El baccalauréat es uno de los exámenes que gozan de mayor tradición en Francia, y quizá sea también el que más conmoción provoca tanto en la vida personal como colectiva de los estudiantes franceses.
Esta relevancia se debe en buena medida a que es el primer examen de importancia notable de la trayectoria estudiantil, el cual se realiza al final de la educación secundaria, esto es, con jóvenes que rondan los 16 años de edad. En ese momento, los estudiantes deben demostrar un dominio al menos mínimo de todas las materias vistas hasta entonces, en un grado de profundidad que depende de la especialización elegida, pero que en todo caso comprende al menos dos o tres dominios distintos entre las matemáticas, las humanidades, las ciencias naturales y las ciencias sociales.
Por si esto fuera poco, la aprobación del bac (como se le conoce familiarmente) es uno de los requisitos indispensables para acceder a la educación universitaria y superior, lo cual indudablemente le agrega relevancia (y presión para el estudiante). De hecho, dentro del sistema educativo francés, el baccalauréat se considera el primer título universitario que puede obtener una persona.
Entre las pruebas del bac que causan mayor expectativa se encuentra la dedicada a la filosofía, sin duda una disciplina particularmente fértil en Francia. La prueba consiste en desarrollar una disertación a partir de una pregunta propuesta; para ello, los estudiantes cuentan con hasta 4 horas.
Este año, 753 mil candidatos tuvieron que elaborar sus argumentos a partir de alguna de las siguientes cuestiones.
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