Ya comentamos la dificultad inherente al ser humano, de percibir la dimensión temporal de la realidad, de percibir los procesos y no simplemente los estados.
La historia es siempre un relato, parcial y sesgado, de lo que ha ocurrido en un periodo de tiempo. Adopta inevitablemente el punto de vista de alguien concreto, de un narrador, un cronista, que tiene que ser extremadamente cuidadoso para no volcar en el relato sus impresiones, ideas y creencias particulares.
La objetividad absoluta en un relato es imposible, de la misma manera que es imposible eliminar la subjetividadcuando se interpretan unos hechos, unos textos, unas palabras …etc. La historia debe estudiarse siempre desde un espíritu crítico, pues el narrador puede haber omitido (intencionalmente o no) detalles importantes, que pueden modificar totalmente la interpretación de unos hechos.
«El diablo está en los detalles»
Por ejemplo, un historiador de prestigio devoto de una religion que condena el consumo de alcohol, quizá evitará mencionar en sus textos que ciertos jefes políticos y religiosos de su pueblo bebían vino y disponían de harenes de mujeres. Estas realidades, que en su tiempo eran moneda común, ya no son aceptables por la corriente mayoritaria y por este motivo un historiador «oficial» tendrá buen cuidado de no mencionarlas, o en todo caso, de hacerlo de modo velado.
Dicho esto, la historia debe ser escrita por alguien, y las sociedades deben llegar a un acuerdo sobre el relato oficial que satisfaga a todas las sensibilidades o, al menos, a la mayor parte de ellas. Esta historia se utiliza después para explicarnos a nosotros mismos y a los demás quienes somos y de dónde venimos. Toda sociedad y toda organización necesita un relato consensuado y verosímil sobre su historia.
Cuando la sociedad era mayoritariamente analfabeta y la escritura una habilidad minoritaria, el relato míticotenía una gran importancia. Su función era retener lo esencial de una situación y transmitirlo con eficacia a las generaciones futuras. Tengamos en cuenta también que muchas veces, la historia mítica fue escrita por los vencedores y por las clases dominantes, instruidas. En una entrada posterior hablaremos de la importancia del poder simbólico y el relato mítico.
Muchos relatos históricos, como los nacionalismos, incorporan graves sesgos:
- Intentan construir un relato mítico de una arcadia que, en realidad, nunca existió.
- Promueven la xenofobia y el desprecio por el que es diferente, simplemente por serlo.
- Manipulan la historia real y la memoria de la gente.
- Interpretan los hechos atribuyéndoles significados que no tienen, y que jamás estuvieron en la mente de los autores originales.
- El deslizamiento semántico, que hace que palabras y expresiones que originalmente significaban una cosa, pasen a ser interpretadas de forma diferente o incluso contraria al sentido original.
- Y el anacronismo, quizá el error más frecuente,que consiste en obviar el contexto original de los hechos e interpretarlos desde el punto de vista de un observador actual.
Desde que la alfabetización es mayoritaria y, sobre todo desde que el acceso al material escrito y audiovisual se ha generalizado, existe una gran cantidad de fuentes históricas que se pueden consultar y las tentaciones de manipulación de la historia son menores. Hay muchos más «historiadores» y, por tanto, muchas más «versiones»de los mismos hechos.
Actualmente, todos podemos convertirnos en «cronistas oficiales» de una realidad.
Resulta de gran utilidad una mirada externa, que incorpora la distancia necesaria, una perspectiva más global y un desapasionamiento.
«Cuando un hombre defiende una idea, se está defendiendo también a sí mismo»
Curiosamente, muchas veces el pasado más inmediato es un gran desconocido.
- Tras periodos turbulentos y de degradación social y moral, hay una fuerte tentación de «correr un velo tupido» sobre ciertas realidades desagradables y poco edificantes, es decir, «hacer borrón y cuenta nueva».
- Tambien se tiende a olvidar el contexto de estos hechos, y se cae en el grave error de descontextualizarlos.
- Tengamos también en cuenta el efecto de dulcificación de los recuerdos que ocurre en las personas a medida que envejecen, y la propia tendencia inconsciente a reescribirlos continuamente, lo que puede llevar a deformaciones importantes en los mismos. La tendencia a la autoindulgencia y la autojustificación (para evitar disonancias cognitivas y tratar de suprimir recuerdos dolorosos) nos puede llevar al error de la nostalgia (literalmente, «dolor de regresar»), de concluir que «cualquier tiempo pasado fue mejor».
- El recuerdo está, además, fuertemente ligado al sistema límbico y tiene, por tanto, una componente emocional inseparable, susceptible de ser manipulada. Reordamos mejor los hechos ligados a emociones intensas
- La historia está, quizá, condenada a ser reescrita, o al menos, revisada continuamente.
En relación a esto, comenta con inquietud Orwell en una de sus cartas:
«Ya de joven me había fijado en que ningún periódico cuenta nunca con fidelidad cómo suceden las cosas, pero en España vi por primera vez noticias de prensa que no tenían ninguna relación con los hechos, ni siquiera la relación que se presupone en una mentira corriente.
(…)
En realidad vi que la historia se estaba escribiendo no desde el punto de vista de lo que había ocurrido, sino desde el punto de vista de lo que tenía que haber ocurrido según las distintas «líneas de partido».
(…)
Estas cosas me parecen aterradoras, porque me hacen creer que incluso la idea de verdad objetiva está desapareciendo del mundo. A fin de cuentas, es muy probable que estas mentiras, o en cualquier caso otras equivalentes, pasen a la historia. ¿Cómo se escribirá la historia de la Guerra Civil Española?
(…)
Sin embargo, es evidente que se escribirá una historia, la que sea, y cuando hayan muerto los que recuerden la guerra, se aceptará universalmente. Así que, a todos los efectos prácticos, la mentira se habrá convertido en verdad.
(…)
El objetivo tácito de esa argumentación es un mundo de pesadilla en el que el jefe, o la camarilla gobernante, controla no sólo el futuro sino también el pasado. Si el jefe dice de tal o cual acontecimiento que no ha sucedido, pues no ha sucedido; si dice que dos y dos son cinco, dos y dos serán cinco. Esta perspectiva me asusta mucho más que las bombas, y después de las experiencias de los últimos años no es una conjetura hecha a tontas y a locas.»
El mal como tema de estudio y análisis.
PD: la ponerología, que es la teoría o estudio de cómo se gesta y se desarrolla la maldad en las personas, en las organizaciones y en las sociedades.
Más concretamente, ponerología es el nombre dado por Lobacewski y sus colegas al:
«estudio interdisciplinario de las causas de períodos de injusticia social»
Lobaczewski y su generación fueron los últimos en recibir formación académica no influenciada por la ideología soviética.
Con posterioridad a la dominación soviética, la psiquiatría enseñada en las universidades se basó en conceptos pavlovianos, superficiales y en ocasiones poco científicos, y se prohibió el estudio de la genética y la psicopatía.
Según Lobaczewski,
el gran error que impide a las sociedades humanas entender y contrarrestar a tiempo la génesis de la maldad y la injusticia está en el
enfoque moralista sobre la maldad, un enfoque que considera superficial, ya que no va a las auténticas causas y que, además, suele ser «
forense«, es decir, actúa a tiempo pasado, cuando el daño ya se ha hecho y la situación ha escapado de control.
En lugar de ello, propone un enfoque científico y sistemático para identificar los
episodios precoces y así poder actuar a tiempo.
Este enfoque, desprovisto de connotaciones históricas, culturales o geográficas es, sin duda, su gran aportación. Precisamente algunas de las aportaciones más originales de Lobacewski radican en la identificación y el estudio de ciertos seres «anormales» (
psicópatas, pero también
esquizoides y
caracterópatas) y el
papel fundamental que parecen desempeñar en la
génesis y la expansión del mal durante los periodos más oscuros de la historia de la humanidad.
Para Lobaczewski, el verdadero tesoro de las sociedades humanas es la gente normal, que constituye la inmensa mayoría de la población, y es la artífice de la paz, la confianza, la creatividad y la felicidad de los demás.
En las próximas entradas de este blog iremos desgranando, describiendo y analizando los
caracteres que intervienen y los fenómenos que contribuyen y desarrollan la ponerogéneris y su extremo: la
patocracia.
http://teoriamal.blogspot.com.es/