de la mente” ayudarían al nacimiento de la individualidad. La fuerza sexual construiría el cerebro para la expresión del pensamiento. Los negros y las razas salvajes de pelo duro y motoso se formarían en esta época.
En la cuarta época o Atlante se desarrollarían las siete razas en las que se dividirá el género humano. Todas ellas habitarían un supuesto continente, hoy desaparecido, denominado la Atlántida. Las seis primeras serían los Rmoahals, los Tlavatls, los Toltecas, los Turanios, los Acadios y los Mongoles. Para Blavatsky estas razas habrían mantenido relaciones promiscuas con animales dando origen a los atlantes, una especie de monos gigantes sin sentido en el plano intelectual. La séptima raza la formarían los arios quienes se mantendrían puros y por inspiración divina llegarían a dominar el mundo en oposición a cristianos y judíos.
Cada una de las seis razas inferiores evolucionaría mediante mutaciones naturales. La raza aria, en cambio, se transformaría en superhombres por un salto repentino destinado a dotarlos de las facultades necesarias para vivir en un mundo post-diluviano.
Los arios perdieron sus poderes mágicos sobre las fuerzas de la naturaleza y el desarrollo psíquico, en cambio adquirieron facultades de desarrollo cerebral y una “inteligencia superior” a la de las otras razas sobrevivientes descritas como inferiores en cuanto a sus pobres facultades intelectuales y a su herencia genética claramente defectuosa.
En la quinta época denominada Aria, el hombre conocería el uso del fuego y de otras fuerzas, cuyo origen divino se le ocultó intencionalmente a fin de que pudiera emplearlo libremente.
Al igual que en la época anterior, Blavatsky hablará de siete grandes razas que se sucederán en el tiempo y que iniciados en las “artes superiores” darían origen a lo más excelente de las civilizaciones. La primera sería la Aria, continuadora de lo mejor de la época anterior y que daría origen a la civilización India. La seguirían en orden la Babilónico-Asirio-Caldea, la Persa-Greco-Latina, la céltica y la Teutónico-Anglosajona. Faltarían dos razas que estarían por venir en un próximo futuro. En concreto la sexta raza se generaría cuando la precesión de los equinoccios entre para el año 2000 en el signo de Acuario. Solo entonces surgiría el Homo noeticus, u hombre del conocimiento. El resto de las razas deberían de desaparecer en una lucha biológico-cósmica, ya que como dice Blavatsky: “la extinción de las razas inferiores es una necesidad kármica”.
En la actualidad los adeptos de la New Age creen que gracias a la meditación y a otras “disciplinas espirituales” pueden estarse generando esta nueva nueva especie Homo noeticus , más en concreto en California, en oposición al Homo sapiens considerada esta una especie en extinción. Toda la doctrina New Age aparece impregnada de un profundo racismo y antisemitismo. Blavatsky diría de los semitas y más en concreto de los árabes que eran “espiritualmente degenerados”. Alice A. Bailey (1880-1949), seguidora de Blavatsky y principal ideóloga del movimiento de la Nueva Era en el s. XX, afirma que los judíos provienen de otro sistema solar, los orientales y los negros provienen de otra raza-madre (lemures) y que las razas arias occidentales deben controlar al mundo ya que forman parte de la raza-madre más evolucionada.
La doctrina teosófica presenta una actitud hostil hacia los Judíos y presenta un plan de ruta a llevar a cabo en la Nueva Era que se presenta: guerra de religiones, redistribucción forzosa de los recursos mundiales, iniciaciones luciferinas, iniciaciones planetarias en masa, campañas de desarmamiento, eliminación o bloqueo de las ortodoxias religiosas, entre ellas la Iglesia Católica como principal enemigo a combatir.
En el horizonte de la New Age está reemplazar todas las religiones por la Religión del Mundo Nuevo que el Instructor Mundial vendrá a instaurar, unificando así todas las religiones que habrán preparado su llegada. Esta Nueva Religión garantizará la institución de un Nuevo Orden Mundial que permitirá a la Jerarquía (los intermediarios entre los “maestros” y la “humanidad”) tomar el poder, abolir las fronteras e instaurar el desarrollo de una conciencia planetaria y un gobierno mundial.
Repercusiones de la doctrina teosófica de Blavatsky
Los símbolos eran una parte muy importante en la teosofía. Helena Blavatsky adoptó un gran número de signos de diferentes religiones entre las que destacan el “triskel” (esvástica de 3 brazoz) y la “esvástica”. Esta última pasaría a formar parte del emblema de la Sociedad Teosófica. Ella misma explica el significado del símbolo de la esvástica.
“… Los cuatro brazos de la X, o cruz decusada, y de la cruz hermética, indicando los cuatro puntos cardinales, eran bien comprendidos por las mentes místicas de los indos, brahamanes y buddhistas, siglos antes que se oyese hablar de ello en Europa, pues ese símbolo se encuentra en todo el mundo. Doblaron ellos los extremos de la cruz e hicieron de ella su Svástica, ahora el Wan de los buddhistas mongoles. Implica ella que el “punto central” no está limitado a un individuo por muy perfecto que sea; que el principio (Dios) está en la Humanidad, y que la Humanidad, como todo lo demás, está en Él, como las gotas de agua en el Océano, estando los cuatro extremos dirigidos hacia los cuatro puntos cardinales, y por tanto perdiéndose en el infinito.
(…) Pocos símbolos del mundo encierran más significado Oculto real que la Svástica. Es ella simbolizada por la cifra 6. Lo mismo que ésta, señala en su exterioridad concreta, como sucede con la ideografía del número, al Cenit y al Nadir, Norte, Sur, Oeste y Este, en todas partes se ve la unidad, y a esta unidad reflejada en todo y en cada unidad. Es el emblema de la actividad de Fohat, de la continua revolución de las “Ruedas”, y de los Cuatro Elementos, el “Cuatro Sagrado” en su sentido místico, además del cósmico, por otra parte sus cuatro brazos, doblados en ángulos rectos, están íntimamente relacionados, como se muestra en otra parte , con las escalas Pitagórica y Hermética”.Helena Blavatsky.
Los libros de Blavatsky fueron rápidamente traducidos al alemán, alimentando el imaginario de los grupos ocultistas que se formaron en Austria y Alemania antes de 1910. En esos años se produjo la peligrosa hibridación con el racismo Gobineano, el antisemitismo de Chamberlain y el darwinismo social de Haeckel.
En Alemania se fueron creando innumerables círculos intelectuales de seguidores del wotanismo solar, que sustentaban ideas similares a las teosóficas y que reivindicaban las tradiciones germánicas. Estas ideas ocultistas llegaron finalmente a conformar el nazismo a través de dos figuras de gran relieve – Guido von List y Lanz von Liebenfels -, que son los iniciadores de la corriente gnóstica conocida como ariosofía y que serán una reelaboración nacionalista alemana de las doctrinas teosóficas de Helena Blavatsky.
Las teorías de Blavatsky fueron retomadas por Annie Besant (1847-1933) quien las extendió por todo Occidente. En Alemania fueron particularmente bien aceptadas, siendo acogidas favorablemente por el imperio de Guillermo II y originando un movimiento denominado Lebensreform.
Otro seguidor de Madame Blavatsky es Franz Hartmann (1832-1912), el cual fundó un monasterio teosófico en Ascona donde se dedicó a editar traducciones de sus textos. Fundó en 1896 la Sociedad teosófica en Alemania. Tradujo el Bhagavad Gita al alemán y escribió numerosos artículos en su revista Lotusblüten. Donde aparecía la cruz gamada en su portada.